Partida Rol por web

La luz era cegadora pero no duró mucho. Pronto fue sustituida por el frío y el viento. Sintieron la roca firme bajo sus pies y respiraron aliviados.

Estaban vivos. Y en un sitio con suelo. De hecho estaban en lo alto de una montaña. Veían todo el Valle de los Sueños a sus pies extendiéndose ante ellos. Un amplio sendero descendía ante ellos hacia el pantano donde supuestamente habitaba Ewandor, el destino de su viaje. Se miraron todavía confusos.

¡Las mulas! Toda la carga, la comida, las sales... habían caído en el abismo oscuro. ¡Lo habían perdido todo!

También habían perdido a Ronald y al gnomo parlanchín.

Y un escudo mágico.

Pero estaban vivos ¿no? Si les quedaba algo sería la tenacidad para cumplir su misión y la esperanza de que todo aquello valiese la pena.

Morkai recordó algo. ¡Lo que le había quitado a la serpiente! Que por cierto ¿dónde estaba ahora?. Se habría ido volando lejos, probablemente, libre ya de aquello que la había convertido en un ser de oscuridad. Que al sacarlo de la mochila el semiogro vio que era una pieza de cristal en cuyo interior se movía un remolino de humo. No era Cristal Alma. ¿Qué era aquello? Entonces Gromenauer, que estaba todavía asimilando que Roark no había intentado recuperar su escudo se fijó en lo que sostenía Morkai en sus manos y sacó de su mochila un fragmento similar. Otro fragmento de cristal con una voluta de humo en su interior que había arrancado del Nomuere Atrapalamas. No hacía falta ser un genio para comprobar que aquellas dos piezas eran fragmentos que encajaban. ¡Vaya una casualidad! ¿O no? ¿Estaba escrito en las páginas del Destino que aquellos dos grupos se encontrasen? ¿Qué impacto tendría aquello en el futuro de Zork?

Por un momento, al enano se le olvidó lo del escudo. Si habían salido de allí, seguro que su escudo también lo había hecho. Solo tenía que encontrar a un estúpido gnomo que pudiese saber dónde estaba el escudo. Esos seres atraían los artefactos como la mierda a las moscas.

Pero es que lo que tenían... ¡Era mucho mejor que derrotar a un antiguo! ¡Era otro fragmento de Roca Alma imbuido! ¡Para eso era toda la expedición!

—Vale, veo que vosotros también tenéis uno. Perfecto —añadió al tiempo que sacaba su fragmento imbuido de entre todos los trozos que había podido afanar antes de marcharse de ese lugar. A fin de cuentas, la Roca Alma era muy valiosa. Pero si estaba imbuida, era algo especial. No por su valor, sino para lo que valía.

—Encontrar eso era el objetivo de todo esto. ¡Ya queda menos para juntar todos los fragmentos!

Roark, aprovechando que Gromenauer ya no estaba agarrado a y él pegándole voces en la oreja, se sacudía el polvo mientras los otros se ponían emotivos, que el viento de la montaña no lo arrastraba todo y estaba hecho un asco. No prestaba mucha atención a la charla, que él llevaba sus dos trozos bien guardados dentro de la camisa y valían dinero. Todo aquello de los imbuimientos se la traía al pairo, su problema inmediato era regresar a algún sitio civilizado, cambiar sus trozos de roca por dinero zamparse una buena comida y darse un buen baño.

Además, seguro que si preguntaba de qué iba la historia, le volvía a dar la paliza Gromenauer con lo de los calamares asesinos. Y eso le quitaba el apetito.

Así que se puso a otear el horizonte para ver si descubría por donde estaban y, lo más importante, por donde se volvía a la civilización...

Noren aún resoplaba luego de intentar con Morkai de subir las mulas. Especialmente a Pardilla. Una lástima. Pero no estaba todo perdido, aún tenían por delante camino, el objetivo estaba cerca, y tenían un Fragmento de algo que parecía que era importante. Al menos según Gromenauer.

-Morkai, te has pasado- le dijo golpeando un poco la parte baja de la espalda -Cuesta admitirlo, pero sin ti, no hubiéramos salido de ésta- hablaba sincero, como si le hablara a un niño que se ha hecho adulto -Me siento orgulloso-

Luego se acercó a Gromenauer, extendiéndole el brazo para el saludo por la muñeca típico de la Legión de Acero... de la cual no sabía si el guerrero formaba o había formado parte.

-Noren, legionario de Acero- se presentó solemnemente -Es un honor conocerlo, han llegado historias de usted a los Reinos, pero nada se hablaba de que estuviera en algún tipo de misión o empresa que tuviera que ver con Cristal Alma o Fragmentos. ¿Qué es lo que están haciendo?-

Morkai ya se había presentado antes, no hacía falta ahora.

En realidad, disfrutaba del piropo de Noren y, no menos, miraba y remiraba el piedro ese con una especie de humo dentro. Lo agitaba, lo sacudía, por ver si sonaba algo, le echaba el aliento encima y pintaba un culo sobre el vaho, lo sostenía en equilibrio sobre un dedo, y hasta le pegó un lametón, no fuera a ser algún tipo de super sal que equivaliera a un pastón de los gordos.

Los dos tipos que se habían encontrado, el enano y el bitotitos, le parecían como todos los que no eran de su clase: más o menos iguales.

──Morkai estar contento──. Pero esa beatitud fue interumpida por un sonido ominoso: guuuuuuuuuuuuuuuuuuuurkk

Con repentina seriedad, Morkai se miró al ombligo.

──Morkai tener hambre──, declaró. Lo siguiente que hizo fue mirar a sus jugosos compañeros de aventura. Parecía realizar complicados cálculos cuando lo hacía. Quizá visualizaba cierta receta muy popular en su tribu. Quizá pensaba si este sería más correoso, o en la jugosidad de las pantorrillas, o en cuánto costaría quitar los molestos pelos del asado.

Guuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuurk.

──Morkai tener mucha hambre.

¿Quizá un oso? Eso le proporcionaría, además, una cálida piel para abrigarse...

Oten gruñó contrariado. No solo parecía que Kramor le había dado la espalda además habían perdido las mulas y toda la comida y provisiones. Se acordó del erudito humano de la ciudad ¿Trasgos? ¡Ja! ¡Maldito filibustero de tres al cuarto!

Hablando de humanos… el sacerdote miró con recelo pero sin disimulo al humano del bigote. Más que a él directamente, a los bultos que los trozos de Cristal Alma hacían debajo de sus ropas. Luego miró a Gromenauer. ¿Acaso ese enano aprobaba que ese mangante se llevase parte de Kambrander para mal venderlo en alguna tienda de empeños?  

Volvió a Gruñir.

Entonces el enano sacó algo de su mochila. Era igual a lo que Morkai sostenía en sus morcillosas manos.

—¿Roca Alma? ¿Qué diablos es eso?— Le preguntó directamente a  Gromenauer. 

Gromenauer no había servido en la Legión, pero conocía el saludo, así que respondió a él agarrando el antebrazo del enano, como correspondía. Tras el saludo de rigor, con el consecuente cruce de miradas, respondió—. Me gusta que me hagas esa pregunta. ¡Déjamete que te cuente una historia, mucho más vieja que casi todas las razas que pisan la tierra!

—Hace mucho tiempo, los dioses vagaban por la tierra. Hacian pues... Eso cosas de dioses. Como se aburrian mucho, algunos de ellos decidieron crear a las razas mortales. Puede que fuese por entretenimiento, puede que fuese por ego. Les gustaba que les adorasen.

Tras una mirada para ver si el resto estaba atento, prosiguió—. No obstante, aunque algunos dioses veían a los mortales como un mero entretenimiento, otros decidieron cuidarlos y protegerlos. Algunos crearon custiodios para ellos, protectores en la sombra.

—Pero no todo en el mundo son Dioses creadores y buenos. Otros muchos, jugaron con fuerzas más poderosas que ellos mismos. Además, no eran los únicos moradores de Zork. Estaban los Antiguos, seres de pura maldad, anteriores a los propios Dioses, que tenían otros planes —cuando el enano dijo esto, continuó con un tono más solemne.

—Los Antiguos —como al que acabamos de purgar—, crearon a sus propias razas. Los azotamentes. Seres de pura maldad, dirigidos por uno de ellos. Su nombre es impronunciable, pero a efectos prácticos, se le llamaba "La Mente Maestra". Él era quien controlaba a los azotamentes.

Al decir esto último, hizo una pequeña pausa, para seguir—. Los azotamentes son el mal puro encarnado. Seres con cabeza de calamar, que controlan a la gente para al final acabar alimentándose de sus pensamientos como una sanguijuela. Flacuchos y retorcidos, pero muy malvados y poderosos.

—Hubo una Gran Guerra. La guerra del Velo. Fue una guerra muy sangrienta. Los Dioses lograron acabar con algún Antiguo. A los que no, los encerraron. Se suponía que acabaron con los azotamentes y con la Mente Maestra, y tras eso y encerrar a todos los Antiguos que quedaron, decidieron que lo mejor era irse a otro plano, a dedicarse a mirarse el ombligo y ver a qué juegan los mortales.

—Se dice que algunos dioses decidieron quedarse en la tierra, pero nadie lo tiene claro. En cualquier caso, lo que sí era cierto es que la Mente Maestra murió. Pero hay cosas más oscuras que la propia muerte, por lo que parece —diciendo esto, el guerrero alzó el pedazo de Roca alma imbuida.

—Esto, es la demostración de que no se acabó con la Mente Maestra. Al menos, no del todo. Esto, señores, es la filacteria de la Mente Maestra. Está esparcida, perdida... Pero hacen falta todos los fragmentos si queremos librar de todo mal a este mundo.

—Pero una filacteria no es tan fácil de destruir. Para eso, hace falta un objeto tan poderoso, que llegado el caso consuma a su propio portador. Un objeto hecho de la propia realidad —dijo el guerrero, mientras echaba mano a su mochila para sacar un trapo, que envolvía lo que parecía un cuchillo.

Destapándolo con cuidado, añadió—. Este es un puñal, hecho del propio tejido de la realidad. Su uso consume a su portador, pero es un pequeño sacrificio —que los dioses no estarían dispuesto a hacer—, para salvar Zork. ¡Tenemos que Destruir a esa Mente Maestra de una vez por todas!

Tras el discurso, y las últimas palabras, el enano solo añidió—. Y ahora que sabéis todo esto... ¿Qué hacéis vosotros aquí? ¡No hay enanos en el Clan de los Malditos desde hace mil años al menos!

—Y la roca alma, es un "material vivo". ¡Es perfecto para crear potentes filacterias si eres un nigromante! ¡O una mente maestra nigromántica!

Roark puso los ojos en blanco. Ya estaba Gromenauer con la matraca de los chopitos asesinos... -Y más importante aún.- Señaló a su alrededor. -¿Donde demonios estamos? ¿Sirven algún rosbeef decente por aquí cerca?

Noren se quedó boquiabierto, pero sólo internamente, porque por fuera tenía la seriedad típica y protocolar de un enano de la Legión. ¡Pero es que ellos estaban haciendo algo sumamente importante! Por no decir primordial y urgente. Esencial.

Ellos, en cambio... querían buscar un Rey Enano. Sonaba bastante soso al lado de semejante gesta. Superfluo se podría decir. Pero en el Cristal Alma había visto algo que lo dejó confundido. Ese Rey Enano que buscaban, no era más que uno de ellos tres. Oten, Aren o Noren. Uno de ellos tres sería nombrado Rey de los Enanos. ¿Cómo sabía eso? Porque lo había visto en el Cristal.

-Nosotros... emmm....- se rascó la cabeza, y miró a Oten, para luego mirar a Aren... para finalmente mirar a Stela, Morkai... y Kraken -¿Nos acompañas?- le dijo a Gromenauer alejándolo un momento, y le hizo un gesto a sus demás compañeros enaniles.

Se rascó la cabeza otra vez, y comenzó a hablar en la lengua enana, entre susurros.

-Partimos de los Reinos en busca de la Runa de los Reyes, para elegir al Rey de los Enanos que pueda liderarnos en los tiempos de oscuridad que se avecinan- se encogió de hombros -Al menos los oráculos parece que dicen eso. Lo cierto es que, cuando estaba allí abajo, o arriba, bueno, donde estábamos hace unos momentos, vi algo en los Cristales- dudó un momento, miró a Oten -Tal vez puedas decir algo al respecto... vi que uno de nosotros tres vestía la corona enana, junto con la armadura real de Kroner. ¿Sabías algo de esto?-

De las respuesta a Roark se podían encargar Stela, Morkai y Kraken, hasta Tempest podía hacerlo, si salía del shock en el que se encontraba.

Gromeanuer mesó su barba una vez hubo guardado todo lo que sacó para su historia, sopesando las palabras de Noren. Con una media sonrisa, le respondió—. Claro, os acompañaremos hasta que lleguemos a la próxima ciudad. Pero los salones de los clanes no son un lugar que nos susciten mucho interés. A menos que queráis que ese —señaló a Roark con el dedo— los deje totalmente diáfanos.

—Así que uno de los tres será rey... ¿Eh? ¡Pero esa visión no dice cuándo tendréis que ser reyes! —enfatizó el enano en la lengua rúnica—. Bajo las montañas y los techos de los salones poco se puede hacer para salvar Zork. Si de verdad queréis gobernar con sabiduría, primero tendréis que tener a alguien a quien gobernar. A menos que queráis tener el reinado más corto de toda la historia.

—Podéis buscar la sabiduría. Pero dejad que os diga algo —entonces Gromenauer sujetó con dos dedos uno de los fragmentos de roca alma afanados, mostrándolos al resto—. La sabiduría no es una piedra que vayáis a encontrar tirada por ahí, por mucho que le llamen "Runa de la Sabiduría". Lo único que os dará esa sabiduría es la perspectiva —cuando dijo esto giro la piedra con los dedos.

—Solo cuando veáis todas las partes de un problema, tendréis esa sabiduría —y con esto, guardo la piedra, para acabar—. Ahora decidme... ¿Pensáis que sin vuestro viaje, sin haber salido de los Salones del Clan de las Tormentas, habríais sido capaces de purgar a nada menos que un Antiguo? ¿Cuántos reyes no habrían sucumbido ante él, creyéndose el ombligo del mundo?

Aren se recostó sobre la acolchada grupa de Rakard mientras cerraba los ojos un momento y escuchaba las palabras que surgían a su alrededor. estaba cansado. En realidad, agotado. Pero, por lo menos estaba vivo. El, casi todo su grupo e incluso los dos desconocidos que habían ayudado a acabar con ese ¿antiguo?

El explorador necesitaba pensar. Necesitaba poner en orden sus ideas para entender que estaba pasando, pero las palabras del semiogro le hicieron darse cuenta que no podrían encarar ni el viaje, ni el posible reinado de quien fuera "Seguro que yo no. Donde se vió un rey con un oso al lado del trono", ni la hipotética búsqueda de los trozos de esa filactelia mientras no se alimentaran. Y eso era la prioridad.

— No, no sirven nada de eso por aquí — le contestó al humano que preguntaba — De hecho no sirven nada que no cacemos primero — le intentó explicar — Y esa es nuestra prioridad. Comer. Las mulas se quedaron con nuestras provisiones — añadió "y con las sales" agregó para sin mismo, sin vocalizarlo — Así que decidamos hacer lo que decidamos hacer, lo primero es conseguir comida. Luego veremos —

El enano se puso de pie y miró a su alrededor — Así que no se hable más, tenemos un plan — sentenció — cazar algo, cocinarlo y sentarnos al lado del fuego mientras comemos... y revisamos nuestras opciones.

Palmeando a Rakard en el lomo, para que siguiera sus pasos observó al resto de los presentes para ver sus reacciones — No se pueden tomar decisiones importantes con el estómago vacío — declaró seguro de si mismo antes comenzar a revisar el suelo rocoso del sitio donde estaban — Ajá, por lo menos no nos quedaremos con hambre. Lo que sea que hizo estas huellas tiene que tener bastante carne como para que no nos preocupemos por unos días del tema —

Mientras hablaba, aren señalo un trozo de hierba entre las piedras donde era posible observar, incluso sin demasiada experiencia las huellas de lo que parecía ser un cuadrúpedo... Un enorme cuadrúpedo. Aren, sin dudarlo miro un poco más y señaló con su dedo — Y parece que va en esa dirección —

Miró fijamente a Gromenauer y a Noren mientras atendía a sus palabras y al escucharlos, tuvo la sensación de que habían sido los mismos Dioses los que habían dispuesto aquel encuentro.  ¿Quién si no? Estaba la visión de Noren. Los cristales  le habían revelado que uno de ellos se convertiría en Rey de los Enanos. No podía creerlo, temblaba con pensar siquiera en esa posibilidad. No. No podía ser. ¿Había sido una visión verdadera o una artimaña mental del Oscuraverme?

Pero ¿Y lo que decía Gromenauer? ¡Ah! ¡Era casi mas perturbador aún! Cuando el enano mostró el puñal, Oten reconoció ciertas muecas y runas en sus grabados que pertenecía a leyendas tan antiguas como oscuras.

—Hermano— le dijo a Gromenauer

—Entonces... ¿Tenéis el propósito de destruir la Mente Maestra? ¿Esa es la razón por la que estáis aquí? —

—Exacto —respondió mirando fijanmente a Oten—. El objetivo es intentar evitar que el mundo sea consumido por un mal mucho mayor de lo que cualquier mortal que pise Zork haya conocido alguna vez. Por eso esta expedición. La original, al menos.

Una vez dicho todo esto, y escuchando las palabras de Aren, concluyó—. Pero basta de hablar de momento de todo esto. Ahora hay que celebrar la victoria. El amigo de los osos tiene razón. Hay que buscar algo que llevarse a la boca. Nosotros llevamos varios días comiendo a la comida que esas pequeñas criaturas nos traían. Es hora de buscar algo mucho más parecido a un mamífero que a un insecto...

-Tienen razón- respondió Noren, aún pensativo ante tanta información nueva y hablando en la lengua rúnica de los enanos -No podremos hacer nada sin comida, y sin agua. Ni una cosa, ni la otra-

-Una vez con provisiones, podemos avanzar hasta nuestro destino, que si no me ubico mal- miró a Aren -Corrígeme, hermano.- miró hacia el pantano -Deberíamos estar relativamente cerca-

Miró a Gromenauer.

-Y luego podremos acompañarlos en su gesta- dijo sin mirar a los demás, aunque suponía que estarían de acuerdo -No podemos quedarnos de brazos cruzados, y de nada va a servir un Rey, si no hay enanos que unir-

Y pasó a la lengua común, acercándose al resto.

-Ahora a buscar algo para comer- dijo con una leve sonrisa, y se llevó las manos a la cabeza, para acomodarse el casco... que ya no estaba allí.

Sacó el hacha de manufactura antigua, y descolgó el escudo.

-Te seguimos, Aren- le dijo a su hermano de armas.

Desde el núcleo gravitatorio formado por Morkai, a todos estos comentarios, explicaciones, filosofizaciones y leches varias, llegaba el cada vez más alto gruñido de su estómago y la cada vez más rápida afirmación:

──¡Morkai tener hambre!

¿Qué cojones hacían estos tipos ──preguntaba el sistema límbico de Morkai, apenas cubierto por un muy tímido y diplomático cortex cerebral── discutiendo sobre si el mal en el mundo, sobre si gesta, sobre si... ?

Como un muy buen adelanto de su facilidad para convivir con otros seres de materia comestible pero funciones mentales superiores, el semiogro ya estaba levantando las cortezas de los árboles secos, las piedras o lo que fuera, y comiéndose cada larva o gusano que se le pusiera a tiro, murmurando en un extraño y gutural idioma los dioses saben qué imprecaciones.

Cuando Aren dijo algo de "cazar", se animó. Quién sabe qué clase de porquería estaba masticando, si nadie le había dado un golpe seco en la mano gritando "¡caca!"

Los enanos no podían quitarse de la cabeza la promesa de un rey.

Pero ¿no había dicho Gromenauer que no debían creer lo que les ofrecía el Oscuraverme? Aunque fue la piedra que formaba la Karmander la que dio la visión a Noren. Y el Oscuraverme había resultado ser una criatura alada infectada por un mal anterior. Todo era confuso. La verdad se podía explorar desde distintos prismas como precisamente ese Cristal Alma o los fragmentos de la filacteria.

Aren necesitaba algo más tangible. Algo que lo asiera a esta realidad. Así que descendió por el camino adelantándose a todos los demás, pero no demasiado. Todavía recordaba lo sucedido en el hormiguero, que ahora parecía a millones de años de distancia. Encontró unas presas adecuadas a mitad de camino de descenso. Un pequeño rebaño de cinco cabras diablo saltaban por entre los riscos. Las cabras diablo eran animales salvajes parecidos a las cabras domésticas si inflas a la cabra hasta alcanzar el tamaño de un caballo y luego le pones unos cuernos tan afilados como mortíferos, acompañados de una nula docilidad y bastante agresividad. Como solía decir el dicho 'son un tercio cabra y dos tercio diablo'. Pero el explorador sabía como enfrentarse a ellas y ocultándose con cuidado fue capaz de seguirlas hasta un punto desde el cual podría abatirlas sin riesgo de que los animales pudieran contraatacar de forma fácil. De esa manera pudo cazar dos de ellas haciendo que el resto huyeran enfurecidas. Además al seguir el rastro había encontrado un punto donde podrían acampar aquella noche resguardados e incluso hacer un fuego para cocinar a los animales, puede que incluso salar los restos que sobrasen.

Así que algo más tarde volvían a estar reunidos pensando en como afrontarían el último tramo de su viaje. El pantano de Ewandor estaba bajo ellos. Al noroeste, según el mapa, estaría la misteriosa Seta Gigante. Pero su destino parecía encontrarse adentrándose en el pantano, hacia el nordeste.

Por fin habían dejado atrás esa montaña infernal. Gromenauer no sabía exactamente cuánto tiempo había pasado, pero quizás demasiado. Lo mejor es que ya no estaban comiendo esos estúpidos bichos del tamaño de vacas que comían las pequeñas criaturas que habitaban el lugar.

Sujetando una de las patas que tenían la criatura, mientras la daba bocados con más avidez que alguien que parecía haber comido en siglos, preguntó— Y, decidme... —cuando dijo esto, se limpió la boca con el antebrazo, para seguir—. ¿Dónde decís que vais exactamente?

Tras la pregunta, dio otro bocado, para añadir—. El toque de demonio da a esta cosa un picante exquisito...

— Ahora si! — Mientras el fuego iluminaba el pequeño campamento y, lentamente cocinaba la carne de las cabras diablo, Aren comenzó a relajarse. No solo tendrían comida para esa noche, sino que podrían reservar algo para los próximos días.

Sin embargo la pregunta del enano lo pilló desprevenido. Si, era un enano, pero lo acompañaba un humano y, en su propio grupo había varios humanos más. Sin embargo, luego de lo que habían pasado, supuso que podrían tener confianza en ellos. Por lo menos la suficiente confianza como para darles algunos datos.

— Nuestro soberano nos encomendó dirigirnos hacia allá —  señaló a la distancia expresándose en la lengua común, descartando la posibilidad de seguir manteniendo en secreto su destino — a Ewandor — se explicó — No pensábamos participar de... de lo que sea que hayamos participado. Pero nuestra misión aún está incompleta y aunque hayamos perdido nuestras mulas y el equipaje... — "Y las sales" agregó para si mismo, pero sin ganas de expresarlo en voz alta — ... tenemos intenciones de llegar hasta allí y cumplirla — 

— Sin embargo, Noren tiene razón. Una vez cumplida nuestra misión podremos acompañarnos. La idea de que ese mal destruya Zork no resulta demasiado agradable — 

Roark estaba incómodo.

Sus experiencias anteriores con los enanos habían sido... Dispares... Y ahora había allí cuatro, nada menos, así que le dejó la socialización a Gromenauer mientras él preparaba el fuego y lo encendía con la antorcha. Aparte de los enanos había un semiogro sin modales, un tipo de su gremio (se apostaba el bigote), y una humana que andaba, olía, hablaba y parecía una mercenaria. Así que sería una mercenaria. Si la cosa se alargaba, no tendría más remedio que intentar llevarse bien con ella... Pero de momento decidió no hacer nada que pudiera llevar a malentendidos embarazosos...

De momento.

Bueno, una sonrisa en dirección de la mercenaria de vez en cuando no iba a hacerle daño a nadie, ¿no?

Cuando llegó la hora de cenar, le echó mano a una pata. La cabra aquella estaba realmente buena, pero al oír los planes futuros de viaje casi se atragantó.

No había llegado a su edad participando en aventuras ajenas a lo loco... Iba a decir algo pero Gromenauer ya estaba preguntando hacia donde iban los enanos. Decidió beber un poco de agua y seguir calladito.