Partida Rol por web

Aquella zona del distrito sesenta y dos no se diferenciaba mucho de otros territorios más cercanos al Seireitei, excepto quizás en su desbordante naturaleza. No había árboles especialmente grandes ni antiguos, pero por todas partes los arbustos y matojos intentaban recuperar el terreno perdido ante los extensos campos de arroz, dándole al paisaje un profundo color verde que contrastaba con las pocas casas que en él había.

Los campesinos habían construido sus hogares en un núcleo concentrado en el centro de los cultivos, un sencillo pueblo en el que parecía existir una actividad constante pero relajada. A las afueras del mismo, un pequeño fuerte de madera se alzaba en lo alto de una colina: parecía haberse levantado recientemente, y no resultaba difícil imaginar que desde su  empalizada podría vigilarse todo lo que sucediera en varios kilómetros a la redonda.

Las vendas les transportaron casi instantáneamente hasta su objetivo, pero aún tardaron unos instantes en dejar de agitarse a su alrededor y caer al suelo con un débil susurro.

Apenas se deshizo aquel vórtice de cinta blanca, el instructor hizo una señal a los aspirantes para que se desplegaran por la zona -un pequeño claro entre los arbolillos que les rodeaban, cerca del camino que llevaba al pueblo- y se acercó hacia Nirui- Déjame que mire esas heridas...

Miyamoto se paró para saborear el frescor de la noche, disfrutando de aquel aire que tanto se parecía al de su aldea natal. Había días que maldecía la monótona rutina que reinaba en su zona, pero lo cierto es que se alegraba de haber sido asignado allí; aquel pequeño pueblo era su premio por estar entre los trescientos mejores de la Quinta División, un sitio apartado y tranquilo, sin las preocupaciones de las grandes urbes.

Un suave rasguido quebró el silencio que le rodeaba. Lo había escuchado demasiadas veces como para no saber lo que vendría a continuación, así que se limitó a suspirar mientras desenvainaba su zanpakutô, girándose hacia la grieta que ya empezaba a abrirse. Era considerablemente grande, incluso para la monstruosidad que con toda seguridad saldría de ella, y se alzaba a varios palmos del suelo.

El shinigami levantó su espada, preparándose para eliminar al enemigo en cuanto apareciese, pero algo paralizó sus músculos. Aquel sonido se había repetido, más fuerte que antes, a su espalda... por encima de él... a su izquierda... Sus ojos observaron horrorizados como las Puertas empezaban a crearse en todas direcciones, cubriendo el mundo con su negrura insondable.

Un escalofriante chillido le hizo mirar de nuevo a la primera, y lo que vio destruyó las pocas esperanzas que pudieran quedarle: una descomunal máscara blanca, de casi veinte metros de altura, luchaba por colarse en aquel plano. Incapaz de hacer otra cosa, Miyamoto cargó hacia su fin con un poderoso grito de guerra.

Y así, durante un instante, el cielo se tiñó de rojo.

Zaraki abrió los ojos sobresaltado. Aquel sueño... había sido demasiado real...

Miró a su alrededor para confirmar que todo seguía sin novedades. Le resultaba casi increíble que se pudiera haber quedado adormilado en un momento como ese, pero no era para menos teniendo en cuenta la interminable espera.

Aún tuvieron que aguardar casi ocho horas a que sus compañeros llegaran -tiempo en el que los aspirantes de la sexta se dedicaron principalmente a dormitar y comer las numerosas bayas que había por la zona- pero finalmente se produjo el tan esperado vórtice de vendas y Hikaru y Mizuki se materializaron en el claro junto a los dos reclutas que les acompañaban.

¡Menos mal! -exclamó un aliviado Daisuke- Ya creía que os habrían atacado por el camino... -su voz parecía marcada por una verdadera preocupación, y enseguida se acercó hacia los cuatro aspirantes para comprobar que todos estuviesen bien- Parecéis agotados -comentó- ¿Queréis que descansemos aquí otra hora antes de empezar con nuestro trabajo?

Al llegar tome un poco de aire y le respondí a mi supervisor:
-“Bueno fue un viaje un tanto agotador, pero ya estamos bien. Usted dijo que de ser posible no entraríamos en combate con los rebeldes, pues bien si eso se sigue manteniendo entonces podemos ir, ahora si teme que el combate sea inminente entonces aceptare su oferta de descansar una hora mas.  Por cierto, alguna novedad que tengamos que saber?”-

Kano Zaraki se encontraba lleno de vida, su afición por la vida era la justicia y combatir el mal, no le gustaba nada tener que quedarse sentado. Yo sigo tus intrucciones, si deseas que avancemos, lo haré, de la misma manera que si prefieres que nos mantengamos... 

La joven noble, que había aparecido junto a Hikaru y los otros dos aspirantes que se habían quedado atrás, se concentró en recuperar el aliento mientras hablaba- Si Kuchiki no necesita descansar yo tampoco -aseguró orgullosa, aunque no parecía en condiciones de llevar a cabo ninguna tarea más allá de continuar respirando agitadamente.

Asaltado por las palabras de los subordinados a su cargo, el instructor se quedó unos momentos intentando tomar una decisión- L-la verdad es que no estoy seguro de que se entreguen pacíficamente... -aceptó al final, bajando la cabeza mientras pensaba una respuesta para la pregunta de Hikaru- Podemos quedarnos aquí un rato para que descanséis... algunos de vuestros compañeros han dado una vuelta para explorar mientras estabais fuera, así que nos podrían contar mientras tanto lo que han descubierto...

Uno de los reclutas se adelantó como si la sugerencia de Daisuke hubiese sido una orden militar- ¡No hay mucho más de lo que podéis ver desde aquí, señor! -presentó su informe con exagerada reverencia- Por lo que hemos visto, los únicos que llevan armas se concentran en el fuerte que hay en la colina -Nogushi se recolocó las gafas mientras empezaba a explicar- Deben de ser entre treinta y cincuenta, pero no han dado muestras de tener ninguna habilidad especial... puede que los que han desarrollado alguna clase de poder sean los jefes, o quizás estén mezclados con las almas corrientes.

En cualquier caso, deberíamos idear algún plan para que se descubran -se atrevió a dar su opinión- y esperar que sólo sean unos pocos, pues si todos los rebeldes saben usar su reiatsu les resultará bastante fácil vencernos...

-“Entonces lo mejor seria esperar a la noche y atacar por sorpresa, destruir su defensa con kidos como el Shakaho o el Shokatsui y luego entrar al combate directo hasta llegar a sus lideres, con esa estrategia nos aseguramos el estar todos al 100% y el factor sorpresa, claro que la decisión final es del comandante-dije mientras ponía la mano sobre la cabeza de Shihôin- y tu deja de intentar superarme, no lo lograras…”-

Las mejillas de la joven se sonrojaron ligeramente ante las palabras de Hikaru, un rubor que contrastaba vivamente con su delicada y pálida piel. Gruñendo de indignación, Mizuki rodeó el brazo de Kuchiki con sus pequeñas manos y flexionó ligeramente las rodillas para darse impulso. Antes de que nadie pudiese reaccionar, los dos habían desaparecido con un breve zumbido.

Por lo que parecía, Shihôin había utilizado un shunpo para transportarlos a ambos quinientos metros hacia el cielo. Desde aquella altura podían contemplarse los verdes parajes que rodeaban el pueblo de aquel distrito, e incluso las montañas que se alzaban a lo lejos. Los pies de la joven parecían apoyados en el aire -como sostenidos por una plataforma invisible- y sujetaba a Hikaru para que no cayese hacia el suelo.

En.. en lo sucesivo espero que sepas tratar a una dama de mi categoría -la chica consiguió esbozar una sonrisa de superioridad a pesar de su agotamiento, aunque el fuerte viento apenas dejaba oír lo que decía- Podría acabar contigo sin siquiera despeinarme, y lo haré si vuelves a ofenderme...