Partida Rol por web

Neithan no podía estar ni tranquilo. Tenía una gran habilidad para concentrarse, ignorar el ruido exterior y tal pero no para aquella escandalera. ¿Quien era aquella chica que gritaba aquella incoherencias? No debía estar muy cuerda... pero "espadachines negros para matar al dragón". Miró a aquella chica rápidamente, devolviendo el libro a su mano diestra y casi poniéndose en guardia y escrutando las cercanías... ¿qué demonios pasaba allí? Sabía que nunca debía bajar la guardia y por ello, por esa reacción instintiva, percibió lo siguiente, la chica que se movía como un felino, como una acróbata... buenos movimientos.

Él era un mero espectador y todo lo demás... ¿merece ser narrado? A parte de que le llamaran a filas, el que decía ser el director, y que les llamara a ellos, a los de primer año.¿Qué hacer? Pocas opciones, ir y ver que le decían. No decía nada, no estaba taciturno, era... su cara habitual de poker.  Leerle las ideas sería difícil. A ver que tenían que decirle y si le daban alguna explicación , mejor que mejor, sino, tendría que buscar respuestas por el mismo, aunque no fuera mucho su estilo... Y a ver cuantas personas se reunían allí, las contaría y se quedaría con sus caras.

Inmiscuido como estaba en mis propios asuntos apenas había prestado atención a la joven, de piel pálida con los ojos cubiertos por una venda de color escarlata... hasta que empezó a gritar.

Su chillido de dolor me desgarró el alma. Miré alarmado a todos lados esperando alguna reacción y lo único que hizo el profesor fue avisar a los guardias de la azotea.

¿Acaso son capaces de ejecutarla? ¿Qué clase de lugar es este?

La muchacha empezó a soltar una retahíla de palabras aparentemente incoherentes, aunque... encontré cierto sentido en alguna de ellas.

¿Es eso posible?

Cuando el líquido negro empezó a recorrer sus mejilla di un paso adelante, no podía quedarme ahí de brazos cruzados viéndola sufrir y mucho menos dejar que des del tejado fueran a atacarla y, en aquél momento, apareció la orientadora exhibiendo una agilidad inconmensurable y, no solo eso, logró calmarla.

Suspiré aliviado. Justo entonces me vi sorprendido al encontrar ahí al Director. ¿Había visto lo ocurrido y estaba dispuesto a permitir que la dispararan?

Disgustado, me acerqué a Juan García.

Cuando la chica de la venda comenzó a gritar de forma tan desgarradora, di un paso atrás, entre asustada y preocupada. No me pasó desapercibido como apuntaban a la chica desde uno de los tejados, mientras instaban a los alumnos a alejarse.

¿Significa eso que es peligrosa? ¿Dispararnos es la forma de proceder si nos “descontrolamos”?

Sin embargo, el dantesco espectáculo se volvió aún más inquietante cuando lo que parecían palabras sin sentido cobraban significado para mí, al menos algunas de ellas.

El guante... ¿Perdido?

Miré el brazalete un segundo, con un rostro pálido que se disimulaba bajo el maquillaje, antes de echar un vistazo a los chicos que se encontraban a mi alrededor, buscando alguna pista en sus rostros. ¿La chica estaba teniendo alguna especie de visión? ¿Era eso una profecía?

Al menos una habilidosa mujer apareció rápidamente para calmar a la chica, que parecía pasarlo realmente mal con aquello, pero ni tan siquiera nos dio tiempo a comprobar que esta se encontrara bien, ya que una voz más que autoritaria hizo que nos volviéramos. Aquel hombre, llamado Juan García, trató de poner orden y dijo ser el director. Me chocó la forma en la que hablaba.

¿Pasar revista? ¿Es que estamos en el ejército? ¿Y qué forma se cree que es esa de hablar a una chica?

Aun así, me acerqué tal y como dijo, sin poder mantener la boca cerrada; aun a sabiendas de que eso no iba a gustarle a alguien con ese talante militar.

-Disculpe, Señor García, pero… ¿Qué se supone que es eso? – dije claramente molesta, señalando al arquero rubio – Me gustaría saber si su plan de contención consiste en herirnos, o simplemente en tratarnos como animales lanzándonos un dardo tranquilizante cuando causemos problemas… Más que nada para tener claro si me interesa quedarme aquí o no. - concluí, cruzándome de brazos.

Aquella chalada empezó a gritar tonterías desconcertando en gran medida a todos, aunque al fin y al cabo animando aquel ambiente rancio, ¿acaso no debería ser esto una fiesta de bienvenida?

-Bueno, no es una clase para raritos de verdad si no esta la profetisa desquiciada.- Bromeé con una gran sonrisa.

La gente parecía no estar muy de acuerdo con la forma de actuar del director, que más parecía un capitán general sacado de una peli americana. Miré a aquel arquero y lo saludé.

-No seas tan dura con Johnny, ¿puedo llamarte Johnny?- Le pregunté sin perder la sonrisa.- Al fin y al cabo somos niños bombas.

Aunque bromeaba mis pensamientos eran bastante más serios, había visto en primera persona como mis poderes mal dirigidos podían dañarme a mi o a otro. No quería que le pasara nada a nadie, pero si aquella loca tenía el poder de que se yo... explotar, prefería que aquel tipo tan majo le lanzara la flecha antes de que nos matara ella a todos.

Ese nombre, Juan García. ¿Es posible que Juan sea uno de los nombres más comunes en España? Y García... sí, uno de los apellidos más habituales... La combinación se hace casi rara, por anodina, por no decir nada, por no llamar la atención. Casi os recuerda al "John Smith" que suele salir en las películas americanas, ese nombre que no dice nada y sirve para pasar desapercibido...

Nuestra "conversación" fue interrumpida por los gritos de una mujer que parecía estar en alguna especie de éxtasis, como cuando las mujeres del poblado inhalaban los restos de sus rituales.  Observé atenta cómo sucedía todo aquello, aunque la mujer no me importaba lo más mínimo en realidad porque ni la conocía ni tenía ahora mismo interés en hacerlo.  Otra mujer vino a socorrerla introducida en un traje que, para mí, debía estar dándole algo de calor por lo pegado que estaba a su piel.  Esto casi que parece una especie de espectáculo, pero lo que cae por sus ojos parece ser real. Que se la lleven pronto.

Un nuevo grito hizo que girara la cabeza en dirección al sonido, justo para quedarme mirando al que se presentó como director de la institución. ¿Es él el que tiene las respuestas? Por la forma que tenía de dar órdenes debía ser el caudillo del lugar, aquel al que tenía que preguntarle.  No me gustaba que me mandaran, pero esta era una de esas ocasiones en las que o hacía caso o me metería en más líos, así que caminé hasta la entrada.  En este lugar tienen nombres demasiado raros, no los entiendo.  Cuando llegué junto a los otros que debían ser nuevos como yo apoyé nuevamente mi lanza contra el suelo. No dije nada por el momento, tan solo esperé a que pudiera pillarlo en un momento solo: a nadie le importaba lo que a mí me ocurriera. 

Todo se había precipitado. La chica de la venda escarlata estaba gritando a pleno pulmón una serie de frases crípticas que no entiendo para nada - ¿¿Lobo sin manada??... pero qué coj... -. El arquero del tejado le apunta sin cortarse, ¡no esperaba algo así! Mi respiración se acelera y noto como mi corazón impulsa mi sangre más rápido. No se cuan peligrosa será la chica de la venda, pero no está haciendo nada a nadie, no permitiré que le maten a sangre fría. Antes de que salte no obstante, la mujer acróbata y su látigo, llegan hasta la chica y parece calmarle.

Las palabras del un hombre acostumbrado a que se siguan sus órdenes, caen sobre mi como un jarro de agua fría, sacándome del túnel rojo en el que se estaba convirtiendo mi visión. Me dirijo hacia donde el Director nos convoca, situandome cerca de Eclipse a la cual musito - Apuesto a que me gustaría Terra, seguro que es un lugar más... acorde conmigo, más natural - sacudo la cabeza mientras devuelvo mi atención al Director Juan García, tras un último vistazo al arquero del tejado y la mujer de la venda escarlata y su acrobática salvadora. Veamos que nos depara este lugar.

El director, cuando Xandra le increpa de esa manera, levanta la mirada hacia el tejado, haciendo un gesto al arquero. Éste desaparece de vuestra vista, y el director os mira a todos y cada uno con frialdad, mientras Gabriel interviene con descaro, para terminar posando su dura mirada justo en Xandra.

Director, o señor García, no respondo a otro nombre, Lázaro. -Le dice a Gabriel sin siquiera mirarle, haciendo mención a su apellido manteniendo las distancias- Pero su compañero lleva razón, señorita Norniella. Ustedes están aquí por una única razón, una sola, en todos y cada uno de los casos. Su especial condición les define como peligros potenciales. -Echa las manos a la espalda, con las piernas ligeramente abiertas, lo que da a entender un posible pasado militar- Para quienes tengan cerca, para sus seres queridos, para la sociedad... Incluso para ustedes mismos. -Su ojo sano va pasando por todos los jóvenes rostros presentes- La Fundación Lince Dorado existe para tratar de poner fin a ese problema. Y no, la solución no es eliminar a los sujetos potencialmente peligrosos, para eso no sería necesaria tanta parafernalia. Vivimos en un estado de derecho, no somos bárbaros. Pero no se confundan, estas instalaciones no son un campamento de verano, no están aquí para divertirse.

Pero os divertiréis a pesar de todo...

Una voz divertida surge de detrás del director, cruzando la puerta principal. El tipo rubio del tejado, con su arco en la mano y un carcaj metálico cilíndrico con diversas luces a la espalda, y ataviado con un uniforme táctico ajustado, aparece ante vosotros. lo cierto es que no ha tardado apenas nada en descender, ha sido incluso demasiado veloz.

Chicos, les presento al señor Roberto Macías, miembro de nuestro equipo de seguridad. -Dice el director levantando una mano para invitar al hombre a acercarse- Señor Macías, ¿sería usted tan amable de mostrarnos la flecha que sostenía en el tejado?

También podéis llamarme Rob. -Dice el arquero guiñando un ojo a Eclipse- Rob Hood, casi nadie me conoce así, pero...

Sin terminar la frase, hace un fulgurante movimiento con la mano, extrayendo una flecha concreta de su carcaj. Podéis ver mientras se la tiende al director, que el extremo no es una afilada punta de metal, sino una cápsula ovalada.

Ahora observen bien -Dice Juan García, tomando la flecha y mostrándola ante él para que todos la veáis bien- Proyectil sónico conmocionador. Un impacto certero lo bastante cerca del sujeto, pero sin llegar a tocarle, es suficiente para dejarlo aturdido. Y lleva usted razón, señorita Norniella, si es necesario podemos llegar a usar tranquilizantes... -Macías saca rápidamente otra flecha, con una punta adherida a una pequeña cápsula similar a una jeringuilla en miniatura, mostrándola a todos- Nuestro equipo de seguridad no dudará en emplear los medios necesarios para evitar que ustedes causen daños, y no lo harán con maldad ni desprecio, lo harán porque debe hacerse. Porque díganme... si sus poderes se descontrolasen, si su naturaleza peculiar se manifestara y con ello otros corrieras peligro... ¿No desearían que alguien los detuviera?

No era tan tonto como para no saber de ante mano que a ese tío no le iban a ir las bromas, así que decidí no seguir con ello antes de que me pusiera delante de un pelotón de fusilamiento.
Escuché el bonito discursito del director mientras deseaba que acabara para empezar el guateque, o lo que fuera que hubiesen preparado, es decir, habrían preparado alguna fiesta, ¿no?

Después hizo acto de presencia Robin Hood, quien se presentó como un tío bastante majo, creo que me llevaré bien con él. En cuanto guiñó el ojo a mi Jane me acerqué.

-¿No eres un poco viejo para ir seduciendo a jovencitas?- Pregunté frunciendo el ceño.

Tampoco le di tiempo a responder, porque enseguida mi mente se desvió a otro tema, cuantas flechas curiosas y divertidas.

-¿Qué más tienes ahí?- Dije asomándome al carcaj, y preguntando ilusionado.- ¿Tal vez una explosiva?

Sigo atentamente las evoluciones del Director mientras explica la situación, nos deja bien claro como debemos dirigirnos a él y finalmente el arquero "Rob Hood", despliega parte del arsenal no letal que tiene en su carcaj. Asiento ante esta última parte de las palabras del Director.

- Me alegra ver que tienen los medios para evitar que haga daño a alguien, es lo que buscaba. Veo que he venido al lugar correcto, pero... en otro sentido, ¿nos van a ayudar a lidiar y controlar aquello con lo que vivimos? No sólo deteniendonos de ser necesario, sino enseñandonos a manejar nuestras... habilidades? -.

Una parte del discurso de García aún resuena en mi cabeza, rebotando de un lado a otro "Nuestro equipo de seguridad no dudará en emplear los medios necesarios..." de darse el caso, ¿acabarían con el problema de una forma permanente? Aún es pronto para dar vueltas a esas cosas, demos un voto de confianza. Por el momento.
 

Romasanta rompió la guarda que mantenía cuando me habló de mi hogar y lo miré de reojo mientras me echaba el pelo hacia atrás y esbozaba una sonrisa- Si eres lo suficientemente fuerte sí, te encantaría. La mayor parte de los niños que están aquí acabarían muertos en cuestión de días- dije sin controlar el tono de mi voz, porque era lo que pensaba y no me importaba molestar a un par de críos. Mejor que maduren pronto, sino serán una presa fácil. Por lo que estaba entendiendo me encontraba en un lugar donde los almacenaban por su "peligrosidad", aunque a mí me parecía que a más de uno le hacía falta un buen golpe para meterlo en cintura.  Tu planeta me resulta frío y absurdo, habéis hecho estructuras tan altas que os perdéis las estrellas. Es lamentable- y no podría acostumbrarme a eso. Esto es asfixiante- a pesar de mi forma de hablar no es que estuviera enfadada, sino que por una vez solo compartía mi punto de vista.

El caudillo del lugar estuvo explicando todas esas cosas, donde vendían a aquellos niños como verdaderas herramientas peligrosas para el mundo y ellos mismos; ¿de qué clase de personas está hecho este mundo? No podía dejar de pensar en eso.  Entonces apareció en escena otro hombre ataviado con ropas ajustadas y volví a preguntarme porqué iban tan cubiertos si realmente querían ir cómodos, cuando a todas luces eso no me lo parecía. Me guiñó un ojo y levanté una ceja en respuesta, aunque tras esbocé una ligera sonrisa que apenas duró un segundo en mi rostro. Los humanos son personas atrevidas, pero les pierde no conocer sus límites.  De nuevo llegó la charla del líder con terminología que no terminaba de comprender, pero tampoco me suponía pena alguna.  La intervención de Tarzán -era el nombre que se me había quedado, a pesar de que tenía otro- volvió a reafirmar mi pensamiento sobre los límites.  Lo peor era ver como ellos mismos parecían temer sus propias habilidades, algo que para mí era impensable. ¿Cómo vas a controlar algo si le tienes miedo? Carraspeé un poco, harta ya de tanta tontería.

-No hay nadie mejor que uno mismo para aprender a conocer y a manejar las habilidades de las que se disponen- respondí de forma tajante- No voy a dejar que nadie me dé con una flecha ni por mi bien ni por el de nadie; quien lo intente que se atenga a las consecuencias- no iba a permitir que me amenazaran de esa forma "por mi seguridad y la de los demás", porque lo más probable es que les metiera el arco por el culo. Estoy harta de esta charla, si de verdad vivís tan asustados encerraos o echadle valor al asunto. Vivir alejados de vuestra realidad no os va a preparar para el futuro- mascullé. Eso era demasiado para mí, pero sabía que era lo que me convenía hasta que pudiera irme de allí, así que apreté los dientes y me quedé ahí. 

El discurso del Director, especialmente al presentar al miembro de seguridad, demuestra que mi desconfiada naturaleza se había precipitado al prejuzgar la situación.

Si realmente el interés no era dañar, sino proteger, aquél debía ser un buen lugar.

Sin embargo mi rostro se ensombreció al enumerar los motivos de tales medidas pues "para quienes tengan cerca" no existen para mi, siempre fui tratado como un paria, "para sus seres queridos" menos aún, pues a quién yo había amado murió por mi culpa, y "la sociedad" fue su ejecutora.

Fijé mi mirada al suelo, en silencio.

Tecnología. Siempre apoyándose y escudándose en ella. Algún día fallaría, algún día algo la superaría y entonces, sería un verdadero quebradero de cabeza. Pero hasta entonces, daba la falsa ilusión de protección, de seguridad. Había ya auténticas armas humanas de tecnología... pero todo es superado en alguna manera. Quizás esas fechas sónicas funcionaran de verdad, que fueran efectivas, pero al final, las armas no tienen el valor humano, y es una persona por si misma, quien con valor y decisión hace las cosas. Eso él lo sabía, y muy bien. No sabía los peligros que comportaba cada uno de los allí presentes, si eran un peligro para los otros, de que manera o sólo eran un peligro para ellos mismo.

Él no era el más parlanchín, pero ahora tocaba ser egoísta, prepararse. Si quería solucionar sus propios problemas, allí podía tener una oportunidad real de hacer algo útil. Un pensamiento egoísta, no le habían entrenado para eso pero... tantos tabús y reglas habían sido rotos en los últimos tiempos. Las reflexiones podían esperar un poco, había tiempo para ello pero, ya que tenía al director delante, podía preguntarle por lo que le interesaba a él:

-Director, solo me gustaría preguntar una cosa... los entrenamientos ¿incluirán una parte de entrenamiento marcial y autodefensa? Y si es así, ¿puede explicarnos el motivo?¿quién es el encargado de ello?

Esperó su respuesta.  Quizás así conociera a algún guerrero o entrenador que fuera medio decente. Y evidentemente, obvió lo que decían los otros, pues no le iban a ayudar a él...

Roberto sonríe ante el comentario de Gabriel. A decir verdad, parece el tipo de tío que se toma con humor casi todo lo que le pase por delante.

¿Te parece que la he seducido, "jovencito"? -Dice, poniéndose interesante y haciendo hincapié en la palabra- Créeme, cuando me veas seducir a una chica notarás la diferencia... -Lleva una mano a su espalda y pulsa un botón, mediante el que el cilindro de su carcaj comienza a girar, situando las flechas que asoman en diferentes posiciones. Se puede ver que las flechas tienen diferentes colores- Tengo un poco de todo, aunque sería preferible que no me veas tener que usarlas. -Tras esto, se gira hacia el director, solicitando permiso para regresar a su puesto, se despide de todos con un gesto de la mano, y regresa al interior del edificio.

Señor Romasanta... -Toma la palabra el director en cuanto Roberto desaparece por la puerta del edificio- ...evidentemente ustedes no están aquí para ser "contenidos". Eso convertiría este edificio y nuestra institución en una simple prisión, y no se trata de eso. Muy al contrario, en nuestras instalaciones ustedes conocerán y serán asesorados por diferentes maestros y tutores, gente especial, como lo son ustedes, con capacidades que los hacen diferentes. Algunos de ellos han llevado una vida fácil, otros han sufrido mucho por culpa de sus poderes, por sentirse diferentes, por no haber aprendido antes lo que saben hoy en día. Los hay que se dejaron llevar por la falsa apariencia de que el poder lo era todo, y fueron delincuentes en su momento, rehabilitados hoy en día. Los hay que fueron héroes, también. Todos ellos tienen algo que aportarles, experiencia, conocimiento, y harían ustedes bien en hacerles caso y aprender todo lo que puedan.

El director, con las manos a la espalda, se muestra frío y duro cada vez que habla, incluso cuando lo que dice tiene todo el sentido del mundo y parece decirlo por vuestro propio bien. Sin embargo, se vuelve aún más duro al mirar a Eclipse con su ojo sano ante su intervención.

Señorita "Flor del Ocaso", usted no es de este país ni de este mundo, pero le ruego que se abstenga de amenazas mientras se encuentre "bajo mi techo". Le recuerdo que, incluso en su mundo, los nobles como usted precisan de maestros y tutores para desarrollar sus capacidades mágicas. -Eclipse siente una inexplicable sensación, la de que este hombre sabe demasiado acerca de Terra- Estoy convencido de que aprenderá mucho de nuestro maestro de magia, si decide quedarse con nosotros mientras buscamos la forma de devolverla a su hogar. Pero, si no está dispuesta a respetar las normas de esta casa, también puede irse. La han puesto bajo nuestro cuidado para que la ayudemos, no para que la retengamos. Es libre de irse cuando quiera... si tiene a donde ir.

Juan García mantiene la mirada de Eclipse durante un instante, hasta que Neithan pregunta acerca de los entrenamientos de defensa personal. En ese momento se le escapa algo parecido a un tenue gruñido, apenas perceptible, y se gira para hablar con el joven estadounidense.

Nuestro plan de estudios incluye entrenamiento de actividad física, y el aprendizaje de técnicas de autodefensa. Estas son aplicadas a los poderes de cada uno, o a la defensa personal, digamos, física. Mientras que las clases de actividad física son obligatorias, las de autodefensa son opcionales. Personalmente se las recomiendo a todos, pero están especialmente indicadas para aquellos que puedan plantearse en el futuro emplear sus capacidades... ¿Cómo decirlo? Como defensores de la ley y el orden. Pude que algunos de ustedes terminen trabajando para el Estado como policías o superhéroes, o indirectamente a través de empresas privadas como Superhéroes Inc. -El director obvia la posibilidad de alquilar servicios a la empresa privada, y la posibilidad de utilizar los poderes en beneficio propio. También es frecuente, pero es evidente que no quiere hablar de ello- Nuestro profesor de defensa personal es un artista marcial, como usted señor Algren. Estoy seguro de que sus clases le resultarán... estimulantes.

No quería nada más que añadir. De momento, con saber que en aquel centro había alguien competente en artes marciales, le valía.  Un reto, quizás aquello ayudaría a aplacar un poco sus ansías de... ¿venganza? No creía que fuera eso, y aunque había evitado estar ocioso, al final, se requería a alguien más sabio y más experto que uno mismo, para conseguir niveles de autosuperación. Merecía estar una temporada en aquel sitio, o eso era lo que intentaba evaluar Neithan. De momento, bastaría. Mientras el director le contaba lo que le interesaba, Neithan asentía con la cabeza, pero solo de vez en cuando y con los brazos cruzados.

Ahora, solo tenía que esperar que la cháchara del director acabara... y que no hubiera ruegos y preguntas. Él mismo no iba a añadir nada más. Pero aquel sitio, era para estar alerta, por mucha protección que les ofrecieran, uno acababa de depender de uno mismo, de sus facultades... el director les daba entender que les "entrenarían" en sus "habilidades", quizás les entrenaran para combatir contra otros metahumanos. Aunque esa palabra, "entrenamiento" seguramente tendría otro valor para él que para los otros... A ver cuando acababa eso.