Partida Rol por web

Una vez más el comunicador crepitó pero esta vez para el pelotón, era el sargento Carlson: Sheriff, espero que supere a su predecesor...Tequila era un buen tío pero demostró no dar la talla dejándose matar.

El sargento Sheriff responde "La batalla aún no ha terminado, Sargento Carlson. Quizá se encuentre con Tequila antes de lo que piensa. Corto"

Sheriff apunta mentalmente al sargento Carlson como parte de las bajas por fuego amigo.

"Pelotón, reunámonos en mi posición y ataquemos por el flanco a esos bichos. "

Os movéis cubriéndoos con la vegetación evitando descubrir vuestra hasta que llegáis a la distancia óptima para vuestras armas, esta vez no os van a pillar por sorpresa.

Atacar como si no hubiera un mañana

El sudor le empapaba la cara, y eso le tocaba los huevos, así que como un macho alfa se rasgó una manga y se puso un trozo de tela en la frente a modo de bandana.

Un segundo... dos... tres... cuatro... Se escuchan las pisadas alienígenas, pasan de largo. Uno, dos, tres, cuatro... Varias sombras parecen acechar desde el cielo, pero pronto se dirigen hacia otro grupo de soldados que estaban siendo demasiado escandalosos. *Pum... Pum...* — y cada vez se escuchan más cerca las pisadas del puto bicharraco enorme.

El corazón le iba a tope a Benito: estaba cagao de acojone, pero a la vez tenía la adrenalina por las nubes, incluso se empezaba a empalmar el cabrón; se notaba que al tío le iba la marcha. Mira a sus compañeros, les hace un par de señas indescifrables, pues el capullo no se había molestado en estudiar dicho lenguaje más allá de lo visto en películas propagandísticas peta-aliens del gobierno de Terra para incitar a civiles a alistarse en el ejército y, con una sonrisa que pretendía ser de complicidad pero dada la situación más bien pareció de subnormal, sale de su escondite y aprieta el gatillo como un desgraciado.

Lo peor (¿o mejor?) de todo es que en pocos segundos hace una buena escabechina, llevándose a unos cuantos bichos por delante y dando un poco por culo (en sentido figurado, de momento) a la mole caminante: un disparo limpio entre ceja y ceja a lo que parecía ser un velocirraptor; otro disparo certero en el ala de un pajarraco resacoso, haciendo que se estampe contra un árbol, se empale en una rama y vomite su propio ácido corrosivo sobre sí mismo; otro disparo que revienta a una culebra que tenía intención de enroscársele en la pierna, haciendo que por la reacción su sistema nervioso expulsara todas sus putas púas de una, provocando un efímero espectáculo de fuegos artificiales de púas... El Hijoputa estaba que se salía, se podría decir que se estaba desquitando el cabrón.

En un momento de lucidez cayó en la cuenta de que la puta mole debía de tener un pellejo más grueso que el de su prepucio, así que antes de dispararle sobrecargó su arma, tal y como hizo hace no mucho contra las culebras cabronas, y le disparó apuntando al cuello: le arrancó de cuajo un trozo de piel y carne colgandera; no parecía una herida fatal, pero al menos le había abierto una brecha en la que centrar el fuego sin temor a que su piel bloqueara los disparos.

JJJEjejeje... - ríe como hijoputa que es tras escuchar el rugido de molestia del ser. Sin embargo, todavía mantiene la suficiente concentración en el combate como para no alzar la voz y esconderse mientras sus compañeros le cubren.

Tras la actuación de Jiménez parecía que los alienígenas comenzaban ya a darse cuenta de su presencia, y cuando Akira comenzó a disparar a las extrañas criaturas que volaban sobre su cabeza encontró difícil acertarles, ya que se movían y giraban esquivando los disparos. 

Una y otra vez, los estallidos de energía azul se perdieron en el firmamento, mientras Akira maldecía por lo bajo. Finalmente, se le ocurrió una idea, recordando el funcionamiento de las armas antiaéreas. Se agachó, y recogió una gruesa rama del suelo, un tronco hueco relleno de piedras y desperdicios. Recurrió a uno de los pocos sistemas de la armadura que seguía funcional. 

-¡Aumenta la potencia en el brazo derecho!

Súbitamente notó el tirón de los sistemas hidráulicos al activarse, y lanzó el tronco relleno de piedras al aire, allí donde los horrendos pájaros les sobrevolaban. Inmediatamente, antes de que cayera, disparó, pero no a los pájaros, sino al tronco, empleando la energía de dos disparos normales en uno solo. 

La madera explotó, y las piedras, las ramas y los desperdicios de su interior salieron despedidos como la metralla de una granada de fragmentación, golpeando a dos de las desprevenidas alimañas voladoras, que, enfocadas en esquivar los láseres, no habían advertido la lluvia de mortíferas astillas y fragmentos de roca que se les venían encima. La improvisada metralla atravesó sus cuerpos y destrozó sus alas, en una nube de sangre que salpicó a todos los que se hallaban debajo. Los alienígenas se precipitaron al suelo, estampándose en caída libre contra la dura corteza de los árboles y las ramas, de tal manera que a tierra solo llegaron fragmentos dispersos de huesos y piel. 

Sheriff contempló el panorama. Montañas de carne sauria se extendían ante sus ojos. Por fin su pelotón se libró de la emboscada. Sheriff sonrió satisfecho por el éxito de su plan. Pese a todo, no la tenían todas consigo. Todos estaban malheridos, sus armaduras se desmoronaban, y los bichos no abandonarían la existencia sin pelear. Pero todo eso no importaba ahora. Era la hora de llevarse a todos los que pueda por delante, y después, ya veremos.

El cañón de energía escupió una ráfaga de plasma sobre la fauna, mandando a todo lo que toca al infierno reptiliano.

Una mezcla entre gruñido y alarido salió de la enorme boca del dinosaurio líder cuando Jiménez le alcanzó, su manada sufría pérdidas rápidamente al no haber podido aplicar su táctica de emboscada en un terreno semiabierto y los extraños que habían llegado a su planeta los estaban exterminando. Un nuevo rugido sonó como una orden para sus tropas que se reagruparon y se lanzaron a la carga pillando a muchos soldados por sorpresa, entre ellos Pedraforca que se vio superado por el flanqueo de dos bichos de dientes afilados.

Filofrío desvió su atención hacia los alienígenas voladores y los terrestres no dudaron en aprovechar esa ventaja, varias serpientes lanzaron sobre ella espinas que nuevamente se clavaron en su carne recordándole lo mucho que eso duele.