Partida Rol por web

 
Dos soldados seguían vigilando al prisionero, que ya estaba en tierra, un tanto aislado cerca de la playa.

Amiël caminaba con Bynhildr de camino a ver al prisionero.

¿No te parece un poco irregular que seas tú quien le interrogues y al mismo tiempo la acusación? Quiero decir... no creo que a la gente le moleste demasiado tratándose de un saboteador, pero recortará la confianza en la justicia. Tendría que ser alguien distinto quien le interrogase, ¿No crees?

Escuchó las palabras de la consejera popular mientras caminaba. Desde su punto de vista inicial no le había parecido tan mala idea, pero claro, sabía que su acusación era correcta. Ahora, ese mismo planteamiento en boca de Amiël sonaba de una manera bien diferente. Podría ser meticona, a veces molesta, y chocar con algunas personas del mando, pero cada vez estaba agradeciento más su presencia allí.

- Visto así, Amiël, no te falta razón. Salvo que no te veas capacitada, querría que fueras tú su defensa cuando llegue el juicio. Puedes decírselo ahora si quieres, se me ha ocurrido algo al respecto. No tenemos a todos los implicados, Amiël, nos falta una mujer. Estaban hablando él y una mujer del sabotaje, pero no tenemos ninguna pista que seguir para descubrirla, así que quiero pedirte un favor. Voy a interrogar al sospechoso e intentar sonsacarle todo lo que sabe, pero si no consigo descubrir nada sobre el sabotaje o sobre su compañera... te agradecería mucho que hicieras una cosa. Si aceptas defenderle, puedes decirle ahora mismo que le defenderás y cuando yo me vaya, podrías hablar con él e intentar convencerlo de que suelte prenda. Dile que la gente considera el sabotaje como un intento de asesinato, que si le encierran la justicia se ensañaría con él por ser el primer preso de Aguas Nuevas... y, sobretodo, dile que si descubre a su compañera, seremos mucho más indulgentes con él. Aunque la primera mitad no sea del todo cierta, yo me comprometo a dejarle libre si a cambio nos ayuda, tanto a descubrir a su cómplice como a explicarnos quién le ha mandado el sabotaje. Libre, sí, pero lejos de Aguas Nuevas. - explicó la Defensora, torciendo el gesto. No sabía si Amiël accedería, pero de ser así era mucho mejor que eso se lo dijera a 'Elmer' quien supuestamente quería su indulto antes que la persona que le estaba acusando. - Eso sí, sobretodo intenta que lo que dices suene a hechos y no a amenazas. -

 
Amiël se llevó un dedo a los labios, pensativa.

¿Ser su defensa...? Bueno... Sí, supongo que puedo serlo. Soy la Consejera popular, vendrá bien que se vea que defiendo a los acusados, y eso. Aunque te propongo otra cosa, a ver qué te parece: Vamos a hacerlo como debe hacerse, que no pueda alegar NINGUNA irregularidad... si voy a ser su defensora, yo hablaré brevemente con él en primer lugar, y después le interrogas, quizá pueda llegar a un acuerdo para que delate a su cómplice, pero déjame hablar a mi en privado, que no me conoce y no me tiene manía...

Brynhildr paró, con una sonrisa. - Vaya vaya, te acostumbras rápido a los nuevos roles. Deacuerdo, habla con él, cuando hayas acabado ven a avisarme, estaré aquí. - hizo un gesto en dirección a donde se encontraba 'Elmer'.

 
Amiël guiñó un ojo y fue hacia la improvisadísima celda. Tardó un rato en salir, y cuando lo hizo traía una sonrisa triunfal.

Creo que te va a gustar. Pedía libertad, pero dice que a cambio de que se le asegure la vida y el buen trato está dispuesto a delatar a su compañera. Sin llegar a ningún juicio... aunque su compañera seguramente no tenga nada como eso que ofrecer, y ella sí podrá ser juzgada con dureza.

Se encogió de hombros. No parece demasiado leal a su "compañera"

Ante la noticia, Brynhildr alzó las cejas, sorprendida, pero no pudo evitar contagiarse de la sonrisa de la consejera popular.

- ¡Genial! -

exclamó, pero entonces se escuchó a si misma algo exaltada y carraspeó, relajando los músculos. Tras los problemas constantes antes de la llegada y lo torcido que parecía ser todo le había alegrado especialmente una noticia como aquella, pero no era la imagen que quería dar, nisiquiera a Amiël, que ya había tratado con ella más veces como 'mujeres'. Le asintió a la semielfa con una sonrisa bastante más relajada.

- Si no te parece mal, le diré que acepto con la condición de que su libertad estará condicionada a no salir del asentamiento y una vez a la semana tendrá que presentarse ante mi o ante el gobernador para asegurarnos que sigue aquí. Nadie le impide irse, pero si lo hace le estará prohibida la vuelta. ¿Te parece correcto? Si te lo parece, voy ahora mismo a hablar con él, en cuanto tengamos a su compañera le pondremos en libertad. - dijo la comandante.

 
Amiël miró a la "celda" y luego a Bryn.

Deberías hablarlo antes con el Gobernador. Podría enfadarse... y con razón.

- Tsk. - Amiël tenía toda la razón del mundo pero no podía evitar fastidiarse por ello, quería encontrar a esa mujer lo antes posible y preguntarle al gobernador para que le dijera 'sí, vale' a prori le parecía una pérdida de tiempo. Pero había que hacer las cosas correctamente, se dijo Brynhildr, la emoción momentánea de descubrir a la segunda saboteadora, la que hasta aquel momento estaba prácticamente perdida.

- Es verdad... perdona, me he dejado llevar por las circunstancias. Voy a hablar con él, espero que no me lleve mucho tiempo hacerlo... -

Le hizo un gesto con la mano a la consejera y se dirigió a la tienda de Doranin.

 
Cuando el gobernador y la comandante entraron en la celda, que no era más que una tienda de campaña custodiada por varios guardias.

Elmer estaba sentado en un taburete con las manos atadas a la espalda y los dedos anudados de tal forma que no pudiera usarlos. Levantó la mirada y la clavó primero en el gobernador y después en la Defensora.

Buenas tardes... Disculpen que no les dé la mano eh...? Dijo sonriendo, no se sabe si quitando hierro o burlándose

El gobernador ignoró los intentos del prisionero de hacerse el gracioso. Con gesto serio, y movimientos lentos y medidos, cogió un taburete, lo plantó a un metro del prisionero y tomó asiento. Lo miró sin decir nada durante unos incómodos segundos.

Cuando consideró que Elmer ya estaría suficientemente nervioso, habló con voz reposada.

- La comandante Vanissar me ha dicho que queréis colaborar.- dijo llanamente.

 
Elmer no parecía demasiado impresionado, probablemente porque se imaginaba una reacción así del Gobernador. No en vano había estado en el mismo barco que él por dos meses, y en un barco hay pocos secretos, con tantos oídos escuchando.

Cuando preguntó, Elmer asintió.
Así es, me ha dicho que podría quedar incluso libre... Si es por eso, estoy dispuesto a confesar el nombre de mi compañera, flataría mas.

El gobernador de nuevo alargó el silencio algo más allá del umbral de la comodidad.

- ¿Libre? Creo que ha habido un malentendido, señor Elmer. Se le acusa de traición, un crimen capital que se castiga con la pena de muerte.- hizo una pausa para que las tres funestas palabras calaran en su mente.

- No obstante, el gobierno de Aguas Nuevas estaría dispuesto a considerar una reducción de la pena en caso de colaboración. Decidme el nombre y los planes de todos los implicados y seré benévolo. Seréis recluido, pero salvaréis vuestro miserable pellejo.

 
Elmer suspiró.

Veamos... les digo su papel, el objetivo y el método. Incluso para quién trabajamos, o lo que sé de ellos... pero comprométase a algo más firme, hombre, eso de dejarlo en "lo consideraré" suena a escaso...

Viendo que el prisionero realmente tenía intenciones de colaborar, el gobernador accedió.

- Está bien. Decidnos todo lo que queremos saber, y se os perdonará la vida. Aún no tenemos una prisión, ni es productivo gastar recursos en encarcelaros. Así que se os condenará a trabajos forzados, en la construcción del nuevo emplazamiento, durante dos años. Creo que es una oferta más que generosa.

Elmer asintió muy pensativo. Sí... la verdad es que sí lo es... Se tomó unos cuantos segundos pensándolo y miró a Valeus a la cara.

Está bien, me parece justo, pero quiero un documento, algo que acredite este trato ya que mi defensora no está aquí. Y que se le entregue a uno de los jueces de la expedición... no creo que haya ningún problema, ¿Verdad?

Aunque no pudo evitar poner una leve sonrisa ante el primer comentario de Elmer, se puso a un lado y escuchó con atención la conversación entre el gobernador y el preso, sin inmiscuirse.

- No veo por qué no, siempre que se incluya también su obligación de contarnos todo lo que sepa sobre esta traición, no sólo quién es su compañera y cuál es el objetivo, si no quién está detrás de esto. Gobernador, podría pedir que se hiciera ese papel por si misma, pero creo que eso entra más en su jurisdicción. - comentó la defensora, mirando de reojo a Elmer. Entonces pareció recordar algo y miró directamente al preso. - Sólo por curiosidad... ¿es Elmer tu verdadero nombre? -

 
Elmer asintió a la primera consulta. Sí, no me importa firmar eso, y... Elmer es mi nombre, sí

El gobernador hizo llamar a su secretario personal para que se encargara de redactar todo el papeleo legal.

- Una última cosa. El documento contendrá un juramento de fidelidad a Aguas Nuevas. Si alguna vez te volvemos a pillar en acto de rebeldía, serás ajusticiado.- dijo, pasando a tutear al prisionero.

 
Elmer asintió.

No será necesario, os lo aseguro... muchas gracias, Gobernador. De veras.

Tras todo el papeleo, Elmer lo firmó y miró a ambos a los ojos. Trataba de estar serio, pero se le escapó una pequeña risa.

La conocéis por Amiël. En realidad Amiël murió antes de partir de Maztica, es un dopplegánguer, lo sé porque no tiene ni idea de magia pero ya la he visto con varias caras. Cuando vino a hablar conmigo acordamos que le dejaríamos las cosas a una cabeza de turco, así que ahora ella no tendrá ninguna prueba. Se las dejará a una sastre tímida huraña y celosa de su intimidad que cree que será excelente. Hay que tener cuidado pues podría "ser" cualquiera.

Le recomiendo que salga y llame a Amiël con normalidad, como si quisiera hablar con ella, y la capturen inmediatamente... luego comprueben lo que quieran. A menos que se haya deshecho de las pruebas en lugar de dejárselas a quien habíamos acordado o haya tomado otra cara, debería ser fácil pillarle.

Por cierto, trabajamos para una pequeña cofradía de ladrones de Amn que sospecho que es una ramificación de sus queridos amigos los Ladrones de las Sombras. A ellos les interesa que Amn mantenga el monopolio de Maztica cuanto más tiempo mejor. Por aquello de poder pasar cosas Mazticanas de contrabando a cualquier otra parte sin tener competencia.