Partida Rol por web

El Ojo de Gilgamesh

En capítulos anteriores...

Cargando editor
14/04/2015, 19:33
Director

En el bar de Rob

Joyce, Boudicca y Marco fueron citados mediante una nota misteriosa en una cantina de los bajofondos de la Ciudad Capital del planeta Aragon, por un personaje extravagante: Sir Bladis Bargham de Cadiz. Tras ofrecerles participar de una misión que implicaba desprestigiar al Obispo de la Iglesia de Aragon. Dado que los argumentos que expresó el peculiar noble no convenció a los presentes de sumarse a su cruzada, éste se levantó ofendido, retó a duelo a Joyce revelando en ese momento que él pertenecía a la casa de los Decados y se fué del lugar, dando un portazo teatral. Frente a ese comportamiento Darkus, uno de los sirvientes de Joyce salió detrás de él, pistola en mano. Apenas unos segundos después se escucharon varios disparos.

Joyce y Marco reaccionaron casi al unísono. Al salir al exterior para ver qué había ocurrido, encontraron a Darkus herido y vieron que Bladis huía camino abajo montado en un caballo. En ese momento, un tipo que había estado bebiendo en las sombras los siguió, acto que Boudicca percibió por haberse demorado unos segundos más en salir.

Mientras el desconocido se presentaba, Marco tomó otro caballo y salió en pos del Decados. El desconocido auxilió a Darkus y luego, los cuatro se subieron a un hovecraft que encontraron estacionado en la puerta del bar.

Marco perseguía de cerca al noble hasta que éste comenzó a disparar. Al tratar de esquivar las balas, el sacerdote otorgó unos segundos de ventaja a su atacante que éste supo aprovechar muy bien. Dobló en un recodo que lo perdió de la vista del sacerdote y cuando éste alcanzó la esquina se encontró con que la calle se encontraba inusualmente vacía. Aquello alertó al sacerdote, pero era tarde. Dos tipos que aparecieron delante suyo (uno cargando un bulto) y uno detrás le hicieron comprender que había caído en una trampa.

Mientras, a pesar de la inexperiencia de Boudicca al volante, el grupo avanzaba por las calles de la ciudad a buen ritmo, aunque retrasados respecto al sacerdote. En un momento dado perdieron el rumbo, más la noble logró detectar movimiento por la zona, lo que les permitió llegar hasta donde se encontraba Marco que luchaba contra dos de los matones mientras el que portaba el bulto permanecía apartado de la pelea.

Aunque el sacerdote mostraba algunas heridas, iba dominando la pelea. Igualmente, el encapuchado que se había dado a conocer como Hume acudió en su ayuda. El sacerdote acabó con uno de ellos y dejó muy maltrecho al segundo.

Al ver que la balanza estaba muy inclinada hacia el lado de los protagonistas, los maleantes se rindieron. Cuando los interrogaban, Boudicca hirió la mente del  agresor al hacer un mal uso de su poder dejándolo catatónico. El que llevaba el paquete, aterrado lo soltó y pidió clemencia. Mientras el sacerdote lo interrogaba, Boudica y el ingeniero desataron las correas que sujetaban al paquete y descubrieron que aquello oculto era una persona. Al mirar un poco mejor, notaron que se trataba de una muchacha Ur-Obun buscada por el Imperio desde hacía unos días. Cuando la muchacha comenzó a despertar, una sensación de rabia y deseo de venganza los inundó a todos. Marco intentó sacarle más información al respecto al malviviente, pero en un exceso de pasión terminó matándolo sin que dijera para quién trabajaban o a donde tenían que llevarla.

La chica cobró conciencia para pedir ayuda y volvió a desmayarse. Con todos los matones fuera de juego, los aventureros tomaron una decisión: irían a la posada donde se alojaba la noble para descansar, curar su heridas y ver qué hacían con el hallazgo que acababan de toparse.

Cargando editor
14/04/2015, 19:38
Director

La leyenda de Gilgamesh e Inanna

Una vez en la posada, mientras Darkus era asistido, el grupo se puso a deliberar qué hacer con su reciente descubrimiento. Mientras que Borgias (o Hume, como se había dado a conocer) se sentía reacio a socorrer a Atma-2, Joyce, Marco y Boudicca consideraban que no debía ser entregada al imperio. Tras un buen debate, lograron convencer al ingeniero de que cambiara de opinión, al menos por el momento. Una vez acordado aquello, él partió en busca de información mientras los demás descansaban y reponían fuerzas.

La calma duró poco. Un llamado a la puerta anunciando servicio al cuarto puso en alerta a los que estaban en la posada. Mientras las mujeres respondían intentando aparentar normalidad, Marco decidió investigar, dando un rodeo por la cornisa del edificio y pasando por un cuarto vecino. Sin embargo, a pesar de las precauciones, el sacerdote guerrero fue atacado por una abominación cuya destreza era letal. El sacerdote se defendía cuando Joyce y Darkus escucharon los ruidos de pelea y acudieron a ayudar. Aquel enemigo era demasiado feroz para los compañeros. El fiel sirviente dio su vida para salvar a su señora, lo que permitió que Marco y la noble pudieran atrincherarse en la habitación.

Mientras, Borgias que no se había alejado demasiado, vio pasar unos nobles con el símbolo de la casa Hazat. Creyendo que podía dar con uno de sus contactos, se dispuso a seguirlos cuando fue increpado por un mendigo. Ignorándolo, se acercó a los establos de una posada y tomó un caballo de allí sin que nadie le pusiera pega. Al dar alcance a los nobles, mientras los saludaba, notó que el mendigo que le había pedido dinero momentos antes, se encontraba entre los que rodeaban a los nobles, con actitud amenazadora. Sin embargo, no pudo averiguar quién era ni entablar conversación con los nobles pues algo más urgente había llamado su atención. Boudicca se estaba descolgando por una de las ventanas de la posada para alcanzar la calle.

Despidiéndose como pudo, se dirigió hacia donde estaba la sacerdotiza para ver cómo Joyce, Marco, Inanna y el séquito de la noble la seguían de forma menos elegante.

Una vez que todos estuvieron juntos, intentaron perderse entre la multitud, pues la amenaza del asesino enviado contra el grupo no había cesado. En un callejón sin salida encontraron a un ladronzuelo que, sin que ellos lo supieran, llevaba siguiéndolos desde la noche anterior.

Sinbad, que así se llamaba el singular personaje, les mostró una puerta secreta que les permitió acceder a un complejo subterráneo donde se toparon con Big Morgan, un ex mafioso desaparecido de la escena de Aragon unos cuantos años atrás.

Tras contarle su historia, dejaron a cuidado de Big a Inanna y el séquito de Joyce y partieron hacia la biblioteca eskatónica donde Boudicca esperaba hallar más información sobre la Obun.

Una vez allí, pasaron un rato revolviendo entre viejos tomos hasta que la sacerdotiza dio con algo interesante:

“La sociedad de los Obun es amplia en sabiduría y conocimientos. Es por esto que desde el comienzo de la historia, nuestro camino fue el de la reflexión, propia y sobre lo que nos rodea. Sobre nosotros y nuestro planeta. Sobre nuestra alma y nuestro universo. Nos dimos cuenta, entonces que nuestro espíritu y las estrellas fueron creados con el mismo material. La Chispa arde dentro nuestro tanto como en el cosmos. Y esa chispa es el Pancreator. Y es nuestro deber, como seres luminosos conocer el resto del universo, para entenderlo y ser plenamente parte de él. Nuestros ancestros entonces decidieron viajar y explorar otros mundos. Pero para eso unieron sus almas y les pidieron ayuda a las estrellas, manifestaciones del Pancreator. Y ellas respondieron. Aparecieron en el extenso planeta azul de Obun una nueva personificación de las chispas cósmicas; aparecieron Los Guías.

Los Guías eran seres superiores. Sus poderes eran tales que permitieron a la raza Obun salir más allá del cielo. Nuestros ancestros festejaron y veneraron a los Guías, manifestaciones del Pancreator. Se formaron entonces varias expediciones, cada una comandada por un Guía. Fueron muchas las leyendas que se forjaron entonces, y cada Guía fue tomando un nombre y un rango. Eran muchos, pero entre los más gloriosos se encontraba Prokto el Contundente, amo del trueno; también estaba Doorhas, amigo del cielo, señor del arpa; estaba la gran Eru, cuyas cadenas rodeaban a los planetas; y por sobre todos estaban Gilgamesh, señor de los Guías e Inanna la bella. Gilgamesh se convirtió en el rey indiscutido de los Guía y tomó por esposa a Inanna. Pero entonces llegaron los hombres...."

El texto se interrumpía en esta parte. Unos garabatos raros y la palabra Pancreator en un extraño rojo tapaba unos párrafos y luego seguía.

"El resultado fue guerra, y luego la prueba más grande del Pancreator: el sometimiento total de los Ur-Obun y la destrucción total de los Guía. Nunca más las estrellas se manifestaron de esa forma, y los Guías que no habían muerto desaparecieron. El cadáver de Inanna y su amado Gilgamesh permaneció a la interperie, clavados ambos sobre la muralla de la Fortaleza Negra, bastión de los hombres en Obun, hasta desaparecer hechos polvo.

Nunca más se volvió a hablar de Gilgamesh. Nunca más se volvió a hablar de Inanna. Pero algún día quizas... sus espíritus puedan volver a juntarse. Y si eso pasase, los hombres de los Mundos Conocidos temeran la furia de los Nuevos Guías, expresiones de la venganza del Pancreator."

Se encontraban comentando el texto cuando tres figuras vestidas de negro irrumpieron con violencia en la sala y exigieron que se les entregara a Inanna.

Sin perder tiempo, Marco atacó a los recién llegados mientras el ingeniero buscaba una salida alternativa. Los intrusos eran duros y dieron pelea. Joyce se unió a la lucha al tiempo que Borgias soltaba una granada y abría un gran agujero en una de las paredes laterales.

Cuando parecía que la lucha estaba ganada, uno de los malhechores hirió de gravedad a la noble. Parecía que su vida estaba acabada cuando una luz cálida inundó el lugar y una especie de proyección de la Ur-Obun se manifestó en el lugar.

Aquello duró unos segundos pero fue suficiente para que ocurriera un milagro. Cuando Inanna desapareció, la noble se encontraba curada de sus heridas.

La aparición infundió nuevas fuerzas en los compañeros, sobre todo en Marco, que redoblaron sus esfuerzos por acabar con los atacantes. Mientras Borgias se desesperaba por hacer salir de allí al grupo, el sacerdote y el ladronzuelo acabaron con dos de los tipos mientras que el tercero se propinó la muerte con sus propias manos antes de jurar venganza. Con los enemigos  fuera de combate, el grupo huyó de allí. Antes de partir, Sinbad le arrancó un prendedor a uno de los maleantes y se lo guardó.

La eskatónica volvió a ponerse al volante del hovercraft pero esta vez, su pericia fue escasa y terminó estrellándolo contra una esquina. Por suerte todos salieron ilesos. Al dejar atrás la biblioteca, vieron que llegaban agentes de la Inquisición. Un poco más y los hubieran capturado!

Cargando editor
14/04/2015, 19:39
Director

Zigurat

Al volver al taller de Big Morgan, una buena noticia los recibió. Big había reparado su nave y la ponía a disposición de la compañía para sacar a Inanna del planeta. Pero deberían decidir hacia donde ir y luego conseguir un piloto.

Tras relatar los acontecimientos vividos en la biblioteca, el grupo llegó a la conclusión que la mejor opción como destino era Ligaheim, planeta donde el Imperio no tenía tanta autoridad.

Durante los siguientes tres días, terminaron de poner a punto la nave y la trasladaron hasta el espacio-puerto de Aragón. Una vez allí, Big Morgan y el sacerdote miembro del séquito de Joyce fueron a realizar las tratativas necesarias para conseguir una plataforma de despegue. Mientras, Borgias se dirigió con Sinbad a la zona de bares del espacio-puerto en busca de Kal Valmer, un piloto amigo del ingeniero. Las chicas se quedaron en la nave para hacer compañía a Inanna y Marco quedó a cargo de la seguridad.

Mientras en un bar de mala muerte Borgias convencía a su amigo de que se uniera al grupo, Marco, que se encontraba fuera de la nave, divisó un inquisidor revisando la zona. El integrante de la iglesia le informó a Marco que se encontraban investigando los recientes acontecimientos en la biblioteca eskatónica y lo invitó a unirse a la búsqueda. El hermano de batalla inventó una excusa para no ir, lo que despertó suspicacias en el inquisidor. Sin embargo el incidente no pasó a mayores y el avestita siguió su camino.

Poco después regresó Big Morgan y junto a Marco ingresaron a la nave para unirse a la conversación de las mujeres mientras esperaban que Borgias y Sinbad regresaran con el piloto pues en dos horas deberían partir.

Las negociaciones de Borgias con su amigo Kal avanzaban por buen camino pero a un ritmo más lento del que al ingeniero le hubiera gustado. A pesar de que se tenían mutua confianza, el hecho de que el Imperio estuviera persiguiéndolos despertaba recelos en el piloto. Valmer quería saber los verdaderos motivos por los que se estaba jugando el cuello.

Borgias no llegó a contar todo lo que sabía. Un avestita irrumpió en el bar, exigiéndole al dueño información sobre el grupo que había irrumpido en la biblioteca. Viendo que corrían peligro, Borgias y Sinbad salieron de allí, llevando medio a la rastra al piloto a quien la perspectiva de aventuras al filo del peligro terminó por convencerlo.

Cuando el grupo comenzaba a impacientarse por la ausencia de sus compañeros, los vieron llegar con prisa entre la gente. Una vez a bordo y hechas las presentaciones, Val se hizo cargo de la nave y sin más problemas se dirigieron a la plataforma asignada a esperar su turno para partir. Cuando llegó la hora, partieron hacia el portal e iniciaron el salto. En ese momento, cada uno de ellos experimentó una especie de sueño o visión que los conectaba con Inanna y su historia.

 

Sueño de Sinbad:

La nave cruzó el espacio que la separaba del portal y el mundo cambió. Sinbad ya no estaba en la nave. El joven ladrón se encontraba en medio de una ciudad desconocida, una ciudad antigua, una ciudad de una era anterior.

La gente iba y venía, ocupada en sus asuntos, pero la armonía era palpable. Aunque las vestimentas y las construcciones nada tenían que ver con la vida moderna, aquella ciudad contaba con maravillas tecnológicas de leyenda, aparatos que tan solo habrían sido vistos en la Segunda República si se hacía caso a los cuentos que las viejas contaban a los niños antes de dormir. Sin embargo, nada de aquello le llamaba la atención. Para él, eran elementos familiares.

El chico comenzó a caminar moviéndose con lentitud, como si caminara en un mundo de agua; en cambio, las nubes del cielo se movían velozmente y la luz empezó a cambiar. La bóveda celeste se tiñó de rojo y un resplandor mortecino cubrió el lugar.

Boom! Una terrible explosión sacudió los cimientos de un edificio cercano y una pila de escombros cayó a escasos metros de donde se encontraba. Boooom! Otra más... y otra después. La ciudad entró en caos, las llamas comenzaron a envolverlas.

Ayúdame Sinbad! El ladrón corría esquivando la destrucción, intentando no ser arrastrado por la marea de gente que, desesperada, inundaba las calles del lugar. No me abandones por favor! La voz resonaba en su cabeza. Una voz cálida, amiga. Tienes que salvarme!

El chico se detuvo un instante. El escenario había cambiado. Se encontraba dentro de un enorme palacio semiderruido, dentro de una cámara cerrada, el corazón de la fortaleza. Allí, tirada junto a un cuerpo que no podía reconocer, se encontraba Inanna, llorando mientras que golpes de ariete amenazaban con tirar la puerta abajo.

Ayúdame Sinbad! La joven levantó la vista del cuerpo y suplicante miró desesperada al ladrón. No me dejes... Otra explosión sacudió el lugar y el polvo obligó al ladrón a cerrar los ojos con fuerza y ocultar el rostro entre los brazos, para poder respirar.

Sueño de Borgias:

La nave cruzó el espacio que la separaba del portal y el mundo cambió. Borgias ya no estaba en la nave. El ingeniero se encontraba en medio de un complejo subterráneo, totalmente blanco e iluminado por demás artificialmente. Por allí se movía personal médico y tecnólogos por igual. Pasaban por su lado sin verlo, ignorando su presencia. ¿Acaso no podían verlo?

Borgias empezó a moverse entre los pasillos, siguiendo una especie de instinto que lo guiaba por dentro de aquel laberinto con pasos seguros, como si supiera hacia donde quería ir.

Atravesó una sala llena de maquinaria que en otro momento no hubiera dudado en admirar. Pero algo lo urgía. Tenía que llegar a tiempo para algo, aunque no sabía qué ni por qué era importante que estuviera allí. Cruzó por algo que parecía un hangar; luego siguió por sitios en los cuales se veía gente trabajando, desarrollando, construyendo, conviviendo con la tecnología, como en los dorados años de la Segunda República. Maravillado, no dejaba de mirar y admirar, pero no se detenía. Tenía que alcanzar aquel lugar, aunque no supiera hacia donde se dirigía.

Borgias! Te necesito! La voz resonó en su mente, urgiéndolo a apurar sus pasos. No dejes que lo hagan! No los dejes dañarme! Era una voz cálida, una voz juvenil conocida por él. Inanna.

Los pasos del ingeniero se aceleraron. Comenzó a correr como un poseso, chocándose con la gente que transitaba por allí, tirando bandejas y artefactos que parecían interponerse en su camino. El pasillo por el que se movía era recto y podía ver una puerta al final. Hacia allí debía dirigirse. Sin embargo, el corredor no tenía fin. Aunque el ingeniero se movía mucho más rápido de lo que había corrido jamás, la distancia parecía no acortarse jamás.

Borgias corrió hasta el agotamiento, hasta que su cuerpo dijo basta. Sus piernas fallaron y cayó a lo largo sobre el piso del pasillo. No! No te rindas! Con lentitud, respirando trabajosamente, se puso en cuclillas y levantó la vista. Ahí, frente a él, se encontraba la puerta que había intentado alcanzar infructuosamente. Borgias! No dejes que me dañen, no lo permitas! Con ímpetu, se puso en pie y empujó la puerta. Las luces potentes de un quirófano lo cegaron.

Sueño de Boudicca:

La nave cruzó el espacio que la separaba del portal y el mundo cambió. Inanna ya no estaba en la nave. La joven eskatónica se encontraba en medio de una enorme biblioteca. Las leyendas hablaban de una maravilla así en la prehistoria, en la era en que la humanidad aún no había salido de su pequeño planeta original.

Pero no se trataba de una biblioteca tan antigua. Allí coexistían libros en piel y en papel, junto a hermosas copias holográficas y video-libros, reliquias herejes de la Segunda República. Sin embargo, en aquel lugar, esas muestras de tecnologías no estaban prohibidas. Algo en el interior de la sacerdotisa le decía que aquel lugar era antiguo, que se encontraba en un rincón del universo perteneciente a una era anterior.

La muchacha comenzó a recorrer el lugar maravillada. Podía sentir siglos y siglos acumulados de saber, toneladas de cultura que ni en cien vidas vividas una a continuación de otra le serían suficientes para abarcarlas todas. Sin embargo, sentía que se encontraba allí por una determinada razón. El Pancreator quería enseñarle un camino, mostrarle hacia donde debía encaminar sus pasos.

Una muchacha pasó fugazmente entre las estanterías. Una dulce carcajada acompañó su paso. Era una risa que instaba a seguirla.

Curiosa, Boudicca se guió por su oído, buscando a la dueña de aquel alegre sonido. Algo en el timbre le resultaba familiar, algo en esa alegría, le transmitía seguridad y calidez.

Moviéndose en el laberinto de estantes, la eskatónica, apuró el paso. La risa volvió a sentirse a su izquierda, pero cuando ella torció hacia allí en la siguiente intersección, volvió a escucharla a su espalda. Rápida, se volvió, y una larga cabellera negra dejó verse apenas unos segundos, mientras su dueña desaparecía tras la estantería.

Inanna! No cabía duda. Tenía que tratarse de la joven obún, que parecía querer jugar a las escondidas. ¿Qué significaba todo aquello? ¿Qué le quería mostrar el Creador? Boudicca hizo algo de lo que no se hubiera creído capaz. Comenzó a correr dentro de aquel lugar, casi tan sagrado para ella como una catedral. Pero tenía que llegar a Inanna, tenía que alcanzarla cuanto antes, o perdería su oportunidad.

Escuchó la risa una vez más a su derecha, muy próxima de donde se encontraba y no lo dudó. Otra vez, sintiéndose totalmente vándala, tiró al piso los libros de la estantería hasta dejar un hueco por donde espiar y así poder ver a la chiquilla que jugaba con ella. Pero en su lugar, encontró a un joven de larga cabellera, también negra como la noche y de profundos ojos negros, oscuros como el mismo espacio exterior. No pudo distinguir sus rasgos, algo en su visión los hacían parecer borrosos, pero estaba segura de que lo conocía.

Debes encontrarlo Boudicca... solo así seré feliz... Aunque la voz resonó en su cabeza, la Undick se giró para ver si Inanna se encontraba allí. El espacio, a su espalda, estaba vacío.

Sueño de Joyce:

La nave cruzó el espacio que la separaba del portal y el mundo cambió. Joyce ya no estaba en la nave. La noble de la casa Thana se encontraba en un corredor de un palacio enorme, de paredes altas y amplios ventanales por donde se filtraba la luz del atardecer. Si bien el lugar le resultaba familiar, su memoria no lograba ubicar de que sitio se trataba.

Se acercó a la ventana para observar la ciudad y así obtener una pista de donde se encontraba. Debajo del edificio que se ubicaba en una zona elevada, pudo ver construcciones antiguas, muestras de arquitectura de una era anterior. Todo se veía ordenado y en armonía. La paz dominaba aquel lugar.

Sin embargo, algo en su interior le indicaba que allí no todo estaba bien. Una urgencia extraña surgió en su interior. Joyce, tienes que hallarlo. Es tu deber, el honor de tu casa te lo exige. La joven desvió la vista hacia su izquierda y no pudo creer lo que encontró.

Recio, de porte severo y con la elegancia natural que corría por la sangre de sus antepasados, se encontraba su padre con la vista al frente y sus manos por detrás de la espalda, en actitud marcial.¿Como era posible? Él estaba muerto, había fallecido en sus brazos. Por eso había sido descastada. Una solitaria lágrima se deslizó por su mejilla.

El hombre se volvió hacia su hija y en su mirada había un profundo amor. Pequeña, ella te necesita. Debes completar la búsqueda que inicié hace años, ayudarla a alcanzar su destino. Inanna depende de ti... y en cierta forma, también los mundos conocidos. Apúrate... el tiempo urge.

Una explosión sacudió los cimientos del lugar. La chica desvió la vista hacia la ventana una vez más, llena de confusos sentimientos y vio como la destrucción reinaba en el lugar. La gente gritaba en las calles, el fuego asolaba la ciudad, decenas de soldados se movían de una manzana a otra, exterminando a cuantos se cruzaban en su camino. La desolación la invadió.

No! intentó gritar deténganse! no deben hacerlo! pero las palabras no brotaban de sus labios. Su cuerpo permanecía inmóvil observando aquella terrible destrucción.

Sueño de Marco:

La nave cruzó el espacio que la separaba del portal y el mundo cambió. Marco ya no estaba en la nave. El sacerdote guerrero se encontraba en una antigua catedral gótica, cuyo techo se perdía en lo alto. Ricas molduras adornaban los arcos ojivales y numerosos vitrales de exquisita confección, llenaban la estancia de una cálida luz multicolor. El lugar era una excelsa obra de arte dedicada al Pancreator.

Featön comenzó a caminar por la nave central rumbo al altar cuando notó que sus vestimentas eran rojas como la sangre. En su pecho, llevaba bordado el símbolo de la Iglesia Universal del Sol Celestial, pero no el que caracterizaba a su orden, si no el que identificaba a los Inquisidores.

Consternado, se detuvo un momento y levantó la vista como pidiendo explicación al cielo pero la respuesta no llegó. O al menos no la que esperaba.

Inquisidor Featön, debemos felicitarlo por su trabajo. Ha logrado acabar con la amenaza que se cernía sobre la Iglesia y sobre todo aquello que el Pancreator considera sagrado. Ahora que el planeta Velisamil ha sido purificado con las llamas sagradas de la orden de Avesta, los mundos conocidos dejarán atrás la herejía y podremos contribuir a consolidar una nueva forma de gobierno que vele por los intereses de la humanidad.

Marco se sentía desconcertado, pero sobre todo, se sentía sucio. Furioso consigo mismo y con la institución. Se lo felicitaba por algo que él no sabía que había hecho, pero que implicaba la muerte de miles de inocentes. No lo toleraría.

Buscó su lanzallamas para acabar con todo allí, pero no lo encontró. El escenario a su alrededor se disolvió, dejando paso a un lugar devastado, en ruinas, producto de una batalla ocurrida mucho tiempo atrás.

No temas Marco... tu no eres culpable, tu me ayudaste entonces, tu me ayudarás... Una voz cálida, amable resonó en su cabeza. Su mente conjuró la imagen de una joven menuda, de largos cabellos negros y hermosos ojos azules. Ayúdame a encontrar a mi amado, ayúdame a devolver a mi pueblo su esplendor. Juntos podremos borrar el pasado y quitar ese peso de tu alma. Inanna se materializó frente a él, cubierta de una hermosa luz blanca amarillenta. Su sonrisa borró todo rastro de pesar del corazón del sacerdote.

Al volver todos en sí, Big Morgan y Val les explicaron que había habido un fallo en el deflector de Sathra y que la singularidad había alterado su percepción. No se explicaban por qué, ya que el aparato parecía funcionar con total normalidad. Además, las visiones habían sido demasiado vívidas, algo que ninguno había experimentado antes. La conclusión a la que llegaron fue que la presencia de Inanna, de alguna manera, había tenido influencia en lo acontecido. Sin embargo, la Ur-Obun no recordaba nada, solo que ella también había tenido una especie de visión donde estaban todos juntos en un sitio al que ella sentía como el hogar.

En medio de aquella incertidumbre arribaron al planeta de la Liga de Mercaderes.

Cargando editor
14/04/2015, 19:45
Director

En el espacio.

Una vez que hubieron aterrizado, dividieron las tareas a realizar. Boudicca quería ir a la biblioteca, en busca de más información. Inanna insistió que quería acompañarla. A Marco y al ingeniero no le pareció buena idea, pero no hubo forma de hacerla cambiar de opinión más que Joyce y Boudicca la secundaban. Así que, resignado, el hermano de batalla se unió a las mujeres en su propósito.

El grupo partió casi sin dilación pues no querían ser sorprendidos por la noche. Al principio, el camino parecía sencillo. Sin embargo, en algún lugar perdieron el rumbo y tras dar vueltas casi en círculos notaron que se habían extraviado. Cuando quisieron averiguar cómo retomar el camino, un transeúnte que pasaba por allí señaló a Inanna, identificándola como la Obun que buscaba el imperio. Aunque se creían perdidos, los compañeros arengaron en contra de ese señor, confundiéndolo con palabras y desacreditándolo, por lo que el incidente no pasó a mayores. Pero habían perdido un valioso tiempo y si no se apuraban, no alcanzarían el lugar antes de la hora de cierre.

Borgias se ofreció para ir con Val en busca de un nuevo deflector de Sathra. El piloto lo condujo hasta una tienda de compra y venta de repuestos, gerenciada por John Silver, un tipo que tenía fama de conseguir lo que fuera siempre que pudieras pagarlo.

Por su parte, Sinbad partió en busca de información sobre el prendedor que había tomado de uno de los tipos de la biblioteca, para descubrir qué significaba aquel símbolo y qué tenía que ver con ellos.

Notas de juego

Bueno, hasta aquí hemos llegado. Ni bien tenga otro rato, voy con los PJs y nuevo turno :D (aunque creo que Borgias me puede responder ;P)