Partida Rol por web

 
Aparte de que un soldado entró en el camarote donde estaban reunidos los oficiales, no pareció haber novedad sobre el tema del sabotaje, que decidieron llevarlo en silencio.

Escogieron unas pocas personas de la tripulación para la exploración de las islas, y dejaron los tres barcos pequeños con tres de las islas, para que los exploradores pudieran retirarse si lo necesitaban. La carraca Zigzag llegaba a la isla que tenía una vegetación más selvática, con órdenes de esperar a que los exploradores dieran el visto bueno al lugar. 

Al fin se encontraban en una de las barcas de desembarco, camino a tierra firme, y los soldados que remaban lo hacían con ansia. 20 colonos, dos barcas, una isla...

Al poner pie, encontraron que la playa era tan escasa como habían visto en el resto de la costa. De hecho pudieron atar uno de los botes a un árbol que crecía casi a pie de agua. También era cierto que la marea debía estar alta, pero no dejaba de ser sorprendente.

Por lo pronto, la vegetación tenia un aire a las selvas khultanas, y un espesor igual o superior que no dejaba ver más allá de diez metros en el mejor de los casos. Como era de esperar, habría que abrirse paso a machetazos entre el follaje.

Namesis que con tanta ansia y desespero había soñado con llegar a tierras, se estaba cumpliendo su objetivo a cada golpe de remo que daban en la barca. Posando suavemente los pies en la arena mojada de la playa y con sus manos abiertas, agarro puñados de arena y dejo que estos resbalaran entre sus dedos formando pequeñas montañas de arena. Sonreía en el mismo momento en que jugaba con la arena, su rostro había cambiado por un momento y parecía irradiar luz de la felicidad que le embargaba en ese momento. Se puso en pie y se estiro, bostezo y respiro profundamente, miro la selva aun con la sonrisa en la cara y quedo sorprendido ante tanta naturaleza entremezclada que casi no permitían el paso de la luz.
El explorador con paso decidido y ya con mucha mas seriedad, se adentra un poco en la selva, no muy lejos, si mira hacia atrás, puede ver la barca con toda perfección. Se agacha y comienza a caminar despacio en cuchillas apartando hojas y ramas, sus dedos no tocan la tierra, solo tocan lo superficial, Namesis comienza a rastrear poco a poco.

Mientras nos acercamos a bordo de la barca voy con una mano apoyada en el hombro de Herman y la otra en la cabeza de la Llobeta.

Mientras no paro de examinar el bosque inmenso al que nos acercamos y oír sus sonidos para una vez en tierra diferenciar los animales que nos temen, que callaran, de los que nos consideran unos rivales estando dispuestos a defender su territorio.

Justo antes de bajar sujeto a los dos seres mas importantes para mi y por los que me sacrificaría sin dudarlo.

– No nos separemos desconocemos el terreno y nos costaría mucho encontrarnos. Ya tendremos tiempo de hacerlo cuando hayamos establecido un campamento.*

Contenta de poner los pies en la tierra, Narina sonríe ampliamente. Aunque...

-¿Por qué diablos se mueve ahora la tierra?-

Pensaba que eso de que los marineros tras mucho tiempo en el mar, al bajar a tierra, se mareaban, era un mito...un mito creado por ellos para evitar más fácilmente el visitara amantes...o incluso evitar darseun baño...

Mientras Namesis se interna en la espesura, ella trata d enfocar bien la vista. Finalmente lo consigue. Mira a los soldados.

-Emm...no me han dicho quién está al mando pero...bueno supongo que saben que deben hacer ¿no? Quiero decir, ya les habrán dado órdenes y protocolos de actuación ¿O no?-

Esperando su respuesta, se dirige a su cuervo.

-Bueno Twig, ya sabes, echa un vistazo a la isla por arriba y vienes a contarme.- Levanta al cuervo y lo suelta en el aire.

 
Los soldados y el resto de exploradores tuvieron reacciones parecidas a la de Namesis al llegar a tierra, algunas poco meditadas como pisotear el suelo con gozo, o manosear la arena o tirarse de espaldas a ella.

Una vez pasado el alborozo inicial, pero aún contento, un joven suboficial al cargo del grupo lo dividió para iniciar la exploración.
Yo estoy al mando, señorita Dijo con una sonrisa cortés Bien, nos dividiremos en tres grupos, uno siguiendo la orilla por ahí, otro por allá Dijo señalando las dos direcciones Y otro hacia el centro. No hemos visto poblados, así que si tienen alguno será en el interior.

Un sacerdote con cada grupo de la orilla, más dos exploradores y dos soldados. En el grupo que se adentre iremos tres soldados, tres exploradores y usted. ¿Es diplomática, no? Si nos encontramos a alguien supongo que vendrán bien sus capacidades. Tres soldados y uno de los exploradores se quedarán con las barcas. Es casi mediodía, así que echaremos un vistazo hasta medianoche, y de regreso todos aquí mañana al mediodía para compartir información y volver al Zigzag, si hemos acabado.
Entonces, si es necesario, montaremos ese campamento.

Guiñó un ojo a Isonia y con unos rápidos gestos de los dedos separó los grupos y dio una palmada al aire. ¡En marcha!

Llobeta miró a Isonia moviendo la cola. Le llamaban poderosamente la atención los nuevos olores, pero al mismo tiempo la inquietaban. Todo era demasiado desconocido.

 Herman habia acabado de dibujar el símbolo de la diosa en la arena con una flecha y aún en cuclillas miró adelante. Bueno... Creo que vamos al centro Miró al suboficial y luego a Isonia. O eso dice el jefe. jejeje

 
No hay nada destacable desde el exterior, desde la playa. Los sonidos se hacen exóticos. Los animales que se dejan oír y las plantas son desconocidos, pero no parece que haya ningún peligro a la vista.

 
Twig asiente y alza el vuelo, yendo a echar un vistazo y procurando no salir del alcance del vínculo que les une. En un ratito volverá con noticias, y no le costará encontrarte.

Namesis mira hacia atrás, oye las ordenes del soldado y acude a reunirse con ellos antes de disiparse el grupo, pues no se había alejado tanto, su rastreo le había indicado que no hay animales cerca ni otro tipo de pisadas, lo cual le indicaba que no había vida en esta isla salvo la de los arboles plantas y musgos, y quizás algún que otro insecto que halla podido volar hasta aquí de una u otra forma. De nuevo en la arena espera paciente a que le asignen un grupo

Bueno ¿a que esperamos? Comenta Namesis a su grupo, al que le acaban de integrar mirando a las dos jóvenes con sus correspondientes mascotas y al hombre que acompaña a una de ellas. Diciendo esto se da media vuelta y se vuelve a ir por donde vino, con dirección al bosque

Me tranquilizan los sonidos que oigo.

– Parece que esta repleto de diversas aves y pequeños animales tranquilos que no se han percatado de nuestra presencia.

Siempre me sorprende la gran devoción de Herman. No ha tardado nada en proclamar su amor a la diosa.

– Puede haber algún buen explorador o cazador observándonos pero si fueran muchos las criaturas de la jungla estarían escondidas en silenció.

Cuando el soldado al mando nos divide en grupos me limito a asentir mientras retengo a la Llobeta que esta loca de contento de volver a tener tierra que pisar. Casi se ha enterrado en un agujero de la emoción de poder escarbar. – Como desee usted esta al mando.

En ese momento vuelve Namesis. – Ahora vamos el suboficial – mientras se lo señalo – estaba distribuyendo los grupos.

Namesis se vuelve a internar en el bosque donde antes estuvo rastreando y no encontró nada anormal. Se espera a que sus compañeros se pongan a su altura, con toda la delicadeza del mundo, las ramas que cuelgan y pequeñas hojas , las coloca de forma que no estorben el camino, ni las corta ni las arranca, solo las acomoda. Con suavidad evita si tienen espinas, las ramas y las pequeñas lianas que cuelguen. Para nada quiere dañar la naturaleza que ahora le rodea.

Narina observa como Namesis acomoda con cuidado las plantas. Ella tambien quiere dañar lo menos posible. Pero...bueno, duda que los soldados vayan a pensar asi, por lo que se coloca tras ellos...y ya que se van a abrir camino a si mismos...ella irá detras, aprovechando el hueco.

-Es todo....muy verde ¿No?-

 
Como era de esperar, los soldados no miraban tanto por aquél verdor maravilloso, y se abrían paso a golpe de machete. Iban a ser muchas horas pateando jungla como para pararse a eso, solo les retrasaría. Después de varias horas y algunos sustos con la fauna local, caminaban por un terreno más húmedo aún si cabe, en algunos puntos era un barrizal.
En uno de ellos Namesis descubrió restos de lo que parecía una pelea. Ramas rotas y hierba pisoteada. Lo más curioso de aquella escena eran las pisadas bípedas que parecían verse, y una flecha de punta de piedra partida al haber chocado contra algo. Tal vez cazando alguna criatura?

Al ver eso de que puede haber nativos cerca...y probablemente hostiles...Narina decide que es mejor prevenir.

Saca su cetro de su mochila, y con un suave movimiento y murmurando unas palabras, activa un hechizo sobre si misma.

-Exploradores ¿Alguna idea de hacia dónde han ido quienesquiera que estuviesen aquí?-

Ella misma podria tratar de averiguarlo, pero mejor dejar a los expertos...ya que ella solo sabía "un poco" del tema.

Namesis parece olfatear la zona de la batalla, las ramas rotas las contempla con cuidado, las pisadas, con el dedo las intenta marcar mejor y la compara con su pie para ver el tamaño de este, mide la profundidad de la huella con tal de saber un peso aproximado de la criatura que ha dejado la huella. coge la flecha con punta de piedra y examina su tallado, su forma, su estructura, observa la punta por si tiene alguna sustancia pegada ya sea sangre u otro tipo, la expone a la luz por si brilla y luego le da sombra por si se ilumina.

Parece que aquí hubo un combate, una pelea... no sabría por donde empezar
Namesis sigue estudiando la zona con detenimiento e intenta buscar por donde se fueron las huellas. o al menos, el que deja las huellas.