Partida Rol por web

—Pero qué escudazo tiene en los dientes —pensó Gromenauer cuando dijo lo de los cuatro enanos. ¿Qué más le daría los enanos que fuésemos? ¿Acaso no iban tres humanos más y un semiogro?—. Estúpidos elfos...

Por lo demás, prefirió no decir nada. Era cosa de los barbilampiños solucionar esto. Porque si por el fuera, ya tendría un bonito bosque donde construir una forteleza enana. O una cervecería, que llevaba mucho sin tomar una cerveza en condiciones. ¿Por qué ninguna raza era capaz de hacer una bebida decente para un enano?

Noren terminó de cortar una zarza que le envolvía el cuello incómodamente aunque ya todo se había congelado en el aire. No le gustaba quedarse sin la última palabra... en cuanto a combate se refería.

-Sí, somos nosotros- dijo señalando a Aren y Oten -Que seamos más es obra del destino...- miró a Gromenauer -Y que haya además sirvientes...- hizo hincapié en ello mirando a Firfin, quien arrogantemente había dicho disparates -... es fruto de la precaución-

-Tenemos que presentarnos ante él sin perder más tiempo- no estaba seguro de si imponerse, o hacerlo más "educadamente", así que se decantó por lo que le habría dicho su abuela ("Si no sabes bien cómo tratar a otro, trátalo como si fuera un igual") así que se lo imaginó como un enano... lo cual costaba y mucho -Sería de utilidad para nosotros que nos dijeras cómo llegar hasta él-

– Nada, de enanos nada. Ya le explicaré yo a Ewandor cuando le vea. Este es Morkai, campeón de Gaënor, y sabrán los dioses de cuantos otros lugares será también campeón. Morkai el asesino de Dioses es él – dijo señalando al enorme semiogro – El es mi fiel amigo y lugarteniente. Yo soy el Kraken, destructor del inframundo – dijo Firfin muy confiado de sus palabras, menospreciando a los enanos y consciente de que la meta final había llegado, los enanos se traían algo entre manos y no se iban a ir con todo. Si no le habían querido decir nada antes, mal por ellos, debieron haberlo dejado en casa. Ahora estaba allí, con un boleto de entrada; pues bien, iba a aprovecharlo y quizá, no regresaría.

–  Mirando entonces al resto de los acompañantes, continúo hablando – Estas son mis tropas, hemos viajado un largo camino para llegar hasta aquí, hemos luchado y sangrado como hermanos. Y hemos tenido incluso la suerte de encontrar nuevos aliados – soltó mirando a Gromenauer y al otro que poco importaba – Hemos perdido a algunos en el camino, y junto a ellos las mulas y las provisiones – soltó esperando que el elfo entrase en razón y se postrase servicial.

– Si eres amigo de Ewandor o confías en él, deberás llevarnos ante él. El tiempo apremia, ya debes saberlo – entonces, un pensamiento claro pasó por su mente. Firfin sonrió – dime honorable elfo, que opinas tu de los Dioses y la forma en que rigen el mundo. La opinión de un poderoso mago, sería algo que disfrutar en el andar del camino – sentenció esperando que de nuevo el elfo picase del anzuelo.

Roark mantuvo el arco tenso y la flecha apuntando entre ceja y ceja al elfo preguntándose qué demonios hacía él allí, rodeado de enanos, un semiorco, una mercenaria y un tipo que esperaba fervientemente que no fuese un timador profesional porque era malísimo, la vergüenza del Gremio de Ladrones, en medio de un bosque donde Arsenius perdió la yesca. Con lo tranquilito que estaría él trasegándose un rosbeef en la casa de Shen...

-¿Pero le pego el flechazo o no?- acertó a decir con una mezcla de entre exasperación y cansancio

Por un momento Aren estuvo tentado de cambiar el objetivo de la flecha que mantenía empulgada y apuntarle a Kraken "Pero que se supone que está diciendo" se planteó antes de notar como cambiaba la reacción del elfo.

— Y si, eramos tres — reconoció — Tres y un oso — agregó, reacio a dejar a Rakard fuera del grupo inicial — Pero en el camino se han añadido compañeros. Y juntos debemos llegar a nuestro destino —

Lo cierto es que hasta el momento el explorador había estado seguro que Erawen era un lugar, pero por las palabras del mago elfo parecía que se trataba de una persona "O quizás ambas cosas". Encogiéndose mentalmente de hombros, disminuyó la tensión del arco, aunque se mantuvo dispuesto a dispararlo si resultaba necesario.

— Y aquí no hay ningún sirviente — terminó aclarando — solo sobrevivientes que desean pasar sin tener que haceros daño. Pero si es posible o no, lo decidiréis vos. Podes empezar por ordenar a esas ramas que se queden quietas — propuso — es más sencillo habar sin tanto movimiento movimiento vegetal a nuestro alrededor —

Cuando escuchó salir de la boca de aquel elfo el nombre de Ewandor,  Oten abrió los ojos. Parecía no solo saber de la existencia del ser primordial sino también de sus deseos y asuntos. ¡Ah! Debía ser alguien poderoso aquel elfo y ¡Por Kramor! ¡Sus palabras confirmaban que estaban cerca de su objetivo!

Oten se adelantó con una buena zancada y se inclinó ligeramente para dirigirse a Nerdael

—Mi nombre es Oten, soy sacerdote de Kramor.— Pensó en pedirle disculpas por las palabras de Kraken, en explicarle que no era más que un guía (de dudosa utilidad hasta ahora) pero supuso que sobraban las explicaciones y que ya se habría percatado de que el humano no era más que un charlatán de tres al cuarto.*

—Como han dicho mis compañeros señaló a Aren y Noren hemos llegado hasta aquí en busca de Ewandor—

Para sorpresa de todos Nerdael hincó una rodilla en el suelo ante Firfin:

—Portador del Camino.— dijo evidentemente refiriéndose al pícaro humano —Disculpad pero pensábamos que habíais desaparecido con vuestro anterior avatar.

Firfin enarcó una ceja y estuvo a punto de decir algo. Algo grandielocuente y falso. Pero entonces sintió que algo hacía click en su cerebro. Una parte que estaba adormecida tomo el control de su mente y se reveló ante él igual que ante los demás. ¡Él era el Portador del Camino! El enviado de las Fuerzas que debía guiar a los enanos ante la presencia de Ewandor. Había pasado tanto tiempo encerrado en el cuerpo de este bribón humano, esperando, que había olvidado por completo quien era y se había convertido, para bien o para mal, en Firfin.

Pero ahora, cerca de su meta, se dio cuenta de que todos los pasos lo llevaban hacia Ewandor, hacia el encuentro de los tres enanos con el destino de su raza.

Las ramas alrededor de los enanos se detuvieron y el bosque volvió a su calma habitual. Nerdael se levantó del suelo.

—Disculpadme pero llevo tanto tiempo protegiendo esta zona que empezaba a tener dudas de que lograseis llegar hasta aquí. Esta noche podéis dormir a buen recaudo pero por la mañana debéis partir de inmediato para el pantano. Yo me quedaré aquí para protegeros de quienes os pisan los talones. Las señales indican que el Caballero Trueno os pisa los talones.

El sacerdote dio un respingo que más bien fue un salto en toda regla. Su cabeza giró como impulsada por un resorte en direccion a Kraken. Lo observó de arriba a abajo. Con los ojos abiertos como platos. ¿El Portador del Camino? Pero... Oten tragó saliva. No podía dar crédito a lo que escuchaba. Tampoco sabia muy bien que hacer y menos aun que decir. Después de todo llevaba desde que salieron de aquella ciudad humana pensando que Kraken no era más que un estafador. 

—Vaya, un Portador del Camino. Pues al final si que iba a resultar que este grupo de enanos era importante... —pensó el enano en vista de las circunstancias. Hacía mucho que el enano no se cruzaba con uno. Ahora sólo tenían que averiguar qué dios había olvidado recoger a uno de esos. O como todo, había decidido abandonarle y el propio portador había seguido con su misión.

Aren se sobresaltó ante la extraña frase del elfo y miró a Kraken con curiosidad, tratando de entender que era lo que estaba pasando. Finalmente con más dudas que certezas preguntó — Alguien me puede explicar que se supone que es un Portador del Camino? —

Gromenauer iba a abrir la boca para decirles qué era un portador del camino, pero en ese momento pensó que era mucho más divertido si el propio porteador lo intentaba explicar. Si es que era capaz de recordarlo, claro...

Morkai estaba superorgulloso. ¡Asesino de dioses! ¡La hostia! ¡Asesino de dioses! Waaaaaah, lo que le había llamao. ¡Asesino de dioses, joder! ¡De dioses! No podía dejar de repetirlo. ¡Asesino de dioses, eh! Qué pena no tener un espejo cerca, hostias, joder. Mira que Fir... Kraken le parecía raro. Siempre le había visto un tanto... así. Pero es que ahorita mismo acababa de dar en el clavo del todo. En el hueso. En la fibra. En to el blanco, leches. ¡Uaaah, qué gustazo! ¡Vaya título güeno! ¡Asesino de dioooooosesssss!

Se acercó al felfo ese e hizo algo que quería hacer desde siempre: le dio un papirotazo en la cabeza, como se hace con las criaturas.

──¡Las dos rodillas, escoria! ¡Poner dos rodillas en el suelo! ¡Mostrar respeto!

El ladrón relajó un poco el brazo. -¿Pero entonces no le meto un flechazo?- Por un lado le fastidiaba, por otro mejor, que si se liaban a tortas siempre se podía escapar alguna y darle a él. Arreglar las cosas sin violencia siempre era un triunfo.

Al ver que todo el mundo se relajaba y el elfo hincaba una rodilla y todos se ponían a hablar del tal portador se encogió de hombros y echó un vistazo alrededor por si había algún souvenir que llevarle de recuerdo a los peristas del Gremio...

Con asombro creciente, Stela empezó a arrancarse plantas. No entendía nada aunque se repetía que no le pagaban por pensar. 

¿Firfin era un qué? Probablemente, otro embuste pero parecía uno que les había sacado de un apuro. Los enanos, para variar, parecían confusos y a punto de discutir.

Frunció el ceño. No le pagaban por pensar pero... ¿quién le pagaría ahora? 

Vaya, ya era hora de que alguien poderoso se hincara ante él, pensó para si Firfin e iba a decirle a los enanos que eso si era respeto y no el que ellos le brindaban cuando el elfo habló de algo más, y entonces recordó, no del todo, pero si lo suficiente como para que una parte de si empezase a cobrar vidas.

Recordó fugazmente varios momentos de su vida, o más bien, varias encarnaciones de un ser más esencial en si de el mismo. Sus avatares habían sido bastos, incluso creía recordar haber sido alguna vez un enano, un señor de las runas de hecho, y poderoso entre ellos. Pero eso había sido antes, mucho antes, cuando el mundo aún no se quebraba.

Firfin cobro conciencia entonces, Kraken fue el despertar, ese era el nombre del avatar actual del portador del camino. Firfin no era más que el nombre que llevaba en una vida superficial y mundana, que, no obstante, había sido y era aún, una de las mejores. Kraken era su nombre, habría de usarlo tal como debía, el nombre del portador del camino tal como sería conocido en aquella era. Aunque Firfin era útil y no debía olvidarlo. Las fuerzas que regían el mundo elegían al avatar del portador del camino, perfeccionándolo y guiándolo en las actitudes que requerirían en aquella época. Así, si el destino lo había llevado a ser un ladrón y embustero, era por que el destino necesitaba que así fuese.

– He llegado – le dijo al elfo – espero que aún no sea tarde, los caminos se cierran, creo que puedo verlos – explicó algo confundido, algo le faltaba aún, quizá aún no había despertado del todo, o bien había perdido algo que en el camino. Sabía ya quien era y cual era su papel, incluso sabía como tenía que llevar a cabo las cosas; y, sin embargo, algo faltaba aún, no tenía el poder para realizarlo.

– Dormiremos aquí entonces. Condúcenos al lugar más apropiado para pasar la noche y monta guardia, se que puedes controlar a los elementos y sabrás cuando algo se acerca. Nosotros descansaremos – explicó el humano hablando extrañamente de una forma mucho más seria y forma de lo que solía hacer, justo como si fuese otra persona.

Kraken miró entonces a Aren, no como le habría mirado Firfin, sino que, de una forma distinta, como si lo mirase como una pieza de juego que tenía un fin que cumplir en el mundo y no como a alguien de quien Firfin pudiese sacar provecho. Y lo habría explicado si no fuese por que Morkai actuó antes.

– No Morkai. Al no hay que destruirlo, el destino no clama por el aún. Si los vientos cambian, yo mismo te ayudaré a destruirlo, como haz hecho antes – dijo Kraken esperando que el semiogro entendiese – disculpa al semiogro. Como te dije es un fiel aliado, y un campeón que ha luchado contra grandes bestias y seres sumamente poderosos, incluso a destruido ejércitos enteros el solo. Tu le has atacado y te has declarado tu enemigo al hacerlo, el solo ha reaccionado – Firfin habría usado las mismas palabras probablemente, pensó para si Kraken, solo que ahora tenían otro sentido, o quizá no del todo. El portador intentaba explicarle al elfo no solo quien era aquel semiogro, sino el destino que tenía.

– Un portador es un avatar de los dioses o de fuerzas más allá de los dioses mismos. Muchos son eternos otros como yo, un avatar de las fuerzas del destino más allá de los mismos falsos dioses – por algo es que Firfin tenía ese impulso a negarlos, aquellas fuerzas que lo movían despreciaban a los dioses, aún cuando muchas veces se moviesen por la misma senda y compartiesen objetivos – son más bien esencias eternas que reencarnan una y otra vez en distintos cuerpos, adquiriendo el conocimiento de uno a otro portador – explicó la base, que quizá no entenderían, por lo que dijo lo más sustancial.

– Un portador del camino es aquel que busca mover los hilos del destino para encaminarlos hacia una senda u objetivo predeterminado por los dioses o las fuerzas que está más allá de ellos. Sus poderes …s – Firfin meditó en ello confuso, el mismo no entendía de que estaba hablando.

– Tengo el poder de ver a través del espacio y el tiempo, porto en mente y corazón los caminos del mundo, puedo ver a través de ellos y entender hacia donde debemos movernos. No obstante, he olvidado como hacer todo esto. Quizá lo he estado haciendo mientras dormía, pero no lo recuerdo –.

– Puedo decirles no obstante que si estoy con ustedes es para guiarles en su camino, procurar que no fracasen en la senda que han de tomar. Ustedes mismos me buscaron, querían un guía, y el destino, las fuerzas que lo dictaminan, les dieron al mejor guía que podrían tener. El portador del camino. Ya me conocen, mi nombre es Kraken – sentenció Kraken mirando a todos con expectación, no sabía que iba a pasar ahora, quizá Ewandor le enseñaría a ver de nuevo. Firfin aún tenía una cosa más en mente, a Tempest, su destino estaba marcado, por ello, a pesar de todo, había sobrevivido.

El elfo se mostró inicialmente ofendido por la actitud de Morkai pero, ateniendo a las palabras de Kraken, se contuvo. Luego se levantó para obedecer las órdenes dadas, mostrando al grupo donde podían acampar y realizando conjuros que hicieron que aquella zona del bosque se blindase con una pared impenetrable de zarzas. Pared de la cual él quedó al otro lado, vigilante, tal como había dicho.

En todo momento Firfin, o ya Kraken realmente, se había comportado de una manera diametricalmente opuesta a como lo había hecho hasta el momento. Era un cambio tangible no solo en las formas, sino en sus movimientos e incluso en el aura que lo rodeaba. Era como si de pronto se hubiera abierto algo en su interior de lo que emanaba un aura extraña.

El Inmortal miraba ahora más allá del muro de espinos, hacia el pantano. Sabía que estaban a una jornada de su destino, de la Fuerza Primordial de Ewandor, una criatura que ya era vieja cuando los dioses decidieron crear a los mortales. Igual que el propio Kraken aquella Fuerza jugaba su papel dentro del laberinto del Destino, en el que todos estaban implicados: Dioses, Inmortales, Fuerzas y Mortales. También los enemigos, aquellos que querían hacerse con el poder que no les pertenecía. Desde el principio de los tiempos los azotamentes habían buscado la Fuente de la Magia con el fin no de doblegarla sino directamente de destruirla. Si la Magia dejaba de tener poder en Zork entonces los dioses deberían abandonar aquel plano y la Gran Mente podría doblegar a todos los mortales.

Los Inmortales podían guiar. Las Fuerzas podían aconsejar. Los Dioses podían usar su poder para forzar sucesos. Pero solo los Mortales podrían decidir el destino final de Zork.

Aunque esa noche tocaba descansar...

—Oh, venga... ¡no me digáis que no os lo veáis venir!— dijo Astinius con una sonrisa de jugador.

Random todavía tenía la mandíbula caída. Kramor se mesaba la barba. Fue Asindara quien habló:

—Y una mierda. Tú se la intentaste jugar con la tontería de las piedras. ¡Tampoco lo sabías!

—Vaaaale, es verdad.  A mí también me pilló por sorpresa. Tanto quejarse todo el camino ¿cómo iba a imaginar que era un Inmortal?

—Yo hubiera apostado que palmaba en la caverna.

Como siempre fue la voz de Zwagonard, esa que sonaba como si usases algo afilado para abrir una barriga y mezclar la sangre con vísceras, la que dijo lo que ninguno quería oír:

—Van a necesitar algo más que un Inmortal y una vieja Fuerza para enfrentarse al Caballero Trueno... más les vale apurar...

Los dioses miraron de nuevo aquella zona de Zork con nuevo interés. Efectivamente: más allá de las montañas se veía una tormenta que avanzaba a buen paso hacia los pantanos de Ewandor dejando un reguero de gigantes muertos a su paso.

Roark meneaba la cabeza entre incrédulo y fastidiado. ¿Seres inmortales? ¿Primigenios? Contuvo un bufido. Los enanos eran gente muy muy rara a los que les pasaban cosas muy muy raras. A cuantos más enanos conocía, más se reafirmaba.

Y eso que un honrado ladrón como él las había visto de todos los colores, de hecho juraría haber visto hasta a una diosa una vez, pero desde que se asociaba con enanos la cosa se había vuelto surrealista.

Se volvió a encoger de hombros y empezó a planear un viajecito a la fortaleza de Fendor para el tema que tenía pendiente, que "La estrella de Fendor" además sonaba a valioso. Allí no es que hubiera muchos enanos lo cual reducía la cantidad de locuras que podrían cruzarse en su cami... Bueno, la cantidad seguramente no, pero el nivel de locura seguro que bajaba a algo más manejable, robos, timos, mujeres... Lo normal.

Y hablando de mujeres, hacía mucho que no sonreía en dirección a la mercenaria. ¿Y si cuando acabara su contrato con los enanos la contrataba? ¿Cuanto cobraría un mercenario?

Tras la explicación de Kraken, Aren se mantuvo aún más confundido que antes. ¿Acaso se suponía que el desharrapado humano que los acompañaba era algo sí como un dios? Según sus palabras incluso algo más allá de un dios. Aren lo observó confundido, reacio a aceptar sus palabras pero sin poder negar que algo los había llevado a considerarlo parte del grupo.

¿Acaso su inclusión en la toma de decisiones se debía a un designio divino? El explorador no se destacaba por su fe en los dioses. Como mucho admiraba a la naturaleza como una fuerza esencial, pero todo lo que estaba pasando lo obligó a replantearse mucho de lo que creía

Mientras acariciaba a peluda piel de Rakard, su habitual manera de pensar en lo que no entendía optó por, finalmente, encogerse de hombros. La situación lo superaba. Y si el elfo les podía brindar un sitio seguro para dormir debían aprovecharlo. Despues de todo la misión no estaba concluida

— Entonces descansemos — resumió sus pensamientos en una sola frase — Y mañana, con suerte, conoceremos Ewandor — "Y nuestro destino" agregó para si mismo.