Partida Rol por web

Se le estaba haciendo eterno...con Aaron a cuestas y lo cansada que se sentia casi no podía dar un paso...y entonces, cuando se dió cuenta, estaba aterrizando sobre uno de los cuerpos colgantes. Necesitó de unos cuantos segundos para comprender lo que acababa de pasar y miró al viejo con furia en los ojos. ¿Acaso no le había salvado la vida?¿Por que coño le había empujado de esa forma?

- Pero qué c.. - comenzó a decirle al anciano, pero su expresión y sus gestos le hicieron comprender enseguida. Sus ojos verdes se movieron hacia arriba y vió una silueta por encima de ellos, a través del cristal, no definida pero le bastó para comprender que aquello podia ser recíproco. Si ella veía a alguien arriba, arriba verían a alguien abajo...y solo podía ser una persona.....Devolvió la mirada al anciano y asintió para confirmar que entendía la situación. Todo había cambiado, ahora estaba sola, sus compañeros estaban desaparecidos (o algo peor)...y ese Johnson estaba ahí, arriba, podría ser su última oportunidad de acabar con la misión y ahora contaba con el factor sorpresa. Pero no podía arriesgarse a que volviera a ocurrir lo mismo de antes, había tenido mucha suerte y no creía que volviera a repetirse.

¡¡PERO QUE COÑO!! ese hijo de puta casi los mata...y quién sabe si lo que acababa de pasar no era culpa suya también. No podía perder la oportunidad de pillarlo por sorpresa...pero sabía que un enfrentamiento de ese tipo ella sola no daría resultado.

Miró al anciano y le hizo un gesto hacía la puerta de entrada, parecía lo más sensanto. Fuera de la vista de Johnson podrían mirar que hacer. Se levantó lentamente y sin perder de vista a la sombra negra que tenían encima y se preparó para encaminarse hacia la puerta todo lo sigilosamente que pudo.

"- ¿Que es esa maldita cosa?".- Se escuchó en algún punto a su izquierda. El sonido estaba amortiguado por el cristal, pero a Mei no le parecía la voz de Jhonson, por lo que debería ser el soldado que le acompañaba. En cuanto sonó la voz, casi como un acto reflejo, Shan Mei se agachó y se puso a rebuscar en sus bolsillos. Al momento sacó la pistola que, antes de que el torrente de agua les derribara, había tenido la presencia de ánimo y los reflejos necesarios para guardarla a salvo en su mono. Esperaba que con todo lo que había pasado siguiera funcionando sin problemas.

Miró a Pedro y le dijo, susurrando: - Debemos acercarnos con cautela y evitar que nos vean. Si localizamos una buena posición de disparo es posible que acabemos con ellos rápidamente... Aunque...- Se quedó un segundo callada, mirando de nuevo hacia el lugar desde el que se había escuchado la voz.- Antes hay que ver a que se refieren con "esa maldita cosa". Si es algo peligroso, mejor dejarles que se maten entre ellos...

-¿Y la güera Alex? -dijo Duarte mirando a Mei-. Si subimos no la veremos, salvo que el abuelo muerte se la llevara para allá, hacia el pinche nexo, aunque no sé por dónde pudo hacerlo -se la quedó mirando dubitativo-. Quizás la güera pensó que habíamos muerto y ya inició pinche subida de la mano del viejo. Órale, todo palabras, pero ninguna idea buena de mi cabeza mensa. De acuerdo, güera, intentemos subir, pero para eso hay que romper el pinche cristal. Gracias a la virgencita ya está bastante mal, todo cuarteado. Igual ni necesitamos disparo y bastará un buen golpe. Aunque pa qué riesgos. Y recuerde güera que no podemos matar al orate ese del Johnson. Su podrida cabeza tiene los secretos que el abuelo muerte necesitaba para acabar con esto. Ándele, maldita sea su pinche sombra, incluso nos veamos obligados a salvar su feo pellejo. Apártese, linda, voy a matar ese cristal. Con el follón de allá arriba quizá ni se den cuenta.

Cuando Mei se apartó, Duarte apuntó y disparó contra el techo de cristal.

Camináis entre aquellos cuerpos en dirección hacia la puerta, el suelo sigue mojado tal como en el momento en que entrasteis. Aunque la estáncia es grande sí podéis diferenciar las paredes cuando las líneas de cadáveres se alinean de la manera correcta. Miráis hacia arriba, el cristal está agrietado pero de una forma mucho más "real". Es decir, podéis ver a través del cristal, allí arriba está el techo de la habitación que tenéis sobre vuestras cabezas, cuyo suelo es vuestro techo. En algún lugar allí arriba está Jhonson, el otro soldado y el nexo.
Avanzáis con cuidado cuando escucháis un grito muy grave y el sonido como de una garganta enorme gritando a través de muchas bocas. Suena a algo grande y, aunque cercano, sabéis que no está en vuestra habitación.
¿Que es esa maldita cosa? escucháis -algo reducida por el cristal- una voz sobre vuestras cabezas, a unos diez metros a la izquierda, no parece Jhonson por lo que debería ser la voz del otro soldado que hay junto a él.

El disparo hace que se agriete más el cristal, otro disparo y este se agrieta más... entonces escucháis desde arriba.
Están ahí, ve a por ellos!! eso sí es la voz de Jhonson. Escucháis a alguien corriendo en el piso de arriba, cuanto más se acerca a vosotros el cristal presenta más y más grietes.
Para bien o para mal, sabéis que va a ocurrir ahora...

-Están ahí, ve a por ellos!!

La orden llegó con claridad hasta sus oídos, imponiéndose a cualquier otro sonido. Miró a Mei.

-Son mensos estos pinches chacales -susurró-. Solo un soldado. Deberá usar esa arma, güera. Refúgiese tras una camilla de esas. Yo haré lo mismo. Cuando el gringo chingón esté sobre el cristal dispararé para que el pinche cristal se rompa de una reputísima vez. Después, él o nosotros -dijo subrayando las palabras con un inequívoco gesto, el de un dedo pasando a lo largo de la garganta-. Pero atentos, no vaya a ser que nos entre por detrás.

Mei respondió con un escueto "Vale" a las palabras de Duarte. No entendía como aquel maldito cristal aguantaba tanto, pero por su culpa solo habían descubierto su posición, sin llegar a hacer daño a sus enemigos. Como había aconsejado Pedro, se dirigió hasta una de las camillas que poblaban aquella pecera sin agua y se refugió como pudo para tenderle una emboscada al soldado que aparecería en breve. Tenía que estar atenta, pues podía aparecer por cualquier sitio y solo tendrían una oportunidad para deshacerse de él y reducir de alguna manera a Jhonson. Preparó la pistola y se mantuvo alerta, relajando su respiración y mentalizándose para la lucha que tendría lugar alli mismo en cuanto su verdugo asomara la cabeza.

Tras escudaros tras diferentes camillas, de esos pilares humanos a los que casi os habíais acostumbrado, el soldado llega cerca vuestro. El sonido del cristal a punto de estallar así os lo hace ver: Duarte dispara a través del cristal y vuela una rodilla que estalla junto el suelo bajo sus pies. Las camillas paran la lluvia de metales y, cuando tras la caída el soldado se reincorpora ambos le disparáis a la cabeza. No lleva la máscara así que ese es el objetivo lógico: un disparo le hace saltar la nariz y el otro la tapa de los sesos. Es difícil saber qué disparo ha hecho qué...tampoco os importa.
El cristal más allá del trozo que acaba de caer, aunque quebrado, aguantaría vuestro peso. La opción más viable para subir sería usar los cuerpos como improvisada "escalera". La otra opción es seguir por debajo...

Miró a Mei. No había dudado. Dos balas habían acabado con aquel soldado. Una de él, la otra, de ella.

-Buen trabajo, güera -dijo Duarte serio aunque el alivio se pintaba en su rostro-, aunque siento por usted que haya tenido que hacerlo. Matar es demasiado fácil, olvidarlo, es imposible. Pero piense que tiene una misión, un trabajo. Salvarnos a todos con eso del nexo. Veamos qué pinches regalos nos trajo el chacal este. Su arma y su munición cuando menos y si se ve con fuerzas, podríamos sacarle la armadura y ponérsela a usted, güera. Mire, ese agujero en el pinche cristal. Los bordes quizá nos aguanten. Usemos todito esto para hacer algo que sirva para subir. No es de coyotes trepar, pero prefiero trepar como coatí a vagar como pinche pendejo por estos pasillos hechos de muerte y dolor.

Duarte hablaba pero actuaba a un tiempo. Se inclinó sobre el cadáver y lo registró a la búsqueda de cuanto pudiera serles útil. Él mismo había usado la escopeta numerosas veces y no sabía cuánta munición le quedaba con exactitud. Era hora de recargar el arma. Esperaba la voz de Mei para saber si quitar o no la armadura al cadáver. Sabía que sin mirarla ella estaría trabajando en montar algo para ascender a la planta de arriba. Si algo había demostrado aquella mujer es que era una luchadora.

Tras los disparos Mei se quedó unos instantes completamente quieta. Había actuado casi por instinto y ahora mismo debería estar horrorizada por lo que había hecho... pero no era así. Sabía que en el futuro vería en sus pesadillas la cara de los que había matado, incluso aunque lo hubiera hecho para seguir viva, pero ahora mismo no sentía nada, ni remordimientos ni culpa, tan solo alivio porque, una vez más, habían sobrevivido.

Las palabras de Duarte hicieron que volviera a la realidad y que se pusiera alerta de nuevo. Mientras el hombre registraba el cadaver ella se dedicó a mirar alrededor para montar una escalera improvisada que les ayudara a subir por aquel agujero. La opción más plausible parecía utilizar aquello de lo que aquel lugar estaba bien surtido: cadáveres. Aunque no era una perspectiva demasiado agradable, ahora no tenían tiempo de andarse con sutilezas. Después de los preparativos se dirigió hacia Pedro:

- Cuanta más protección llevemos más posibilidades tendremos de salir de aquí, o al menos de conseguir lo que queremos... Ayúdame a quitarle el uniforme Pedro, no debería costarme mucho ponérmelo.

Cuando aún no has reaccionado a aquel extraño aullido escuchas disparos desde alguna parte del nivel en que te encuentras. Si bién no sabes a que lado de las armas se encontraban, Duarte y Mei deberían estar en esa dirección.

Todo sucedió muy rápido, Alex le indicó al anciano el salir de allí dirigiéndose al túnel por el que habían entrado, pero de pronto algo la paró...un rugido...algo...no sabía qué, y la voz extrañada de Johnson que hablaba con alguien, otro soldado. Se sintió aliviada de no haber atacado antes...con uno quizás...con dos,ni de coña.
Volvió a mirar a Aaron y le indicó que continuaran y aún no había dado dos pasos cuando algo más llamó su atención...disparos...su corazón se aceleró..no podían ser más que sus compañeros, Mei y Duarte,y tenían problemas.
Todo lo demás pasó a un segundo plano, tenía que llegar hasta ellos, pero no podís llamar la atenció de Johnson, no quería más problemas de los necesarios. Se acercó al anciano y le susurró cual era el plan...tenían que llegar hasta los demás. Sin esperar contestación ni nada por parte del anciano comenzó a moverse. No sabía si disparaban o les disparaban, ni siquiera si se trataba de ellos...pero si había una oportunidad de que siguieran vivos....

Alex se va acercando sigilosamente hacia el lugar donde habían sonado los disparos, llevando al viejo con él tampoco podría moverse más aprisa. Aaron al menos es tan sigiloso y silencioso como ella, uno no sobrevive tanto tiempo en un lugar como ese sin serlo.
Cuando llega ve de espaldas a dos soldados del bloque vestidos con sus uniformes. Alex se queda quieta, dudanso si dispararles a sangre fría para vengas a sus compañeros, cuando los soldados se giran quizá por intuición y Alex ve que son Duarte y Mei.
Encima de ellos hay un agujero en el cristal, a los pies de ambos el cuerpo de un soldado que solo podía ser el acompañante de Jhonson...parece que Duarte y Mei estaban comprobando los cadáveres sujetos a las camillas verticales que se encontraban cercanos a el agujero del techo de cristal.

Habían obrado rápidamente y el uniforme del último soldado caído estaba ya sobre el cuerpo de Mei que de ese modo tendría más proteccion, especialmente de cara a su herida en el hombro. Tras ello comprobaron cuál de las camillas podía servirles a su propósito, momento en el cual, el básico instinto animal de Duarte hizo que el vello de su nuca se erizara presintiendo una presencia. Se giró sobre sí mismo, con lentitud, confiando en su uniforme de cara a ser confundido con algún activo del bloque cuando su boca se abrió con algo que no podía ser sino sorpresa, una sorpresa que rubricaron el alivio de su mirada y el brillo de unos ojos humedecidos.

-Güera -acertó a decir antes de acercarse con grandes zancadas y abrazar a la mujer con fuerza, algo que apenas duró un par de segundos antes de retirarse cohibido-. Disculpe, güera. Fue el alivio. Míjoles, el puritito y pinche alivio -dijo con una sonrisa tímida que resultaba extraña en aquel duro rostro-. Mire Mei, a quién nos trajo la buena fortuna. Está vivita y coleando. Juntos de nuevo. Los coyotes vuelven a estar en manada.

Se pasó una mano por el rostro y fue como si una pesada carga desapareciera de los hombros de Duarte. SE había sentido culpable de la desaparición de Alex a quien daba por muerta aunque no hubiera querido decirlo en voz alta. Pero ahora estaba allí.

-Órale, que no hay tiempo para mucho parlamentar. Íbamos a subir por allá. Riesgoso, sí, pero casi lo único que podíamos hacer. Sobrevivimos y matamos a ese pinche pellejudo de allá. El Johnson está arriba, solo como la cadaverizadora. Pero sus otros hombres se pasean por ahí como pinches sabuesos tras nuestro rastro. Promesa de muerte el agujero ese -dijo señalando con la mano el cristal fracturado-, aunque ahora, con el abuelo muerte acá, puede que no tanto. El pinche gringo ese lo quiere a usted, viejito, así que si usted sube primero, dudo que haya balacera para usted. Aunque quién sabe, igual lo quiere cadáver.

Sacó el machete y sinq ue nadie pudiera evitarlo decapitó de un fuerte tajo al soldado muerto.

-Que diosito me perdone. Malo es matar, pero peor profanar. Mas debo protegerlas -dijo para luego ensartar la cabeza en el machete por el cuello. La mirada vacía del soldado parecía dirigir una acre recriminación a cuantos posaron los ojos en el macabro cráneo-. Asomaré la cabeza del fiambre y veremos qué pasa.

Las miró y sonrió una vez más antes de acercarse a la camilla, trepar un poco por ella y alzar el brazo por encima del cristal roto.

Mei notó que Duarte se giraba léntamente, como si hubiera visto algo detrás de ellos, así que le imitó, sin prisas, preparada para cualquier cosa. Casi no le dió tiempo a reaccionar, pués Pedro exclamó: "Güera", y salió al trote a abrazar a la mujer antes de ser capaz de procesar la información.

- Mire Mei, a quién nos trajo la buena fortuna. Está vivita y coleando. Juntos de nuevo. Los coyotes vuelven a estar en manada. - Dijo Duarte con una tímida sonrisa tras soltarla.

Al instante los ojos de Mei se humedecieron y las lágrimas amenazaban con desbordarse, pero no les dió tiempo y fué tras el hombre, para abrazar a Alex justo como él había hecho. Sin embargo, no había tiempo para charlas y así lo demostró Pedro, que decapitó al hombre que acababan de matar para usarlo como señuelo. Shan Mei se sobresaltó cuando el machete cercenó la cabeza, pues no había entendido a qué venía aquello, pero las palabras de Pedro fueron explicación suficiente. Aun y así, Mei no podía estarse quieta, así que se situó cerca de la abertura del cristal para que en el momento en el que Pedro asomara aquella cabeza cortada ella pudiera ver la situación de su enemigo, o al menos intentarlo, si este se descubría al disparar. Tendría la pistola preparada por si tenía oportunidad de dispararle en una pierna o en un brazo, pero no creía que Johnson fuera tan estúpido como para asomarse al agujero. De todas formas, se preparó y esperó.

Aaron asintió a las palabras de Duarte, casi diraríais que de no haberselo dicho se hubiese presentado voluntario: casi. Tendréis que ayudarme a subir es la única condición que dice el viejo.
No hay ningun disparo a la cabeza-cebo, en vez de eso escucháis hablar a Jhonson en un lugar allá arriba. Con el cristal roto lo escucháis claramente.
Volved todos aquí de una maldita vez!!
Si alguno de los grupos vuelve se os complicarán las cosas...si lo hacen los dos grupos, bueno, no es difícil de imaginar qué sucederá.

Alex se quedó petrificada.

Aaron y ella habían conseguido llegar hasta los disparos sin problemas y al asomarse el corazón se le encogió. Allí frente a ella, plantados y de espaldas solo habían dos soldados...eso significaba que sus amigos estaban muertos o que ni si quiera habían sido ellos los causantes de tanto alboroto. Las lágrimas comenzaron a resvalar por sus mejillas, lágrimas de desencanto, había deseado tanto que fueran ellos los que estuvieran allí de pie.... pero habían desaparecido, Mei justo delante de ella, a punto de alcanzarla...Ahora ya todo daba igual.

Levantó la escopeta y apuntó, no creía que tuviera oportunidad de salir de allí, pero si ella caía esos hijos de puta (o al menos uno de ellos) caerían con ella. Se enjugó las lágrimas con la manga raída del mono y......y no pasó nada, ¿qué sentido tenía ya todo aquello? sus amigos estaban muertos, ¿quería la carga de sus muertes con ella? qué fácil sería si ahora uno de ellos se girara y disparara primero...Y uno se giró. Alex se quedó petrificada, vió el rostro del soldado pero no comprendió lo que sucedía, escuchó su voz salir de su boca, pero no fue hasta que Pedro la abrazó que no reaccionó por completo. En sus sucias mejillas, unas nuevas lágrimas de felicidad hicieron un surco por enésima vez mientras sus brazos rodeaban al mexicano y hundió su cara en su pecho todo lo que pudo. Nunca había estado más feliz. Y lo mismo con Mei, la abrazó con tanta fuerza que por un momento temió poder romperle un hueso, temía que si la soltaba volvería a desaparecer de nuevo. Frente a ella se alzaban sus dos compañeros vestidos con uniformes de soldado, sin duda algo que los había mantenido con vida.

Y como todo lo bueno ha de terminar, aquel momento pasó.

- Bien pues, subamos - asintió - En la otra sala, de la que vengo yo, esa en la que.....bueno, en la que nos separamos, estaban Johnson y otro soldado. Yo no me atreví a atacar aún teniendo el factor sorpresa, yo sola con Aaron insconciente no quise arriesgarme. Aunque ahora debe estar solo, como ha dicho Pedro - y señaló con la mirada a uno de los soldados, que tardó bien poco en perder la cabeza cuando Duarte se acercó y lo decapitó casi de un golpe de machete. Curiosamente Alex no sintió nada en ese momento.

Pero no hizo falta usar la pica improvisada, el viejo subió por el cadaver en la camilla por voluntad propia, y solo se escuchó un grito de Johnson. No tenían mucho tiempo, tenían la sorpresa de su lado y ahora era el momento, si volvía alguien más con él las cosas se complicarían mucho.

- Yo lo tenía totalmente debajo en la otra sala, y el techo es de cristal, fácil de romper. No nos costaría mucho llegar de nuevo a allí y con la sorpresa de nuestro lado y ahora que estamos todos de nuevo, podemos montarle una emboscada desde abajo. Hay que pensar rápido, si alguno de los equipos vuelve...estamos perdidos, y ya os he perdido una vez...a Mei dos...no quiero pasar por ello de nuevo.- aunque justamente eso fue lo que intentaron hacer antes de que se liara bien gorda y casi murieran los tres.

No había tiempo que perder y Duarte sabía que en aquellos segundos desperdiciados podía radicar su supervivencia. Si. Palabras entregó a Mei la es uñeta conquistada en la última batalla y se dispuso a ayudar al anciano a subir. 

-Carguen aus armas güeras, y prepárense para subir rápidas como ponche liebre. Primero el abuelo muerte, después yo. Mei siga usted y Alex será la última. Nos sabemos cuantos pinches chavales tenemos allá arriba pero aten listas para todo. De seguro que el pinche bloque nos tiene preparada alguna cita con la cadaverizadora. 

Tal y como había dicho, ayudó a Aaron a subir y se dispuso a hacer lo propio justo de seguido.