Partida Rol por web

Sales de allí y te detienes en el pasillo que separa las dos zonas de pasajeros. Abres las dos puertas de aseo y no ves nada. Traviesas con rapidez la siguiente zona de pasajeros y al final de la misma hay otro pasillo igual que el que acabas de abandonar. Este separará seguramente la última zona de pasajeros con los compartimentos del pasaje y las escalas que comunicarán las diferentes plantas del avión. Pero poco te importa eso, puedes ver un charco de sangre formándose desde una de las puertas del aseo.
No hay demasiado donde buscar: allí está Liss, con un tiro en la cabeza, dejada caer como si cualquier cosa. Su cabeza en un ángulo extraño contra la taza del water, sus brazos formando ángulos al azar. Va vestida con los pantalones del traje aún... en la parte de arriba solo lleva un sujetador. A su lado ves una enorme prótesi que, tras varios vistazos para definir qué es, te das cuenta de que son el tronco superior y el cuello ancho que la hacía asemejarse tanto a aquel escritor que tan bién había interpretado. Del cuello falso de la prótesí, de la cual solo puedes ver la parte exterior al estar volteada hacia abajo, se escucha un zumbido ténue.

No era su primer cadáver y posiblemente no fuera el último que viera. Aun así era el cuerpo de Liss el que allí reposaba. Al menos si atendía a las apariencias. Porque el mercenario había dejado claro que dudaba incluso de la identidad de aquel cuerpo auto presentado como el de la esposa de Aaron. Poco importaba. 

Haciendo caso omiso del charco de sangre, se acercó un poco más y un sonido discordé con los propios de la nave le alcanzó. Prestó atención y captó el zumbido que salía de aquel extraño cuerpo, de aquel tórax falso y que había mantenido a Liss oculta a sus ojos bajo la apariencia de un escritor. ¿Por qué ella no se había revelado ante él? Lo conocía, sabía que era fiel y leal a Aaron y por extensión a ella. Algo en todo aquel organigrama de secretos y mentiras escapaba a su inteligencia metódica. Y no tenía tiempo que perder. 

Se agachó sobre el cuerpo. O sobre los cuerpos. Con el cuchillo en la mano empezó a toquetear suavemente a la búsqueda de cualquier dato determinante. Un documento, una cartera, el origen del zumbido... cualquier cosa que pudiera darle una respuesta aunque esta le condujera a otra pregunta. 

Sin prisa pero sin pausa empiezas a "operar" sobre aquella prótesis, sobre aquell cuello falso. Por la parte inferior presenta una especie de láminas negras e intercomunicadas que, junto con un cable en el que salía una pequeña bolita negra, comforman la rádio. El sistema parece bastante complejo, pero con prudencia y mucho tacto vas separando aquel aparato del falso cuerpo. Durante el proceso recuerdas al "escritor" que, pese a tu nítida falta de interés hacia el, seguía intentando hablar contigo. Pero nada más, así que al menos la hipótesis de que quizá no fuese la auténtica Liss toma algo de peso, pero sin llegar a ser convincente: alguien escogido para suplantar a Liss, o te hubiese conocido o no lo hubiese hecho. En vez de eso dirías que lo que tenía era dudas de quién eras tú, y ¿había esperado que tu la reconecieses quizás?... Hipótesis y solo un hecho: aquel cadáver. El zumbido de la rádio te habia acompañado en tu silencioso trabajo, cuando ya has extirpado la rádio te das cuenta de que en total hay cuatro láminas metálicas intercomunicadas.
Probando te das cuenta de que la primera lámina sirve para activar o desactivar el aparato, pulsando en el extremo superior o en el inferior. La segunda, dependiendo parece que sirve para buscar la radiofrecuencia por el tacto, te cuesta unos cinco minutos volver a encontrar el zumbido una vez lo pierdes. La tercera barra era la voz, y la cuarta conseguía que aquel pequeño micrófono-auricular que salía de la radio pasase de recibir a emitir. Cuando la pulsas el zumbido se convierte en voces:
-...e da igual, dadle con todo a esa maldita pared. Poned esa taladradora a tope.
-Esto ya practicamente esta señor.
-Vale dadle más a...pero...que cojones pasa con
-Alarma por inversión, todos a...
Luego, tras un golpe espantoso, todo queda en silencio.

Con escrupulosa metodicidad, Lerman se dedicó a aquello que mejor sabía hacer. Observar, actuar y recabar información. Con ojo crítico observó el móvil, una pieza de museo en aquellos tiempos, la némesis del supermóvil que ahora descansaba en su bolsillo y que pertenecía a Evereth. Lo guardó, sabiendo que podría ser útil, aunque antes repasó la agenda y los números de las llamadas recientes, tanto salientes como entrantes.

Por unos minutos miró las fotografías del álbum. Que Aaron y Liss tuvieran una hija era algo que desconocía. ¿Dónde estaba aquella niña ahora? ¿Qué edad tendría? ¿Quién sacó las fotos? Contempló los rostros de los padres, tratando de averiguar el tiempo que tendrían aquellas fotos, al igual que cualquier otro dato significativo en el anodino fondo de las mismas y que servían de marco del trío familiar. Con su habitual meticulosidad repasó pagina a página para finalmente guardar el álbum en uno de sus bolsillos. Tendría tiempo en repasar aquello.

Por último se centró en el aparato transmisor y receptor, aquella extraña radio. Manipuló con precisión quirúrgica las cuatro pestañas, cual branquias de un seláceo, aprendiendo su uso. El ceño se frunció en un gesto a mitad camino de la sorpresa y de la incomprensión ante el mensaje recibido. Durante unos segundos, apenas un minuto, aguardó a que se oyera algo, un nuevo mensaje, cualquier cosa que pudiera proporcionarle una pista. En su mente las ecuaciones de a qué respondía todo cuanto acecía, se sucedían sin hallar respuesta a las incógnitas planteadas. ¿Liss se relacionaba con aquellos que buscaban a Aaron? ¿Conseideraba que aquella era una carta para localizar a su vez a su marido? ¿O era también causante de la caída de Aaron? Miró al cadáver. No obtendría respuestas de ella.

Miró en derredor, buscando un arma que justificara aquella ejecución. Un disparo en la cabeza era algo reservado para prevenir un ataque o para ejecutar a un reo. Y necesitaba saber para determinar cómo actuar con aquella pareja.

Finalmente, manipuló las pestañas para ponerlo en modo emisor.

-Aquí Lerman -dijo escuetamente, sin proporcionar más dato.

Observas fijamente, fríamente, aquellas fotos. No serás tú quién cualifique a Aaron de monstruo ni a Liss de reina de la manipulación, pero sí intentas descernir la heréncia genética de aquel bebe. También es curioso ver que, en algún momento, formaron una familia ¿les habría canviado eso de alguna manera? Los "quién sabe" poco ayudan, pero sin la menor duda las fotos no eran antiguas. Tanto por la conservación de las mismas como por el aspecto de Liss, prácticamente idéntico al cadáver que tienes delante, te deja claro que aquel bebé seguiría siendo un bebé. Ahora bién, si su padre se había vuelto loco y se encontraba en un lugar que, según fuentes como Isabella, era poco menos que un infierno, y su madre estaba allí, muerta. ¿Que sería del bebé? Poca información podías conseguir más en ese aspecto por ahora aunque...¿no habían hecho un volcado de datos del bloque en la red? Si considerabas que aquello era una pista a seguir, quizás pudieses seguir tirando de ese hilo.
No encuentras ningún arma, por más que buscas. La posición del cadaver no indica que se la hubiesen podido quitar luego de matarla. La posición de su cuerpo, su cara... todo indicaba que había muerto con una palabra en la boca. Haces memoria y recuerdas el momento en que algo había golpeado el avión y, justo con el sonido del golpe, habías escuchado el disparo. Así que ¿había muerto Liss por decir alguna última mentira?¿por delatarse como una falsa Liss? o... ¿había sido un accidente?
Alguien responde a tu presentación ("Soy Lerman") por aquella radio y esto hace que tu mente cambie de tema.
-Lerman?- silencio -¿y Liss?- escuchas como tose y de fondo gente se queja adolorida, y más gente tosiendo. -Si no me has delatado a Jhonson debes de estar con ella: no voy a poder mantener la conexión una vez entremos ahí dentro. No queda apenas tiempo, estoy usando un bloqueo en nuestros equipos para que el volcado de datos no les llegue. Es solo cuestión de tiempo que me descubran y...bueno, cuando accedan a los datos accederán a las formulas. Las mismas formulas que Aaron utilizaría para acabar con todo esto...las podrá utilizar Jhonson para intentar dominar esta fuente de poder. - Escuchas a alguien autoritario gritando al orden -He de cortar, no habras contacto si no es extrictamente necesario. Avisa a Liss. Corto y cambio.

Todo esto estaba resultando una autentica mierda, los problemas a los que se enfrentaban tenían difícil solución, y sabía por experiencia que cuando la gente trabajaba en el mismo bando por obligación, las cosas no solían terminar bien. Había demasiada desconfianza, demasiado que ocultar y era muy complicado cambiar u olvidar el pasado.

Lo suyo no eran los ordenadores, y poco pudo hacer por ayudar a Isabella con los recuerdos que intentaba hacer aflorar. Seguía dándole vueltas a lo que estaba haciendo la mujer que se hacía pasar por Liss, los había traicionado, sin duda, porque de haber querido ayudarlos, los hubiera informado sin duda de que tenía una radio y de que tenía espías infiltrados.

¿Por qué bandos?

El mercenario reflexionó en voz alta, sin importar que lo escuchara quien estuviera cerca.

¿Acaso alguien quiere la destrucción de todo el planeta? ¿Alguien lucharía para evitar que el mundo volviera a la normalidad?

No le cuadraba, no tenía ningún sentido. Quizás controlaran a los soldados de alguna manera, o tal vez Aaron se hubiera vuelto completamente loco, pero aún así, no tenía mucho sentido que hubiera gente intentando evitar que llegaran al bloque.

Lerman, espera, ¿falta mucho para llegar a las coordenadas? le preguntó serio, con el ceño fruncido ¿quién crees que puede intentar detenernos y por qué? esa era la clave, primero, nadie sabía cual era su objetivo, quizás ahora tras las traición de la falsa Liss si, pero no antes. Estaría bien saber si trataban con personas o fanáticos.

Lerman mostraba un aspecto mortalmente serio. Johnson, Aaron, dos frentes de acción, cada uno con sus propios ejércitos. Algo le quedaba claro. Debía llegar lo antes posible.

Recogió todo, incluida la documentación de escritor de Liss, y sin echar una mirada atrás, se encaminó a la cabina de pilotaje. Nada bueno saldría de allí y Lerman se sabía solo. En el último instante y por el mero afán de probar suerte, introdujo la clave del móvil de Evereth en el de Liss. Nada podía perder por intentarlo.

Que gran héroe salvador de niños, ya tiene para justificar barbaridades y asesinatos de un par de meses...

Isabella ignoró al piloto mientras relataba la historia, por mucho que se alegrase por el crío, y se giró a las palabras de White, parpadeando mientras lo escuchaba hablar con el tipejo, ella tenía sus propias teorías de la gente con la que había contactado Liss, pero no pensaba decirlas delante de su acosador particular durante cinco largos años. Ni en broma.

Esperaba que no acabará haciéndose colega del guardaespaldas, porque entonces sería un problema entre ellos.

Volvió a desviar la mirada al portátil, suspirando, esperando que no se cumpliesen sus malos presagios e intentando concentrarse en encontrar el pozo de los cojones.

Lerman había salido de la zona de primera clase mientras Paul y Isabella buscaban aquel maldito Pozo. "Unos trescientos kilómetros en la dirección que llevamos" eran unas coordenadas exactas para encontrar, quizás, un portaviones. Pero encontrar un pozo con esos datos era como encontrar una aguja con un pajar. Por suerte, entre ambos y unos quinze minutos (el estrés hacía trabajar rápido) encontraron lo que buscaban. De hecho en diez minutos no hicieron más que ponerse nerviosos, pero Paul encontro un pequeño riachuelo que habían cruzado antes de encontrar a Isabella y se lo dijo, una vez reducida la zona, Isabella pudo encontrar incluso un pequeño descapando que reconoció al instante. A pesar de que habían plantado algún que otro arbol...y de que no había ningún edificio. Era el bloque. Así pues, "animados" por encontrar aquello, solo fué cuestión de un par de minutos que Isabella encontrara el pozo viejo por el cual algunos entrarían al bloque.

¿Acaso alguien quiere la destrucción de todo el planeta? ¿Alguien lucharía para evitar que el mundo volviera a la normalidad? Había preguntado Paul.
Elena le respondió: Según lo que me contaron Aaron intentaba que esto no sucediera cuando se dió cuenta, ya demasiado tarde, de que podía suceder. Lo que sucede es que el nuevo director de L-Bloque, Jhonson, quiere hacerse con esa energía y poco parece importarle que todo se vaya al carajo. Seguramente piense que esto será temporal, o que no sucederá nada o quién sabe. Por eso lo de los bandos, si es que hay algo de verdad en lo que me contaron.
Siguió mirando hacia fuera, como sorprendida de que no hubiese aparecido nadie y les hubieran atacado o abordado o, directamente, hecho volar por los aires. Luego suspiró, como si solo fuese cuestión de tiempo.

Lerman entra otra vez a la zona de primera clase atravesando el pequeño pasillo donde están los aseos. Luego camina rápidamente entre los asientos, se dirige claramente hacia la cabina.
No parecen haber cambiado mucho las cosas:
Los pasajeros parecen estar bastante tranquilos y incluso algunos han conseguido dormir, algunos de los que no le dan palmaditas al pasar.
Isabella y Paul siguen sentados con respectivas tablets o portátiles sobre su regazo.
Elena sigue mirando por la ventanilla al exterior, como esperando alguna catástrofe.

Sus ojos se posaron en el mismo punto que los de Elena, aunque era mucho suponer que la soldado estuviera mirando algo concreto. La energía no servía absolutamente de nada en un mundo devastado, nadie podría pagarla, nadie la usaría, incluso el más ambicioso de los hombres lo vería por muy ciego que estuviera. Matar a Aaron y apropiarse de ella tenía sentido, pero siempre y cuando las cosas volvieran a algo parecido a la normalidad.

Regresó a su ordenador, y miró a Isabella, todavía confirmando que el habían dado con el sitio. Ella se preocupaba por su hermano, tenía una familia, tenía a alguien. Él estaba solo, Mike ya no estaba, y no se había percatado de todo lo que dependía de su amigo. No era un sentimental, pero cuando el fin de todo se veía tan cerca pero tan lento, nada que ver con la velocidad de una bala, incluso White tenía momentos de debilidad.

¿Quieres algo de beber o de comer? preguntó a la chica que tenía a su lado ¿necesitas alguna cosa? se preguntó como habría sido ella antes de que la recogieran, antes de que el odio y el resentimiento la devoraran desde dentro. Era guapa, y debía tener una sonrisa bonita.

Una única vez le pregunté a Mike por ti, le dije que si creía que lo habías conseguido, que si sabía si habías salido adelante susurró, buscando los ojos que se ocultaban tras el despeinado pelo nunca me contestó, me miró y se quedó en silencio, y nunca más volví a preguntar, no me gustó la expresión que vi en él, me dio miedo se sinceró el mercenario.

Bingo -Lo había encontrado, el lugar que nunca en la vida pensó que buscaría. No realizó exclamación alguna, no creía tener motivos para estar contenta, simplemente se dejó caer en el respaldo del asiento, mirando con expresión vacía y cansada el ordenador.

Suspiró mirando la guardaespaldas, las palabras de White consiguieron que no se adentrase en los recuerdos oscuros y horribles que su mente se empeñaba en recordarle mientras observaba el lugar, despejarla un poco con algo tan normal y trivial -No, gracias, no me entra nada... - Por algo estaba tan delgada, en más de un día apenas dos sandwich se había comido, vamos, la ingesta normal desde hacía cinco años.

Las siguientes palabras le cortaron la respiración, apretó los dientes, notando que sus ojos se humedecían. Lo había intentado, con todas sus fuerzas, a costa de todo lo que alguna vez había querido, y estar allí, con su maldito acosador y en aquel avión abollado, demostraba que no había estado ni un poquito cerca de conseguirlo -Lo intenté, - Notó que su tono era más grave de lo normal mientras se encogía de hombros -y mira... -Le dedicó la sonrisa más sincera, triste y desolada que nunca había ofrecido a nadie.

Sin embargo, algo en su interior reacción a las atenciones del hombre, le recordó a la sensación de estar en la peor de la situaciones, chunguisima, pero teniendo a alguien que se preocupa sinceramente por tí y por quién preocuparte. Siempre se lo tomaba como un signo de debilidad, pero en aquellos momentos, igual que en el bloque, en realidad era algo bueno y que debería hacerla sentir más fuerte. Para que los capullos psicópatas no ganaran del todo.

Cambió la expresión, soltando algo de lastre y tensión acumulada, y se acercó al hombre -Gracias por recordarme que sigo viva. -Entonces sí que consiguió sonreír de manera más normal y se perdió en sus ojos, más claros y vivos que los suyos, durante unos segundos que se le antojaron eternos y reparadores.

He encontrado el sitio -La voz era estable de nuevo, y no tan de ultratumba como en las últimas horas. Señalaba con la mano la pantalla – Ya estamos más cerca de que se acabe toda esta mierda. - Volvió a sonreír, casi aliviada, totalmente ireconocible para ella misma.

Su excursión por el interior del avión había devuelto a la cabina a un Lerman especialmente serio. Sumido en sus propias reflexiones hizo caso omiso del intercambio entre la pareja. Únicamente el comentario acerca de la localización de la ubicación hizo que dirigiera una mirada hacia la mujer.

-No necesariamente -señaló escuetamente, antes de tomar asiento.

Miró al frente y la angulosa mandíbula se recortó en el perfil que ofrecía. Inesperadamente se frotó al cara en un inusual gesto que hablaba de cansancio y algo más.

-Me gustaría saber cómo murió Liss -dijo cuando sus manos reposaron en los mandos de pilotaje-. Aunque en primer lugar necesito esas coordenadas finales para dirigirnos a nuestro destino. Su muerte -prosiguió-, pese a todo lo que podáis pensar juega en nuestra contra. Ella era una pieza clave. En este mismo momento, auqnue no tengo la certeza absoluta, diría que dos grupos operan en el interior del bloque al que vamos. Partidarios de Aaron y de Johnson respectivamente. Cada uno con sus particulares intereses. Luchan por el control de la persona de Aaron y de toda la información volcada en la red. Todo parece estar en nuestra contra si tenemos en cuenta que nos llevan ventaja y que gozarán de material y armas superiores a nuestro equipamiento. Además, cada uno en su bando, opera de forma cohesionada. Nosotros... Todos sabemos que no confiamos los unos en los otros, así que visto lo visto no estamos más cerca de que esta mierda acabe -dijo parafraseando a Isabella-, sino más lejos.

Puta estampa ¡¡TODOS AL SUELO!!!
Todos escucháis gritar perfectamente a Elena, pués aunque sentada en la zona de pasajeros, está a apenas un par de asientos de la cabina.
Luego, todas las ventanillas de la parte derecha se volatilizan bajo una brutal lluvia de balas que llena de viento, cristales y pánico el interior del avión.

La única respuesta a sus preguntas había sido el grito de advertencia de la soldado y la lluvia de balas que había acribillado las ventanas del avión. Su reacción fue inmediata y manejando los controles ante los cuales se había sentado, maniobró con rapidez haciendo un picado que le permitiría descender rápidamente y ver qué los había atacado, además de prevenir ser un blanco fácil ante un nuevo ataque.

-¡White! Que tu gatillo fácil sirva de algo. Da un arma a la soldado y defended el avión si podéis. Isabella, las coordenadas de nuestro destino final. ¡Rápido!

Elena entra arrastrándose a la cabina a reunirse con los demás, por detrás de ella se escucha a las azafatas gritando a los pasajeros que permanezcan agachados.
Cuando Lerman desciende veis durante unos segundos a través de las ventanillas un grupo de dos helicopteros negros. Os viene a la cabeza esa palabra, "helicopteros", pero donde debería haber las helices en forma de cruz no hay nada: no os cuesta pués imaginar con que funcionan pués. La única diferencia quizás es que esos aparatos no está "disfrazado" de un helicoptero normales.
Ambos helicopteros llevan abierta la puerta lateral desde la que un soldado del bloque os dispara con una ametralladora montada en soporte sobre el aparato.
Así al descender el avión este se aleja del suelo, de ese techo natural en que se había convertido la propia tierra y también se aleja, al menos momentáneamente, de los helicopteros. Así pues dejan de llover cristales aunque la verdad, casi todos deben estar ya formando la brillante alfombra en que se ha convertido el suelo del avión.
Nunca había visto ese modelo de helicóptero...¿y si los envestimos?¿aguantaría el fuselaje? somos mucho más grandes que ellos, aunque con todos los civiles que llevamos... es difícil saber si Elena pregunta a alguien del grupo o al copiloto, mientras espera una respuesta se agacha frente a una de las ventanillas rotas.