Partida Rol por web

-Por supuesto, ve, pero no te alejes demasiado- le dijo al enano, mirando hacia dónde se iba el semiogro.

Luego de que desapareciera de su vista, se centró en Darniel.

-¿Entiendes lo que dicen?- preguntó el guerrero observando al gnomo, y luego a los glifos, para luego buscar de nuevo la mirada de Darniel.

Noren confiaba en que el gnomo sería de más provecho que pérdida, ya que era una persona inteligente y recursiva. Sino no podría haber creado un Slorvït en medio de ese Valle. Y el guerrero admiraba a las personas inteligentes.

Cuando el crujido de árboles llegó al círculo de columnas, Noren se paró como un resorte con el hacha en la mano, y buscando el escudo en un movimiento muy rápido para ser un simple enano.

-Stela... vamos a buscar a Morkai, no me gusta nada esto- le dijo a la guerrera.

-Vigilen al gnomo- les dijo a los porteadores.

-Si no volvemos, váyanse- les dijo a Oten y Aren con tono solemne.

Siempre había querido usar esa frase que le había dicho un capitán durante una incursión que realizaron contra unos drows que tenían un campamento cerca de una de las entradas a La Morada. No volvió, y tuvieron que retirarse con la mitad de las tropas para avisar que la otra mitad no había regresado. A los pocos días regresaron, maltrechos y medio moribundos. Pero a Noren le había quedado grabado lo bien que habían sonado esas palabras. Esperaba regresar en mejor estado, ahora que lo pensaba...

-Quieto, Noren. No hace falta que vayamos a ninguna parte. 

El ruido entre los árboles la puso en guardia. Su acero estaba en su mano cuando vio al semiogro salir corriendo de la espesura. Por todos los dioses, volvía a ir desnudo, ¿es que no tenía el mínimo de decencia ni siquiera para un gladiador?

Detrás suyo, los árboles crujieron como ramitas. Algo los estaba apartando para abrirse camino. 

Algo grande. 

Stela entrecerró los ojos intentando penetrar en la penumbra. Quería ver por dónde venía el enemigo antes de cargar.

-¡Tempest, Roland, poned las mulas a cubierto!

──¡¡...!!

Morkai gesticulaba algo que con el creciente ruido no se entendía bien, agitaba los brazos como un poseso, con los ojos desorbitados y todos los pelos de punta del puro terror. ¡Y los idiotas miraban a su espalda!

Ignoraban que el peligro venía de debajo... Por detrás de él (no se podía ver desde el campamento) una estela como si fuera de agua, pero en la tierra, se formaba a una velocidad de espanto. Hacía muy poco que esa estela estaba coronada por algo así como una aleta pétreometálica que se había ido sumergiendo como si el poseedor de semejante apéndice fuera un tiburón de tierra listo para atacar desde las profundidades.

El suelo retumbaba, y el calor de la fricción derretía las raíces de los árboles cercanos a la trayectoria del terrible ser, de modo que se estremecían, y sus hojas comenzaban a rizarse antes de cae, y unos cuantos se caían destrozado el subsuelo bajo ellos.

─  Adentro del círculo. Todos. Dentro del círculo ─  mientras trataba de entender de que era que estaba huyendo el semiogro, Aren empuño su arco y verificó que Rakard estuviera dentro del círculo de columnas, tal como le solicitaba al resto.

─  Todos, las mulas también! ─  insistió, con la firme esperanza que la protección del Círculo de Ulzam fuera suficiente para impedir que lo que fuese que perseguía a Morkai los atacase ─  Sea lo que sea no podrá entrar! ─  insistió antes de darse cuenta que eso no significaba que estuvieran a salvo. Después de todo en algún momento deberían salir del lugar.

Stela tragó saliva ante el plan de Aren. 

-Espero que sepas lo que haces.

– Nadie sabe lo hace – exclamó Firfin en tono de mofa, – si supiéramos lo que hacemos y donde nos metemos, no estaríamos aquí. Así que, tranquilícense. Si Aren tiene razón, no pasará nada, el tiempo es nuestro aliado, simplemente descansad esta noche. Algo se nos ocurrirá por la mañana – dijo Firfin, quien no creía en nada de ello pero que a su vez tenía claro que había que calmarse y tranquilizarse. Pensar con la mente clara siempre era más útil que pensar dentro de un caos de argumentos y gritos.

– ¿Alguien sabe claramente a lo que nos enfrentamos? –.

— Ni idea — contestó a Firfin mientras se aseguraba que todo estaba dentro del círculo.

— Pero estoy empezando a pensar en si no nos hemos equivocado y al que deberiamos llevar atado es a Morkai y no al gnomo— sentenció viendo la facilidad que parecía tener el semiogro para atraer problemas y enemigos cada vez que se le dejaba solo. 

Noren achinó los ojos intentando ver qué era lo que perseguía a Morkai, pero no entendía la situación. Apretaba su mano en el mango del hacha, y sostenía con firmeza el escudo... pero no sabía contra qué.

-Stela, a mi lado- le dijo mientras se colocaba de tal manera que lo que fuera que estuviera avanzando se encontrara primero con ellos si llegaba a cruzar el círculo de columnas sagradas.

Y cuando más cerca estuvo el semiogro, y más cerca lo que lo perseguía, supo de qué se trataba. En las minas exteriores se hablaban de esas criaturas, y las patrullas hablaban como si de criaturas mitológicas se tratara. Pero lo cierto era que faltaban mineros, y faltaban patrullas enteras... tan mitológicas no podían ser. Porque allí tenían una.

-Mierda...- murmuró bajo.

A su espalda escuchaba a Kraken recomendar descansar. ¿Es que no se había dado cuenta de lo que venía?

-¡¿Y si Aren no tiene razón?! ¡Espero que la tengas!- le gritó primero a Kraken y luego al explorador, mientras levantaba un poco el escudo, haciendo que su cabeza crestada sobresaliera desde los ojos, mientras el hacha se mantenía cerca y lista para ser alzada de un movimiento -¡Pero uno de estos no se cansa fácilmente así que tenemos que tener un plan para salir!-

Stela veía los árboles caer pero nada los movía. ¿Era invisible lo que provocaba aquello?¹ Entonces  Morkai llegó al círculo de piedras donde todos estaban ya en posición defensiva, desplegados cubriendo todos los ángulos. Tempest apaciguaba a las mulas, que estaban muy nerviosas, mientras que Roland agarraba por una solapa al gnomo, obedeciendo las últimas órdenes de Noren, sin saber demasiado bien que hacer con él.

Algunos árboles cayeron por la zona por de donde había venido Morkai pero seguían sin ver que era lo que los hacía caer. Cuando el suelo retumbó nuevamente se hizo evidente que el peligro venía de abajo. Noren sabía que había criaturas que podían cavar bajo tierra e intentó enumerar las posibilidades que le venían a su cabeza: estaban los ankheng, que eran enormes insectos del tamaño de caballos y los bulletes, que se conocían como 'tiburones de tierra' aunque Noren no tenía ni idea de lo que era un tiburón. También había escuchado hablar de genios mágicos que atravesaban la tierra como quien buceaba bajo las aguas de un lago subterráneo. ¡Y una vez había escuchado hablar de los grick, que eran monstruosidades con forma de gusano gigante y enormes tentáculos, también llamados los kraken de tierra!²

Cualquiera de esas opciones le parecía un mal encuentro, desde luego, y no sabía por cual decantarse.

Pero fuera lo que fuera que los acechaba ahora se dedicaba a dar vueltas alrededor del círculo, siempre bajo tierra, como si esperase a que alguien abandonase su protección. ¡Aren estaba en lo cierto! ¡Aquel círculo de piedras los mantendría a salvo! Pero ¿cuánto tiempo iba a quedarse lo que fuera que estaba debajo a su alrededor?

Aún no habían tenido tiempo de suspirar por su suerte cuando el rastro bajo tierra se alejó hacia el bosque nuevamente. Esta vez no derribó ningún árbol, señal inequívoca de que se había enterrado más profundamente, lejos de las raíces. Pero ¿se había ido definitivamente? ¿O era un simple truco para que bajasen la guardia?

¿Qué harían los aventureros ahora?

─  Se los dije. Dentro de un círculo de Ulzam estamos a salvo! ─ Aren, orgulloso de sus conocimientos ─ Si nos aseguramos de no salir de el podremos descansar tranquilos ─ insistió  ─  Y si esa... eh... cosa ─ la definió, demostrando que no sabía de que animal se trataba ─ vuelve durante la noche, tampoco podrá entrar ─ 

Tras una pausa y algo más tranquilo añadió ─  pero quienes hagan guardia deberán estar especialmente atentos en donde ponen los pies. Sacarlos fuera del circulo puede ser peligroso. Tengamos cuidado y mañana veremos como nos deshacemos de "eso" ─ 

Aren se acercó al centro del templo y rebusco entre las raciones, dispuesto a desentenderse del peligro ahora que estaba seguro que no era tal.  

Firfin se levanto súbitamente de donde estaba al ocurrirsele una idea. Tomo una cuerda de las que había con las mulas y se acerco a Aren. – Esto es justo lo que necesito. El Kraken te lo agradece – dijo el ladrón cogiendo rápidamente una buena porción de la comida que guardaba Aren consigo, tan ágil y tan rápido que el enano no tuvo tiempo de siquiera pensar en darle un buen manotazo al ladrón.

Sin esperar la obvia reacción del enano Firfin ató la comida a un extremo de la cuerda, y sentándose a la orilla de las columnas que les protegían, lanzó la cuerda con fuerza al otro lado. Si aquella cosa tenía hambre, seguro que estará deseosa de comer carne, aun cuando no estuviese fresca.

Y si no, habría que aventar al gnomo, siempre era una buena forma de hacer algo útil con un objeto inútil. Aunque Firfin tenía ya otros planes en mente, solo que, era mejor estar serenos y esperar a que la pesca rindiese fruto.

-¿Estás loco? ¿Para qué quieres que vuelva?

Stela no se sentía cómoda con aquello. Le recordaba a su primer trabajo como mercenaria protegiendo a un buhonero de una manada de lobos: uno amagaba y otro atacaba por el flanco. Si no se hubieran llevado al buhonero entre gritos al bosque, Stela lo habría pasado mal.

-¡Así sólo conseguirás que vengan más!

—Mmmm... No sé yo si esperar a que el problema desaparezca por si solo es la mejor de nuestras opciones...— fue a decir a Aren pero antes de poder continuar vio como Kraken lanzaba una ración de comida atada a una cuerda a modo de cebo. No pudo hacer otra cosa que encogerse de hombros y rascarse la barba. Estaba seguro de que en la cabeza del humano eso tenía algún sentido, pero, desde luego y por más vueltas que le daba, en la suya no tenía ninguno.

—¿Qué intentas hacer?— Preguntó directamente tras comprobar que ni siquiera otra retorcida mente humana como la de Stela era capaz de entender el propósito de Kraken

──A lo mejor querer que bicho comer y luego tirar de cuerda y luego ir volando tras él──, aportó Morkai, que también miraba con toda la curiosidad del mundo, una vez recuperado el aliento. ¡Y otra vez estaba en pelotas! Claro que el taparrabos que había improvisado no era muy sofisticado. ¿Que podría escoger ahora para que no se le enfriara el escroto?

──Pero nosotros descansar aquí, ¿verdad? Mañana ver. Estar bien saber bicho grande dónde──, dijo liándose en el orden de las palabras dentro de la frase. ──Si perseguir otro bicho muy grande, escapar y traer aquí y ya entre ellos entenderse.

– Vaya – soltó el ladrón de forma inesperada mientras sostenía la cuerda, con cierta ligereza y desinterés – quien diría que eres todo un genio Morkai – exclamó alagandole – no por nada somos grandes amigos – recalcó mientras volvía la mirada hacia el exterior del circulo de columnas.

– Es como ha dicho sabiamente Morkai – respondió con seriedad.

– Primeramente quiero ver si el bicho tiene hambre. Lo cual es relativo, quizá solo come cosas grandes. Pense aventar una mula pero supuse se lo tomarían a mal – sonrió descaradamente – así que preferí disponer de otras cosas que tenía a la mano. Claro, quizá solo como ogros. Uno nunca sabe. En cualquier caso, si no se lo come esa cosa se lo comerá alguna criatura más grande tarde o temprano, por eso lo he aventado lejos. Y se lo come algo más grande, puede que nuestro captor no se aparezca. Si no se aparece bajo ninguna circunstancia, entonces implicaría una de tres cosas – dijo levantando la mano en lo alto dándole la espalda a todos y extendiendo solo tres dedos – primero, que ya se ha ido; segundo, que no tiene hambre; o tercero, que quiere comerse al ogro o busca algo en el ogro. Realmente podría haber más opciones, pero de momento me falta información –.

- Un momento - soltó el ladrón pensando en algo más. - Morkai, ¿Crees poder lanzar lejos al gnomo si lo atamos? - sus palabras eran serias aunque inesperadas. - No, mejor olvida eso Morkai. ¿Morkai, tu pesas mucho no? ¿Y cuando corres, corres con fuerza verdad? ¿Que estabas haciendo justo antes de que esa cosa empezara a perseguirte o y como es que empezó a hacerlo mi fiel amigo? - estableció Firfin esperando que las semillas de manipulación fueran calando hondo en la mente de Morkai, a fin de cuentas, necesitaría a un buen aliado para el viaje de regreso.

Eso estaba diciendo Firfin cuando repentinamente ¡no estaba allí!

No sabrían decir que fue primero: si las piedras lloviendo por todos lados, el monstruo irrumpiendo desde las profundidades o el ladrón volando por el aire arrastrado por la cuerda que sostenía tenazmente. Probablemente todo a la vez.

El caso es que ahora mismo Firfin estaba volando por los aires arrastrado por un enorme grik que había surgido del subsuelo para atrapar las exiguas raciones entre sus tentáculos llevándolas a si picuda boca.

El problema es que el cebo iba acompañado de la cuerda y mientras el monstruo se alzaba contra el cielo momentáneamente arrastraba por el aire a Firfin quien, por algún motivo instintivo, había aferrado la cuerda con fuerza esperando quizás 'pescar' a su presa. El problema es que ahora el ladrón iba por el aire a unos cuatro metros de altura —la mitad de lo que alcanzaba el monstruo que había salido disparado de su agujero— con el evidente riesgo de seguir a su 'presa' cuando ésta volviera a hundirse en el subsuelo como parecía dispuesta a hacer.

Noren, que había quedado mirando extrañado al humano y sus teorías, observó a Oten como buscando una explicación a tal situación. Hasta miró a Aren. Pero ninguno parecía entender por qué lo hacía realmente.

Hasta que voló por los aires. Y ahí tal vez entendieron. Al menos en parte.

-¡Vieron que era un grik!- dijo el enano como si hubiera compartido con los demás todas las posibilidades que se le habían cruzado.

Sin mediar más palabra, comenzó a correr hacia el "kraken de tierra" (como le decían en el Reino Enano, y que irónicamente había tomado a Kraken) para que cuando el humano comenzara a descender, empujarlo con fuerza con su escudo y correrlo de la trayectoria hacia el túnel. ¿Le iba a doler a Kraken? Seguramente. ¿Se lo agradecería? No estaba seguro, pero de seguro que tenía más chances de sobrevivir si no era llevado a los túneles.

Firfin no se esperaba aquello, en la distracción en la que había caído al intentar manipular al semiogro, había sujetado con demasiada tenacidad las cuerdas, pensado para si que justamente ya tenía bien sujeta la voluntad de Morkai. Lamentablemente, lo que tenía bien sujeto era al bocado de aquel gusano gigante de tierra. Y sin más, producto de la tensión de la cuerda, que a su vez era la reacción a la acción de la fuerza emitida por el gusano, el propio ladrón salió disparado por los aires lamento por un momento el estar jugando a los dados mientras ponía en sus manos otras acciones, y peor aún, lamentaba haber aprendido tanto de viejos sabios que hablaban sobre las leyes del movimiento de los cuerpos y tonterías aún más raras, si no fuera por eso, bien podría creer que simplemente estaba soñando.

Al menos su destreza, el dominio de su cuerpo y algunos consejos de aquellos ancianos le ayudaban a pensar que hacer, por lo que simplemente enrollo su cuerpo en estado fetal al tiempo que se soltaba de las cuerdas e inclinaba la cabeza hacia abajo, generando una torta, o torca, ya no lo recordaba bien. El caso es que su cuerpo empezó a girar, aprovechando el impulso para ganar estabilidad en sus movimientos y evitar un posible impacto.

Sus rápidos ojos, destreza y experiencia, le permitieron observar con claridad uno de los arboles caídos que se habían doblado en la previa persecución de Morkai, y allí intento ir a dar apoyando primero sus pies, luego sus manos y luego otra vez sus pies, en un intento de no solo caer con estabilidad, si no también con estilo. Por nada del mundo habría de tocar el suelo.

─  El plan era quedarse en el círculo ─  vociferó Aren al notar como, como de costumbre, sus excelentes planes eran obviados por sus compañeros  ─  Suelta la cuerda ─  sus palabras resultaron proféticas al notar como Kraken, por una vez, le hacía caso y abandonaba su ridículo plan de pescar al Grik "No hay nada que hacer, si descartan mis planes, no tienen posibilidades" y optaba por dejarlo escapar ─  

Aprovechando que el humano había soltado a su esquiva presa "O la presa había resultado ser el humano y el Grik el pescador" se planteó para si mismo, sin decirlo en voz alta; tomo algunas saetas de su aljaba y decidió acompañar la huida del cavador con una lluvia de proyectiles, confiando en acertarle antes de que se enterrara.

Sin embargo, la velocidad de sus disparos le impidió apuntar como hubiera querido y observo como todos los proyectiles se clavaban alrededor del enorme gusano sin que ninguno le acertase ─  Debe tener algún tipo de magia que lo protege ─  aseguró convencido, reacio a suponer que solo se trataba de mala puntería.

Contempló atónito la escena, el Grik, la cuerda, Kraken arrastrado por los aires. El gusano iba a meterse otra vez bajo tierra y llevarse al humano con el hasta las profundidades de la tierra, pero Kraken soltó la cuerda en el último momento y dando un par de volteretas aterrizó en el suelo mientras que las flechas de Aren cruzaban el oscuro cielo silbando. Se imaginó a si mismo relatando esto en el conclave de eruditos de Razardim. Nadie le creería, le llamarían loco, sería tachado de charlatán… ¿Quién en su sano juicio creería lo que sus ojos estaban viendo?

Oten cogió su martillo y se preparó por si acaso

—Regresa al círculo Kraken.....— gritó y cuando se escuchó a si mismo pensó en especificar que se refería al humano y no al gusano pero no lo creyó necesario