Partida Rol por web

Fewyhn sentado en su mesa no quita ojo a su compañera, pero tampoco al elfo que le desprecia. El semiorco parece una amenaza a ojos de Fewyhn y encima con una diablesa, "...aunque tiene un símbolo sagrado..."

El Enano permanece inmobil en su butaco, con la mirada fija en el pichel de madera del que bebía una insípida cerveza casera, claramente se le veía con ganas de nada.

Alza ligeramente la mirada, y al ver a una mediana al lado de un enorme semiorco no puede evitar zanjar una sonrisa detrás de su espesa y maltrecha barba, como si de un momento a otro, el orco se fuera a comer de un solo bocado a la pequeña mediana, su sonrisa se agudizó aún más y dejó ver un par de dientes grandes, amarillentos y desviados.

Odia a los orcos, pero sabía que mientras estuviera en la horrible civilización, tendría que lidiar con un par de mestizos.

Volvió a voltearse y beber un gran sorbo, cuando de su capucha salió un pequeño ratón de campo y se deslizó desde su nuca a su pelo y luego a su pecho. El Enano le dió de comer un par de nueces que cargaba.

El sonriente elfo lunar no hacía nada por disimular su presencia. A medida que fueron entrando clientes en la posada, apenas si reparó en ellos, pues estaba enfrascado contando una historia a tres viejos conocidos, gesticulando teatralmente encima de una silla. A primera vista podía parecer que las cervezas a las que le habían invitado eran el pago por el relato, pero nada más lejos de la realidad: Beleg Cúthalion disfrutaba enormenente de la compañía de la gente, cualquiera que fuera su raza. En términos generales. Pero... los drows le daban un poco de grima, para qué negarlo. A pesar de ello, si se topaba con alguno de ellos, medía sus palabras pero era respetuoso.

Por eso quedó ensimismado por la presencia del drow mestizo, y no se dió cuenta de que lo miraba fijamente hasta que éste le devolvió una mirada airada. Ups, pensó Beleg, menudo resbalón... Sin embargo, antes de dar pié a malentendidos, no apartó la mirada del drow, aunque sí la suavizó, relajando los rasgos, y se acercó a él con pasos desenfadados.

Fewyhn no quitaba ojo a su compañera ni al elfo lunar que le miraba fijamente. Debían ser los malos hábitos del drow que veía amenazas por todos los lados, pero no se encontraba a gusto en aquel lugar. Sólo veía comienzos de trifulcas allá donde mirase. Sin duda desde que salió del inframundo sólo había tenido malos encuentros que había terminado en persecuciones, pero de esa taberna no sería fácil salir si comenzase una pelea además de que no podía dejar allí sóla a su pequeña amiga.  Cuando el elfo lunar comenzó su marcha hacia él, Fewyhn intento relajar un poco su postura rígida y herética que tenía debido a la incomodidad que sufría estar tan rodeado de tantos humanos y seres oscuros.
Cuando estaba bien cerca se oyeron unas palabras de élfico que ninguno pudo entender pues sonaba más a Drow Vendui! , después bajo el tono hasta ser sólo audible para el elfo.

"Ssaludos elfo, no busco problemass." Pronunció Fewyhn, su forma de expresarse parecía un poco serpiente. En élfico no era fácil detectarlo, pero solía arrastrar las "S".

- Entonces tenemos algo en común, viajero!- dijo con una franca sonrisa, incinándose sobre el respaldo de una silla. Si notó el acento siseante del semi-drow, no dió ninguna evidencia de ello, lo que sí fué evidente es que las palabras del mestizo lo relajaron- Es infrecuente ver a... semidrows, ¿me equivoco? por estos lares. ¿Qué te trae por aquí?

La pregunta pareció nacer de una natural curiosidad al tiempo que señalaba la silla con gesto interrogante, esperando el permiso para sentarse. Ni siquiera se había dado cuenta de que viajaba acompañado.

Escucharle y tenerle tan cerca no el intimidaba tanto a Fewyhn, parecía alguien amable y simpático ,al ver que Beleg señalaba la silla, rápido salió a su encuentro y con la mano le instó a sentarse.
-Dissculpe miss modalesz. Acompáñeme, porfavor. Mi nombre ess Fewyhn Drazth, viajo acompañado  de una mediana señalando a Ladfiena. Que actualmente habla con un sssemiorco y una diablessa...  Hemoss venido porque mi pequeña amiga quiere sser una heroína. Y yo bueno no podía dejarla ssóla. No ssuelo dejarme ver en puebloss tan concurridoss y szi lo hice essta vez fue por mi acompañante. Creí que mi pressencia armaría más revuelo...

Durante años, Abrahel no había tenido demasiado trato con aquellos que no pertenecieran al culto de Torm. Le costaba confiar en los extraños y, ahora, de pronto, parecía que todos la rodeaban. Le llamó la atención el clérigo que momentos antes había tenido una audiencia con el Señor del Valle. La mediana la ponía un poco nerviosa, quizá fuera por su rápido parloteo, o puede que por sus inquietos movimientos. En cambio, el drow mestizo sí le llamaba la atención.

Cuando el semiorco se acercó y se presentó con una galantería que Abrahel no creía posible dado su raza, inclinó su cabeza cortésmente. Su voz sonaba dulce y elegante, pero a la vez sobrecogedora:

_Será un placer compartir el pan y el vino con vos, buen hombre. Mi nombre es Abrahel Ishtar, fiel sierva de El Leal.

Fue a preguntarle algo más al clérigo cuando una oleada de preguntas la sobresaltó. Inclinó la cabeza y allí estaba la mediana. La paladina abrió los ojos de par en par, sin atreverse a abrir la boca. Sorprendida por la velocidad de la pequeña mujer. Por suerte, el semiorco la salvó de tal ataque de palabras, atrayendo la atención de la mediana y presentándose.

Abrahel decide sentarse, haciendo un gesto con la mano al clérigo para que la imite, dedicándole a su vez una sonrisa. Se pueden ver los caninos, otra herencia de su linaje pero no por ello menos atractiva. Continuó su bebida, mirando cómo la mediana le contaba al clérigo que se iba a convertir en paladina. La tiflin rió para sí al escuchar aquello. Si ella, aun con la sangre de criaturas demoníacas corriendo por sus venas, podía llegar a servir al dios que dio muerte al mismísimo Perdición, ¿quién se atrevería a negar las ilusiones de la mujercita?

Miró al semidrow. Otro mestizo que tenía que lidiar con la sangre de la corrupción en su interior. Abrahel se sintió un poco identificada. A menudo rezaba a su dios para que le diera fuerzas y mantenerse fiel a su juramento, para así poder resistir la tentación. Todos los monjes, clérigos y paladines que estuvieron con ella desde que la hallaron hasta que su nombramiento como sierva de Torm, sospechaban que alguno de sus progenitores pudiera ser un súcubo o similar. No sólo por su belleza, acentuada por los rasgos infernales, sino porque la lujuria y el deseo eran la mayor tentación a la que tenía que enfrentarse. Otros mestizos tienen que controlar sus ansias de muerte o destrucción, pero ella luchaba por cumplir sus votos de castidad y honrar sobretodas las cosas a su dios, haciendo cumplir su palabra allá donde vaya.

Se giró hacia el semiorco. _Disculpad, pero aún no he tenido el privilegio de escuchar vuestro nombre_ luego miró a la mediana, justo a lado _El vuestro sí, Correestepa y digo que, aunque oíros pueda ser desconcertante, es un placer conoceros. Pero lo más que me llama la atención, es vuestro compañero, pues sus rasgos faciales son menos angulosos que los de un drow, ¿Me equivoco?

Se arrepintió de ello en seguida. Mostrar ese interés por un desconocido, era algo que ya le habían advertido que evitara. <<No voy a yacer con él_ pensó excusándose _, pero sí me gustaría conocerlo...>>

Un estrepitoso y sonoro trueno interrumpió las charlas que se presentaban en la rústica posada: La paladina, el semiorco y la mediana hablaban en una mesa, mientras el Elfo había sido invitado a la mesa del SemiDrow. Por su parte, el Enano aún permanecía apartado, ocupándose de su pequeño ratón de campo.

El trueno fue precedido por un silencio y una incómoda mirada entre todos los presentes del salón que duró un segundo, el cual pareció mucho más!

Luego del silencio, gritos, muchos gritos provenientes de afuera llegaron a los oidos de los presentes. Sin pestañear y sin dudar, todos salieron a ver de que se trataba, cada uno por su propio motivo en particlar: Unos por querer ayudar, otros por simple curiosidad.....

Afuera, algunas personas corrían presa del pánico, provenientes del vado, a unos cuantos metros al sur de la posada. Como todo héroe, aventurero o mercenario deciden ir a ver que pasaba:
Un edificio se encontraba en llamas y algunos gritos provenían de su interior, algunas personas aún permanecían atrapadas ahí dentro sin poder salir.

Pero no era lo único; varios esqueletos animados aterrorizaban a la gente de la zona, un aldeano había sido asesinado por uno de ellos y ahora el esqueleto llevaba el cadáver a una especie de carromato cubierto de velos de seda negra como la obsidiana. Al lado del Carromato, un orco encapuchado montaba un gran caballo negro de ojos rojos, era quien comandaba a los esqueletos.

¿Ayudarán a los aldeanos atrapados en ell edificio? o ¿atacarán directamente a los esqueletos? ¿Regresarán a lo suyo?...

Al semi-drow le costó reaccionar, era el fuego, le recordaba a aldeanos y las persecuciones a las que le sometían. Ahora curiosamente eran aldeanos los que necesitaban a Fewyhn, que pueblo más raro, todo lo hacen al revés. Fewyhn raudo saca el arco se mueve unos metros preparándose para hostigar a un esqueleto. Tensa la cuerda y dispara al primer objetivo más cercano. Después de lanzar la flecha busca a algún aldeano que necesite su ayuda, para ir en el siguiente asalto a ayudarle, aunque el objetivo principal era el orco. 

El hermano Códice no había escuchado la primera respuesta de la tiflin a causa de la mediana. Sin embargo, si escuchó la segunda, y ya estaba pidiendo mil disculpas por la descortesía de no haberse presentado cuando el estrépito de fuera interrumpió la conversación. Todos salieron en tromba a ver que pasaba, y Códice de los primeros. Cogió su sombrero y su bordón y salió de la posada.

Frente a él se desarrollaba ahora un espectáculo infernal, el horror: un grupo de guerreros esqueleto habían prendido fuego a un edificio de las afueras de la ciudad y ahora atacaba a los granjeros, que huían despavoridos. Un orco con vestimentas de sacerdote parecía dirigirlo todo desde un caballo de aspecto terrible. Códice no había peleado nunca contra esas criaturas, pero tenía la formación en combate de sus maestros y la experiencia de numerosos encontronazos con bandas de indeseables tanto en Valle de la Sombra como en Valle de la Daga. En los Valles, los que no te matan, te hacen más fuerte.

Sin embargo, el sacerdote no podía desoir los gritos provenientes de la casa en llamas.

-¡Ocupaos vos de "mi primo" y sus esbirros, lady Isthar! -declamó sin mirar atrás-. ¡Por la Diosa, que aún no ha llegado la hora de que esta buena gente se marchite!

Dejando su báculo a un lado, el mestizo se internó en aquel horno. No le costó mucho localizar a uno de los campesinos en peligro: una mujer de mediana edad que estaba atrapada tras una cortina de fuego provocada por la caída de parte del pecho. Enfundándose en su capa y su sombrero, afortunadamente mojados, Códice cogió impulso, cruzó las llamas, agarró a la mujer (que no dejó de gritar en ningún momento), la envolvió en su capa y saltó de vuelta. Segundos después salía de  la casa con la mujer en brazos.

No se había quemado ni un pelo de la barba.

Todavía estaba intentando asimilar lo que me había dicho el hombre un orco mezclado y el hecho de que por fin alguien mostraba interés por Fewyhn cuando un ruido muy fuerte se escucho fuera seguido de gritos, todo el mundo se levanto de inmediato saliendo a ver que pasaba, naturalmente ¡yo también! seguí al resto de curiosos el espectáculo era ¡increíble! parecía sacado de una de las historias de Gwroëw, un montón de esqueletos subían unos cadaveres a un carro y un tío enorme subido a caballo con aspecto muy fiero y terrorifico.

De fondo un edificio en llamas los gritos indicaban que había gente dentro atrapada sin poder salir ¡inocentes! el orco mezclado entro enseguida al edificio después de pedirle a Abrahel que se ocupara de los esqueletos y de ¿su primo? entonces el orco mezclado era malvado, luego lo llevare ante la justicia

Me meto en el edificio rápidamente, la falta de experiencia me hace tragar humo y perder unos valiosos segundos, intento ver a través del humo y las llamas sin mucho éxito mientras el agua que me empapa se evapora rápidamente entonces entre el crepitar de la madera escucho un gemido lo sigo para ver a un anciano atrapado por un mueble corro hacia el e intento levantar el mueble, con un grito de dolor retiro las manos, la madera esta tan caliente que quema.

Apuntalo los pies en el suelo, apoyo la espalda en el mueble y empujo, el cuero apenas contiene ya agua y puedo sentir como el calor lo atraviesa y el olor a carne quemada, aprieto los dientes ignorando el dolor mientras el sudor recorre mi frente, con un ultimo esfuerzo levanto el mueble lo suficiente para que el anciano se libere.

Dejo caer el mueble que levanta una nube de chispas, presto mi apoyo al anciano y le ayudo a salir de la casa, tan pronto salimos la lluvia alivia el calor axfisiánte y también las quemaduras de mi espalda, miro como el anciano se aleja dandome la gracias ¡lo he salvado! sonrío sintiéndome una heroína a pesar del dolor que recorre mi espalda.

Espera a que se lo cuente a Gwroëw.

Cuando al fin parecía que la tiflin se recuperaba del asalto de la mediana y el semiorco se disculpaba cortésmente por no haber dicho su nombre, el trueno ensordecedor y los desgarradores gritos de los aldeanos, impulsaron a la paladina a salir de la posada espada en mano. 

Al salir afuera, vio con horror la masacre que estaba teniendo lugar y el terrible incendio que amenazaba las vidas de los inocentes. Su primer impulso era ayudar a los aldeanos atrapados, pero el semiorco la instó a combatir mientras él se ocupaba de los heridos.

_Sea pues, hombre de buena fe. Que Torm os proteja_ le dijo al clérigo con una sonrisa. Luego miró hacia el jinete orco que encabezaba la caravana de no muertos. No le hacía falta encomendarse a su dios para saber la malignidad de aquel ser. Se concentró con la mano alzada, señalando con la palma al orco de la oscura montura.

En su mente se recrearon grandes batallas contra el mal encabezadas por seguidores de Torm, el Leal. También rememoró los relatos sobre cómo su divinidad dio muerte a Perdición, uno de los dioses más viles de Faêrun. 

<<La lealtad es mi fuerza, la fuerza y el coraje que mi divinidad me ha concedido al alejarme de la corrupción y del caos>>

_¡Torm, La Furia Leal, Patrón de los paladines y enemigo del mal y de la corrupción! Dadme la fuerza para destruir el mal que acontece a estos inocentes_ dijo en voz alta.

Una luz plateada de inmaculada belleza, ser enroscó entre los dedales del guantelete de Abrahel, quien tomó su espada bastarda a dos manos y atacó a uno de los no muertos, clavándole su acero en el costado con un crujido seco tras ondearlo sobre su cabeza e impactar en las esqueléticas costillas.

Se preguntó qué sería de los demás, aquellos que sólo unos instantes antes bebían en la taberna, pero no podía distraerse. Debía combatir, aunque la preocupación por el bienestar de las víctimas asolara su corazón.

<<Confiaré en el buen juicio del clérigo para salvar a los aldeanos. Yo intentaré frenar el avance de estas horribles criaturas para que ellos rescaten a los heridos>>

El Enano abre los ojos de par en par al ver la situación que se estaba presentando.

Ve al SemiDrow lanzar un flechazo a uno de los esqueletos, al menos no estaba aliado con ellos! La mediana arriesga su vida para salvar a un anciano de la casa en llamas, una escena conmovedora ver como una pequeña persona podía hacer grandes cosas.
Pero sin duda quién más le causó conmoción fue el mestizo, el sangreorca ayudaba a la mediana a salvar gente, nunca en su vida había visto a un orco altruista, que arriesgara su vida para salvar una ajena, eso si le causaba mucha curiosidad y sorpresa, seguro cruzaría algunas palabras con él si llegaba a sobrevivir al edificio en llamas.

-Yo ir muertos!. -Dice el Enano con una voz gruesa y rígida, sacándo de su cinto un mangual que portaba con una mano, mientras en la otra cargaba el ancho escudo de madera.

Carga contra uno de los huesudos, trotando tan rápido como sus cortas piernas de enano se lo permiten con su característico cojeo en la pierna derecha.
Blande su mangual en el aire con vehemencia, pero a veces, tanta vehemencia no es buena, hace los ataques más poderosos, pero menos precisos y esa falta de experiencia en el combate era la que le pasaba factura ahora, cuando el mangual se estrellaba pesadamente contra el suelo y queda clavado allí mismo.

Después de ver al orco sacar a un aldeano, Fewyhn usó su gran percepción para avistar si quedaba alguien más cuando vio salir a Ladfiena de la casa, tenía a sus hombros a un aldeano y al dejarlo, parecía resentida de la espalda.

-Lothar, ¿qué hacías en la cassa? la pronunciación de Fewyhn era siseante, casi hipnótico ¿Esstász bien? No entres máss allí. El semidrow pensó alguna razón para evitar que su pequeña amiga entrase de nuevo. Lothar! ¿Quiéress sser una heroína? Matemoss al orco del caballo. El maneja a los ezqueletoss...  Antes de volver a echar mano otra vez al arco, miró a Ladfiena y dijo Recuerda, como en el bosque...

El elfo salió a toda leche de la tabena en cuanto oyó el alboroto, y después de una rápida mirada evaluando qué podía ser más útil dadas las circunstancias, se decidió por el orco. Tenía toda la pinta de ser el cabecilla y la lógica hacía suponer que sin el jefe, los esqueletos serían más vulnerables. Sin pensárselo dos veces, sacó una flecha del carcaj, la peparó en su magnífico arco largo y disparó al jinete. Pero quiso la providencia que al pecipitarse, la flecha de Beleg apenas rozara la capucha del orco.

Sin vacilar un instánte el Elfo disparó contra el cabecilla de los esqueletos, que claramente era el orco montado en su gran corcel, pero la flecha pasa cerca sin lastimarlo, el orco se exalta y ordena mentalmente a sus súbditos que ataquen a la amenaza recién llegada.

Mientras el Elfo disparaba, el mestizo y la mediana se internaron valientemente en la casa; El primero rescata a una mujer de mediana edad que se estremecía del pánico de haber tenido la muerte de cara, mientras la mediana rescata a un anciano que parecía que apenas le daban las fuerzas para mantenerse en pie. Un pedazo de madera hirviendo le cayó en el brazo mientras salía de la casa, pero el anciano estaba intacto. -Mi hijo! -Grita la madre una vz fuera de la casa -Mi hijo aún está adentro!, por todos los dioses tráiganlo!!.

Mientras los esqueletos se ponían en formación para atacar, el Enano ataca vehementemente con su mangual, pero el extremo uso de su fuerza lo hacen una mala pasada.

Al meterse en medio de la refriega, tres esqueletos se le abalanzan encima, logra esquivar con su escudo una de las garras, luego con su agilidad otra, pero la tercera garra logra filtrarse a través de una de las juntas de su armadura y atraviesa una de sus costillas, haciéndolo chillar y retorcerse de dolor.
Otros dos se abalanzan contra fewyhn, uno de ellos casi alcanza el ojo del Drow, pero la suerte lo acompañaba y terminó siendo apenas un rasguño en el pómulo, lo que sirvió para saciar la curiosidad de algunos acerca del color de la sangre de los Drow. El otro esqueleto simplemete era muy lento para la velocidad del elfo oscuro.
Otro esqueleto se abalanzó contra Beleg, pero este se lo quita de encima agilmente.
Finalmente, otros dos atacan a la descendiente de diablos o demonios, solo uno fue lo suficientemente afortunado (o desafortunado?) para impactarla fuertemente en el hombro, la garra se interna profundamente en la carne y la hace exclamar un fuerte grito que pareció asustar algunas personas que observaban desde lejos la escena.

Fewyhn desenvaina una de sus flechas y tensa su arco y dispara en dirección a uno de los esqueletos: Atina, pero al cuerpo, la flecha pasa por entre los agujeros de las costillas de un esqueleto y se rompe al golpear una roca en el suelo.

Por su parte, el orco parecía lanzar una plegaria hereje a sus súbditos, los esqueletos parecían reforzados y más determinados.

Abrahel, herida, logra sacarse de encima a su rival y con una plegaria a Torm, saca lo mejor de si en un tajo que rebana la cabeza del esqueleto que le había provocado dolor, reduciendo sus huesos a ceniza que se lleva el viento rápidamente.

Ambos guerreros se encuentran malheridos y superados ampliamente en número, especialmente el Enano, mientras los arqueros tienen encima un par. Será que el mestizo y la mediana los ayudarán? ¿o preferirán rescatar al niño dentro de la cabaña en llamas? Es su turno!

Mientras dejaba a la mujer en el suelo, el hermano Códice pudo ver como el mediodrow, el elfo y el enano de la taberna, además de Abrahel, habían entablado combate contra los muertos vivientes. ¡Héroes!, pensó con admiración el fraile... justo antes de ver cómo los "héroes" recibían lo suyo. Tragó saliva. Héroes que van a necesitar de mis servicios pronto, se corrigió. De hecho, ya se iba a a poner a ello cuando aquella humana gritó pidiendo ayuda. Por muy mal que fuera el combate, Códice sabía cuáles eran sus prioridades.

-¡Calmad vuestros temores, madre amorosa! ¡Yo salvaré a vuestro brote! -Luego se giró hacia la mediana, a la que había visto salvando a un anciano de la casa en llamas, aun a costa de su propia salud. Parecía estar a punto de volver a hacerlo.- ¡Dejádmelo a mí, señorita Correestepa!

Y sin más dilación, el sacerdote volvió a enfundarse en su capa verde y a internarse en la casa.

Esta vez la búsqueda le llevó incluso menos tiempo, pues milagrosamente fue capaz de ver al niño desde la puerta y a través del humo. Estaba aterrorizado, bajo una mesa, agarrándose a una de las patas como si fuera su salvación. Pero no lo era: los vapores del fuego a esa altura no tardarían en asfixiarle. En un último esfuerzo de su consciencia, el chaval pegó un gritito cuando la mole bestial de Códice surgió de la nada. Gracias a los dioses, se desmayó a tiempo para no ofrecer resistencia.

Al salir de la casa, de nuevo sin un rasguño pero con la cara llena de tizne, Códice fue hacia la madre y dejó al crío en sus brazos. Ella lo cogió entre lágrimas de temor y gratitud.

-El chico está bien: sólo un poco impresionado. Dad las gracias a la Gran Madre de que yo estuviera aquí... -apenas pudo decir antes de que la madre saliera corriendo.

Códice recogió su bastón del suelo y se recolocó el sombrero.

Bien: y ahora, los puños.

Fewyn milagrosamente ha esquivado a los dos esqueletos, pero nos e iba a quedar mucho tiempo a descubrir si podía volver a esquivarlos. Fewyhn siempre había sigo un tipo ágil, pero demasiado esbelto, tan esbelto que alguno drows le llamaban esmirriado, no tenía apenas fortaleza y cualquier golpe era suficiente para tumbarlo. Así que corrió al bosque con la intención de perder de vista a los esqueletos que intentaron golpearle e intento darles esquinazo y esconderse de ellos, tenía costumbre de hacer siempre lo mismo cuando había peligro. Desde que dejó Menzoberranzan había sido muy frecuente los ataques y las persecuciones, otra más. "Incluso lo mejor sería encaramarse en lo más alto de un árbol y desde ahí lanzar flechas a sus objetivos." pensó Fewyhn ágilmente se subió al árbol como si fuese un mono, rápidamente estaba en lo alto desde donde tenía una buena visión. Desde ahí miró todo lo que se acontecía si estaba a tiro el orco, si sus perseguidores le seguían.

Máster desde mi nueva posición en lo alto de un árbol veo al orco? Y supongo que no me persiguen más los amigos esqueletos pues corro cual gacela. Si tengo que tirar algo en correr más que ellos o en darles esquinazo... Creo que soy más ágil y rápido q los esqueletos. De todas espero no sepan subir árboles.