Partida Rol por web

Una vez la presentación ha concluido, miro a mis compañeros hacer sus partes hasta que me toca salir a mí y exhibir mis dotes con el arma que llevo, tratando de no fijarme demasiado en el público y concentrarme en hacer lo que ahora mismo es mi deber.

Discretamente, con cara de fastidio por "perderme" el espectáculo, bandeja en mano, salgo de la habitación enfundado en mi fuerte Arcano, dispuesto a echar un vistazo, como me había pedido mi nuevo mentor.

Debido al traje de paje y a que todo el mundo parece concentrado en el salón principal o en las cocinas te permite dar un paseo por la mayor parte de la primera planta sin ser molestado. Más o menos la casa, aunque señorial y llena de lujos, parece seguir los esquemas que también usa cualquier caserón rural: a un lado las cocinas y las despensa, mientras que en la misma ala parecen estar las habitaciones del servicio.

No encuentras nada interesante hasta que atisbas las escaleras que parecen subir arriba, no por el hecho de sorprenderte al verlas ya por lo menos crees que la mansión debe tener tres plantas así a ojo, sino porque está fuertemente vigilada, como si temieran que algún invitado se escurriera para robar en los aposentos personales. Tres guardias armados con picas y embutidos en corazas están apostados, uno de ellos es un gigantón que por si solo parece obstruir el camino.

La representación se desarrolla a trompicones. El discurso de Osorio es inspirador, pero debido a que esta desarrollado en el idioma de Castilla hace que varios invitados pierdan el hilo, al no ser idioma natural de estas tierras. Sin embargo Luis confía en que las palabras den paso a la acción, un lenguaje que es universal.

La representación parece una especie de cuento corto en el que un sarraceno rapta a una princesa y se enamora de ella. Un galán también enamorado se enfrentan a él y todo parece acabar en una extraña tragicomedia. Caesario cumple con su papel, buscando seducir a la audiencia femenina (y consiguiendolo en muchos de los coss), Kamal se traba y a veces olvida su papel debido a los nervios, pero es reconducido por Luis y Caesario sabiendo estos de la inexperiencia del tercero. La representación es corta pero intensa, obligando a los actores a hacer de varios personajes a la vez, con sus consiguientes cambios de ropa. Al final mirando al publico Osorio ve división entre este: algunos bostezan o hablan en murmullos con su vecino de mesa, mientras que otros parecen atentos al espectáculo y en el caso de algunas mujeronas, parecen vibrar con cada discurso de Osorio o Caesario.

Algo que no está mal a pesar del poco tiempo y los escasos mimbres de la obra.

Estupendo, si es la única escalera imposible pasar por ahí sin un hechizo de invisibilidad o una distracción. Mejor vuelvo

Tranquilamente, con aire de despistado, doy media vuelta, paso por las cocinas, cojo algo para comer y se lo llevo a "mi señor" Van Currie.

-Las escaleras de acceso a la planta de arriba están fuertemente vigiladas. Un gigantón y dos hombres más con picas -le susurro en el límite de la audición para la actividad de la sala.

Patrícia aplaude con una amplia sonrisa una vez la obra ha terminado. Ha sido algo extraño que interpretaran varios papeles a la vez pero aún así le ha gustado el romanticismo que se desprendía de ella y los errores de Kamal, le han parecido muy divertidos.
Lástima que eso sólo sea una utopía que haya que conformase ver y leer en relatos de ficción. Suspira con cierta amargura pero enseguida vuelve a adoptar su expresión tranquila a pesar de que no lo esté tanto. La hipocresía de este tipo de reuniones no la entusiasma en exceso.

-¿Cómo reaccionarías te secuestrara un sarraceno?- pregunta con simple curiosidad a su prima sentada junto a ella. Quizá reciba una mirada fulminante a cambio, la verdad es que Patrícia empieza a dudar que le molestara algo así. Si fuera alguien gentil cómo en la obra, claro.

-¿Y eso es un problema?- Bufó exasperado, cosa que quizás no había provocado solo Belasko, ya que el caballerete estaba siendo asediado por mujeronas de mediana edad deseosas de carne fresca. Por su parte la señora Castellbó parecía superficialmente interesada en la obra, cosa que uno no sabía bien a que atenerse en caso de mujer tan enigmática.

-Soy bueno en ser discreto, mi señor, no en ser invisible... Aunque puede que pudiera llevarles algo... ¿Realmente necesitáis saber lo que hay arriba? -pregunta con una media sonrisa, pues una idea le había venido a la mente.

Belasko, de nuevo (aunque nadie lo recordará gracias a su aura de anodinidad(1)) se hace con una bandeja semi-vacía de comida y se dirige hacia algún lugar de la casa donde no puedan verle. Va a hacer un pequeño hechizo y no debe ser visto. Las cuadras, la bodega, el almacén de grano, tanto da mientras esté apartado de las vistas. Difícilmente le van a parar gracias a su aura, aunque prefiere no ponerla a prueba.

Una vez solo, aparta uno de los "bocaditos" de la bandeja, poniéndolo a salvo y a continuación se concentra en un hechizo mientras comienza a musitar unas palabras en euskera: "oh, espíritus de la podedumbre, o demonios de las enfermedades, yo os ofrezco un receptáculo para vuestros males, yo os proporciono un medio para vuestros oscuros quehaceres, venid aquí, atended a mis ruegos...". Un poco de sangre propia, un escupitajo para sellar el pacto y el hechizo queda efectuado, siendo la comida en la bandeja receptáculo de agresivos demonios de la diarrea, si todo había ido bien.

Volvió a colocar el "bocadito" que había apartado antes de nuevo en la bandeja, en la esquina derecha más cercana a él. Si le arrebataban la comida antes de tiempo, no cogerían el suyo, pues la mayoría de gente es diestra y cogerían lo que había a su izquierda si le estaban mirando. Y fue hacia la escalera con intención de engañar a los soldados para que cogieran los restos de comida de la bandeja. "Estúpidos nobles, no quieren esto porque ha quedado frío, pues no señor, esto me lo pienso comer yo" o alguna cosa así podría ser oportuno decirlo antes de "topar" casualmente con ellos.

Belasko se acerca humilde ante los tres guardias, que dejan de hablar entre ellos para ver la bandeja repleta de comida, uno de ellos, el que parece un poco más grueso se relame y coge un trozo sin pedir permiso ni preguntarse nada, mientras los otros dos no hacen nada hasta que ven al primero tragar, cogen y comen y no esperas a que te relacionen con su próxima y segura visita a las letrinas y marchas sin hacer mucho ruido.

Vuelves dentro de un rato esperando ver el camino despejado y para tu sorpresa el gigantón sigue imperterrimo en su sitio guardando el lugar como si nada hubiera comido. Eso sí, sus dos compañeros parecen haberse esfumado.