Partida Rol por web

-Es una lástima tener que entrar en conflictos tan pronto...no sabemos nada sobre si los centauros son inocentes o no y ya estamos comprometidos. Odio que pasen estas cosas...sin embargo actuar de otra manera nos habria llevado a perder unos potenciales aliados, muy valiosos.-

-Cambiando un poco de tema, hablé con una tribu de amigables hombres lagarto. Cambiamos regalos, no conocen el arte del metal, lo afilado de una simple espada corta los sorprendio. Asi como las orejas de los elfos.- rie recirdando como los lagartos toqueteaban las orejas de Namesis. -Me dieron una capa ceremonial, de tigre. ¿Os imaginais a Valeus, todo lo estirado que es, con eso?- rie de nuevo.

-Sobre lo del sigilo...si eres capaz de moverte en silencio, yo puedo hacerte invisible. No duraria mucho tiempo, no mas de una media hora. Pero lo bastante para asesinar al lider rival...si es eso lo que estais planeando. Personalmente, no me agrada pero comprendo el ahorro en vidas que eso supone...aunque tampoco sabemos lo que dependen o no de su lider los centauros...-

- Me alegro de que eso al menos fuera viento en popa, Narina. - dijo, no pudiendo evitar esbozar una sonrisa divertida ante el comentario de la diplomática sobre la capa. - No, descuida, no le preguntaba eso por nada parecido. Salvo que sea necesario intentaré evitar esos métodos más propios de Amn que de Aguas Profundas. -

 ¿Por quién me ha tomado? Pensó sin alterarse lo más mínimo el elfo ante las palabras de Narina.

 Cuando perdió de vista a los nativos en el reflejo de su espada no tenía sentido seguir afilandola. Sólo se aseguró de que nadie les seguía sin necesidad de girarse y delatar su desconfianza.

 Mantenía una sonrisa que rozaba el orgullo aunque quizás fuese una sonrisa debida a una alegría ingenua.

 - No descarto que pudiese hacer un buen trabajo solo. - Pareció bromear - pero no quiero arriesgarme a morir tan rápido.

 No almenos sin haber visitado vuestra tienda...

 Insinuó descaradamente, aunque con el contexto se escudaba perfectamente en su protocolaria afabilidad. Siempre permanecía sereno, incluso cuando llegaba a decir algo como aquello, y sin embargo, no era un ser frío, sino ardiente...con una pasión interior dificil de ignorar a pesar de su cuidada y controlada apariencia.

 - Podríamos decir que soy bastante bueno en la mayoría de las cosas que proponeis.

O eso dicen. - se encogió de hombros divertido - Aunque lo mejor es que simplemente digais que quereis que haga llegado el momento y lo haré por vos.

 ...sea...lo que sea...

 Y parecía un ofrecimiento general, aunque su mirada se detenía cuidadosamente sobre los labios de la comandante mientras mantenía un semblante cómodo, vivaz e interesado...

 Sacudió la cabeza con naturalidad y su flequillo bailó con el viento para recolocarse y no estorbarle la visión. El ámbar de sus ojos consumía con sutileza pero profundidad a Brynhildr.

- Si no se me diese bien me sentiría tentado a mentiros sólo para tener una oportunidad de pasar un rato a vuestro lado, mi estimada comandante.

 Estoy seguro de que no todos los exploradores tienen ese honor.

 Se inclinó ligeramente después de envainar su espada llevando el puño derecho hasta el pecho con formalidad.

 Terminó mientra caminaba junto a Narina dedicandole una leve mirada de soslayo para comprobar el brillo intenso y terriblemente hermoso de aquella magia protectora. Sus picudas pero estilizadas orejas esperaban oir la voz del gnomo en cualquier momento.

 ¿Un asunto con el dragón?

Cuando la Defensora preguntó al gnomo, ente necesitó unos instantes para ordenar sus pensamientos. Luego comenzaron a hablar Narina y Oropher comenzó a filtrear con la defensora de manera directa. Así que Orlamm ya no sabía si guardar silencio a esperar que acabaran de decirse lo que se tubieran que decir, o meter palabra. Finalmente decide meter palabra, convencido de que si la Defensora está molesta agradecerá un canvio de tema, y si la defensora conviene a las insinuaciones del elfo, como se imagina el gnomo que es el caso, es seguro que no habrá interrupción ni inesperado posible que impida que acaben en su tienda.

En lo referente a lo que me acaba de preguntar, comandante:

Los dragones de cobre son seres emparentados con la tierra, profundamente, tanto como los dragones rojos lo están con el fuego. Por mis conocimientos sobre ellos, viven en cuevas, remueven la tierra con la facilidad de un topo gigante y el metal... bueno, sienten tanta familiaridad con él que incluso he oído que lo comen. Hace una pausa, pensativo. Puedo garantizarle que si hay un ser en incontables millas a la redonda que conozca alguna veta de mineral o gemas, del tipo que sea, ese es Phynoleydon. Hace una pausa, indicando que del tipo que sea incluye desde el hierro hasta el mithril.

Se rasca la barbita Por eso me interesaba tanto venir. Poder explotar una mina nos ofrecería quizá metal para fabricar más armas y armaduras sin necesidad de tener que traerlo o, si se trata de algún metal precioso, más dinero para la causa provinente de inversores de Aguas Profundas o del mismo gobierno. mueve la cabeza en cualquier caso... estaría muy bien levanta las cejas.

He preferido dejar el asunto para otra ocasión, como habrá advertido. Es preferible preguntar al dragón sobre estas cosas una vez que hayamos entablado amistad con el, por que tampoco quiero ponerle a la defensiva ni que piense que tiene la pelota en su campo. Si tras esta escaramuza nos puede dar algún detalle sobre alguna veta de mineral en concepto de favor, mejor. Mira al cielo alguien así es mucho mejor tenerlo como amigo desde el principio que como vendedor de información, usted me entiende...

Por lo demás, deja el asunto referente a los centauros para los expertos. No obstante sí que le gustará preguntar más cosas llegado el contacto con ellos.

Escuchó las palabras del elfo solar mientras el gnomo parecía masticar su respuesta, y cuando Oropher acabó de hablar Brynhildr se estiró un poco más si cabía. Otra vez ese escalofrío. ¿Qué se traía entre manos aquel elfo? Ya era la segunda vez que hacía algo así aunque nunca había sido tan directo, y la incomodaba sobremanera. Era de lo poco que había conseguido descolocarla sin saber que hacer desde que habían llegado a Maztica, y Oropher parecía saber ya la falta de reacción que la Defensora tenía ante tales insinuaciones.

- B-bien, está bien saber que valdrías para el puesto, aun así no es algo que pueda decir delante de el resto. Y... todos los exploradores pueden requerirme si lo necesitan, es mi deber escuchar lo que tengáis que decir... y... bueno, dejemos el tema, sabiendo eso ya hablaremos cuando esto acabe. - dijo Bryn, buscando una manera de escapar de aquello, cuando la voz Orlamm le sacó del apuro.

- Entiendo. Has hecho bien, primero les demostraremos que somos de fiar y cuando tengamos su confianza podremos hablar sobre temas así. Y... una cosa a los tres. Cuando estemos aquí, en el ámbito personal, podéis tutearme si queréis, los formalismos solo son necesarios de cara al público, para que todo esto no pierda su profesionalidad. No soy nadie especial ni nada más que vosotros.-

-Como quieras, Brynhildr.- añade respecto a lo del tuteo.

La diplomática capta la mirada del elfo cuando la obserba, le sonríe con un guiño. divertida de los nervios de la Defensora.

-Ten cuidado, no sea que tras una visita acabes atada a la cama por el amable explorador.- rie -Mantenlo vigilado. Pero...tienes suerte...con esa armadura y tanto andar, sin duda te vendrán bien masajes...y "masajes" ¿No? A mi me vendría bien un masaje....- no aclara a que tipo de masaje se refiere....solo sonríe.

-Eso es un ejemplo de negociaciones agresivas, comandante.-

Acomoda su paso al del gnomo.

-Tu idea no es nada mala. Le preguntaré a los hombres lagarto también. No usan el metal para hacer armas y armaduras, pero si observé que algo de oro tenian...tal vez sepan dónde encontrarlo.-

 - Por descontado. - La parsimonia de Oropher podría resultar escalofriante. - Podeis contar conmigo si necesitais relajaros.

 Su mirada se intensificó en una mueca seductiva. Su sonrisa siempre amplia se alargó en la comisura izquierda de sus perfectos labios. - El uso de cuerda es una de mis especialidades.

 ¿Cómo lo has sabido Narina?

 Y aunque podía deducirse por su tono que no parecía tomarse nada demasado formal, no parecía una broma en absoluto. Ahora estaba mucho más cómodo, siempre le había encantado que le siguieran el juego y la hechicera había dado en el clavo. En realidad no importaba demasiado la verdad que escondiesen sus palabras sino todo lo que conllevaban. Oropher no conocía obstáculos para tratar con los demás.

 - El liderazgo es algo sufrido, igual que los diálogos con peligrosos desconocidos. ...Todo tensiones que pueden acumularse en los músculos y pasar factura.

 Por supuesto...soy un elfo muy discreto.

 Sin tapujos. Pero...¿Hasta que punto hablaba de motivaciones sexuales y hasta donde de un inocente masaje? Nisiquiera excluía al gnomo en sus conversaciones, aunque posiblemente esto fuese mucho más complicado...

 - Oye...Orlamm, tu que sabes de dragones. ¿Si lograsemos desplazar el tesoro del dragón azul, se iría? Puede que sea más fácil entretenerlo mientras tomamos parte de sus pertenencias...si es que está protegiendo algo. y no habría necesidad de matarlo llegado el caso,...intuyo que eso sería harto complicado.

 Incluso Oropher parecía compasivo dejando a Brynhildr que pudiese tomar algo de aire, y porqué no, a Narina que pensase bien lo que podía o no pedirle al elfo solar.

¡casi lo olvido!

Antes de irme compruebo cómo van las excavaciones en Azzimmeraan, quizás han encotrado algo nuevo en las galerías

El pobre gnomo se siente intimidado por la cantidad de gente bellísima que le dobla la estatura y que comienzan a lanzarse insinuaciones sexuales como para comenzar a arrancarse las piezas de armadura allí mismo. Siente que si el no estubiera, ya habrían comenzado a desvestirse. Los tres. ¿Pero bueno, cuantas gnomas he visto yo entre la tripulación? pocas, muy pocas... ¿habrá gnomas autóctonas? ¿habrá gnomas entre las señoritas calmatripulaciones? ni me he pasado por allá. Sacude la cabeza intentando volver a la realidad. Por los dioses. Ese elfo ha conseguido que hasta a mi me entren ganas.

Respira hondo.

Vamos a ver. Vale, ¿qué me estabas preguntando? ¡Ah sí! lo del dragón. Si... le cogemos sus cosas advertirá que estamos yendo a por él e intentará algo contra nosotros, nuestro campamento o nuestros barcos, no preparados para recibir a un dragón me imagino. Los dragones cromáticos son malvados, codiciosos y vengativos, sin excepción que yo conozca. Así que lo mejor sería un ataque directo y definitivo. Tampoco creo que los nativos permitieran que lo dejáramos con vida de algún modo.

Se rasca la ceja mientras mira los arbustos cercanos. Que buen aroma tienen las plantas verdes. No huelen a mar.

Ya, pero esa es mi opinión solo, yo no soy un estratega. Pero es lo que yo haría.

Mira a los tres, en especial a la defensora.

 
Los truil'aan te informan que, limpiando y quitando cascotes de los túneles inferiores han dado con otras galerías que no están derrumbadas, pero sí a menudo son peligrosas o van a dar con otros derrumbes. Se están encargando de apuntalar los techos frágiles para poder seguir con los trabajos. También han encontrado huesos, ropas y armas, al parecer de un grupo de soldados y varias personas desarmadas.

- Tienes razón querido amigo.

 Expresó sin frustración alguna mientras meditabundo y con cierto semblante misterioso bajó su mentón mientras su mente maquinaba otras opciones.

- Y aunque no consideraba únicamente esa opción... no sería lícito poner en peligro a nuestra gente.

 Terminó por sonreir ampliamente y encogerse de hombros muy levemente mientras separaba ambas manos de su cintura.

 - Si nos hiciesemos con algún estandarte amniano o algo que indicase su procedencia podriamos utilizar al dragón azul para hacer el trabajo sucio.

 Aunque no deja de ser terriblemente arriesgado si no cae en un truco como ese.

 Lo cierto es que seguramente nos viniese bien tener unos beneficios extra para negociar con los nativos, o incluso para que la moral de los colonos se mantuviese alta durante algún tiempo. No creo que la amenaza de una guerra deje a todos convencidos de su estancia en este paraíso natural. Aunque no me preocupan las bien lideradas tropas tanto como aquellos que no hemos sido entrenados para encarar de frente una guerra.

 Quien confundiese las palabras de Oropher con cobardía estaría terriblemente equivocado. Simplemente consideraba opciones y estrategias, aunque no fuese su cometido. Disfrutaba de aquel tipo de charlas y normalmente se aprendía mucho de compañeros como aquellos.

 Quizás sólo pusiese a prueba a cada uno de ellos...o quizás sólo fuese un elfo solar al que no le importaba dar su opinión sobre el tema que fuera siempre y cuando tuviese algo meditado que decir.

 - Sé que no es trascendente, mi apreciado amigo, pero confio en tu criterio.

 Le dedicó aquellas amables palabras al gnomo y le dedicó una sonrisa sincera de camaradería. En resumidad cuentas le ofrecía la opción de dar su opinión al explorador siempre que quisiera, ¡sería bien recibida!

 Ya eran un equipo.

-Enfrentarnos al dragón no tiene por que conllevar la perdida de vidas. Solo hay que encontrar el momento adecuado. Vereis, si localizamos su guarida...no tiene por que despertarse siquiera. El hechizo de ataque más famoso es la bola de fuego ¿no? Bueno, pues los dragones azules no son como los rojos, no resisten el fuego. 20 bolas de fuego cojnuradas a la vez sobre el dragón...quizá no lo maten...pero lo dejarán muy muy tocado...las siguientes 20 bolas, si que lo matarian, creo yo. ¿No os parece? No es necesario liarse a guantazos con un dragón. Ni necesario ni aconsejable...-

Narina da su opinion, no le sigue el juego al elfo, no más...por ahora...da a entender su caida de pestañas.

Fascinante... Digo, para mis adentros.

Phynoleidon-Digo, preguntándole al dragón- ¿Podrías devolverme mi amuleto? No me gustaría luchar sin él, mi espíritu no encontraría el camino hasta donde estoy...

De la soledad del desierto al agobio de la multitud se llevaban unos pocos días y cuando encima te ves obligado a hacer de intérprete sin no puedes escabullirte resulta excesivamente pesado.

- Claro.

Respondo entregándoselo, sorprendido de que aún lo conservara y lo huiera dejado caer en algún lugar perdido entre tanto viaje. Desafortunadamente, hay algo que me inquieta y me distrae con más fuerza que el aburrimiento de ésta situación.

- Jaina Owlsinger, ¿dejaste tropas en la ciudad?

Miro a Phynoleidon, asintiendo gravemente:

más de cuatrocientos hombres dispuestos a luchar, entre ellos chamanes y hombres cielo. Nuestra misión en las estepas es clara, Phynoleidon, pero no desprotegería a mi pueblo jamás...

Cambiando la expresión a una más amable le interrogo:

¿que has podido averiguar de estos tipos de aguas nuevas? Por cierto, debo agradecerte que velases por los Truil'aan al traerlos ante mí, Dragón, te lo agradezco.

Parecen diferentes de los Amnianos... Pero en sus ojos brilla la codicia, y eso me preocupa... Aunque parecen respetar nuestras tierras para ser extranjeros.

- Son diferentes, puede que no mucho, pero lo son. No me atacaron nada más verme y cuando les pedí que vinieran para probar su inocencia no se negaron a ello.

Le respondo en tono preocupado por los movimientos que pudiera hacer el dragón azul durante nuestra ausencia, porque de seguro que cuatrocientos guerreros no le supondrían mucho problema si se dedicaba a ir mermándolos poco a poco.

- Cuentan con unos mil guerreros con armaduras de acero, aunque son muchos más. Parece como si vinieran con intención de quedarse y no simplemente en busca de algo.

Mil?! ¡Por todos los espíritus!-Exclamo, sorprendida.

-No esperaba que hubiese tanta gente en Mundo Grande... Por todos los seres que caminan... Si realmente vienen a quedarse será mejor manejarlos con cuidado... No confío en ellos, pero es desde luego provechoso tenerlos de nuestro lado...-Digo más para mi que para el dragón.

¿Podríais avisar a Virstania de que partiremos para ahí de inmediato? Quizás ella haya tenido algún imprevisto; me gustaría corroborar que las tropas marchan sin peligro.

- Como quieras, pero tened cuidado con el azul.

No me cansaría de advertirlo una y mil veces mientras continuara por las cercanías.

Tenemos que solucionarno cuanto antes.

Me repito para evitar olvidarme de él y de los estragos que pudiera llegar a causar mientras levanto vuelo en busca de los leorak y el dragón dorado.