Partida Rol por web

 
Buen viaje, Jaina. De vuestra celeridad depende el resultado de ésta confrontación... Miró a Virstania. Y de tu capacidad para pedirle tiempo a esos trolls.

Se recostó en su roca, mirando lo que de veía de estepa desde allí.

Controlaré los movimientos en la estepa, y trataré de avisar a los Féralar con antelación si preparan un ataque a los troll o si éstos se mueven. Miró a Jaina A tu gente no la puedo avisar. No quiero problemas con el dragón azul... aún. Pero si estáis en la antigua fortaleza, estáis bien protegidos.

Buena suerte a las dos.

 
Los truil'aan estaban aterrados al ver acercarse al dragón, pero como no era el mismo y llegaba sin hacer picados, el líder consiguió convencer a los otros de que no disparasen, aunque tenían todas las armas en la mano y tuvieron que desmontar debido al miedo de los caballos. 

No hacía falta ni hablar con ellos para darse cuenta de que ya se habian enfrentado a un dragón. Estaban bastante separados entre sí y unos cuantos mostraban churruscamientos en sus ropas y armaduras.

Termino el descenso en medio del grupo deliberadamente para otorgárles ventaja en caso de que quisiera pelear con ellos, lo cual ayudaría a que me escucharan antes de atacar.

- Jaina Owlsinger os pide que regreseis y os prepareis para la guerra.

Les anuncio a la vez que les muestro el colgante con forma de león dispuesto para aplacar su nerviosismo.

Estaban bastante sorprendidos de que no les atacara, y más de uno apuntaló la lanza contra el suelo por si se lanzaba contra él

Gu-ga-gue- ¿Guerra? Contestó el jefecillo, a todas luces no el líder original del grupo. C-con quién?? ¿Ya han llegado los Emisarios? ¿Tan rápido!? ¿Y t-tú qué... ¿Quién eres? ¿Ha-habláis...? ¿Qué le ha pasado a Jaina?

Esto iba a resultar difícil, los problemas de comunicación siempre eran un problema y añadidos a los nervios que les inundaban daban un resultado nada alagüeño.

- Jaina Owlsinger está buscando aliados en estos momentos e iré a ayudarla en cuanto os escolte fuera de las montañas.

Les respondo con un lenguaje que podría resultar demasiado rimbombante para ellos, así que sacudo la cabeza y aclaro.

- Está bien. Iré con ella cuando salgamos de las monstañas. ¡Y por supuesto que hablo!

Acabo exaltándome ligeramente ante la estúpida pregunta, ya que hablaba incluso mejor que ellos... al menos en este idioma.

Gracias Auranmnus.-Digo, con un gesto de respeto.

Los Truil'aan somos gente de honor y respeto. por ello creo que coincidirán conmigo en ayudaros. Igual que confío en vosotros vosotros confiáis en mi, por ello se sella nuestra alianza.-mi voz adquiere un tono místico, como tomándose la libertad de mencionar que ya son aliados.

Emprendo la marcha, montaña abajo, con la esperanza de más tarde encontrarme con mis hombres...

 
El truil'aan no parecía demasiado convencido, pero definitivamente ninguno de ellos tenía ganas de pegarse con otro dragón, así que tras intercambiarse unas cuantas miradas asintieron y accedieron a acompañarle.

El trayecto fue largo y pesado teniendo que acompañar el paso de los humanos, aún a caballo. 

Phynoleidon intuyó que estaba entrando en el territorio del dragón azul cuando le vio vigilándoles desde lo alto de una montaña. Estaba demasiado lejos como para que los humanos lo vieran, pero con su portentosa vista, los dragones sí podían verse.

Virstania cada vez entendía menos a los humanos, si es que alguna vez había llegado a entenderlos. Primero acababan de decirle que aceptaban a prestar esa ayuda a cambio de la suya y que tenían curiosidad por conocer a los suyos... ¿y ahora tenían que "consultar" con el resto y largarse para ello? sería una broma.

—¿Pero en qué demonios quedamos?—a la léorak le costaba mantener su enérgico carácter al margen. Pese a que no resultaba agresiva u hostil, si estaba empezando a cansarse de que no le dieran una respuesta clara—porque yo no pienso ir a hablar con los trolls y decirles que esperen dos días más para que luego de esa consulta-con-los-demás pueda salir un "no". Si tan seguro es que van a estar de acuerdo ¿por qué no dejamos las cosas claras? O sí o no.

Señaló con un pulgar hacia atrás, hacia el camino que descendía por el lado contrario de la montaña y suspiró tratando de quitarle hierro a aquello pese a que no era algo que tomarse a la ligera.

—Oye, no dudo que seáis gente de honor y todo eso... pero a mi tampoco me hace ninguna gracia tener que ver nada con los trolls y más tengo que elegir el mal menor que sea mejor para los míos—añadió—los conozco y tengo en cuenta sus inquietudes pero la responsabilidad final de elegir es mía me guste o no. No puedo andarme con medias tintas porque ni los humanos de Amn ni los centauros van a esperarse a que me decida.

 
Macdur frunció el ceño al principio cuando escuchó el tono con el que Virstania hablaba a su líder, pero relajó la expresión al darse cuenta de lo cierto de sus palabras. Miró a Jaina.

Jaina... hasta ahora no has tomado una sola decisión mala. Y algo de razón tiene... también nosotros sabemos que la guerra no espera por nadie, ¿Verdad?

Auranmnus se mantenía al margen, prefiriendo no intervenir en algo tan delicado como las decisiones sobre tribus de cada uno.

El viaje se tornaba peligroso con el dueño del territorio observandonos, pero mientras sólo hiciera eso no ocurriría nada, es más incluso apostaría que seguiría observándonos esperando la oportunidad adecuada para atacar.

- Preparaos, nos está vigilando.

Les advierto mirando en dirección al otro dragón, vigilandolo yo a la vez para evitar cualquier sorpresa.

- Cuando lleguemos a la ciudad, manteneos vigilantes de día y noche o podría decidirse a atacar.

He tenido la entereza de pensar en lo que creen mis hermanos. -Digo, en un tono solemne y diplomático- Macdur, tienes razón, nos prepararemos.

Tomo aire y cargo de nuevo con mis armas.

-Virstania, prepara esa emboscada. Prepararemos hombres de hierro para bloquear el paso, junto con arcos sin cazadores. En total puedes contar con 150 hombres del cielo armados con escudos y 50 con arcos. ¿De cuantos centauros hablamos? Tengo miedo de que mueran muchos, y no quiero usar más de los necesarios. Además cuento con pocos guerreros de a pie, nosotros somos buenos jinetes en las estepas, no somos buenos en las montañas.

"¿Arcos sin cazadores?... ¿y cómo se dispara eso?".

Virstania se sujetaba un codo con la mano mientras que con un dedo de la otra se rascaba la mejilla.

—No lo sé, pero han logrado patear a los trolls de su territorio... que son unos doscientos—contestó—sin contar a las hembras, que no me cabe la menor duda que esta vez estarán dispuestas a luchar si les va el pellejo en ello. Y sin contar que cada troll cuenta por tres humanos por lo menos.

Bajó ambas manos y las puso en jarras ladeando la cabeza.

—Mas doscientos de los tuyos, un Dragón de Cobre, más unos mil de los míos... —levantó una ceja—y que un centauro tampoco es bueno en montaña. Espero que baste con eso.

No entendía cómo era posible tener miedo de exponer a un guerrero a la guerra cuando los guerreros estaban hechos para la guerra, pero tampoco pensaba discutir eso... a fin de cuentas ella no era humana, no tenía porqué entenderlo. Tampoco pareció añadir a Auramnus a la suma, al parecer porque lo conocía lo suficiente y ya tenía bastante con pensar en el Azul, aunque si se ofrecía a aportar tampoco iba a desdeñarlo.

Terminó observando al Dragón para preguntar algo referente a lo que él mismo había dicho.

—Kadesh, ¿tú podrías averiguar más o menos con cuantos guerreros cuentan los hombres-caballo observando la estepa?

 
He visto un poco, aunque no me haya fijado expresamente. Creo que podrían ser aproximadamente mil, y contemos con que la mitad serán guerreros. De todas formas echaré un vistazo más a fondo mientras regresa Jaina con sus refuerzos.

Nuestros hermanos se limitarán a "sellar" el paso con los escudos del tamaño de personas y a hostigar a cubierto desde los escudos. -Digo, asintiendo- Pero no somos una fuerza de choque ni infantería eficaz para el ataque en montaña. . Los míos taponarán y acabarán con los que puedan huir, pero no avanzarán demasiado a través del risco. Un grupo de infantería de los vuestros por cada flanco sería lo ideal para acabar con ellos, mientras disparamos a esos centauros desde el acceso.

Virstania frunció el ceño afilando la mirada al escuchar aquello de boca de Auramnus, sus pupilas se habían vuelto tan pequeñas como cabezas de alfiler. No eran noticias muy agradables.

—Aun seguimos siendo más... pero no podemos dormirnos en los laureles—dijo. A lo cual añadió ante el ofrecimiento del Dragón—gracias, kadesh.

Miró a Jaina y negó con la cabeza.

—No voy a pedirte que lances a tus hombres contra algo que no dominan, no te preocupes—aseguró—lo que agradecemos es vuestra ayuda, y si la ayuda consiste en taponar y acabar con los que puedan huir, así sea, bienvenida es.

Luego sonrió de lado hasta mostrar un canino en lo que parecía ser una forma de tratar de darle algo más de optimismo al asunto.

—Además, a los Centauros también se les da de pena desenvolverse en las montañas...

 
Los Truil'aan no pudieron ver al dragón, o más bien distinguirlo ya que esconderse no se escondía, y aquello les puso casi más nerviosos, pero la amistosa presencia de Phynoleidon calmaba sus temores, esperaban que si venía de parte de Jaina les defendería si el azul atacaba.

Aunque les estuvo siguiendo y observando no atacó, si no que se limitó a averiguar a donde iban, y cuando entraron en la fortaleza se volvió a las montañas donde desapareció de la vista.

Phynoleidon encontró a los Truil'aan muy alborotados y se percató de que habian reforzado la vigilancia en todo el fuerte.

Entro acompañando a los guerreros que había escoltado hasta aquí sin comprender el motivo de la excitación del lugar, es por ello que me veo obligado a preguntar al que había sido el jefe de la expedición tras el ataque del otro dragón.

- ¿Qué ocurre aquí?

 
Otro de los Truil'aan se acercó a responder a Phynoleidon.

Son los hombres del Este... han desembarcado, al otro lado de la estepa, cruzando el río. Traen muchos barcos y están montando cabañas de tela. Un grupo de hombres a caballo persiguió a nuestros exploradores pero pudieron evitarles.

Mal asunto, se habían dado demasiada prisa por llegar y si se decidían a atacar, los Truil'aan tendrían graves problemas. Si su lider estaría aquí y sin el dragón azul rondando quizás hubieran tenido una oportunidad, pero ahora estaban abocados a la guerra en varios frentes.

- ¿Cruzando el río has dicho? ¿Al norte?

Pregunto encarándome en aquella dirección en un tono excesivamente serio. Resulta evidente que pienso dirigirme allí.

Todo listo pues.-Digo- Nos veremos aquí en unos días. Consigue el tiempo necesario, Virstania.

Con un gesto solemne me despido -Que los espíritus te guarden- y comienzo el descenso haciea Azzimmeraan