Partida Rol por web

Tu hermano te mira de medio lado, apesadumbrado pero agradecido, cuando le muestras tu apoyo. Incluso logras arrancarle una amplia sonrisa bromeando sobre Liss, que no logra apagar su triste mirada pero la vuelve algo menos dolorosa.

Lo se, Melissa, gracias. -Es todo lo que dice cuando le das un beso, y ambos os apeais del vehículo.

Al bajar del coche, no puedes evitar echar un buen vistazo a esos dos hombres. No a ellos en particular, que eso ya te has fijado desde el coche, sino lo que andan haciendo. Parece, a primera vista, una sencilla conversación informal, y sin embargo hay algo que no te cuadra. Quizás estés paranoica, y encima no los conoces lo suficiente, pero dirías que hay cierta tensión entre ellos que ambos se esfuerzan en disimular.

Sólo apartas la mirada cuando el tipo de las gafas, Patton, se gira y te mira. Efectivamente, por un instante comprendes a tu hermano, cuando dice que ese tipo le pone nervioso. Esa mirada es tan fría como desconcertante.

No así la del otro tipo, Jefferson, cuyo aspecto y actitud le hacen parecer más cercano, simpático, uno de esos rostros que se ganan a la gente con la primera impresión. No te extraña que haya decidido meterse en política...

No me creo una sola palabra de lo que dice Patton. Nunca lo hago, desde que le conozco. En realidad, pongo en tela de juicio todo lo que oigo dentro de este corrupto edificio, pero lo que venga de Patton más aún. ¿Habitual en campaña? Me ha tomado por idiota. Aunque eso es buena señal, si quiero enterarme de lo que realmente pasa, mejor no parecer demasiado listo...

De modo que ni respondo a su "excusa", sólo asiento sonriente como si aceptara sus explicaciones, dando a entender que tampoco le doy importancia al asunto. Es entonces cuando le veo mirar a un lado, y este tipo siempre controla la situación de modo que ha visto algo. Sigo su mirada y veo salir de un coche a una pareja, una guapa pelirroja de grandes y llamativos ojos y un hombre... Espera, a ese le conozco.

Y Patton también, se le ve en la forma en que le mira, y en la forma en que vuelve a mirarme sin saludarle se ve que no le hace gracia verle.

Oh... Vale... Juguemos...

¡Inspector! -Saludo efusivamente, alzando la mano y dedicándole a él y a su acompañante una amplia sonrisa de las mías, mientras ne encamino hacia ellos con la esperanza de que Patton, con sus modales exquisitos, no tenga más remedio que seguirme- Es un placer volver a verle. -Le ofrezco mi mano- Lo lamento, no me quedé con su nombre cuando nos conocimos...

Whedon. -Interviene Patton ajustándose la corbata, en un gesto de lo más estirado y altanero- Inspector Ethan Whedon, hijo de la comisaria de policía. Bueno, ambos lo son... -Añade en clara referencia a ti- Buenos días, por cierto.

Puedes notar como Ethan se pone tenso, clavando en Patton una dura mirada, aunque esta se suaviza cuando estrecha la mano de Jefferson, quien parece percatarse de la situación y también te ofrece su mano, mientras Ethan te presenta.

No sabía hasta que punto le habían servido mis palabras a Ethan, pero sentí que su agradecimiento era sincero.

Bajamos del coche, y yo ya iba con la idea de tener que saludar a aquellos dos tipos, y es que hacer como si nada cuando eran las dos única personas en la vacía plaza sería dar muy mala imagen como miembros de la policía. Sin embargo, cuando me di cuenta de que Patton nos miraba y prescindía del saludo, me percaté de que no todos éramos de la misma opinión.

Aquella mirada se me clavó, fría como el hielo, un tipo inquietante; inquietante y maleducado, para ser el ayudante del Alcalde. Miré a Ethan, esperando cual era su reacción, y es que si mi hermano no quería acercarse, no sería yo quien lo hiciera. Pero no hizo falta que tomáramos nosotros la decisión, y es que Allan Jefferson me sorprendió llamando a Ethan.

El saludo se prolongó algo más cuando se acercó hasta nosotros, ofreciendo su mano a Ethan y disculpándose por no recordar su nombre. Patton no tardó en aportar el dato, su nombre y algunos más, como que yo era su hermana. Noté como Ethan miraba a Marcus Patton, casi en un duelo de mirabas, pero vi como mi hermano se relajaba algo al estrecharle la mano a la promesa política rubia.

Jefferson me tendió la mano a continuación, mientras Ethan me presentaba.

-Así es, Melissa Whedon, mucho menos popular que mi hermano… - comenté con una sonrisa, estrechando la mano del hombre, bromeando con que Patton no me conociera. – Buenos días a ambos. – tendí entonces la mano a Patton, saludándole también.

Miré un momento a Ethan, al que no acababa de ver relajado, y decidí ser yo quien hablase.

-Un poco temprano para la pegada de carteles, ¿No? ¿Ultimando los preparativos? – pregunté mirando a ambos.

Mis ojos probablemente traicionen a mi sonrisa cuando oigo a Patton presentando a la pareja. Una rápida mirada casi de reojo, que por un breve instante convierte mi sonrisa amable en una de pura cortesía. Me molesta la forma en que este tipo trata de asumir el control de la situación, algo que hace a menudo, incluso ante el mismo Johnson. A veces me pregunto quien ostenta el verdadero poder.

Claro que, entonces, Johnson se encarga de recordármelo...

¡Vaya! Eso sí que es tradición familiar... -Le resto importancia al comentario de Patton. Si pretendía menospreciarlos por ser hijos de su jefa, no es algo que le vaya a permitir tan fácilmente. A ella no la conozco, pero el inspector Whedon se portó bien conmigo cuando murió mi hermano, fue muy honesto. Y la honestidad no parece abundar en esta ciudad- Un placer, Allan Jefferson. -Me presento al estrechar la mano de Melissa, aunque por su comentario acerca de los carteles diría que ya lo sabe- Por fortuna, esa pegada de carteles es algo de lo que voy a librarme, ¿no es así, Patton? -Ver al ayudante del alcalde asentir con incomodidad bien vale la pregunta- Aunque sí, parece que aprovecharemos la mañana para ultimar detalles de la campaña. Por cierto, inspector, no tuve ocasión de agradecerle el esfuerzo en el caso de mi hermano. -Puedo notar cómo se pone tenso, puede que crea que es algún tipo de reproche irónico, nada más lejos de la realidad. Soy consciente de que de verdad deseaba lograr más, como espero haya muchos más en esta ciudad. Tal vez, con el tiempo, la gente como él pueda recuperar Metro City. Tal vez, lo que pretendo hacer ayude- Se que hizo usted todo lo que pudo. Es cuanto se puede pedir, la ciudad necesita más gente así. Tal vez, si las cosas salen como espero, podamos colaborar en el futuro y cambiar las cosas...

Mientras Allan Jefferson habla con Ethan, te fijas en el modo en que ese tipo de sonrisa fácil logra cambiar la expresión de tu hermano. Su mirada se dulcifica, y detectas un brillo que no habías visto desde hace demasiado tiempo, cuando salió de la academia de policía lleno de ilusiones.

En cambio, en Marcus Patton detectas todo lo contrario. Ese hombre está visiblemente incómodo con la conversación, o con la compañía. Puede que ambas.

Quizás podríamos ir entrando. -Dice, tratando de interrumpir- La reunión del alcalde Johnson y la comisaria Whedon debe estar a punto de concluir...

Sonreía con orgullo ante el comentario sobre la tradición familiar. Mi familia llevaba generaciones al servicio de los ciudadanos de Metro City, desde que comenzó a conformarse esta ciudad, y eso es algo de lo que siempre he estado orgullosa. Siempre hay quien intenta darle la vuelta a la tortilla, pero los comentarios acerca de enchufes y similares hace tiempo que dejaron de importarme; y es que cualquiera con dos dedos de frente podía ver que mi madre nos exigía a nosotros el triple que a cualquier agente.

Me hizo gracia la respuesta de Allan sobre la pegada de carteles, contento por librarse de semejante acto, completamente anticuado a mi parecer. Me quedé observándolo mientras hablaba con Ethan. Me llamó mucho la atención la forma en la que hablaba de su hermano, que apenas había muerto un mes atrás. Me preguntaba si sería una pose, si mientras le mencionaba sentía ese nudo en el estómago que tanto me costó a mí deshacer después de la muerte de Aidan, o si por el contrario la muerte de su hermano no le había afectado tanto.

También me preguntaba si sus palabras de elogio hacia Ethan y esa posibilidad de colaboración eran verdaderas. Sin duda sonaba sincero, convincente, pero esa era la labor de los políticos. Miré a mi hermano, y pude ver cómo él si le creía. Se le veía en los ojos, en esa chispa de esperanza que parecía haber aparecido en ellos de repente.

Pero no todos parecían tan contentos con la conversación, y de pronto, Patton interrumpió, invitando a Jefferson a entrar.

¿Reunión con el alcalde? Si ella está aquí… ¿Para qué quería que viniéramos? ¿Qué pasa?

Miré a Ethan, tratando de saber si sabía algo sobre eso, antes de volver a dirigirme a Jefferson y Patton.

-No se preocupen por nosotros, también tenemos trabajo. – dije poniendo el maletín frente a mí y agarrándolo con ambas manos. – Ha sido un placer. – dije con una sonrisa, sólo sincera en el caso de Jefferson. - Por cierto, si me permiten una sugerencia... - comencé a hablar, aun a sabiendas de que me podía costar una dura mirada de mi hermano. - La gente mira más su teléfonos móviles que las paredes, sería buena idea cuidar más su participación en las redes sociales que la pegada de carteles. Mucho más eficaz y económico... Claro que, yo tampoco sé nada de política... - esbocé media sonrisa, tratando de quitarle importancia a mi comentario.

Tal vez en el futuro, señor Jefferson. -Responde Ethan a la propuesta de Allan, de forma lo bastante vaga como para no comprometerse, pero al mismo tiempo con una sonrisa ilusionada que trata de contener con comedimiento- Vamos adentro entonces, Melissa. -Mientras lanzas esa propuesta de campaña tu hermano abre los ojos sorprendido, pero no dice nada, tan sólo espera a que te decidas a acompañarle, aunque sientes que no le ha gustado demasiado- Señores, ha sido un placer.

La respuesta de Whedon es todo lo positiva que podía esperar. Al menos planto una semilla, esperando que algún día de sus frutos. Todo forma parte del gran plan, o lo haría si realmente tuviera uno, que es lo que debería. Un plan ambicioso, complejo, en que estén calculadas todas las variantes, en que estén medidos los plazos y las fases, y que termine con mi objetivo cumplido. No tengo ese plan, no se muy bien lo que estoy iniciando ni a donde va a llevarme. Pero lo que sí tengo claro es que no puedo hacerlo sólo.

Esta ciudad no puede ser redimida por un sólo hombre.

Necesitaré aliados. Puede que no hoy, ni mañana, pero tarde o temprano sí. Y no conozco suficiente gente decente, pero debo esforzarme en que eso cambie. Y Ethan Whedon parece un buen primer paso.

Allan, por favor, sólo Allan. -Le pido que me tutee, extendiéndolo a su hermana Melissa al mirar a ambos. Entonces ella deja clara su amplitud de miras renovadoras y cierta dosis de descaro al hacer una propuesta sobre la campaña. No es que el asunto de la campaña en sí me interese lo más mínimo, carezco de ese espíritu político en realidad, pero la propuesta me gusta, y aún más la forma de exponerla. De modo que, al oírla, me echo a reír con simpatía- Jajaja, yo tampoco se nada de política, pero me parece una gran idea. Se la comentaré a Johnson, quizás tenga alguna vacante en su equipo de campaña...

Aunque lo cierto es que preferiría que esta chica se quedara fuera de eso. Ese equipo, y el ayuntamiento en general, es un nido de víboras. Si es tan honesta como su hermano, haría bien en mantenerse alejada.

El placer ha sido mío. -Me despido, aunque dudo que por mucho tiempo- Supongo que nos veremos en seguida, ahí dentro...

Tras despediros de tan peculiar pareja, que tan dispares sensaciones te ha provocado, tu hermano y tú os adentráis en el ayuntamiento.

El oscuro y, siendo domingo, solitario hall, os recibe con su fuente y las escaleras que dan acceso a las plantas superiores. Cualquier día entre semana este lugar es un hervidero, pero ahora vuestros pasos resuenan en el lugar rebotando con un eco siniestro.

Sin embargo, no todo es silencio en el ayuntamiento. A medida que os acercáis a la zona donde se encuentra el despacho del alcalde, las voces de una fuerte discusión atraviesan la puerta de ese despacho para que podáis oírlas, su que es la voz del alcalde la predominante, recibiendo sólo de vez en cuando alguna respuesta, también a gran volumen, de vuestra madre.

¡Esos enmascarados deben desaparecer! -Vocifera el alcalde- ¡No me puedo permitir más titulares como estos!

Titulares. Instintivamente buscas alrededor en la sala de espera del despacho, donde os encontráis, encontrando un periódico local. En portada puedes leer que un agente de policía ha sido herido por un delincuente enmascarado armado con espadas y pistolas automáticas. Al buscar la noticia, puedes comprobar cómo el periodista se hace eco de los rumores de actividades ilegales en las calles protagonizadas por gente igualmente enmascarada y fuertemente armada.

Ethan respondió a Jefferson, aparentemente complacido, al menos para quienes le conocíamos. Tal y como sospechaba, no pareció gustarle mi intervención sobre la campaña, pero se limitó a terminar de despedirse. Al menos a Allan no parecía haberle molestado, más bien al contrario.

Tras pedirnos que le tuteáramos, rió ante mi propuesta, comentando que se la haría llegar al actual alcalde. Sonreí sorprendida, y es que no pensara que fueran a tomarme demasiado en serio, pero al parecer Allan Jefferson estaba dispuesto a oír ideas y adaptarse a la realidad social del momento.

Seguridad Ciudadana necesita gente así.

Hubiera respondido acerca de la vacante en el equipo de campaña, pero teníamos que entrar ya, así que simplemente terminamos de despedirnos y acompañé a Ethan al interior del ayuntamiento. Aquel sitio siempre me había parecido tremendamente frío, pero la oscuridad que en ese momento había y la ausencia de gente, lo hacía incluso siniestro.

Nos acercamos al despacho del alcalde, escuchando cada vez más cerca el único sonido del lugar. No sabía si la reunión estaría llegando a su fin o no, como creía Patton, pero de lo que estaba segura era de que el ambiente estaba muy caldeado.

-Mamá debe estar mordiéndose la lengua… - susurré a Ethan, al darme cuenta de que ella apenas intervenía.

Al escuchar el comentario sobre los enmascarados y los titulares protagonizados por estos, busqué un periódico, cogiendo uno de la mesita de la sala de espera. En la portada se hablaba sobre un incidente protagonizado por un enmascarado que había atacado a un policía y el periodista se hacía eco de los rumores que corrían por las calles hacía ya un tiempo; la de la existencia de gente que delinquía armada y con el rostro cubierto.

No sabía muy bien qué pensar de todo aquello. Podría tratarse de otro justiciero, o de un delincuente avispado al que se le hubiera ocurrido repetir la fórmula; fuera como fuese, lo que estaba claro es que las cosas iban a ponerse más difíciles con las exigencias del alcalde.

- Sigo sin entender qué hacemos aquí… - le dije a Ethan, pasándole el periódico para que lo viera. - Pero algo me dice que vamos a salir escaldados sin haber estado en esa reunión.

Tu hermano coge el periódico y echa un rápido vistazo a la noticia. Puedes ver una mueca de desprecio en su rostro, justo antes de que deje caer el dominical en la mesa donde lo encontraste.

Conozco al agente herido, y dudo que fuera eso lo que pasó. -Sentencia, sin siquiera mirarte. Sencillamente clava sus ojos en la puerta del despacho del alcalde mientras los gritos continúan, aunque algo más controlados, como si se estuviera rebajando un poco la tensión.

De repente, la puerta del despacho se abre y vuestra madre sale apresuradamente, cerrando la puerta tras de sí. A pesar de su aspecto controlado, la conoces bien, es tu madre, y sabes cuándo lo está pasando mal. Ahora es exactamente lo que está pasando. Trata de parecer fría e indiferente a todo eso que ha pasado ahí dentro, pero...

Chicos... -Mira alrededor, por si hubiera alguien más en la zona. Ella siempre hace lo mismo, no le gusta trataros como a sus hijos en el trabajo, cuando hay más gente delante. Incluso os trata de usted y por vuestros rangos y apellidos, aunque todo el mundo sabe que sois sus hijos, sólo para mostrar que os trata como a uno más de la comisaría. Sin embargo, si estáis sólos se permite una mayor cercanía- Ethan, gracias por hacerme el favor, ya puedes irte. ¿Nos vemos en la cena?

Tu hermano asiente, despidiéndose de ambas con un par de besos, antes de enfilar la salida. Mientras tanto, tu madre te pide que la sigas hasta un despacho contiguo, que bien podría ser el del secretario del alcalde dado que está justo al lado.

Siéntate, cariño, y perdona que te haya sacado de casa de esta manera... -A pesar de haber un amplio y cómodo asiento presidiendo la mesa del despacho, tu madre se sienta frente a ti empleando las dos sillas que hay ante dicha mesa, quedando ambas al mismo nivel- Verás, Melissa... -Tu madre, siempre tan aparentemente fría, duda un instantes antes de continuar, rindiéndose a un profundo suspiro- He recibido... bueno, órdenes de arriba. -Admite con una mueca de disgusto- He intentado oponerme, pero... digamos solamente que mi futuro como comisaria de Metro City pende de un hilo...

Al ver la noticia del periódico, Ethan estuvo mucho más seguro que yo de que lo sucedido no había sido tal cual lo expresaba la noticia. Al parecer la supuesta víctima, aquel policía, no era de fiar.

Nuestra madre salió al fin del despacho, con cierto desasosiego que se esforzaba por controlar, y tras asegurarse de que estábamos solos se dirigió a Ethan, despidiéndose de él hasta la cena. Aquello me sorprendió, y es que desde el principio había pensado que se trataba de algo que nos incumbía a ambos.

Tras despedirnos, me quedé mirando como Ethan se alejaba, pero rápidamente mi madre me pidió que la siguiera hasta un despacho contiguo. Se sentó frente a mí, en lugar de tras la mesa, y ya solo ese gesto me dio muy mala sensación. Lo primero que hizo fue disculparse, pero ahora eso era lo de menos. Mi madre no estaba bien, algo pasaba, y quería saber de qué se trataba cuanto antes.

Le costó hablar, cosa rara en ella.

Órdenes de arriba, su puesto pende de un hilo…

-¡P-pero eso no puede ser! – protesté, profundamente indignada. – No hay nadie mejor que tú mamá, esta ciudad se está desmoronando, no pueden destituirte, ahora menos que nunca. – dije casi de carrerilla, desinflándome tras ello, llena de frustración. – No entiendo nada…

Me quedé mirando hacia abajo unos segundos, pensando en todo lo que nuestra familia había hecho por esta ciudad, la forma en que mi madre siempre había equiparado el trabajo a su familia. Un esfuerzo y una dedicación que al parecer no percibía todo el mundo.

-¿Qué es lo que pasa, mamá? ¿Es por ese tema de los enmascarados? – dije inclinándome ligeramente hacia ella, aún sin comprender del todo lo que pasaba. – Y… ¿Por qué me has hecho llamar?

¿No habrá descubierto que yo…?

Poco después de que los dos hermanos se adentren en el ayuntamiento, Marcus Patton te acompaña también al interior, con paso tranquilo, como si este hombre controlara en todo momento los tiempos. Y seguramente así es, ya que cada cierto tiempo saca de su bolsillo su teléfono móvil, uno bastante grande, de última generación, y empiezas a estar convencido de que a través de él está al tanto de todo cuanto acontece en la reunión del alcalde. O, al menos, de cuanto le queda para finalizar.

Enfiláis el pasillo de acceso a su despacho justo a tiempo de ver desaparecer a la comisaria y su hija Melissa tras la puerta de un despacho, en el preciso instante en que Ethan Whedon se cruza con vosotros, despidiéndose de ti con cortesía. No así de Patton, de quien su despedida es mucho más fría.

Al llegar hasta el despacho del alcalde Johnson, este se encuentra en la puerta, esperando. Parece que ya estaba más que informado de tu llegada, y te recibe efusivamente, como siempre lo hace, estrechando tu mano con fuerza mientras con la otra palmea tu hombro. Se despide de su ayudante, quien le informa antes de los pormenores de sus citas del día sin entrar en más detalles que los horarios y las confirmaciones. Sin nombres. Algo que te resulta, cuando menos, sospechoso.

Siéntate, Allan, ponte cómodo... -Te invita el alcalde, señalando un cómodo sofá de su amplio despacho- Siento haberte citado tan temprano, supongo que te haces cargo de lo apretado de mi agenda ahora mismo... -Asientes, comprensivo, restándole importancia al asunto. Al fin y al cabo, madrugar no está entre tus problemas precisamente- Lo bueno es que tampoco te robaré mucho tiempo.

Johnson se sienta en un sillón frente al sofá, de modo que sólo una pequeña mesa de café os separa. A su lado, una lampara antigua y demasiado recargada para tu gusto le ilumina con fuerza medio rostro. Cruza una de sus piernas sobre la otra y una sus dedos frente a su rostro pensativo. Está claro en qué piensa: en cómo abordar el tema que quiere sacar, lo que hace dejando reposar sus manos sobre los muslos.

Verás, Allan, la seguridad va a ser un punto importante durante la campaña. A fin de cuentas, es lo único que Collins puede emplear contra mí. Y bueno, la cosa se va a complicar aún más con los nervios habituales de la misma campaña, lo se por experiencia. Esta ciudad se vuelve loca. Ahora, además de la aparición de esos majaras en pijama de los que se habla, -"Majaras en pijama", gente que se enfunda un traje llamativo ocultando su rostro. Como tú haces. Pero sabes que hay más. No es seguro que con tu mismo objetivo, pero se habla por ahí, incluso algún periodista se ha hecho eco- ...ahora se suman algunas cartas amenazantes y así, nada preocupante. -Se apresura a aclarar- Pero mis asesores han vuelto a sacar a relucir el asunto de la seguridad personal.

El cariz de la conversación no te gusta. Ya te ofreció una escolta personal cuando comenzó todo esto, y te negaste. Pero parece que pretende reabrir la cuestión otra vez. Joder, hacerse acompañar de un guardaespaldas todo el día dificultaría mucho lo que pretendes hacer.

Tu madre sonríe al ver tu reacción de incredulidad ante el peligro que corre su puesto. Pero lo hace con una mirada muy poco alegre, de un modo condescendiente, como si comprobará por tus palabras que eres demasiado inocente para este oscuro mundo en que te ha tocado vivir, para esta ciudad hundida en su propia corrupción. Quizás esté planteándose si eso, esa candidez, es algo que corre en tu contra. O si, por el contrario, es una gran virtud, un rayo de esperanza en tan oscuros días.

Tranquila, cariño... -Dice con voz suave y tierna, como te hablaba cuando eras pequeña. Se inclina hacia ti y alarga su mano para acariciarte la mejilla- Casi es mejor que no lo entiendas...

Vuelve a apartarse cuando nombrado a los enmascarados, negando con la cabeza. Se le escapa un suspiro, echando la vista a un lado, y se encoge de hombros.

Esos enmascarados no son el problema. De momento no, al menos. -Vuelve a mirarte, y en su rostro se ve un gran cansancio- Puede que un día lleguen a serlo, pero de momento no, y desde luego no voy a desviar fondos del presupuesto general para crear una brigada especial, como me están pidiendo, sólo por cuatro mamarrachos disfrazados. -Una brigada especial, la sola idea resulta perturbadora- No, esos tipos sólo sólo un guión de la larga lista de problemas. Hay luchas entre las bandas, la tasa de delincuencia ha aumentado, y comienza la campaña electoral. Estamos en el punto de mira. -Tu madre se toma una pausa en medio de sus explicaciones, con cierto nerviosismo- Pero, de lo que quería hablarte, era... otro asunto. Ya se que lo tuyo es el departamento científico, y creeme que estás haciendo un gran trabajo en la policía informática, pero he recibido instrucciones... Bueno, hablando en plata, órdenes. -Escupe la palabra con desprecio. La comisaria de policía no debería recibir órdenes operativas de nadie, y menos de gente que no entiende la labor policial. Pero así es este sucio mundo, y los políticos meten la mano en todos los cazos- Me han dado la orden de relevante de tus funciones en el departamento informático e incorporarte al servicio de protección personal durante la campaña electoral.

Tras soltarlo de ese modo tan tajante, guarda silencio. Podría explicarse mejor, detallar los pormenores y las implicaciones de tal cambio, y seguro que lo hará, así como lo que puede haber motivado la decisión, pero permanece a la espera de comprobar tu reacción.

Seguridad personal... ¿Otra vez? Creía que ese frente ya lo habíamos cerrado. No me apetece nada tener que cargar con un tipo trajeado y con cara de pocos amigos todo el día. Me muevo mejor sólo, a mi aire, y de ese modo no tengo que dar explicaciones a nadie ni buscar excusas para desaparecer.

Bueno, Samuel, esto ya lo habíamos hablado... -Le respondo con una sonrisa divertida, restándole importancia al asunto- Soy un militar bien entrenado, no necesito un guardaespaldas. Y si me dejaras acompañarte más en la campaña, tú tampoco lo necesitarías, jaja. -Bromeo, tratando de escurrir el bulto- Y esa es la imagen que queremos proyectar, ¿no? Alguien hecho a sí mismo en el ejército, capaz de defenderse y defender a otros, capacitado para ponerse al frente de la seguridad de todos los ciudadanos... -Frunzo el ceño poniéndome muy serio, exageradamente, fingiendo estar soltando un melodramático discurso- Ponerme a un tipo armado para cubrirme las espaldas va en contra de esa imagen que pretendo transmitir, ¿no? Venga, Samuel, por muy mal que estén las cosas en Metro City no va a ser peor que Afganistán, ¿no?

Samuel responde a la encantadora negativa de Allan con una sonrisa cauta. Parece que se esperase esa reacción, y así debe ser, pues Samuel Johnson es de ese tipo de gente. Controlador, manipulador, hábil jugador de un ajedrez donde él mismo impone las normas del tablero. Lo inquietante de tratar con él es esa terrible sensación de que, cuanto más se opone uno a sus planes, más parece estar adentrándose lo que realmente ha planeado.

Cierto, en eso estoy de acuerdo contigo, Allan. -Que acepte lo que dices no es buena señal. Los tiburones siempre pasan de largo de su presa antes de lanzarse a devorarla. O eso dicen, no es que seas un experto. Pero puede aplicarse perfectamente a este tiburón político- Por eso no voy a ponerte a ningún "tipo". -Te revuelves incómodo en tu asiento, entornando los ojos- Pero no podemos permitir que un miembro destacado del equipo de campaña vaya sin escolta alguna, eso proyecta una mala imagen del cuerpo de policía de Metro City y de su comisaria, ¿no crees? -Sonríe, sabiendo que ha tocado fibra sensible- Lo siento, Allan, pero me temo que la decisión es irrevocable. Incluso esta decidido sobre quién recaerá el puesto. Creeme, te va a gustar.