Partida Rol por web

El tiempo trancurre muy lento, sin que se produzca ningún sonido o avistamiento extraño después de los gestos de Lolyan, escondidos entre la vegetación y la maleza, la avanzadilla intenta flanquear la posición en la que se encuentra el posible enemigo, que de momento no hace ningún movimiento. No es una tarea fácil acercarse sin dejarse ver, puesto que hay muchos metros de por medio y aunque hay númerosas coberturas, un grupo de cuatro vigilado desde una posición de observación fija, es dificil que pase completamente desapercibido, por eso, cuando los aventureros han avanzado un buen tramo y se encuentran a unos 50 metros del objetivo, este reacciona al acecho que sabe está recibiendo...

De pronto, entre la maleza, en el punto donde os ha señalado Harandir y Lolyan, cómo si de un conejo se tratase, sale un hombre a la carrera, esta vez si con el típico tintineo que produce la armadura al correr, lleva una espada corta en la mano y busca el camino para poder escapar más rápido sin tropezar con nada. En esos momentos se encuentra de espaldas a vosotros a unos cincuenta metros, justo en el punto en el que el camino inicia una nueva cuesta arriba, dispuesto a subirla corriendo, mira continuamente hacía atras para ver la reacción de los que le acechan...

De repente, desde el lugar en el que habíamos percibido Lolyan y yo algo, sale disparado un hombre a la carrera. A juzgar por sus vestimentas de guerrero debía tratarse de un vigía y, por lo que nos habia dicho Dagar, aparte del Maig Tuira no había ningún otro asentamiento dunledino en los alrededores. Debíamos de estar cerca seguramente de algún campamento Cultirith, o incluso de quienes habían asaltado el poblado de Baga.

Si consigue huir, seguramente dará la alarma y podríamos vernos en poco tiempo en más problemas, por lo que no tardo en tensar el arco y apuntarle con seguridad desde mi posición. Suelto la flecha que tenía cargada sin pensármelo demasiado, con ánimo de frenar su escapada. Parece incluso que fuera como antaño, acechando primero y disparando después a una presa que huía al verse sorprendida...

La situación, de repente, se precipita. Ante nosotros aparece un individuo que corre como si algún engendros escapado de la ruina de Angband, le estuviera persiguiendo. Y con un vistazo, me percato de que centra toda su atención, en lo que sea que ha descubierto mas allá de nuestro punto de visión.

Pero antes de que pueda decir nada, una flecha, disparada por Harandir, vuela en dirección al desconocido. De inmediato alzo la mano derecha pidiendo que cese el fuego mientras observo si el dardo logra alcanzar su objetivo.

En vista de que los demás habían convenido en adelantarse, yo mismo me había puesto en marcha por este lado del camino.

Lástima que todo el sigilo del mundo estuviese llamado a caer en saco roto: como un jabato acosado, el extraño ha emprendido la huida.

A alguien le hierve la sangre y ha soltado el arco; percibo cómo la flecha remonta el vuelo, pero no voy a detenerme a disparar. Cuando el desconocido esté en mitad de esa cuesta que afronta será un blanco perfecto, tal vez incluso podré gritarle que se detenga.

Y, de todos modos, me roe la duda: ¿por qué no ha gritado? Si se trataba de un centinela, ¿por qué no había escogido un terreno más ventajoso? ¿No sería un viajero sorprendido, como nosotros mismos?

Aprieto el paso, saltando sobre los arbustos como un gamo, con la emoción de la caza latiendo en mis sienes y presto a saltar sobre un montículo a una docena de metros ante mí para tender el arco, ya preparado.

 En un momento todo se precipita y escucho el chasquido de la cuerda de un arco. Levanto la cabeza y observo como alguién corre alejándose de nosotros. Harandir sostiene un arco así que seguro que ha sido el que ha disparado. Le ha disparado por la espalda así que debía estar huyendo ya.

Amlaith se mantiene firme aunque levanta una mano para impedir que dispare más veces Harandir; aunque si esta flecha le alcanza no serán necesarias más. Al elfo no distingo a verlo desde mi posición en el carromato, puede que esté escondido preparándole una emboscada al pobre desgraciado que escapa pero no lo puedo determinar. Me levanto un poco apoyándome en mis brazos para poder tener mejor visión desde el carro, espero poder mejor los acontecimientos y no perder detalle de lo que está pasando.

Observo como el desconocido sale corriendo y Harandir le dispara. A primera vista no parece muy peligroso pero nunca se sabe.

Por desgracia está demasiado lejos para mí. No podría lanzarle nada para que parara y nos hablara aunque quisiera.

Haciéndole un gesto a Baga para que se quede en el carro, salgo en su dirección andando, aunque sigilosamente y con precaución, hacia un lado del camino tocando los matorrales y los árboles.

-¡¡FLAP!!-

De repente, el sonido inconfundible de un arco disparando, la flecha lanzada por Harandir se alza ahora describiendo una parabola perfecta, haciendo que durante unos momentos se detenga el tiempo, con todos los integrantes del grupo perseguidor observando cómo la saeta se acerca a su objetivo, inexorable...

Pero en el último momento, el acosado desvía la dirección de su carrera por pura suerte, abandonando el camino y corriendo de nuevo entre la maleza, una vez más a la izquierda del camino, haciendo que la flecha se clave en la tierra justo por el sitio por el que hubiera pasado de no tener tanta fortuna, perdiendo velocidad en la maniobra y no avanzando tan rápido por el nuevo terreno...

Quedo observando el vuelo de la flecha, con la respiración detenida y la boca semiabierta. Parecía un buen tiro, iba bien dirigida, pero en el último momento el extraño cambia bruscamente de dirección evitando el impacto, y la flecha se inserta en el suelo, entre un par de arbustos bermejos. Al verlo hago una mueca de desagrado, arrugando la nariz,  y sin perder tiempo me pongo en marcha con la intención de darle alcance, aunque soy consciente de que llevar puesta la cota de malla no es que me haga demasiado veloz...

Un desconocido pululando por estos bosques y nosotros jugando al gato y al ratón sin que se nos informe de la situación. No, no es el momento de andarnos con perdidas de tiempo. El desconocido, logra esquivar el flechazo de Harandir ocultandose en la maleza. No me parece una buena opción pues, en un terreno así, no solo vera ralentizado su ritmo sino también, dejara un rastro bastante fácil de seguir.

Por lo tanto, me levanto. Abandono mi lugar detrás de la peña a un lado del camino. Y me adelanto al trote. Ni siquiera se si es amigo o enemigo y tampoco olvido que somos un blanco perfecto para una emboscada allí parados en medio del camino y transportando a un par de heridos. Pero es preciso arriesgarse.

Y mientras corro, sin alzar excesivamente la voz digo.

Escucha. Has de saber que somos gente de bien a pesar de lo que puedas haber deducido de nuestro comportamiento. Sal y presentate. Pues te garantizo con mi palabra aquí y ahora que a menos que me des una buena razón, nada malo ha de sucederte.

Los peñascos están resbaladizos a causa del musgo, y Amlaith está exclamando cuando me planto en lo alto. Tiendo el arco entonces, y empeño mi puntería en acertar al tronco de un árbol por delante del fugitivo, con la intención de persuadirlo de modo definitivo.

Disparo.

El "conejo humano" sigue corriendo para ponerse a salvo, o por lo menos parece ser que eso cree él. Mientras tanto, el grupo ya ha reaccionado, Harandir y Amlaith corren tras él, el último de ellos avanza mucho más que el nórdico, intentando a la vez que corre hacer comprender al desconocido que no suponen una amenaza, pero el tipo sigue corriendo cómo si le fuera la vida en ello. Lolyan por su parte toma otra estrategia y encaramandose a un montículo, decide disparar una de sus flechas a un arbol cercano al objetivo para intentar frenar su avance, o por lo menos su determinación a avanzar...

El elfo llega a una piedra, apoya el pie izquierdo en un movimiento rápidisimo y repetido infinidad de veces, y deteniendo su avance un instante suelta el dardo con determinación. La flecha sale con mucha fuerza, recta, encarando el arbol desde el principio tardando unos instantes en llegar a la madera y clavandose con fuerza en el tronco justo delante de las narices del acosado, esto le hace detenerse asustado, girandose en todas direcciones igual que a un animal al que están apunto de dar caza; pero sólo un instante después reemprende su carrera entre los arboles...

Desde el carro no puedo observar bien la situación. Tengo la espada preparada para entrar en combate si fuera necesario pero esperemos que no tengamos que batirnos en duelo con ningún grupo de enemigos. Le hablo a Ivorwen que está más cerca de mí y no veo que se mueva a perseguir al desconocido

- Deberíamos tomar precauciones con el carro...y apartarlo del camino para hacerlo menos visible...si es un vigía puede que tenga amigos que lo busquen o pueda avisar que hay un carro en el camino...

Los asaltadores de caminos de la zona no son muy comunes pero sí que es verdad que de vez en cuando asaltan a las caravanas de mercaderes; suelen ser ladrones de ganado que aprovechan la oportunidad para lograr algo más de botín pero normalmente no atacan a caravanas de personas bien armadas y esta lo es. Todas las personas que la componen muestran sus armas a simple vista, se nota que son gente de guerra. Pero si los que atacaron mi poblado son los que acechan, eso les dará igual.

Estaba saliendo del camino cuando oigo la voz del joven dunlendino, y le respondo rápidamente:

No creo que sea necesario, Baga. Pero quédate aquí.

A continuación avanzo hacia los árboles a los que se había dirigido el desconocido aprovechando que no me ha visto, demasiado pendiente de la flechas de Harandir y Loylan. Espero que cuando esté lo suficientemente cerca de mí pueda hacer algo útil para detener su huida.

Que poco me gusta esta situación. Este individuo, esta logrando que desviemos la atención de nuestro cometido principal. Y yo, no olvido que no solo transportamos pertrechos en nuestros carros. Y Tambien llevamos, a un par de heridos. Mientras continuo mi carrera, Loylan aprovecha y dispara una nueva saeta. Y aunque no acierta a su objetivo, al menos logra que se detenga por unos instantes.

Momentos que yo aprovecho para tratar de acortar distancias. Pero cuando llego a la maleza, pierdo velocidad. Y prosigo la persecución soltando mas de uno y de dos reniegos por lo bajo.

Mientras desciendo laboriosamente por la pendiente, Amlaith intenta convencer al perseguido de que no íbamos a lastimarle. Al parecer debe de creer que no es un posible enemigo nuestro, sino más bien alguien que huye asustado sin mala intención.

Alzando la vista, viendo cómo Lolyan aparece oportuno al otro lado, en lo alto de otra loma. Se coloca ágilmente sobre una roca saliente y, ligero, prepara su arco. Apenas me da tiempo a ver cómo la flecha sale lanzada.

Bien, es lo que necesitamos, detener al hombre como sea, no podemos permitirnos el lujo de pensar que no es ninguna amenaza y Lolyan parece entenderlo igual que yo.

Por desventura, cuando vuelvo la vista de nuevo hacia quien perseguimos, me doy cuenta de que su tiro tampoco ha dado en el blanco, sino que se ha clavado en un tronco, unos pasos más adelante del hombre. Al menos la flecha parece conseguir desconcertarle un momento, aunque yo comienzo a perder la esperanza en que pueda alcanzar al desconocido, pues el sitio que he escogido para bajar resulta mas escabroso de lo que parecía en un primer momento.

Y bien, espero que no tenga que lamentarme luego por este acto de clemencia: el extraño, lejos de rendirse al notar el soplo del penacho cerca de la sien, sigue escapando, lo cual no hace sino caracterizarlo todavía más como una amenaza.

Se pondría fuera de tiro mientras me preparase… “¡Tenemos que detenerlo!”, con esta alarma, me cuelgo el arco, salto con gracia de las peñas y echo a correr tras él, buscando en lo posible la línea recta, respirando pausado, con los ojos fijos en la nuca del hombre, preparando cada fibra de mi cuerpo para saltar sobre su espalda y derribarlo.