Partida Rol por web

Alex salió de la ducha como nueva. Había sido muy reparadora y aunque aún tenía el cuerpo dolorido, se sentía relajada y renovada. Abrió la manta que servía de separador y salió vestida con un mono limpio y nuevo, y tendría que pedirle a Steve nuevos vendajes para su cara aún magullada. 

- ¿Cómo vas Shan Mei? - gritó a su compañera. Aún estaba frotándose el pelo con la toalla cuando se percató...allí no había nadie. El viejo había desaparecido...Duarte y Steven habrían ido a por comida pero ¿y el viejo?¿y Ciara?...y lo que és más importante...la luz que supuestamente ahuyentaba a los fantasmas había desaparecido con ellos. - Shan Mei...será mejor que vayas saliendo ya...- no se atrevía a moverse...se quedó ahí parada esperando a su compañera. ¿Por qué no podían tener ni un minuto de respiro? - ¡¡PEDRO!!¡¡STEVEN!!¡¡CIARA!! - llamó a sus compañeros..

Tras la ducha Shan Mei se sentía como nueva. Aún tenía un hambre atroz, pero al menos la sensación de estar limpia de nuevo era algo muy reconfortante. Justo estaba acabando de ponerse el mono limpio cuando Alex le dijo:

- ¿Como vas Shan Mei?

- Salgo enseguida.- Respondió mientras se arreglaba el pelo lo mejor que podía. Se hizo una coleta como pudo, para que el pelo no le molestara demasiado, usando un trozo de cuerda que había encontrado por el suelo. Mientras acababa de atar el coletero improvisado, Alex dijo:

- Shan Mei... será mejor que vayas saliendo ya.

Mei se apresuró, pues la voz de su compañera había sonado preocupada. Problemas de nuevo, seguramente. Con un suspiro de resignación recogió sus cosas y oyó a Alex gritar:

- ¡¡PEDRO!!¡¡STEVEN!!¡¡CIARA!!

Acto seguido salió atropelladamente de la ducha y se encontró con Alex. Inmediatamente se dió cuenta de lo que fallaba. El viejo había desaparecido.

- Mierda.- Fué todo lo que pudo añadir ante la situación. - Vamos Alex, a ver si el viejo ha dejado algo por aquí y luego a buscar a los demás. No nos separemos porque será lo peor que podríamos hacer.

Steven y Duarte estaban apunto de entrar por la puerta de la sala de las duchas cuando escucharon a Alex gritar, llamándoles a ellos dos y a Ciara.
El chico de color y el mexicano iban cargados con un carro lleno de comida, lo depositaron con cuidado en el espacio entre las dos vigas y se fijaron en el lugar.
En uno de los rincones había una manta atada entre dos tuberías de las duchas, una pequeña zona de intimidad para ducharse. Cerca de esa zona junto a la pared y anteriormente ocultados por la manta que ahora estaba colgada, había muchísimos bidones de plástico llenos de agua. Junto a estos algunas cajas con el símbolo del bloque, de ellas veíais sobresalir toallas y monos nuevos.
Las chicas estaban de pié en el jugar que había estado el viejo, en pasado. No había ni rastro de él, ni de la batería de la luz portátil que había usado el viejo para ir a buscaros. Tampoco había rastro de Ciara que no aparecía por ningún lugar, no estaba en el pasillo ni había acudido a la llamada de Alex. Esta misma intentaba buscar alguna señal o indicio de qué había ocurrido, no le fué difícil. En el lugar que había estado la batería de la luz “antifantasmas”, la misma de tono azulado que iluminaba todo el “campamento” en que os encontráis, había un pequeño anillo: la alianza de Shan Mei.

Dejó el carro de forma precipitada tan pronto oyó el grito de Alex. Cuando llegó a donde las dos mujeres estaban comprendió que el motivo de su grito no era otro que la desaparición del viejo y de Ciara. Duarte frunció el ceño y su boca se cerró en una fina línea de labios palidecidos por la presión.

-Esa perra -pareció escupir-. Se llevó al abuelo muerte para seguir con sus pinches jueguecitos. Oí el ascensor pero pensé por un segundo que Pilni y el otro desgraciado estarían por subirse acá. Pos no seré yo quien los siga. Acabé harto de tretas y mentiras. El mundo se fue al carajo y yo estoy cansado.

Miró en derredor y suspiró tras pasarse una mano por la cara.

-Trajimos comida. Para ahora y para llevar. Ahí hay agua. Estamos agotados, hambrientos y bien jodidos. Y no aguantaremos mucho más si nos dedicamos al tú la llevas. Cenemos y durmamos. Por turnos. Unas horas. Y si la perra vuelve, que vuelva. Y si fue el viejo muerte quien se la llevó, no seré yo quien la llore. Además, Shan Mei, tienes una historia que contarnos.

Con un gesto fluido se bajó la cremallera del mono. Avanzó hasta las duchas, se quitó las botas y los calcetines y terminó por desnudarse tras haber vaciado los bolsillos, dejando a la vista un cuerpo marcado por las cicatrices. Sus gestos confirmaban sus palabras. No tenía intención de empezar una persecución. Abrió el agua y comenzó a restregarse tras recoger del suelo un trozo de jabón.

Tras mirar por el lugar, algo le llamó la atención. Se acercó..era el anillo de Shan Mei, el que Ciara cogió cuando Mei desapareció. Lo cogió y se volvió bruscamente al oír las palabras de Duarte detrás suyo,al menos estaban bien. 

Pedro tenía razón, pero en cierto modo ya habían perdido a Pilni y Macario también ¿podrían permitirse perder a Ciara? y el viejo sabía mucho (aunque tenía la impresión de que ya había contado todo lo que tenía o quería contar)...la ducha había sido buena, pero aún le rugían las tripas y de todas formas no quería quedarse sola. La actitud de Duarte (y su falta de pudor que le hizo girar la cabeza, no sin antes fijarse en su espalda marcada) le dejó bien claro que él no iba a moverse de allí, al menos por ahora, y eran un grupo...debían tomar una decisión ya sobre que camino seguir...Alex se acercó a Mei y le tendió el anillo.

- Creo que esto es tuyo, Ciara lo cogió cuando desapareciste, fue lo único que quedó...de ti - se giró hacia Steven - Está bien pues, descansemos, no me parece mal y mi estómago agradecerá algo que meter dentro. Mientras Duarte se ducha, o quizá después de que tú te duches Steve, podrías mirarme las heridas y vendarlas de nuevo, ¿aún llevas algo de material médico?. Será buen momento para decidir que camino seguiremos, ahora que somos incluso menos - 

Steven estaba comiendo uvas y intentó rematar el primer párrafo de Duarte escupiendo las pepitas de la misma para enfatizar también su enfado. Pero las semillas de racimo se le quedaron pegadas en la barbilla y labio inferior. Así que le costó quitárselas con aparatosos zarpazos.
Cuando vio Duarte se estaba desnudando decidió ducharse después para no quitarle su momento de gloria. Con mi cacho cuerpazo lo dejaría en ridículo.
En el carro hay fruta, un hornillo para hacer la carne y...carne, y algunas conservas entre otras cosas. Si queréis picar un poquito de fruta mientras, no creo que le haga daño a nadie.
Luego Alex le pidió que la ayudara así que se puso la mochila delante como un bebe canguro y la hizo sentarse delante de él en una de las vigas cerca del carrito de la comida. Abrió el bolsillo mediano de la mochila y empezó a cambiarle el vendaje con paciencia y tranquilidad, que es como mejor salen las cosas.
No pensaba opinar sobre Ciara, pues se imaginaba qué la había movido a hacer aquello.
Yo también tengo una historia que contar, Steven lo dijo como mera información, no era ninguna pataleta de alguien que busca protagonismo. Y tu, le dijo a Alex, y Duarte, también sería buena idea que rebuscarais entre todo lo que habéis vivido y visto, creo que todos hemos estado separados unos de otros, formando parte de otros grupos que han desaparecido. Y puede que en esos momentos viésemos algo que creyésemos que no era importante, o alguna cosa que pensáramos que era mejor guardarnos para nosotros.

Mei extendió la mano para coger el anillo que Alex le tendía. - Gracias.- Dijo sonriendo. Se lo puso de nuevo y se quedó mirándolo, sonriendo, como si encerrara un significado mucho más profundo, si cabe, del que tenía antes de su desaparición. Mientras sus compañeros exponían sus razones de lo que deberían hacer, la chica asiática se acercó al carrito de la comida y cogió un poco de fruta para matar el hambre que sentía. No podía estar más de acuerdo con Duarte, así que se sentó en un lugar desde el que podrían escucharle bien todos los demás y empezó a hablar.

- Sin duda todos tenemos cosas que contarnos. Si me lo permitís, empezaré yo. - Suspiró, tomó aire como para coger fuerzas, y continuó hablando. - Creo que no he tenido la ocasión de hablaros nunca de mi familia. Estaba casada con un hombre al que quería muchísimo, Michael y teníamos una hija a la que adorábamos, Emily. Los quería y los quiero tantísimo... pero un accidente me los arrebató. Seguro que todos conoceis la historia e incluso visteis las imágenes en youtube del autobús. Mi familia viajaba en él. Ellos fueron dos de las víctimas que salieron arrastrándose y formaron aquel  macabro círculo en el suelo. - Calló durante unos segundos, pero seguía serena. No estaba llorando ni triste, lo cual era sorprendente, porque tan solo unos días antes no habría sido capaz de contar todo aquello sin sucumbir al dolor y a la tristeza. - Mi mundo acabó entonces. Era... soy escritora, y no era capaz de escribir ni una sola linea... También soy maestra de artes marciales y... no podía entrar en el gimnasio de mi padre sin caer redonda al suelo. Con medicación y tratamiento pude sobrellevar la pena, pero no fué fácil. Los poemas que, como un acto reflejo, digo...o decía, de vez en cuando eran una especie de mecanismo de defensa que, yo misma lo sabía, solo hacían que olvidara momentaneamente mi pérdida. - Sonrió entonces melancólicamente, seguramente porque se le pasó por la cabeza uno de los mencionados poemas, pero no lo dijo. -Por eso decidí entrar a trabajar aquí, porque pensaba que en esta fábrica podría estar la respuesta a aquello que le ocurrió a mi familia, y sin duda encontré parte de lo que vine a buscar. En el almacén en donde Pedro, Alex y yo casi perdimos la vida tuve la oportunidad, mientras estaba enterrada entre cientos de varillas, de ver a mi hija instantes antes de morir, y sonreirle por última vez, decirle que todo iba a ir bien y que pronto estaría con ella. También, aunque os parecerá una tontería, cuando aquella sombra o fantasma de un hombre se nos apareció en aquel sitio y nos ayudó contra aquel asesino... quiero creer que fué Michael que de alguna manera quisó salvarnos.

Un nuevo respiro. Comió un poco más de fruta, mientras los demás la miraban expectantes, como sopesando sus palabras. - Se que parece dificil de creer pero... quiero pensar que todo eso pasó de verdad... de hecho, es lo que más me ha ayudado a reaccionar y a volver a ser un poco más yo misma...

Dirigió entonces la mano a la cicatriz que ahora tenía en la cabeza, fruto del disparo que casi le había costado la vida. No sabía si tenía muy mal aspecto, solo que, obviamente, no sangraba. - Si tenéis un momento me gustaría que me mirarais la herida esta, y si necesita estar vendada o no, ya que me he quitado la venda para ducharme. Aunque la verdad, casi había olvidado que tenía este agujero aquí.- Dijo sarcásticamente, y remató la frase con una sonrisa.

- ¿Os importaría continuar hablando alguien? Me gustaría comer y beber un poco. Os prometo que os contaré lo que me pasó cuando desaparecí, pero querría descansar un poco y así también tenéis la oportunidad de hablar otro, no quiero acaparar.

Era increíble la delicadeza que Steven ponía en curar a Alex, algo que la joven nunca habría podido creer. Aún y así, algún pinchazo le hacía saltar de vez en cuando. Escuchó atentamente lo que Mei les contaba y aunque no lo sabía no le pilló por sorpresa. Ella misma había visto "algo" que les proporcionó el momento para que Duarte contraatacara a ese mastodonte de Dwayne en el almacén...asintió.

- Bueno, yo ya he puesto al corriente de la situación a Shan Mei mientras nos duchábamos, así que..ouch!! - un pequeño pinchazo cuando Steve le estaba mirando la nariz (con un poco de mejor aspecto, pero aún hinchada e inflamada) -...así que no sé si queda mucho más por contar, todos nosotros hemos estado juntos las últimas horas y el resto ya no los hemos...ouch!!...contado. Tenemos que ir a buscar a los demás, no podemos dejarlos aquí. Si Steven y Mei han vuelto, podemos aún salir todos los que quedamos...OUCH!! Steven, tio...- delicadeza...pero aún y así...-...Shan Mei, tú y Steven visteis algo en el "otro lado", sería interesante comparar...aunque quizá mejor esperar a que venga Duarte, supongo que no se habrá enterado de..STEVEN, CON CUIDADO!! - y tuvo que apretar con todas sus fuerzas la viga en la que estaba sentada.

Steve se disculpó ante Alex y siguió curándola con más cuidado aún Yo...cuando quedé completamente solo noté que no era que estuviera oscuro y que no viera nada, era que No había nada. Ni yo, ni nada alrededor, en ese estado llamé a Pilni y a Alex, pero no hubo respuesta, luego la nada se volvió "solo" oscuridad. Creo que os conté en el pasillo, cuando nos reencontramos, que cuando la oscuridad me tragó me sentía como un pez al que un niño con ganas de tocar las narices sacara de su pecera y lo dejara en el suelo, para luego meterlo en una pecera igual que la anterior pero que no era la misma. Algunas veces llegué a estar días enteros en esas otras fábricas, o mejor dicho, lo que eran para mí días enteros. Supongo que es como los sueños, puedes vivir años en apenas unos minutos de sueño. Aunque la mayoría de veces estaba solo en versiones de la fábrica realmente espantosas y aterradoras, con los pasillos llenos de sangre, o... una especie de mutantes, no se, como de cuerpos humanos fusionados...
Tras acabar con Alex hizo sentarse en su lugar a Shan Mei y empezó a vedarle la cabeza, por alguna razón Seagal rehuía la mirada de la asiática.
Lo que no os conté es que cuando el niño, el bebe según Aaron, me sacaba de la pecera... mi cuerpo desaparecía, me volvía solo una consciencia y, luego me metía dentro de vuestras cabezas. En el momento no me dí cuenta, todo estaba oscuro, pero ahora se donde me metía la inteligencia. Lo entendí cuando me dijeron que había hablado con la voz de Macario. Supongo que simplemente era una pequeña conciencia tras los pensamientos de una persona, pues en la oscuridad siempre había susurres informes que apenas entendía, pero poco más. No penséis que escuchaba pensamientos ni cosas así, solo ecos de sentimientos como culpa, miedo, poco más... Tras escuchar las palabras de Aaron creo que la inteligencia de la que hablaba sabía que me había hecho algo malo y no sabía como repararlo, y utilizó la técnica más antigua para solucionarlo: la técnica del ensayo y el error. Seguramente ni siquiera sabía si el error era que me había cambiado de cuerpo, o de lugar. Sea como sea... esa inteligenciá me entendió, de alguna manera, e intentó reparar el daño que me había hecho.
Solo debía recordar que había hecho, en que punto hubo una inflexión, pero por ahora Steven estaba demasiado cansado para pensar más, así que intentó centrarse solo en curar lo mejor posible a Shan Mei

Cuando Macario terminó de curarla y tras darle las gracias con una sonrisa, se levantó para dejar pasar a Mei y se acercó al carro. Cogió un pedazo de fruta y la masticó con gana,gusto y casi desespero. Observó lo que habían traído Steve y Duarte y se le hacía la boca agua, parecía que llevara un mes sin comer. Recogió el hornillo y todo lo necesario para comenzar a montar una cocina improvisada mientras Steve y Mei estaban ocupados en sus quehaceres.

Escuchando mientras las palabras de Steven, Alex no podía evitar pensar en lo de siempre ¿era malo un niño que jugaba con una hormiga? Evidentemente el niño no tenía maldad ninguna, no quería lastimarla, pero aún y así le estaba haciendo daño. La cuestión no era reñir al niño, era enseñarle que eso no estaba bien, pero ¿como podían enseñarle a un bebé multidimensional que nos veía como hormigas? además, ese no era el único peligro, había una puerta abierta, y por esa puerta podía entrar cualquier cosa. Ese bebé no tenía maldad, pero quizá viniera su hermano mayor que si la tuviera...tenían que acabar con esto ya...pero antes...algo de carne asada no les vendría nada mal a ninguno.

Y Ciara...¿qué le habría pasado? cuando acabaran de comer, ella votaría por ir a buscar a sus compañeros perdidos. Si, debían salir, pero no podía dejar morir a nadie más ni dejarlo allí encerrados. Encendió el hornillo y se dispuso a cocinar...y de repente otro pensamiento fugaz le invadió al ver la luz azulada del hornillo...la luz...la luz...¿que pasa con la luz?...

- ¡¡LA LUZ!! - gritó de repente sobresaltada...la luz azulada que había ahuyentado a los fantasmas, la luz que los mantenía a salvo ...- ¡¡YA NO ESTÁ!! Chicos, hay que buscar algo, sin esa luz azulada que tenía el viejo, estamos expuestos totalmente.-

Alex se despierta a si misma cuando grita que la luz ha desaparecido, para ver que evidentemente todo el lugar estaba iluminado de la misma luz azulada que había desde que habían llegado.
Seguramente el cansancio la había hecho dar una cabezadita, y no había desaparecido ni le había aparecido ninguna cruz...solo se había dormido como en cualquier lugar.
El momento sigue apacible, tranquilo, solo se escuchan las palabras de los que hablan, aumentadas por el silencio. De fondo solo el agua de los bidones que Duarte que va dejándose caer por encima para ducharse.

Los gritos histéricos de Álex casi le provocan un paro cardíaco al bueno de Steve que da un salto llevándose por delante el perfecto vendaje que le había hecho a Shan Mei. Con el corazón aún temblando por el susto, y tras comprobar que la luz estaba encendida, volvió a vendar a Shan Mei.
El silencio del lugar y de la situación le indicaron que quizás era el momento de decírselo a Shan Mei, una vocecita en su interior le decía que no, pero estaba aprendiendo a dejar de lado su cobardía, lo poco que le quedase de vida, intentaría ser un hombre, un machote:
Shan Mei, tengo que decirte una cosa empieza a decir con voz baja yo... yo te voté al entrar en la iglesia. Más silencio no quería participar en la muerte de nadie así que voté a alguien a quién estaba seguro de que nadie más votaría, ya apenas sin voz acabó la frase pero parece que me equivoqué. Lo siento.

Mei se sentía cada vez mejor. Mientras Steve le vendaba notaba que la paz y la tranquilidad volvían a llenarla, y la calidez del momento hacía que (casi) olvidara los problemas y situaciones que habían vivido hasta llegar allí. Casi podía dormirs...

- ¡¡LA LUZ!! -- ¡¡YA NO ESTÁ!! Chicos, hay que buscar algo, sin esa luz azulada que tenía el viejo, estamos expuestos totalmente.-

Los gritos le devolvieron completamente a la vida. Había estado apunto de dormirse, al igual que sin duda le había pasado a Alex, que ahora les miraba con una mezcla entre vergüenza y miedo por lo que acababa de ver en su pesadilla. Steve había estropeado el vendaje que le estaba poniendo a la chica asiática, y eso que prácticamente había acabado ya, pero volvió a ponerlo con el mismo cuidado que había tenido hasta ahora.

El chico se sinceró con Shan Mei, y ella no sabía si reir o llorar ante lo que acababa de escuchar. Cuando Steve acabó de hablar, ella no se pudo contener.

- No tienes nada de lo que discuparte Steve.- Dijo con una sonrisa.- Yo voté por ti, por una razón algo distinta, ya que eras una de las personas que nos había devuelto aquel... ente. Pensé que, si habías vuelto con nosotros aquella cosa no querría hacerte daño y... en fin, me arriesgué a decir tu nombre... pero solo porque no podía decir el mio sin morir y arrastrar a otros detrás de mi. Si tu me pides perdón... entonces yo también debo pedírtelo. Lo siento mucho.

La chica se quedó callada mientras Steve continuaba con su trabajo. No sabía que más podía añadir.

Miró a su alrededor asustada, no había nada que los protegiera,la luz no estaba...y el pánico asumió el control de su cuerpo. Fue solo cuando vio las caras de extrañeza de sus compañeros cuando ese velo, ese duermevela, se desvaneció. La sensación fue muy rara...había luz azul por todo aquel lugar, mirando la pequeña llama del hornillo el cansancio había hecho mella en ella y estaba comenzando a soñar despierta. Había oído (o tal vez leído, qué más daba) que eso podía pasar tras unos pocos días sin dormir, ellos solo llevaban un día ahí dentro, pero quién sabe, quizá hasta el tiempo era relativo en ese lugar y a efectos reales podrían perfectamente haber pasado dos semanas. Ya había tenido el primer aviso, y eso era preocupante.

Su cara de vergüenza se hizo más que notable y la verdad, no era necesario decir nada más al respecto. Volvió a girar su cara hacía el pequeño hornillo aún encendido rezando para que a nadie se le ocurriera nada que decir.

- Duarte lleva mucho tiempo en las duchas...- dijo para desviar el tema - Alguien debería ir a ver si va todo bien ¿no creéis?. Steve, tú eres el único chico que queda aquí ahora mismo, quizá deberías acercarte tú, yo te acompaño si quieres..aunque claro está que me quedaré a una cierta distancia.-

Salió de detrás de las duchas acabándose de pasar el cierre delantero del mono. La ducha le había relajado y le había permitido recuperar fuerzas mientras escuchaba las palabras de sus compañeros. Como el agua se la lanzaba el mismo del bidón sobre la cabeza, como una especie de bautizo, y en aquel lugar reinaba el siléncio no le fue difícil seguir las conversaciones. Al final el moreno del grupo se había atrevido a declarar lo sucedido a Shan Mei y, mira por donde, esta le había sorprendido a él. Este
Me quedé como nuevo. Dijo para luego dirigirse hacia Steven. Tu turno.

Steven no supo demasiado bien como reaccionar ante las palabras de Shan Mei así que al principio solo respondió con una cara de pez, con la boca abierta y sin poder reaccionar ni responder.
No se enteró ni de lo que le dijo Alex ni tampoco de lo que le digo Duarte: eran como radios encendidas al otro lado de un muro de hormigon.
¿Es una broma?¿hemos intentado matarnos mutuamente? Si Steven se había propuesto ser fuerte, aquello le superó en un primer momento. Como siempre, es más facil pedir que dar, incluso en casos como aquel. Si Shan Mei le había concedido el perdon sin dudarlo y a pesar de haber sufrido por su culpa ¿porque a él le costaba hacerlo? Se imaginó otra vez vagando por centenares de lugares de pesadilla, idénticos en cuanto construcción pero diferentes en los infiernos que contenían, y el miedo le atenazó el pecho.
Poco a poco se rehizo, lentamente, como un procesador de un ordenador demasiado viejo al que se le exigen actuaciones demasiado complejas. Pero aún así lo consiguió, no iba a permitir que el miedo le conviertiera en víctima cuando había sido, en cierta forma, verdugo. Además, la teoría de Shan Mei era, por mucho que le costara admitirlo, muy lógica. Además indicaba que confiaba en él. Con pensamientos similares su excéntrico ego fue ganándo la partida hasta que minutos después, estaba convencido de que Shan Mei estaba enamorada de él.
Claro que te perdono. Le dijo con una sonrisa y ojos de corderito. En ese momento vio que Duarte ya había salido así que se dirigió a las duchas.

No había acabado aún de hablar y Duarte apareció como invocado por un antiguo ritual mágico. Había quedado patente que estaba bien. Pues entonces solo restaba descansar y comer un poco, y quizá por fin se sentaran a hablar de lo que iban a hacer, tenían muchas cosas en que pensar. Colocó una sartén encima del hornillo y echó un poco de carne. El olor ya le hacía rugir el estómago.

- Bueno, vamos a ver si comemos algo y así repondremos fuerzas, tenemos mucho que hablar - no sabía como había sonado, aunque su intención era que su pequeño desliz quedara en el olvido.- Si vas a ducharte, Steven, mejor que te des prisa, yo no voy a esperar a nadie con la comida - 

- Bueno, pues creo que, mientras Steve se ducha, es el momento de continuar mi historia. - Miró hacia donde estaba el chico, preparándose para entrar a lavarse y le dijo: - Si no escuchas algo por el ruido del agua dímelo y lo repetiré.- Cogió un par de uvas que había encontrado en el carrito y se las comió de un bocado. - Lo cierto es que no recuerdo ningún instante de transición entre el momento de angustia dentro de la iglesia invertida y... el siguiente lugar donde me encontraba. Primero me estaba ahogando y... de repente estaba sentada en un banco de una iglesia, rodeada de gente y con una de mis manos convertida en cristal o en hielo, aunque no dolía, simplemente no la podía mover. Las personas de mi alrededor no hablaban mucho, aunque una pequeña, Loreto se llamaba, empezó a hablar conmigo y se convirtió en una especie de guia dentro de aquel lugar.- Paró un momento y no pudo evitar sonreir ante el recuerdo de aquella niña que le había demostrado tanto cariño incluso sin conocerla de nada.

- La jovencita era hispana, al igual que toda su familia, aunque hablaba muy bien inglés y nos entendíamos sin problemas. Me enseñó la iglesia en donde nos encontrábamos, muy parecida a aquella en donde casi morimos ahogados, pero en posición normal. Después me llevó al resto del complejo, diferentes salas en donde conocí a su familia y a sus amigos, niños más o menos de su edad, que incluso me pidieron que les enseñara ShanSou, cuando les conté que era maestra de ese arte marcial. - Se puso a reir por el recuerdo de aquellos jovencitos intentando imitarla, con sus movimientos torpes pero apasionados.- Tras el entrenamiento improvisado me fuí a cenar con Loreto y su familia, pero en cierto momento una anciana, la abuela de la niña, me dijo que aún no era mi momento, y que ese no era mi lugar. Me pidió que me dirigiera hasta el ascensor que había en el hall principal y que pulsara cualquier número.

- Antes de irme, me despedí de ellos, no sin antes recibir una extraña petición de Loreto y de la anciana. Que si encontraba sus cuerpos o incluso sus "almas" intentara darles descanso, les permitiera continuar su viaje. No se muy bien a que se referían, pero comprendí que aquella gente que había conocido allí "abajo" eran o habían sido las víctimas de un experimento que después desembocó en el programa de "el bloque". No se si podré ayudarles de alguna manera, pero si todas esas personas siguen atrapadas, si sus almas siguen en ese limbo incapaces de acabar o completar su viaje, no quiero dejarlas así. Si las encuentro, intentaré ayudarles sin duda.

- Cogí el ascensor y, como por arte de magia, salí poco a poco del suelo o el techo de la iglesia, pero ya os habíais ido cuando aparecí.

Tras las últimas palabras se quedó callada, dejando que el olor de la comida le llenara las fosas nasales e hiciera que sus tripas le reclamaran algo más consistente que un puñado de uvas.