Partida Rol por web

  Hacía prácticamente nada que los nombramientos de los tributos se habían anunciado, Lumière estaba orgulloso de representar al Distrito 2 en los juegos. Su distrito era uno de los mas privilegiados, el encargado de adiestrar a los agentes de la paz,  no podía permitirse hacer un mal papel, sería una vergüenza para todos.

 - Es la hoga de entgag en las salas de entguenamiento a impguesionar a unos cuantos de los patgocinadores. - "Clang, clang, clang..." Unos golpes metálicos se escuchaban desde fuera de las salas de entrenamiento, cada vez se escuchaban mas cerca, parecían llevar un ritmo continuo, denotaban cierta elegancia al sonar, era un sonido fino y agradable, como el sonar de un triángulo musical. Todo paró de repente y las puertas se abrieron mostrando una figura extraña, una cabeza rectangular con una llama en la punta, unos brazos finísimos y enclenques que se encontraban en posición de jarra pegados a un cuerpo cilíndrico con una ancha base que lo sostenía. 

  Un rostro orgulloso y con los ojos cerrados se podía ver en el candelabro, aunque rápidamente cambió el gesto de su cara, abrió los ojos de par en par y la boca parecía que se le fuese a desencajar por completo.  - ¡Oh, Mon Dieu! Paguese que soy el pguimego en llegag... ¿Dónde quedagá mi entgada tguiunfal? ¡Que gente tan desagadecidà! - Parecía mas preocupado por no haber logrado impresionar a los demás participantes y patrocinadores que de lo que estaba por llegar.

  - ¿Cómo pueden pegmitig estò? ¿Pog qué no hay nadie paga guecibignos a los guepguesentantes del mejog distguito de todòs? ¿Qué sentido tiene habeg venido tan pgonto si aún no hay nadie paga impgesionag? - Claramente disgustado se dirigía al centro de la sala, para inspeccionar el lugar, al ver el estante de armas se acercó a ver qué armas podía tener a su disposición para hacer un buen número. - Veamos... Espada... no, muy típicò, agco, no está mal pego es muy pguevisiblè... - A pesar de que estaban bien colocadas y ordenadas, no paraba de buscar un arma que fuese acorde a sus gustos, varios minutos pasó andando de un lado a otro del estante, viendo todas las opciones que tenía, todas eran buenas, pero él quería algo más, quería un arma que ningún otro participante usaría, algo único que pudiese convertirse en su marca de identidad.

  - ¡Voilà! Es... ¡Es pefegtò! - Las tres velas que formaban los extremos de su cuerpo se encendieron prendiendo unas grandes llamas que iluminaron todo el lugar de un rojo intenso. Parecía que había encontrado algo que por fin le había impresionado, "Clash,clash", no bastaba sino escuchar el sonido para saber qué arma había escogido, el silbar de un objeto cortando el viento, el estruendo que producía al chocar contra el suelo... Claramente había cogido un látigo, un arma que no parecía muy mortífera, pero en manos de alguien con la habilidad suficiente podía ser terrible. - ¡Jajajà! ¡Es hoga de azotag a los niños malòs! 

  La última frase que salió de su boca era lo suficientemente ambigua para provocar risa y a la vez miedo por lo que fuese capaz de hacer aquel candelabro animado.

escondido sin que nadie me vea juego por la redes del tejado hasta que veo a melefica a la cual me hacérco y le digo:

-¿estas dispuesta a luchar a mi lado?

-¡Oh, perfecto, un arco!- Digo en tono elevado y con voz teatral, dirigiéndome a él con pasos rítmicos. - Esto es fácil, es como cuando le tiro a la manzana que mi compañero Gordifloncín sujeta en su cabeza. Solo que esta vez será con los ojos cerrados.- Cierro los ojos y hago ver que voy a tirar. - ¡No os asustéis compañeros!- Me rio muy alto. -Para quien no lo sepa soy Clopin, encantado de poder morir junto a vosotros.- Hago una reverencia quitándome mi sombrero de bufón. -No me gusta ver caras tan largas, así que haga gracia o no, seré muy pesado intentando animaros. ¡Pensad en el lado positivo, así ya sabréis a quien matar primero! ¡Al bufón sin gracia!

Voy hacia unas bolas de peso, que se usan para ver a cuántos metros las puedes tirar e intento hacer malabares con ellas, cosa que era imposible. Así que las dejo de lado diciendo un fuerte "¡OUCH!" y me dirijo hacia unos cuchillos pequeños, con los cuales si que podía hacer malabares facilmente mientras tarareo la canción de todo al revés.

Malefica sonríe al muchacho y con total seguridad y sujetando su gran bastón camina alrededor de el observándolo. ¿ y en que me puede ayudar luchar a tu lado? Yo se en que te puedo ayudar, pero tu en que lo podrás hacer. ¿Que sabes hacer muchacho? Malefica con su tono de voz seguro y serio no deja de esbozar su sonrisa oscura. 

-ni usted misma en una sombra seria capaz de encontrarme-le digo riendo en alto

Interesante muchacho. Malefica se pone delante de Riku y le mira fijamente. Pero las palabras no me sirven de nada, enséñame de que eres capaz. Malefica se aparta de Riku dejando espacio para que este le enseñe sus habilidades.

riku se esconde en una sombra alli nadie puede verlo y de la sombra sale un bola de energia volando que recorre 14 metros antes de desaparecer

¿Yo?¿Tributo? Jajajaja, esto puede ser divertido. El sombrerero se dirige con un paso firme hacia la zona de entrenamiento, cuando llega a una zona donde todos puedan verle se pone a bailar; ¿Os ha gustado? Esto es la última cosa graciosa que todos vosotros veréis. Tras este lapsus se dirige a la montaña de armas que Lumière dejó tras de sí y empieza a rebuscar sin éxito. Por cierto ¿Sabéis en que se parecen un armario y un oso?

¿Dónde?¿Dónde?¿Se puede saber donde tiene tijeras de costurero y alfileres?¿Como puede ser que el candelabro ese tenga su equipo de bondage lo que el quiera y yo no? Me tendré que conformar con estos ¿Cuchillitos? Coge unos cuchillos y se dedica a lanzarlos hacia los objetivos desde la esquina contraria de la sala

El simio oteó la sala con expresión confundida, con premeditada lentitud. No hay nada que te haga tener prisa cuando eres un venerable anciano, y menos aún cuando el ciclo de la vida no guarda secretos para ti. Apoyado en su bastón dió un paso... otro... otro más hacia el interior, haciendo sonar las calabazas huecas que en él tenía colocadas. Miró a un lado, y luego a otro, con una indescriptible mirada y luego se introdujo el dedo meñique de su mano izquierda en la nariz, como siempre hacía cuando estaba pensativo.

— ¿Simba? —pensó durante un instante, pero no. No Simba.

El lugar era extraño. La clase de lugar en la que un animal salvaje no se sentiría agusto, instintivamente. Pero él no era un animal salvaje, él era un animal civilizada, muy civilizado, y su capacidad de raciocinio era bastante superior a la de esos homínidos rosados que decían llamarse humanos y justificaban la caza y el exterminio por su superior intelecto. Mucho habían de aprender ellos todavía. Vivían en el mundo porque estaban sobre él, pero no lo comprendían, no escuchaban a la Madre Tierra. No escuchaban su voz en los ríos ni apreciaban su caricia en las brisas. No sabían leer en los frutos de los árboles ni en las sombras proyectadas por el sol. Y sin embargo, la sala donde estaban se encontraba plagada de artefactos que parecían haber sido construídos por ellos. Rafiki se excitó* ante la visión, y hizo ese sonido gutural que solo un cruce entre babuino y mandril puede hacer en esos casos:

—Hriuuk, hriuuk —correteó rápidamente por la sala mirando a todos lados, advirtiendo... hasta que se topó con algo extraño. Su agitación se apagó de golpe, expulsada de un bofetón por la curiosidad. Arrimó su cara muy muy lentamente hasta separarle apenas un centímetro del ¿objeto? ¿personaje? y dijo lentamente —¿qué... ser... tú?

Era algo verdaderamente extraño. Una especie de cilindros con pequeños fuegos sobre ellos que se movían y trataban de asir... un látigo. Rafiki observó cómo se desarrolló la escena, intrigado. Se preguntaba de qué modo podría conseguirlo.

Las puertas de la sala de entrenamiento se abren y una larga sombra avisa a los del interior de una nueva incorporación. Parece un ser enorme, musculoso, serio y peligroso; hasta que pone los pies dentro, los focos le iluminan y resulta que no mide ni metro cincuenta, camina en forma de eses y canta con voz aguda:

- ¡Mi sueño es...! ¡Mi sueño es...!

¡Pero si es un viejete marchoso de sonrisa desdentada y como disfrazado de cupido con alas en la espalda incluidas! ¿Es esa la ropa que le ha hecho su diseñador? ¿O viene así de fábrica?

Sea como fuere ha entrado y pasea tan tranquilo y feliz por la sala. Se saca una jarra de cerveza del taparrabos y da un buen trago, provocando que el color de su nariz cambie al rosado.

- Eso está mejor.- entonces se centra en los presentes. Cada cual más raro. Un candelabro, un mono, un hombre con sombrero de copa y maquillaje extraño y una especie de bufón que le recuerda a él mismo de más joven. Va hacia la zona de armas, embobado con unas flechas y un arco. Lanza una y entonces para. Ha tenido una idea. Mira al candelabro y le sonríe- ¿Tienes fuego?

Luego mira al sombrero que no hace más que tirar cuchillos y más cuchillos. Lo mira unos instantes. No se sabe en qué puede estar pensando. Hasta que... le lanza un besito.

Ha llegado la estrella del espectáculo, con sus caminares que a mas de uno le hacen caer la baba si esos hermosos jamones a buen ritmo alternan el movimiento de sus perfectos glúteos, ese rabo bien levantado dejando al descubierto un agujero negro algo que por desgracia ha de existir en este universo.

Oing oing, hola a todos, saluda cual si estuviera en una alfombra roja de hollywood, menudo gimnasio mas grande, bueno he venido a adelgazar y pienso quedarme en los huesos, jojo busca entre los aparatos una cinta de correr y se pone en ella. camina que caminarás va pasando el rato sudando de lo lindo, y cuando se le hace monótono mira y be un viejo semidesnudo y desdentado, oh que ricura yo quiero uno de esos para mi cuarto. Piensa mientras camina por la cinta.

  Una especie de mono estaba correteando por la sala, parecía curiosear lo que había por allí, hasta que vio al candelabro y dijo algo que no debía decir "¿qué... ser... tú?". - ¿Que qué soy? ¿Cómo se atgueve a seg tan insolente y no sabeg quien soy? - Luego se le acercó un hombre regordete, vestido de rarito, y borracho con un arco y unas flechas a preguntarle que si tenía fuego. - ¿Pego qué clase de cigco es este? Un boggacho, un tío que paguece vestido de payaso, un demente con un enogme sobguego que juega con cuchillos...- Una llamarada enorme, de varios metros de alto, salió de la vela superior de la cabeza del candelabro, acompañada, como era de esperar, por una cara de incredulidad más que evidente.

  El látigo que portaba Lumière empezó a arder, pero lejos de quemarse parecía que las llamas sólo lo cubrían, formando una especie de funda. Agitó el látigo en el aire, haciéndolo chocar contra el suelo, añadiendo varias chispas al habitual ruido que provocaba. - ¿Cómo te atgueves a no conocegmè? ¡Ahoga sabràs quien soy! - Las llamas de sus tres velas empezaron a arder violentamente, produciendo un humo espeso que pronto cubrió la sala.

  Empezaron a sonar latigazos y golpes metálicos de una forma melodiosa, normalmente por separado los sonidos de aquellos objetos serían desagradables para cualquiera, pero en esa ocasión ambos sonidos eran armoniosos, formando una melodía muy pegadiza.

  Ya está aquí, ya está aquí,

los tguibutos van a pagtig,

cojan todos su maleta que los juegos están aquí,

apuesten por su tguibuto

a ver cuanto duga cada uno,

yo no les defgaudagué, me dejagué hasta la piel,

no pasa nada soy de cega

como mucho me derretigué,

no impogta si egues 

 hábil o togpe, no lo sé,

si egues un payaso (señala a Clopin), un mono (pega su cara a la del mono) o un bogacho (le enciende una flecha al borracho),

lo único segugo es que luchaguemos dugo,

ya está aquí, ¡ya está aquí!

  Durante la canción Lumière no paraba de "bailar", realmente lo que hacía era hacer el tonto con el látigo mientras daba saltitos, eso sí, ¡con mucho ritmo! Y como mismo la empezó la acabó, dando un latigazo con su arma en llamas, acompañado de unas grandes llamaradas que iluminaban toda la sala.

Mientras algunos de los presentes estaban alardeando con todo esplendor de sus poderes, intentando impresionarse los unos a los otros el pequeño candelabro viviente empezó a cantar esa pegadiza canción.

Desde una de las esquinas de la sala se escucharon palmadas y una risa alegre. Nadie se fijo de que en esa esquina estaba arrodillada una pequeña chica, probablemente llevase allí desde antes de que entrase el primero de los otros tributos.

La pequeña niña no tendría mas de 16 años, estaba ataviada con un vestido largo de color azul oscuro con los bordes blancos y negros. Llevaba un gran delantal blanco con bordados en forma de pompones que le cubría toda la parte delantera y en cuya parte superior derecha estaba bordado con hilo negro el nombre de "Alicia". Sus vestimentas parecidas al uniforme de una doncella de antaño se mecieron en el aire cuando la chica se impulso de un salto para ponerse de pie.

La niña fue dando saltitos hasta llegar al lado del candelabro y se dejo caer a su lado quedándose tumbada boca abajo con el pecho en suelo, tenía los codos puestos en el frío suelo y la cabeza apoyada en sus manos. Levantabas las piernas de vez en cuando de manera natural para distraerse.

-Um... Dijo mientras miraba al candelabro de arriba a abajo, examinándolo. Luego la chica ladeo la cabeza y dejo escapar una risita tierna mientras alargaba una mano y tocaba la nariz de cera que tenía el que se encontraba frente a ella.

-¡¿Entonces quien eres tu?!. La chica soltó la pregunta inocentemente mientras seguía con una picara sonrisa en la cara mirando al candelabro.

Esto era humillante, definitívamente humillante. Había sido engañado, estafado, habían jugado sucio con su superior intelecto, lo habían manipulado. Y aquí se encontraba, acababa de cruzar la puerta de la sala de entrenamiento.

Detestaba los juegos, siempre lo había hecho, y así se lo hizo saber a Mim "la bruja loca" cuando Merlín le mandó a entrevistarse con ella - Viejo cabeza de chorlito, en menudo lío me ha metido. Me dijo que el encuentro con Mim sería breve, que solo tendría que trasmitirle las nuevas reglas del torneo de magia y volver con su aceptación o si ella... Y aquí me encuentro, ¿quién iba a pensar que la Madame era uno de los patrocinadores del juego? ME ENGAÑÓ DESCARADAMENTE!! A saber que magia negra utilizó para convencerme contra mi voluntad...

El sabio búho practicó un vuelo circular alrededor de la sala, a elevada altura. Era lo que en el argot se denominaba vuelo de supervisión, pues permitía observar el ambiente pasando relativamente desapercibido:

Tres figuras antropomorfas... Dos bufones, uno a simple vista rematadamente más chiflado que el otro, pero bufón igualmente. Y una pequeña y virginal niña que posiblemente será acosada por el más cuerdo de los payasos de la sala.

Un artilugio barato que ilumina... cuando descubran la bombilla se quedará obsoleto, no hay duda. 

Oh vaya!, otros dos mamíferos, porcino y mandrilesco. Inferiores sin duda. La gestación está sobrevalorada, en los días que corren es una pérdida de tiempo, los ovíparos estamos muy por encima de este tipo de gente.

Un momento, ¿quién es ese? un viejo barbudo ¡¡MERLÍN!! Ah... nop. Vaya, Merlín solo bebe te, nunca iría perjudicado de esa forma. Ese viejo olvidadizo e infame...

Sin duda he de hablar con el organizador de los juegos, no me complace lo más mínimo encontrarme en estas circunstancias, y mucho menos rodeado de este tipo de subespecies. Veré donde puedo posarme...

Entró a la sala una figura muy estilizada, alta, delgada y ataviada con un smoking negro muy tétrico. Al pasar por la puerta se chocó contra el marco debido a su altura.

-¡Auch! Vaya, eso ha dolido. Se frotó su blanca cabeza. -¡Vaya, vaya! ¡Así que aquí es donde llevaba esa puerta con el pájaro!

El esqueleto empezó a investigar todo, la habitación, las armas, las personas/animales presentes...

-¡Si hasta parece que están vivos! Se acercó al jabalí y lo miró de muy cerca, dubitativo. -Mmmmm, interesante...

La chiquilla le llamó la atención. -Por tu vestimenta parece de la Ciudad de la Navidad, ¿Qué tal están todos por ahí? ¿Santa Clavos sigue tan relleno como siempre? Le hacía todas esas preguntas mientras agitaba la mano de la niña de una forma muy efusiva.

No dejó que contestase cuando vio la zona de las armas. -¡Si! ¡Con esto si que estoy familiarizado! Hay muchísimas de estas en la Ciudad de Halloween. Una amplia sonrisa le cruzó la calavera.

¡Oh, vaya! ¿Dónde habré dejado mis modales? Soy Jack, Jack Skellington, Rey de la Ciudad de Halloween. Hizo una amplia reverencia a todos los presentes.

-¡Sí, por fin! ¡Bailes y canciones!- Digo tras ver el baile del sombrero y al pequeño Lumiere cantar. Sigo haciendo malabares con los cuchillos pero esta vez bailando y cantando por toda la sala, imitando el acento del candelabro. 

- Ya egggta aquí, ya egggta aquí- Veo que se acerca un esqueleto muy alto y lo cojo para bailar con él, soltando los cuchillos. - tu egqueleto va a paggtig!- Suelto a jack y voy hacia la niña que antes lloraba. -Tu chiquilla pog qué llorás, no veg que hay un gran fegtin?-  Me arrodillo y miro a la cara a la niña, que sonreía al candelabro. - ¿Ves? Así estás mucho más guapa.- Le digo despeinándole el pelo, parando de bailar y cantar. 

Luego me acerco al jabalí - Escucha, yo no diría por aquí eso de que te quieres quedar en los huesos, alguien te podría tomar demasiado en serio.- Le susurro elevando el tono con un "ÑAM" sonoro y mordiendo al aire, mirándole a los ojos. 

ya tenia bastante cinta y parecía que el gimnasio se había ido llenando, quizás había llegado el momento de conocer a esas cosas que no tenían cuatro patas...

Hola soy un  facóquero o facocero (Phacochoerus) soy ungénero de mamíferos artiodáctilos de la familia Suidae propio de África, cuyas especies se caracterizan por tener cabeza grande, cuerpo en forma de barril y la presencia de verrugas en la cara, lo que les vale su nombre en inglés, warthog (jabalí verrugoso).

O sea soy un cerdo, ya se que muchos habrán entendido lo de cerdo y el resto les suena raro es normal no todos poseen mi intel·l·lecto (con tres l geminadas toma ya).

Y me gustaría que me hagan sus ofertas, se que tener un cerdo en el grupo no es mala idea sobre todo cuando llega el momento de traicionarnos. Pensad que llevo un tiempo comiendo bellotas según prescripción del granjero. Baya no nos vayamos por las ramas. Si por casualidad alguien se había detenido a escuchar al cerdo a estas alturas de la diarrea verbal ya pocos/nadie le prestaba atención. que si todos los que quieran optar a una de las plazas de mi equipo hagan una cola y atenderé personalmente sus solicitudes. 

gracias