Partida Rol por web

-¡OH VENGA!- Aquella cosa seguía pegada a él como si fuera un erro de presa fantasmagórico. Rodeó la columna por la izquierda y salió derrapando en dirección a la puerta, otra vez.

-¡Pues date prisa Meser que aquí la cosa está que arde! Y yo me estoy cansando de correr delante de esa cosa espectral...- Su trayectoria le llevó justo junto al Gromenauer malvado que estaba recuperando del golpe de martillo que le había endiñado al Gromenauer bueno... Así que, de paso que pasaba por allí, le intentó pegar el cambiazo y dejarle una de sus flechas en la mano mientras él le pasaba la maza fantasmagórica al otro Gromenauer...

Pero nunca antes había robado un objeto espectral, o eso o no podía cogerlo por ser espectral, porque el caso es que se quedó sin flecha y sin martillo.

A la vista del fallo apretó el paso y aceleró hacia la puerta, pero algo le dijo que esta vez no iba a librarse limpiamente del tema...

Tratar de escabullirse con una espada espectral en el pecho no era la mejor de las ideas. Sin duda, Meser ya podía darse prisa antes de que la sombra le rematase bien rematado. ¡Malditos no-muertos! Era la última vez que le daba por engañar a un ludópata y a un nigromante.

Viendo que sus compañeros no habían captado su endiabladamente complejo y enigmático mensaje, Jingle volvió a la carga:

—¡Gromenauer! ¡Usa el puñetero cuchillo! ¡El chisme peligroso de la cueva!

Golo se espabiló gracias al golpazo que le dio su contrapartida espectral. No le gustó nada, y mucho menos que no pudiera defenderse con su querido escudo. Ella se codeaba con espectros y espíritus, todos los días tenía sus susurros al alcance de su oído. Pero en ese momento, no estaba segura de cómo actuar. Sus pobres espíritus habían escapado del lugar, y...

Sufriendo ando...

-¡Mierda! ¡Cállate!- gritó la vieja, ni bien comenzó el trolltem a entonar.

Ojalá lo pudiera liberar para atacar al Nomuere, pero claramente lo había ayudado con Chu'a, y no quería repetir la experiencia. Por lo que se posicionó lo más cerca del Nomuere, y se mantuvo cerca de él, esperando a que la Golo espectral arremetiera contra ella. A último momento se correría y esperaba, con suerte y apoyo de los queridos dioses que todo lo miran y pueden, que golpeara al Nomuere en vez de a ella. ¿Era arriesgado? Sí, claro. ¿Podía salir muy mal? Sí, claro. Se sentía Roark por un momento.

Gromenauer recibió el golpe con el estoicismo propio de un enano. ¡Era el momento de contraatacar!

Aprovechando la confusión del espíritu por detener el golpe con el escudo, el enano golpeo con uno de los bordes del escudo a su yo oscuro.

El problema era, principalmente, que se enfrentaba a sí mismo. ¡Y enfrentarse a Gromenauer, aunque sea una versión semietérea y espectral no era para nada moco de pavo!

En el momento que Roark intentó coger la maza se dio cuenta de que aquello era un error. O quizás no y sólo era que la había cogido por donde no debía. Pero sintió un frío espectral muy desagradable que subió por su brazo. Tanto que por un momento pensó que se le pararía el corazón¹. Pero no fue así... por poco. Aunque no todo fue para mal: el hecho de que el Gromenauer oscuro echase la vista atrás hizo que se despistase lo suficiente como para que el enano vivo le rasgase el cuello con saña usando el filo de su escudo. Con enorme satisfacción el Gromenauer vivo vio como su réplica siniestra aullaba mientras de su cuello manaban sombras que asemejaban sangre cayendo, provocando que su contrapartida siniestra se volviera muy transparente².

Ajeno a esto el Nomuere se lanzaba tras su presa inasequible al desaliento. ¿Quizás se sorprendió al ver que Doña Golo corría directo hacia ella? Pero antes de que abriera su terrible boca para absorberle el alma se encontró de frente con la figura espectral de la chamán que, al agacharse la contrapartida viva, le asestó un golpe con su vara en toda la cabeza. El golpe confundió, desde luego, a la criatura. Y también pareció dolerle, porque lanzó un aullido.

Mientras chillaba su sugerencia Jingle intentaba separarse de su contrapartida, pero ésta se resistía a dejarlo ir. Le lanzó una nueva estocada alcanzándolo en la pierna mientras corría³.

Sobre ellos, en el pasillo, se estaba formando un vórtice de niebla espectral. Sólo les quedaba la esperanza de que de ella saliera Meser y no refuerzos para los monstruos a los que se enfrentaban.

Roark respiró profundamente mientrasse frotaba el brazo aprovechando la pausa que le había dado el combate. Tras un par de instantes, se alejó lo más sigilosamente posible hacia la puerta otra vez solo que esta vez iba algo renqueante. Entre el cansancio y el frío mortal, que le había dejado pálido, el combate este empezaba a cobrarse su precio...

Al llegar a la puerta se puso a forzar la cerradura, logró abrirla con un click más siniestro de lo normal, pero el brazo aún no le respondía bien y una ganzúa se le cayó al suelo sonoramente. -Estupendo. El sigilo al carajo.- con un suspiro guardó las ganzúas y empuñó el arco mientras se apartaba a un lado de la puerta.

De alguna manera intuía que esa cosa se le vendría encima.

Otra vez...

—¡Deja de derramar eso por le suelo! ¡Esa esencia es mía! —gritó el enano mientras veía como su contraparte oscura se empeza a volver más etérea.

Aprovechando su despiste, golpeó de nuevo con su escudo en la herida abierta, intentando acabar con ella antes de que pudiese devolverle el golpe. Con suerte, cuando muriese recuperaría lo que aquel ser le había quitado.

Y como su alma estuviese de nuevo completa, aquella cosa sí que se iba a enterar...

—¡Que uses la daga de cristal, Gromenauer! ¡Es lo único que puede dañarles!

¡No podía creerse que el enano fuese tan inepto como para seguir zarandeando el escudo de esa forma! Claro que quizá tuviese una compleja estrategia de combate enana que él no estaba captando, cosa complicada teniendo en cuenta que trataba de librarse de su reflejo sombrío. ¡Malditos muertos vivientes! Si tan solo les hubiese acompañado un clérig… Ah, claro.

Por suerte o por desgracia, un vórtice de ectoplasma había surgido en el techo.

—Nunca pensé que diría esto, pero cómo me alegro de verte, Meser, viejo amigo. ¿Eres tú, verdad?

Golo se sorprendió de lo bien que había salido la maniobra, pero no quería tentar a la suerte haciéndola de nuevo. Hasta ella misma se daría cuenta del engaño. En cambio, retrocedió para alejarse un poco y usó la lanza como traba, moviéndola rápidamente entre las piernas de su contraparte espectral para que cayera sobre el Nomuere. Tenían que obtener tiempo para que Gromi pudiera acabar con todos.

Golo se retiró rápidamente de donde estaba, dejando que el Nomuere y su sombra se entendieran entre ellos. Sin embargo tras el despiste inicial parecía que la sombra siniestra de la chamana no renegaría de acabar con su contrapartida viva, así que intentó golpearla con su bastón mientras se escurría¹.

Pese a las quejas y gritos de Jingle parecía que Gromenauer iba ganando. De hecho ¡había vencido! Su siguiente escudazo cercenó la cabeza de su siniestro rival, que cayó de rodillas deshaciéndose en volutas de humo. Por desgracia aquello no parecía que fuera a devolverle a Gromenauer lo que le había sido quitado. Pero oye: era un enemigo menos en el pasillo.

Y no estaba nada mal, porque el Nomuere Atrapalmas se había girado para encararse al enano².

El que peor lo estaba llevando, de lejos, era Jingle. Había logrado esquivar otro tajo de su hermano oscuro pero ahora estaba aislado de los demás, en el borde de la escalera. ¡El Jingle Espectral se interponía entre él y el pasillo!³

Roark acababa de abrir la cerradura pero entonces notó un cosquilleo en la mano⁴.

¿Y Meser? En ese momento la masa ectoplásmica del techo escupió a un Meser hacia el suelo, si es que un espectro puede ser lanzado. Al menos su forma etérea hizo la cabriola de caer contra el suelo y rodar. Se levantó un tanto confundido, quitándose de encima un ectoplasma parecido a un moco traslúcido. Parecía bastante desubicado pero al menos ¡ya estaba allí!

—¡Hay más cosas que pueden matarlos, mucho mejores que una daga que te consume al empuñarla, idiota! —grito el enano ante la insistencia del elfo mientras su yo oscuro desparramaba su esencia por el suelo.

Pero entonces vio que había problemas más importantes. Como que el Nomuere iba a por él. Tenía que hacer algo, y rápido. Como darle algo con lo que entretenerse. Como su escudo y sus cuchillas. Así que decidió aguantar el embite de Nomuere, para que cuando estuviese a su altura, darle el escudo y desplegar las cuchillas.

Por desgracia, el Nomuere fue más rápido y no pudo soltar el escudo a tiempo para que éste probase las cuchillas.

—¡Espíritu idiota! ¡Haz algo o esta cosa va a acabar con nosotros! —gritó al recién llegado Messer con la simpatía habitual que desprende un enano.

—¡Pues lánzasela! ¡No me digas que ahora voy a tener que explicarle a un enano matatrolls cómo matar cosas! 

Jingle estaba arrinconado. Aquellos era uno de sus mayores miedos, pero al menos no era un marido cornudo o una muchedumbre empuñando tomates podridos. Solo era una copia bastante lograda de sí mismo. Y, si se conocía bien a sí mismo, probablemente no sería demasiado hábil en el cuerpo a cuerpo. ¡Pero sí escabulléndose! 

El bardo hizo una finta, dejando atrás un tajo de su gemelo sombrío. Volvía a estar en el pasillo y Meser acababa de aparecer en escena. Todo estaba saliendo a pedir de Jingle. 

No obstante, debía recordar no darle la espalda a su contrincante. Sacó la espada corta sin muchas ganas y encaró al enemigo.

—¡Meser! —exclamó entre estocada y estocada—. ¡Se trata de un Nomuere Atrapalmas! Uf… ¡Solo puede dañarle un arma espectral o mágica! ¡Jia! ¿¡Nos echarías un cable!?

Paso, estocada, finta, insulto. Tal y como había aprendido a manejarse. Lástima que aquella espada fuese un arma tan tosca.

—¡Vamos, umbrío, peleas como un granjero!

Golo soltó el escudo y giró sobre su propio cuerpo, alejándose de ese bastonazo espectral y parándose lo más lejos que pudo de su enemiga. Le dolía todo el cuerpo de tanto golpe, porrazo, vuelta en el suelo empedrado de una sombría torre de nigromante, trolls cantautores... por cierto, parecía que el trolltem estaba callado, y eso le gustaba.

Los demás no humanos se lanzaban insultos, propios del nerviosismo y los peligros que estaban enfrentando, pero a la vieja no le restaba aliento para andar hablando mucho. Se sentía impotente sin poder hacerle daño a su lado oscuro de sí misma... y recordó aquella famosa canción ritualística que hablaba del lado oscuro de la luna. Qué épocas aquellas de su juventud...

Gromenauer intentó darle el escudo al Nomuere. Y lo logró. Pero no como esperaba. La cosa lo pilló rápidamente para, a continuación, lanzarlo hacia atrás. El escudo volvía a quedar inerte al principio del pasillo y, lo que era peor, el Nomuere se interponía ante Gromenauer. Probablemente aquella cosa tenía una inteligencia más viva que las contrapartidas oscuras. De hecho la mano del Nomuere iba directa para aferrar el cuello de Gromeaneur para inmovilizarlo¹.

Doña Golo había logrado un momento de respiro. Su versión siniestra se quedó momentáneamente por detrás pero no parecía dispuesta a dejarla marchar. Fue en ese momento cuando el espadón de Meser cercenó a la chamana sombría por la mitad. Un mínimo momento de respiro: un oponente eliminado.

Y aunque Jingle había conseguido alejarse de su oponente intentó contraatacarlo con su espada, que resultó inútil. Tampoco el espectro parecía ser capaz de hablar para responderle al insulto. En lugar de ello su espada espectral cruzó limpiamente el hombro del elfo causándole un dolor que le recorrió toda la espina dorsal².

Sólo quedaba la posibilidad de que Roark abriese aquella puerta. Y pese al peligro que suponía hacerlo la empujó con ganas. ¡De pronto una descarga de electricidad siniestra³ cosquilleó en sus palmas mientras la empujaba⁴!
 

Gromenauer arrugó el gesto. ¡Parecía que no iba a poder librarse de esa cosa nunca! ¡El escudo no quería responder y para colmo su martillo no funcionaba! ¡Y no pensaba usar la magia de la daga, no le apetecía que el arma consumiese su alma!

Por un momento sopesó las opciones. Huir no era una opción. Ni tan siquiera una retirada enana. Aquello se acercaba y tenía su escudo detrás. ¿Cómo podía hacer para cogerlo? Todo era demasiado complicado. Pero si lo que quería el Nomuere era al enano... ¡Claro! ¡Al enano tendría! ¡Se iba a empachar a enano!

Dando un par de pasos atrás, parecía que el enano iba a retrocer. Pero no. Solo era carrerilla. Carrilla para salir corriendo contra el ser, algo que seguro que no esperaba. Si las armas lo atravesaban... ¡Nada era un arma más grande que Gromenauer!

Roark notó el cosquilleo y decidió que no era buena cosa. Y que necesitaba unos guantes urgentemente, pero ese pensamiento era a largo plazo...

Instintivamente decidió que la suela de sus botas a lo mejor le servía de aislante, así que se tiró al suelo y empujó la puerta con sus piernas. -¡ÁBRETE MALDITAAAAA!- no sintió una descarga siniestra en sus piernas ni un zumbido siniestro en sus oídos, así que Roark estaba razonablemente seguro de que la suela le había aislado.

La puerta cedió y el ladrón quedó tumbado en el suelo con medio cuerpo en el pasillo y el otro medio al otro lado de la puerta. Levantó un pulgar -¡Chicos, puerta abierta!- Con tanta carrera, tanto esquivar espectros y tanta filfa estaba genuinamente cansado, así que se permitió un momento de respiro antes de incorporarse y asomarse a gatas al otro lado de la puerta.

—Esto… ¿Alguien me echa una mano? ¿Meser? ¿Señora siniestra? 

Otra pésima idea. Lo único positivo de todo aquel entuerto era que Roark parecía haber logrado encontrarle el truco a la puerta. ¿Pero cómo iba a hacer para librarse de su atractivo aunque sombrío adversario? ¡Si hasta era mejor espadachín que él!