Partida Rol por web

Escribes el número en el panel y este no muestra nada...parece esperar más números. Ese password parece estar incompleto.

Alex resopló de rabia "Como no...el código está incompleto", ahora la pregunta era cuantos dígitos faltaban y cuales eran...las combinaciones eran casi infinitas y el tiempo se estaba agotando...

La voz impersonal y fría que salía de los altavoces seguía incrustándose en su cabeza dificultándole pensar...era casi imposible que acertara el código...pero no había opción...

- Veamos....8943.....5..6-

Cuando añades el 5 detrás de la combinación, la pantallita de aquella litera te muestra un "Verificando" seguido de una cuenta atrás, 1%,2%,3%... En ese momento notas como la litera en la que se había acostado Shan Mei vibra, como si desde dentro estuviesen golpeándola, intentando abrirla. Sabes que aquella cuenta atrás llevara su tiempo y que no vas a poder salvar a ambas. Seguramente quién corre menos peligro es Ciara, pero tendrás que elegir entre seguir la cuenta atrás en la litera de Diana o empezarla de nuevo en la litera de tu compañera.
Sus vidas están en tus manos.

- MIERDA,MIERDA Y MIERDA!!- gritó Alex dando un golpe con el puño a la puerta de la cabina. Ahora se tenía que verificar el código. Una serie de golpes atrajeron su atención, venían de la cabina de Shan Mei...No podía esperar a que la verificación del código terminara, podría ser tarde...y si el código no era correcto, también sería tarde. Tenía que arriesgarse. 

Se acercó al teclado de Shan Mei e introdujo el código. Los dígitos nombrados eran correlativos..8 y 9, 4 y 3..y el primero más pequeño que el segundo así como el tercero más grande que el cuarto, así que su lógica de programadora le indicó que el siguiente par de números debían ser correlativos y el primero más pequeño que el segundo...pero claro, habían muchas interrogantes en la ecuación...al menos sabía que eran 6 dígitos ya que la consola había hecho algo...pero seguían habiendo muchas posibilidades...

Vuelves a escribir en el panel de Shan Mei las cifras de la grabación 8943, añadiendo otra vez el 5 detrás. Y luego comienza la verificación, lenta y agónica...1%, 2%
Tu estómago se llena de bilis mientras segundos que pesan como años van sucediéndose como un avión que nunca termina de despegar. Al fín de lo que te parecen mil años la puerta se abre. Sacas a Shan Mei como puedes, y la dejas en el suelo. Su piel está fría y sus ojos blancos miran a la nada...pero tiene pulso. Tenue pero firme.
Con tu corazón aún en un puño repites la operación en la taquilla de Diana, pues es la que más peligro corre tras Shan Mei. La cuenta atrás aún se te hace, si cabe, más larga, más eterna, sientes casi como envejeces ante el transcurrir de ese tiempo caduco.
Y la taquilla se abre, dentro de ella encuentras a Diana muerta. Tus lágrimas asoman tus ojos, pero aún no es tiempo para eso. Actúas como en un sueño, nunca hubieras creído ser tan fuerte, tan fría.
Otra vez la maldita combinación, esta vez la espera es mucho más corta. Ciara apenas acaba de entrar así que ni siquiera debe correr peligro.
Pero Ciara está en el mismo estado que Shan Mei... ese extraño "coma" frío. Como un sonámbulo en hibernación. Y entonces lo ves todo claro, la voz pre-grabada nunca dijo que el reabastecimiento de oxígeno fuese en las literas, seguramente estas no están cerradas al vacío. El estado de Ciara te hace plantearte algo crucial: Tus compañeras no se habían quedado inconscientes ni habían muerto por quedarse sin aire; había sido el dormir, el propio sueño, el que les había provocado aquella sensación.

El código había funcionado...Alex,arrodillada junto a Ciara, suspiró al ver a los tres cuerpos que acababa de rescatar en el suelo. Diana era la única sin pulso, su corazón ya no tenía vida. Se enjugó las lágrimas que salían de sus ojos, pero Ciara y Shan Mei aún respiraban, su pulso era débil pero aún respiraban. Se encontraba perdida, sus compañeras estaban como ausentes, en un coma...

Miró a Ciara que se encontraba en la misma situación que Shan Mei, sin embargo Ciara había entrado mucho después a su cápsula...¿como podía ser?,si fuera se hubieran quedado sin oxigeno, Ciara aún debería estar bien, no había pasado mucho tiempo...el sueño...las tres estaban dormidas..¿podría ser eso?¿el sueño las había dejado así e incluso matado a Diana? era una teoría tan descabellada que por unos instantes se reprochó ese pensamiento tan tonto...pero...¿y las voces que oyeron en el pasillo cuando la fuga?¿y la historia que contó Diana?...no importaba ahora, solo tenía que pensar en como las sacaba de esa situación antes de que la cosa fuera a peor...

Se acercó a Shan Mei que era la que más tiempo llevaba, le tomó la mano y comenzó a hablarle.

- Shan Mei...Mei, soy Alex, ¿puedes oirme?- en su interior rezaba porque así fuera.

Tras hablar a tus dos compañeras para intentar desperlas sin resultado, sabes que debes llevarlas a la enfermería. Sintiéndote mal coges la tarjeta de identidad de Diana, si como crees ella no ha pasado por la enfermería, no debería haber pregrabado ningún código, por lo que tendrías vía de acceso. Te armas de valor y una linterna y vas a comprobarlo. Marcas un número y pones la tarjeta. La puerta se abre y el interior se ilumina: Un pasillo con tres puertas a cada lado. Cierras y te vas a por tus compañeras. No terminas de acostumbrarte a aquellos malditos pasillos. Con delicadeza sacas a Shan Mei de su litera y la coges de debajo sus brazos, parece pesar mucho más de lo que aparenta, pero al final logras, muy lentamente, llevarla hasta la enfermería. Cuando llegas allí ves que muchos de tus compañeros también han llegado.
En el suelo, inconscientes, están Jackson y un negro que no se había presentado cuando estábais fuera. De pié junto a ellos: el asiático Nao Shen, el indio Pilni, en mexicano Duarte, Steven, el italiano Giorgio junto con Mathew que apenas se sostenía en pie y un hombre de avanzada edad que no conocías, con un corte en forma de cruz sobre el pecho.

Alguien te zarandea y abres los ojos. Te llevas las manos a la cara como acto reflejo y notas una de ellas muy fría.
Señorita, te dice una niña. ¿Está bien?. La niña es de procedencia hispana y te habla con un inglés macarrónico pero fácil de entender. ¿Está usted bien? Miras a tu alrededor, hay un grupos de gente sentados unos al lado de otros en bancos: hombres y mujeres, ancianos y ancianas, niños y niñas, todos parecen hispanos y, salvo los niños, te miran con desaprobación. Les escuchas cuchichear.
Dicen que este no es tu lugar, que los chinos no sois católicos. Que no tendrías que estar aquí. Dice la niña y te das cuenta de que estás en la misma iglesia, está iluminada por bombillas laterales, incluso así no es un lugar demasiado luminoso, pero si acogedor Tampoco está girada del revés.
Dice mama que es de mala educación preguntar pero, mira tu mano izquierda, la manga izquierda de tu mono está cortada y deja entrever el final de tu brazo, parece una prótesi hecha de cristal, de un cristal muy frío.¿Te duele? Te pregunta. Y la verdad es que no. ¿Porqué estas aquí? Vuele a preguntar la niña que parece realmente curiosa contigo.

Shan Mei miraba asombrada a su alrededor con los ojos abiertos como platos. La pequeña niña que tenía delante le había dicho algo, pero estaba demasiado afectada por todo cuanto veía que tendría que esperar a que procesara aquella información. ¿Que narices había ocurrido? La iglesia invertida, la cruz de la que colgaba Zackarías, aquella voz en su cabez... Eso era, por eso estaba allí. Había sido la elegida. ¿Acaso había muerto? No le daba esa sensación, pero todo era posible.

La curiosa infante seguía diciendo algo de que los chinos no eran católicos y que ese no era su sitio. Se fijó entonces en los grupos de personas que estaban sentados en los bancos, en sus miradas, que mezclaban la curiosidad y el enfado sin ningún pudor, y le hacían sentir como una intrusa en aquel sitio. Los niños eran los únicos que, debido a su bendita ignoracia, no le regalaban ninguna muestra de malestar, tan solo abrían mucho sus ojitos y los centraban en la curiosa chica asiática que estaba allí sentada.

- ¿Te duele? Dijo la pequeña señalando su mano izquierda, que sin duda debía ser algo por lo que Mei podría haberse puesto a chillar, pero que sin embargo no le molestaba lo más mínimo ni le resultaba ajena o extraña... Todo lo contrario. Decidió dejar aquella extraña prótesis de cristal para centrarse en lo que tenía delante. Negó con la cabeza, respondiendo a la pregunta que le acababan de hacer, y la niña, dispuesta a no darle tregua en su interrogatorio, le dijo, como tiro de gracia, seguramente: - ¿Porqué estás aquí?

Buena pregunta. Shan Mei le miraba a los ojos e intentaba pensar en algo lógico que contestar. Si estaba muerta el sitio en el que se encontraba no se parecía en nada a algo de lo que describiera ninguna de las religiones que conocía, y si no lo estaba... ¿como podría explicar aquella cosa de cristal que ahora tenía en lugar de su mano y su brazo?

- La verdad es que no lo sé. Estaba con unos amigos, intentando escapar de un sitio que daba mucho miedo. Digamos que... me han enviado de alguna manera a este lugar... sea lo que sea.

Miró a la pequeña a los ojos e inmediatamente sonrió. Le recordaba mucho a su hija pero, ¿que niña no se la recordaría? Si hubiera estado delante de ella hacía solo unos días puede que se hubiera puesto a llorar sin remedio, pero ahora ya no. Debía ser fuerte por su hija y su marido desaparecidos y no volvería a caer en la depresión nunca más. Le dieron ganas de acariciarle la mejilla con su mano de carne y hueso, pero se contuvo al alzar la vista y encontrarse con las miradas que le dedicaban los ocupantes adultos de la habitación. Volvió a mirar a la niña a los ojos y le dijo:

- ¿Como te llamas? Yo soy Shan Mei, pero puedes llamarme Mei. - Y después añadió. - ¿Donde estamos? ¿Sabes que es este lugar?

La niña te mira divertida ¿Como que donde estamos? Se le escapa una risita que tiene que contener ante las miradas de sus mayores. En la iglesia, ¿donde si no? Te das cuenta de que en la iglesia no hay ventanas ni vidrieras... sí hay cuadros y representaciones de santos pero ni una sola ventana con luz natural. Y este lugar pues es nuestro hogar...¿Acaso eres nueva? La niña te mira con una enorme sonrisa, va a decirte algo pero todo el mundo se pone de pié y vosotras, casi por inercia, también. Si aún no te has instalado ¿Viniste en el último envío? De eso hace ya...¿No te quieren los demás chinos? Está claro que la curiosidad infantil le puede, y que no dice nada con maldad. ¿Quieres venir a cenar con nosotros? Ay perdón!, yo soy Loreto, encantada de conocerte Shanei. Luego lanza otra mirada a tu mano izquierda pero esta vez no vuelve a preguntar nada sobre ella.

La niña parloteaba y Mei no podía si no sonreir ante su charla despreocupada. Cuando le preguntó si es que no le querían los demás chinos estuvo apunto de soltar una carcajada, pero consiguió contenerse, sobretodo por las miradas que le estaban echando el resto de ocupantes, al menos los adultos, de aquel lugar.

-Igualmente, encantada "Lor~etou" - Dijo sin mucha convicción. La palabra, claramente hispana, sonaba extraña para ella, así que le preguntó. - ¿Te importa que te llame Lori? El español no es precisamente mi fuerte y lo diré siempre mal.

Siguió a la pequeña. Tampoco tenía nada mejor que hacer, y quizá algún adulto le aclarara algo más de donde estaba... si es que ellos lo sabían, claro.

- Me encantaría cenar con vosotros, siempre que no le importe a... ¿tu familia? ¿Vives con tus padres aquí?

No les importará, seguro! Dijo Loreto, y claro que puedes llamarme Lori! La gente empezaba a levantarse de los asientos así que la niña, tras decirle algo a su madre, te cogió de la mano buena y te sacó de la iglesia. Curiosamente la puerta doble de entrada daba a un pequeño hall: era una habitación pequeña y sencilla, en su centro había una estructura de obra circular con una puerta en el centro. El hall estaba forrado de estampitas de santos.
Escuchabas cantra voces potentes y de mujer... Es de la iglesia de los negros, te dice, la que está enfrente, Allí cantan, ¿te da igual esperarte un momento a que salga Willy? Cenaremos en media hora, ya que eres nueva puedo enseñarte un poco este lugar. Loreto se pone roja Willy es mi novio ¡no me lo robes eh?! Sus ojos se iluminan ¡¡si vivimos aquí, unos señores ricos nos dieron este edificio a los pobres!! Hay gente buena aún!! El edificio está bajo tierra pero tenemos luz, y nos traen comida, aunque el último envio se esta retrasando y mis padres están preocupados ¡¡Siempre se están preocupando!!.

- Tu mandas Lori- Dijo Mei con una sonrisa. - Esperamos a tu novio y luego me enseñáis este lugar ¿vale? Quiero ver todo lo que podáis enseñarme antes de la cena. - Poco más se podía hacer ahora. Debía investigar aquel lugar y las gentes que vivían en él. No parecían peligrosas, pero eso no se sabía hasta que empezaban los problemas. Shan Mei no tenía ni idea de donde venían aquellos lúgubres pensamientos, pero tras lo vivido en la fábrica de L-Bloque con sus compañeros no iba a dar nada por supuesto. Sus compañeros... Se acordaba de todos ellos y esperaba que estuvieran bien, en especial Alex, Pedro y Ciara, con los que había compartido más cosas que con gente que conocía desde hacía más tiempo. Quizá volvieran a encontrarse en otro lugar... quizá no, pero no perdería la esperanza.

- Una pregunta... ¿Porqué estan siempre preocupados tus padres, Loreto? ¿Es por el retraso en el envío de comida o... por algo más? Mei miró a la niña a los ojos e intentó mostrarse dulce y amable, pero la sombra de la preocupación oscureció durante un instante su rostro, hasta que su entereza ganó la batalla y mostró una sonrisa sincera.

La niña mira a Shan Mei -Ah no hagas caso, se preocupan por todo!. Es porque los suministros estan tardando más en llegar. Pero llegaran!- La puerta que tenéis frente a vosotros se abre solo un poco, y durante unos segundos las voces del coro de gospell se escuchan mucho más fuertes. Son voces preciosas que iluminan de color el pequeño hall.
Sale un niño de la edad de Loreto y cierra tras de si, cuando se gira se asusta al ver a Shan Mei, pero cuando ve a Loreto se le pasa.
Se hacía muy largo nena, vamonos antes de que mis padres me den una buena! dice el chico y los dos se cogen de la mano. ¿Vamos arriba? Pregunta él y ella asiente profusamente.
Ven ven!! Le dice Loreto y la coge con la otra mano.
Te coge con la mano y es Willy quien os guía. ABre la puerta del hal y ves frente a esta otra puerta, como de un ascensor. ¡Solo la usan la gente que nos trae la comida, la que lleva el bloque! Subis por unas escaleras circulares que se enrollan sobre el hueco circular de un ascensor, están cerradas por un lado por la caja del ascensor y por el otro por paredes. La escalera asciende hasta llegar a un rellano de otra planta, y luego otra... Los chicos estan llenos de energía y las suben corriendo. Cuentas ´siete plantas hasta que llegáis alfinal de la escalera. Ha sido un buen maratón.
Abren la puerta y salís a una enorme planta baja diáfana: Entre las lejanas paredes que la protegen de las incleméncias del tiempo solo hay pilares... y niños jugando, jóvenes fumando. Los niños juegan todos juntos, los jóvenes se dividen generalmente por étnias bien separadas. Asíaticos en un rincón, hispanos en otro, negros en el tercer rincón y caucasianos en el otro. El centro de aquello esta lleno de niños jugando y algun pequeño puesto improvisado donde se vende comida, o ropa: un diminuto mercadillo.
A pesar de todo, se respira bastante paz, y sobretodo equilibrio y respeto. Por encima de todo, las risas de los niños. Una cuadrilla de estos ven salir a Will y Loreto y se dirigen a ellos. Son cinco, un gordito y una rubita blancos, dos gemelas asiáticos y otra niña negra que mira con un poco de celos a Loreto.
Todos se quedan mirándote, y se ponen a discutir entre ellos, como discuten los niños, de donde puedes haber salido. Al final, como si tu no hubieses presenciado tal discusión la rubita con cara de inocente te pregunta: ¿De donde has venido? Ninguno te habíamos visto aún, se quedan mirando tu mono de trabajo Eres algo de mantenimiento? ¿Trabajas para el bloque? ¿Cuando llegará la comida?

- Vale vale, tranquila.- Dice Mei sonriendo -Me llamo Shan Mei, y en teoria si que trabajaba para el bloque, pero ocurrió algo, un accidente o algo así, y tuvimos problemas en la fábrica. Mis compañeros y yo conseguimos escapar, pero por desgracia me separé de ellos... aunque no te puedo explicar como llegué hasta aquí porque, la verdad, es que no lo se.

Poco más puede aportar la chica asiática a los pequeños que le miran con curiosidad. Le gustaría poder añadir algo más con lo que responder a sus preguntas pero ni ella misma sabía que había ocurrido. Como si se le hubiera ocurrido entonces, se dirigió a Loreto para preguntarle:

- Loreto, seguro que te parece raro que te lo pregunte, pero, ¿como aparecí aquí? ¿Me encontraste en la iglesia? ¿Me llevó alguien hasta allí?

Los chicos se juntan en un circulo cerrado, parecen jugadores de futbol americano planeando su estratecia. Cuchichean, levantan la mirada disimuladamente y te miran, cuchichean un poco más, te miran... Al cabo de unos minutos de elucubraciones te habla Loreto, como portavoz de todo el grupo.

Ninguno te hemos visto llegar, yo misma me giré y estabas ocupando un lugar que minutos antes estaba vacío... Así que con lo visto, siendo las fechas que son y siendo asiática... O eres una ayudante de santa claus que ha venido a averiguar nuestros regalos o eres hubo un silencio dramático en el que todos los niños te miraron atentamente una ninja!
Acto seguido se pusieron a discutir entre ellos si eras una u otra cosa, argumentando ideas estramboticamente infantiles... solo Loreto aguardaba expectante tu respuesta.