Partida Rol por web

Fumiko suspira cuando se aleja la subdirectora. Le agrada lo estricta que es, pero ya está cansada y desea irse a casa después del primer día. Además, baja la vista hacia sus anteojos rotos y piensa: papá me va a hacer usar los de repuesto que son aún más feos que estos... Genial, voy a ser aún menos atractiva.

Sin saludar a sus compañeros se aleja en silencio, no tiene a quién saludar ya que ninguno de ellos es su amigo, probablemente nadie notaría su ausencia sino fuera para molestarla. 

-No gracias, de momento sigo prefiriendo las clases.- Dijo Haruo con una falsa sonrisa antes de darse la vuelta para marcharse.

-Me pregunto si pasara algo que no parezca sacado de una novela surrealista.- Se preguntaba Haruo mientras movía la cabeza de lado a lado en su creciente desesperación por la falta de normalidad que le rodeaba.

Entonces, si eso es todo, creo que me voy a casa... - dijo yusura con duda. Quizás deberíamos quedarnos a hablar del juego... Pensaba preocupada.

Pero todos se estaban separando, así que se puso en camino a su hogar.

Que guay que nos dejaran el demás día para nosotros, podría irme directo a mi casa a flojear un poco pero no podía dejar de lado el juego y tomármelo a la ligera, debía prepararnos para lo que venía y si quería eso debía intentar tener a nuestro delegado de nuestro lado por lo que prefería esperar a volver e irlo a buscar.

Adiós

Decía mientras empezaba a caminar hacia la recepción que es donde estaba la secretaria donde fue a entregar Ryunosuke la llave y de paso podía caminar un poco por la escuela. Y ver alguna de las cosas nuevas que había. 

Lamento mucho la tardanza. Le puedo asegurar que no volverá a ocurrir. Respecto al resto de alumnos, trabajare con el profesorado y con usted misma para asegurarnos que esta clase sea el ejemplo perfecto de comportamiento en este instituto.

Me apunto a artes marciales. La próxima vez que algún idiota se ponga tonto conmigo lo iba a pagar caro.

Respecto a los desaparecidos, en cuanto los vea, les hare saber que no deben ausentarse sin avisar.

- Está bien, puede retirarse, el tiempo lectivo ha acabado, así que puede marcharse a casa si lo desea.

La subdirectora parece cuando menos, cansada. Sales por la puerta cuando te encuentras con dos de tus compañeros. Uno es Haruo Hayanami, que está bajando las escaleras hacia tu piso. El otro es Takeshi, que parece que estaba buscando a alguien.

Bajas las escaleras por segunda vez en el día, cuando ves al final del pasillo a Ryû saliendo del despacho de la directora. Sabes que es su despacho por las grandes letras que lo indican en un letrero justo al lado de la puerta.

No solo eso, sino que en el momento que pisas el suelo del segundo piso, Takeshi aparece por tu izquierda, subiendo las escaleras. Os encontráis los tres en el mismo piso.

Andas hacia el interior del edificio. Pasas por el corredor que contiene los ficheros de los estudiantes veteranos y ves que a tu lado va Murata, con el portafolios en la mano.

Una vez llegáis a secretaría, veis que no hay nadie. El otro chico de vuestra clase está dando vueltas por ahí, y cuando le preguntas dónde está Ryû, te dice que en el segundo piso.

Dejas a Murata detrás, en la secretaría y empiezas a subir, tal que llegas al segundo piso te das de bruces (te encuentras justo enfrente) con Haruo, que estaba bajando las escaleras al mismo piso al que tú ibas. Y no solo eso, al fondo, ves a Ryû, saliendo de una de las oficinas, al parecer la de la subdirectora.

Insultando tu mala fortuna, te diriges a regañadientes hacia secretaría. Parte del camino lo haces con Takeshi, hasta que este desaparece escaleras arriba. Tocas en la puerta de las oficinas, pero nadie responde. Intentas abrir la puerta, pero permanece cerrada.

Empiezas a perder la paciencia cuando escuchas un ruido, este viene de un "armario" (más bien una pequeña habitación) en la que se suelen guardar utensilios de limpieza. Tras un momento escuchas otro ruido más, e incluso alguna voz.

Miras la puerta con curiosidad y miedo ¿Qué está pasando?

Haruo se para en seco al ver a sus dos compañeros.

-Creí que estaríais en el parque como indicaba la nota de la puerta, ¿debería ir o ahora están todos en otro lugar?- Pregunto Haruo mientras con la mano izquierda se rascaba la nuca con aspecto de no saber bien lo que estaba pasando.

Veis como Ryû, en su más chula pose, pasa a vuestro lado sin contestar y baja las escaleras. Cómo ignorándoos deliberadamente. Baja las escaleras, y si en algún momento queréis alcanzarlo, veis que ya ha desaparecido.

Os quedáis ambos en el mismo sitio con cara de embobados ¿Qué le pasa al tipo este?

Naaa, solo estuvimos un rato en lo que a la subdirectora se le ocurría dejarnos el día libre, oye Ryunosuke…

¿Pero que el pasa a este? Ya sabía yo que solo actuaba bien por estar con los demás, pero no es como que realmente nos quisiera ayudar.

Olvídale, es un idiota, también hablamos un poco de los clubes donde nos interesaría inscribirnos o crear, así que piénsate uno de aquí a que nos den las solicitudes, por mi parte mejor me voy que pierdo el tiempo en la escuela.

Ya estando en la comodidad de mi casa podría disfrutar mi nuevo juguete, algo habría de valer o servir.

-Eh, si, entiendo.- Dijo Haruo mientras observaba como Ryu se iba sin decir nada.

-¿Clubes? no tengo ni idea la verdad, no suelo unirme a nada, bueno, que tengas un buen día, supongo.- Añadió Haruo mientras se disponía a marcharse también, era pronto para irse a casa desde su punto de vista pero tampoco tenia nada que hacer en la escuela por lo visto.

Al escuchar los ruidos Murata se quedó totalmente de piedra y miró hacia atrás por el rabillo del ojo. Cuando había llegado estaba solo en el pasillo. ¿Le habría seguido alguien?

Maldita sea, ¿qué quieren esos desgraciados ahora?

Los ruidos se repitieron, y en aquella ocasión le pareció escuchar también una voz. Murata se giró muy despacio para descubrir que los ruidos venían de un cuarto de limpieza. Más intrigado que asustado el joven alargó la mano hasta el pomo de la puerta para abrirla y desentrañar aquel misterio.

Abres la puerta, al principio, por la oscuridad, no puedes ver mucho. Pero fijando un poco más la mirada, puedes distinguir dos figuras muy pegadas una a la otra.

Tras pasar unos segundos en silencio, una de las figuras se mueve y se enciende una luz, dentro ves a un tipo con una gorra que se está tapando la cara con un paño. Cerca de ti, y del interruptor de la lámpara del techo, hay una chica de cabello de color rubio, con las gafas algo descolocadas y un uniforme de oficina, algo arrugado y mal colocado, puesto que puedes ver la camisa casi desabrochada totalmente.

Su cara es un poema: Totalmente roja y cubierta de sudor, salivando lo suficiente como para ver un hilo cayendo de su boca. Sus ojos se abren cada vez más mientras os miráis, hasta que abre la boca mientras se agacha para coger algo.

- ¡AHHHHHHHHHHHHH! - Grita de la forma más femenina posible, mayormente de vergüenza - ¡No te quedes ahí mirando, pervertido! ¡FUERA! 

Mientras hace eso, te tira lo que acaba de recoger del suelo, que te da en pleno pecho, empujándote hacia atrás. La muchacha aprovecha y cierra la puerta de nuevo.

¿Era esa la secretaria? Tenía toda la pinta, la has visto unas cuantas veces, pero nunca desde tan cerca. En una mano te das cuenta que sujetas una mochila de mujer, pequeña pero robusta. Cuando vas a dejarla en el suelo, se te resbala, dejando caer de uno de sus bolsillos un dado azul.

Este dado brilla de forma innatural, sus transparentes lados dejan reflejar la luz del pasillo de una forma hipnótica. No te lo piensas, lo coges y lo observas más de cerca. Te encanta, no sabes qué te llama tanto del dado, pero lo quieres para ti. Dejas la mochila en el suelo y justo al lado el portafolios. Si ella es la secretaria, ya lo verá al salir.

Supones que es suficiente por el día.

Llegas al laboratorio. Tus pasos suenan en el vacío pasillo con claridad. Parece que las clases han terminado por hoy.

Intentas abrir la puerta, pero te das cuenta de que está cerrada. Piensas que intentar consegar la llave a estas alturas es arriesgado y lento, así que tendrás que ingeniártelas de alguna forma para entrar.

Desde la ventana de la puerta puedes ver los ordenadores, apagados.

<En el pasillo del laboratorio>

Maldita sea. Me pregunto qué habrán hecho los otros... Da igual. Entraré aquí, sea como sea.

Yuzuke observa el pasillo detenidamente.