Partida Rol por web

Rápidamente me puse colorada y acalorada, valga la aclaración, mientras me daba cuenta el disparate que le había preguntado a la bibliotecaria, por un momento pareciese que he olvidado dónde nos encontramos. No sé, los deseos de escapar a otra realidad. 

Pero claro! No sé qué ha pasado mi cabeza, no lo sé honestamente. Visitas guiadas, disculpeme! (una risita nerviosa me recorrió el cuerpo al instante) Pero aunque debe ser algo peligroso llegar hasta el lugar, ciertamente los lugareños tendrán cosas que contar. En fin, no me haga caso, y gracias por los libros. Cualquier cosita vuelvo a consultarlos. 

Me quedé pensando en lo de lugareños, me gustó la idea....visitas guiadas, qué estuve pensando! 

Un callejón sin salida, o una puerta hacia otro destino. Seizzasons. Un nombre, un lugar. Algo. Allí no encontrarían más ayuda a no ser que perdieran la cabeza buceando entre la lluvia de palabras en francés. Él ya tenía suficiente.
—Un mapa, señorita Floret. Únicamente necesitamos un mapa, nada más.—El como llegar, si es que podían, ya lo pensarían más adelante, cuando se reunieran con los demás. Con guerra o no el nombre de Seizzasons era lo único que habían podido lograr que escupiese aquella biblioteca. Suficiente, pensó. Quería marcharse de allí.

El cansancio y agotamiento mental de Charles era evidente, y la señorita Floret concordaba en que la jornada había sido fructífera pero ya había llegado a su fin. La joven bibliotecaria los despidió con más simpatía que con la que los había recibido, aparentemente habían transformado un día gris y monótono en algo más interesante.
Cargados con una serie de datos nuevos y más preguntas que resolver, ambos investigadores emprendieron el camino de vuelta hacia Terrasse du café de la Paix, donde se encontrarían con sus compañeros en el horario de las 19 hs.

Tenían tiempo de sobra, con lo cual la caminata fue relajada, incluso pudieron hacer algunos desvíos sugeridos por la joven francesa. Es verdad que las vistas eran bellas, sin embargo ambos hubiesen deseado poder recorrer aquellos lugares en otro momento, pues el conflicto armado rugía en todos los rincones de parís sin necesidad de gritos ni disparos: los rostros grises y los ánimos por el suelo abundaban, la alegría parecía estar de luto.

La noche cae sobre París como un velo de desesperanza. Los faroles que se encienden en las calles no traen alegría, solo desazón.
Rob, Johan y Marjorie llegan al Terrasse du café de la Paix para encontrarse con Brick y Virginia esperándolos, con la cena ya pedida e información que compartir. Algo de noticias que discutir y un plato cargado de conejo a la cacerola sean quizá una combinación para levantar los ánimos.
La información conseguida viene con una idea de como seguir, o eso parece al menos.

Tras el desastroso intento por conseguir información recorrimos las calles de Paris mientras la noche se cernía sobre nosotros, las farolas poco a poco comenzaban a encenderse dejando ver el camino de vuelta, un camino que habría preferido hacer en otras circunstancias. Avancé con la vista puesta en el suelo, no tenía ganas de ver el decadente paisaje de Paris bajo la luz de la luna, realmente lo único que quería ver era un vaso de whisky solo.

Llegamos donde debíamos reunirnos con los dos que habían partido por su cuenta, con un gesto de cabeza saludé a la ambos y me senté. Escuché con la cabeza gacha lo que habían descubierto.  

No era mucho, pero tras horas estrujándose las neuronas en la biblioteca habían vuelto con algo de información. Sus compañeros habían errado en sus investigaciones por lo que ahora la única línea que quedaba abierta era lo encontrado en la biblioteca.
—Seizassons, el lugar está maldito, dicen. Y puede que ser verdad, en cierto modo, ya que allí nos encontraron. Hemos buscado más información pero es una época complicaza y Seizassons apenas sale en los mapas. Solo podremos averiguar más si vamos allí y preguntamos a los lugareños. Quizás ellos sepan algo más sobre la maldición o sobre lo que hay en ese castillo. Es una corazonada, pero creo que, por absurdo que parezca, esta relacionado con lo que nos sucedió y con las marcas...

Una vez que llegamos al punto de encuentro nos adentramos en el bar, tenía ganas de quitarme el amargo sabor de no haber conseguido nada de información. Por otra parte, tenía la esperanza de que Virginia y el soldado hayan conseguido algo que valiera la pena. 

Escucho las palabras de Brick y mi mente no para de pensar: -¿Un lugar maldito? Es extraño todo esto. No puede ser, aún así debemos ir y encontrarnos con la verdad. Es tu misión Marjorie. - me incentivo a mi misma mientras intentaba digerir lo que el hombre explicaba. 

-Por mi parte no tengo problema alguno de ir a ese lugar. ¿Qué opina el resto? - pregunto en general.

El cansancio había hecho mella en todo el grupo, recorrer la ciudad a pie y estar hurgando en enormes bibliotecas los había dejado a todos con poco ánimo para debatir y menos tomar una decisión aquella noche.

El típico plato francés fue un buen cambio comparado con lo que el hospital podía ofrecer a sus pacientes y trabajadores, y el terminarlo con un buen café los dejó listos para descansar.

Encontrar dónde hacerlo no les dio problemas, pues por sugerencia del encargado del local se dirigieron a un pequeño hotel a media cuadra del lugar, llamado Cosy.

El descanso les vino bien, aunque para todos fue complicado conciliar el sueño, los hechos y descubrimientos recientes los ponían un tanto nerviosos e inquietos.

31 de Julio de 1918, 10:08 hs, París

El tiempo de descanso sin límites, al menos para los soldados, había terminado. El comandante Beltrie era un persona estricta y lo sabían. A las nueve en punto se habían presentado en su oficina, hecho que había requerido despertarse antes de las ocho de la mañana de formar apresurada. El trámite había sido rápido y sencillo, simplemente una firma de cada uno dejó al hombre conforme. Sin embargo no faltaron advertencias de que esto debía repetirse todos los días.

Tras completar el forzado trámite, se habían sentado en el Café Les Halles a desayunar, algo necesario que había sido pospuesto.

El aroma a café siempre ha tenido un efecto fuerte en mí, asociaciones positivas, me carga de buena energía. Me siento tan bien después del primer sorbo de café que hasta me salen palabras y soy la primera en hablar.

 Los veo a todos con un buen semblante y apetito esta mañana, qué tal el café? Yo por mi parte después de consultarlo con la almohada tampoco tengo inconvenientes en acompañarlos al lugar y ver qué podemos encontrar, pero sigo pensando que puede ser algo peligroso, qué piensan los demás? ¿Es éste entonces el siguiente paso a tomar? 

- ¿Ir al lugar? ¿Donde nos encontraron? - preguntó tras dar un sorbo al café. - Habría que ver si nos daría tiempo a ir y volver antes de tener que volver a firmar.

No me gustaría nada que me fusilaran...

Bebía un sorbo de café mientras escuchaba a Virginia y a Rob hablar sobre el tema, me encontraba un poco adormilada y no sabía que opinar al respecto, les permití al resto que tomen decisiones mientras buscaba algo en mi mente que me llevara hacia donde quería. 

-Lo que uds digan cuenten conmigo. -escueta pero sincera, una mente en blanco no servía para mucho.

—¿Y si no qué?—Expetó Brick, quizás algo duro —.¿Más libros? ¿Más investigaciones? ¿Más callejones sin salida? Es como buscar una aguja en un pajar, no vamos a avanzar, solo a perder tiempo. Tenemos que ir allí, correr el riesgo. Si vamos y limpiamos nuestro nombre no nos fusilarán. Y si lo hacen, ¿Acaso no van a condenarnos por desercción? Muchachos...amigos, no soy un hombre tan ilustrado como vosotros, lo mío es el ring, el combate. No voy a quedarme de brazos cruzados viendo como papeleos, abogados y burócratas consiguen lo que no han logrado los soldados enemigos desde que me alisté. Voy a ir a ese lugar. La cuestión es...si iré solo o acompañado.

Cuando el ánimo está por los suelos, es imposible ver las cosas con objetividad y mucho menos con esperanza. Cada día que pasaba en este lugar me hundía un poco más en la desesperación, y la amargura, pero no por mí, yo hace años que había sellado mi destino con una petaca de alcohol en mi bolsillo, pero si por mi padre, al que había arrastrado hasta aquí.

 El olor  café me recordó que al menos, ya estaba fuera de la cama fuera del hospital con la posibilidad de hacer algo útil por salir de esta. Teníamos que firmar todas las mañanas, aquello era tan ridículo como todo lo demás, ¿Qué harían si no firmábamos? ¿acusarnos de desacato? Jajajajaja ese sería el menor de nuestros problemas.

Di un sorbo al café, sin duda estaría mejor con whisky , pero el recuerdo de como me supo la bebida la última vez me quita las ganas, además debía ser fuerte. – No tengo intención de quedarme de brazos cruzados – comienzo a decir con voz tranquila entre sorbo y sorbo de café – Puede que no encontremos nada, o que por el contrario, algo que nos explique o ayude a explicar que nos ha pasado, pero sea como sea quedarnos de aquí es totalmente inútil, yo estoy con Brick. 

Pues vamos, yo puedo hablar con alguien que me informe cómo está todo por allá y si necesitamos algún permiso en la zona, quizás pueda conseguirlos. No lo sé aún. Pero lo que sí sé es que necesitamos un plan detallado para ir y volver y que ustedes puedan firmar al día siguiente. 

Me quedé unos cuantos segundos pensando si sería arriesgado pedirle a Jean Pierre que él mismo nos lleve. ¿Quedaré en deuda con este señor? y si me pide algo a cambio? No me gusta deberle nada a nadie, tampoco me agrada tener que pedir tanta ayuda. Y de repente me levanté y fui en busca de un teléfono sin dar explicación alguna. 

Con cierta duda al principio pero con decisión después, Virginia se levanta de la mesa sin más explicaciones y se dirige a la barra, donde el encargado del bar le da acceso al teléfono del lugar.

Mientras la joven francesa comienza una charla telefónica, el resto del grupo se queda algo pasmado por el desarrollo de la situación. Es la segunda vez que aquella muchacha los sorprende, y aparentemente para bien.

El ambiente cerca de la barra del pequeño cafe es un tanto distinto, aquí hay más humo pues varios fumadores se sientan cerca, charlando sobre las novedades en el frente, lanzando frases de esperanza sobre el fin del conflicto armado, leyendo las últimas novedades en el periódico.

Todo ello tiene de fondo el ruido de la cocina, atareada a esta hora ya que mucha gente comienza a pedir una comida de media mañana.

Tras una espera de un par de minutos, la operadora comunica a Virginia con la secretaría del Estado Mayor. La secretaria, la señorita Moimont, pasa de inmediato la llamada a Jean Pierre, pues conoce a la joven profesora de literatura.

La voz chillona en un muy correcto francés no se hizo esperar.

- Aló aló querida, tanto tiempo, ¿todo bien? -

- Supongo que lo más rápido sería ir en tren - murmuró mientras esperaban noticias de la señorita Floret. - O eso o alquilar un coche. ¿Nos daría con el dinero que tenemos?

Tanto tiempo, sí, lo sé. Pero comprenderás que estoy ocupada de tiempo completo en estos tiempos de guerra y tanta gente que necesita ayuda, no sólo física como se espera en un hospital. En fin, perdón mi descortesía pero estoy en un teléfono público y no dispongo de mucho tiempo. Yendo al grano, quisiera saber si puedo pedirte como favor personal alguna especie de permiso para poder visitar la zona de Seizassons con unos amigos. Antes que me digas que es una locura o imposible, necesito saber si es posible o no.