Partida Rol por web

Poco habían avanzado por aquella maldita jungla llena de animales extraños y con mala pinta, cuando el terreno cambió, pasando a ser pantanoso. Si no fuera por la armadura, probablemente estuvieran ya derrotados por las propias condiciones de humedad, calor y aguas estancadas del propio planeta. El sensor de calor, que debía de avisarle de objetivos acercándose, mostraba todo su radio como una mancha roja: entre el propio calor del ambiente y la cantidad de formas de vida que le rodeaban, era inútil. Trató de fijarse con atención en sus alrededores, pero no pudo ver la serpiente que se abalanzó de pronto contra ella y le mordió, rápida como el rayo, bajo la rodilla, arrancando una placa de armadura. Fue tan sorpresivo que trastabilló y cayó sentada a tierra, mientras veía cómo otras serpientes se lanzaban hacia ella con sus terribles dientes dispuestos. 

Sin embargo, de pronto Sheriff comenzó a disparar como un loco a todo lo que veía, y una explosión de ramas, hojas, trozos de fauna local y desperdicios les cayó encima, generando por un momento una distracción que hizo que las serpientes se pararan en seco, dando a Akira el tiempo justo para levantarse y recuperarse antes de que volvieran a la carga. Agradeciendo mentalmente la actuación de Sheriff, desenvainó la espada y lanzó un poderoso tajo a una serpiente, que había dado un salto fuera del agua y se lanzaba hacia ella. En su impulso, no pudo parar antes de encontrarse de frente con el filo del arma, que le entró por la mandíbula y siguió, seccionando su columna vertebral, hasta partirla en dos a lo largo en medio de una explosión de sangre púrpura, que manchó su armadura e inundó los charcos pantanosos a sus pies. Los dos simétricos trozos de la serpiente cayeron al suelo y se hundieron lentamente en el agua turbia, mientras Akira, con su espada goteando, buscaba la espalda de sus compañeros para no ser rodeada. 

Nuevamente las criaturas autóctonas hacían de las suyas, y nuevamente la oportuna intervención de uno de sus subordinados les había salvado el culo. -¡Le debo una, Cabo!- Exclamó Tequila, quien aún debía lidiar con el maldito ser cuyos colmillos permanecían insertados entre las placas de su armadura en una de sus piernas.

Era asombroso como las fauces de que aquellas sabandijas lograban atravesar de tal forma la fuerte armadura de los hijos de Terra. La afilada dentadura causaba un penetrante dolor que llegaba casi hasta los huesos. Tequila tomó su rifle de postas y rápidamente apuntó hacia la aún clavada cabeza del ser para realizar un único y sonoro disparo. El tiro fue perfecto, la munición alcanzó únicamente el cráneo del serpentino, el cual explotó en miles de diminutos pedazos mientras el cuerpo al que alguna vez estuvo unido se movía agonizante sobre el suelo. -Arghh.- No pudo evitar dejar escapar un quejido cuando sacó con sus manos los punzantes colmillos de entre las placas de la armadura. --Maldición, espero que no sean venenosas.-- Pensó mientras retrocedía unos cuantos pasos para poner al resto de criaturas en la mira de su rifle.

El Cabo Sheriff, consciente de que su arma es ineficaz a corta distancia, consigue retroceder unos valiosos metros, mientras dispara para cubrir su retirada estratégica.

Benito estaba caminando en la retaguardia del grupo conforme se adentraba en la jungla; de vez en cuando se echaba a un lado para tener el culo de Akira a la vista —…¿es un tío o una tía?— esa pregunta tenía monopolizado el pensamiento del soldado. Se baja el visor para comprobar los datos de la soldado —… … …— su nombre, su arma, fecha de incorporación al ejército y mil mierdas más que no le importaban —¡¿ES UN TÍO O UNA TÍA?! PUTOS CHINOS JODER*—. No había cosa que le diera más coraje que empalmarse con un tío creyendo que era una tía, por lo que antes de ocupar la mente con guarradas, se acercó a Pedraforca para tratar de hacerle la pregunta en voz baja…

…Hasta que de repente... *CHSSSss* —¿Huh?— Benito apenas escucha a las culebras alienígenas antes de que el puto cherif le salvara el ojete y a la vez estuviese a punto de matarle del susto — *BOOOM* — se escucha el cañonazo —¡¡COOooOOoÑOOO!!— y de repente el culo de Akira pasó a modo «standby» en la mente de Jiménez.

La silueta del resto de soldados se marcó de color verde en el visor de Benito, mientras que la de los alienígenas detectados de color rojo. Pero no, no hacía falta hacer uso de esa herramienta para novatos para darse cuenta que tenía a una puta bicha de esas amarrada en la pierna, tratando de morderla con saña.

—¡¡HIJA DE PUTAAAA!!— grita Jiménez, más que por mero frenesí de batalla, por el puto susto añadido que supone la puta culebra en la pierna al bombazo del Sheriff. Con la pierna que tiene libre, le pega un pisotón a la serpiente en la zona que todavía no se ha enroscado en su pierna y aprieta el gatillo de la ametralladora como si no hubiera un mañana. Apenas precisa de tres segundos para dividir a la serpentina criatura en dos, no sin antes destrozarle parte de la zona inferior del cuerpo mientras intentaba concentrar los tiros en un solo lugar: trozos de escamas, sangre, músculo y vísceras salen disparados sobre las aguas pantanosas, tiñéndolas levemente e inundándolas de las ondas que produce la caída aparatosa de lo que una vez perteneció al mismo ser.

Se escucha el desagradable sonido de la evaporación repentina del agua conforme caen los proyectiles láser sobre ella, hasta que Benito suelta el gatillo y vuelve a mirarse la pierna… ¡la hija de puta todavía estaba ahí, clavando sus colmillos! Y sin embargo, con cierta parsimonia, el soldado mueve relajadamente su arma y apunta a bocajarro sobre la cabeza alienígena —Si me querías comer algo has apuntado mal, hija de puta— dice sonriendo justo antes de volver a apretar el gatillo, reventando la cabeza del animal y haciendo que del propio impacto los colmillos se desengancharan.

Y tras ello, Benito se da cuenta de que los jefes están retrocediendo —¿A dónde coño van?— Sea como fuere él no iba a quedarse atrás, no vaya a ser que hayan visto alguna mierda chunga y se hayan callado para saber qué. La paranoia cortocircuitaba de vez en cuando la mente de Benito, era de esperar**.

Las serpientes alienígenas son sorprendidas por la reacción del cabo y eso les hace ser más lento que de costumbre. Entonces sus presas comienzan a cortarlas y pisotearlas destrozándolas, reduciendo su número rápidamente. Los bichos sisean y muestran sus dientes de forma amenazadora intentando reponerse y volver al ataque.

Hug avanzaba detrás del sargento Tequila y delante de Benito intentando concentrarse después de la desastrosa actuación desde que había pisado este planeta.

Los sensores de climatización de la armadura por fortuna funcionan perfectamente a pesar de que los indicadores de humedad y temperatura no paran de subir al llegar a 100 el de humedad y no ver gotas de lluvia en el visor creo que se ha averiado pero al instante siguiente noto que nos introducimos en un pantano lo que dificulta nuestro avance. Los servomotores necesitan aumentar la potencia para desenganchar nuestros pies del fango del fondo.

Mientras avanzamos así el sensor de proximidad se pone en naranja al llegar Benito a la distancia en que podíamos chocar sino sincronizábamos perfectamente nuestros movimientos. El láser de comunicación me indica una petición de comunicación de Benito, cuando la acabo de autorizar sólo me da tiempo a oírle decir Hug cuando estalla el caos. Saltan serpientes sobre todos nosotros por todos lados hasta que el cabo Sheriff activa su arma en fuego automático haciéndolas volver a sumergirse.

Me pongo a girar con mi hacha buscando donde están ahora y cuando me vuelve ha aparecer una descargo un hachazo potenciado por los servomotores de la armadura. Justo en ese momento soy consciente en una fracción de segundo de que no he modificado la fuerza suplementaria que programe por los dinosaurios. Fallo apenas rozando a la que tengo delante y la fuerza suplementaria desequilibra toda la armadura haciéndome caer de bruces en el fango quedando atrapado en él y tardando unos minutos en reincorporame y que queden limpios los sensores así como el visor del casco.

Akira vio cómo las serpientes retrocedían, un poco amedrentadas por la férrea resistencia que se habían encontrado en las armas del pelotón, y pensó que se retirarían. Sin embargo, tan solo estaban reagrupándose, y pronto volvieron a la carga.

Un vistazo bastó a Akira para ver que el estado del pelotón no era ni mucho menos el óptimo. Casi todos tenían heridas en las piernas, Hug incluso se había caído al fango y se levantaba limpiando los visores. Podrían resistir un asalto más, pero quedarían muy desmejorados, y la misión aún no había terminado.

Akira decidió que debía darles tiempo para recuperarse. Localizó un charco fangoso que parecía más o menos profundo, y sacó una granada de su cinturón.

De una zancada se situó delante de él y tiró de la anilla de la granada. Introdujo el brazo hasta el hombro en el charco, dejando la granada ahí, y rápidamente se retiró de un salto.

-¡A cubierto!

El explosivo reventó inmediatamente en el interior del charco, lanzando una lluvia de agua pantanosa, algas, desperdicios y trozos de renacuajos destrozados despedidos en todas direcciones, en un caos que barrió el pantano durante el segundo necesario para que las serpientes se detuvieran, sorprendidas.

Akira se apresuró a limpiar sus visores mientras se reagrupaba con sus compañeros.