Partida Rol por web

Me adentre en tal mugriento local, tratando de no llenar mis ropas de la suciedad y grasas del lugar, al ver como me habló el seboso dependiente solo se me ocurrió esputarle a la cara pero no conseguiria mi proposito con ello, asi que hablé

-Estimado señor, somos legales, venimos solo a por unas piezas para una nave.

"¿como es posible?"

La situación en que estamos es mas bien extraña, pero que nos hayamos descuidado tanto en el cuidado de nuestra protegida es imperdonable, al menos Boudicca ha reaccionado rápidamente, aunque no se hasta que punto la gente creera su  trasparente mentira, mucha gente esta mirando ahora a Innana, y con que una persona confirme la acusación...

Sin perder el tiempo me interpongo entre Innana y la multitud, impidiendo que sigan viéndola

Vi que el hombre cerró la puerta y, aunque fuera desconfiado toda mi vida, permití que la calma me tomara en sus brazos.

- Todo empezó hace unos días tal vez, en los que empecé a seguir a un grupo. Aquel grupo resultó el protector de una pequeña dama, cuya presencia al parecer atrae a nuchos hombres para tomarla. Por alguna razón empecé a seguirla y me uní a aquel pequeño equipo, con la esperanza de sacar algun partido; pero nos hemos visto envueltos en ciertas situaciones en las que he tenido que pelear. - Miro al hombre, la hornilla, todo en aquel lugar - Ahora me veo un poco amarrado a ese extraño conjunto de soldados que la protegen, por la simple fantasía de un libro que leyeron - Me pongo cómodo en el mostrador mientras conversamos - Ese prendedor que tiene en la mano lo tomé de uno de los tontos que intentaron pasar sobre mí; un triste final para un soldado como él...

Lo miro y sonrío - Alguna vez ha escuchado de la leyenda de Gilgamesh e Inanna? Yo la vine a conocer con ellos...

Mientras el anciano preparaba el té, escuchaba con atención la historia que Sinbad tenía para contarle y cada tanto asentía pensativamente, sin interrumpir al muchacho. Cuando éste hubo concluido, le acercó una taza llena de una infusión humeante y renegrida, de un aroma delicioso y puso otra frente a sí. En medio de ellos dos dejó un tarro de miel, pero él no hizo uso del mismo.

-Me gusta sentir su sabor natural. Los endulzantes enturbian el sabor de esta exquisita infusión, pero siéntete libre de servirte cuanto gustes- dijo señalando el tarro mientras sonreía con amabilidad.

Dio unos pequeños sorbos, cuidándose de no quemarse y luego volvió a ponerse serio.

-Mira muchacho, esto que voy a decirte no es juego- comenzó el anciano. -Ese prendedor que llevas ahí pertenece a una secta llamada Zigurat, una organización que opera en las sombras y muy pocos saben de su existencia. Actúan a espaldas del Imperio por lo que sé. Según tengo entendido, ni siquiera están al tanto de que existan, y eso se debe a que rara vez dejan testigos con vida. Te creo cuando me dices que te has enfrentado a ellos, pero considérate muy afortunado. Y cuida bien tus espaldas, porque harán todo lo posible por subsanar su error.

Nuevamente, volvió a levantar su taza, mientras su mirada se perdía en un punto alejado detrás del ladrón. -Parece que esta secta responde a una de las casas mayores. Si tuviera que apostar mi cabeza, diría que están bajo las órdenes de los Decado; sólo ellos pueden ser tan pérfidos de crear un grupo de esa calaña. Pero no puedo asegurarlo. ¿Dices que los atacaron por proteger a una dama? Es muy extraño eso... ellos no se encargan de secuestros y crímenes "comunes". En fin, lamento no poder decirte más al respecto, es todo lo que sé y así y todo deberás tomarlo con pinzas, porque son rumores; tal vez incluso exageraciones. De todas maneras, no te confíes. Y no andes por ahí mostrando ese distintivo o podrías tener muchos más problemas de los que cargas en este momento.

Luego de soltar aquel discurso su rostro se relajó y su tono dejó de lado la seriedad. -La leyenda de Inanna y Gilgamesh? Claro que la conozco! es un bonito, aunque triste cuento que se le suele contar a los niños en las regiones libres. Es lógico que si vienes de alguna zona cercana a la Capital, la leyenda haya caído en el olvido. ¿Qué tiene que ver esto con tu historia?

Miro al hombre mientras empieza a contarme lo que sabe. Paso mis manos por el tarro de miel, tomando varias cucharadas que cruzaron su camino hacia el te oscuro; cualquiera que hubiese visto la taza probablemente habría notado que duplico su volumen con la cantidad de miel.

Inanna, yo sé donde está, no es una leyenda - Dije mientras cruzaba mis piernas y me reclinaba un poco para tomar el te - Por ella es que nos persiguen - Hablaba convencido de lo que decía, pero solo hasta que me di cuenta de la barbaridad que estaba diciendo. Sonreí como un idiota tomando un sorbo del dulce té - Sí, yo tambien creo que es un disparate, pero quien conoce de la magia del mundo sabe que no todo puede ser explicado.

Miré la tienda mientras seguía conversando, fijándome en lo que pudiese ser valioso para mí - Las cosas para mi grupo no han sido fáciles; si ensuciaron sus manos de sangre para salvarla, siendo creyentes, creo que debe valer la pena -. Miré de nuevo al hombre y sonreí, tomando un sorbo del te. Puse la taza sobre la mesa y lo miré - Pero no vengo por ahora buscar problemas, vengo a vender el pin... le interesa? - sonrio - es todo un artículo de colección

El hombre sonrió con condescendencia ante la mención de que Inanna era real pero esa sonrisa mutó en una mueca de extrañeza a medida que el ladrón continuó hablando. Fuese cierto o no que aquella niña que Sinbad decía conocer fuera la reencarnación de una diosa de una mitología extraterrestre*, el ladrón y los de su compañía así lo creían y lo mismo el Imperio que los perseguía, con lo cual algo jugoso debía estar cociéndose. Algo de lo que él, definitivamente, no quería formar parte.

-No joven, no voy a comprar ese pin. Tenerlo sería casi una sentencia de muerte. Te recomiendo que te deshagas cuanto antes de él. Dudo que alguien te ofrezca alguna moneda por ese objeto, pero más de uno entregaría tu cabeza al Zigurat si se entera de que lo llevas. Anda con cuidado, que ya bastante malo es tener al Imperio pisándote los talones como para sumar a estos tíos también.

El hombre los miró de arriba abajo con cara de pocos amigos. Sin embargo, negocios eran negocios y aunque el aspecto del ingeniero y del piloto no le inspiraban confianza, se dedicó a lo suyo.

-Aquí todo se paga en metálico. Sépanlo amigos. Si no hay dinero no hay venta.- Una vez dicho aquello, su tono se suavizó. -Puedo asegurarles que han venido al mejor sitio de todo el planeta. Lo que precisen, John Silver lo tiene. ¿Qué es lo que necesitan en concreto?-

Al escuchar las palabras de Boudicca, el hombre perdió la seguridad que ostentaba unos instantes antes. Cuando había visto a la chica por primera vez, él hubiera jurado que se trataba de la que salía en el anuncio de la TV desde hacía una semana. Sin embargo, el hecho de que la chica estuviera en compañía de dos sacerdotes, símbolos de la Fe del Imperio, lo hizo dudar. Aunque la recompensa era buena, el castigo por llevar a alguien que no era ante las autoridades sería mucho más grande, así que el hombre se retractó de sus dichos.

-Ehhh, puede que fuera muy parecida, señora...- la duda teñía su voz, pero no quería problemas. No iba a arriesgarse. -Lo siento, me he confundido. Hasta luego- sin mirar atrás comenzó a caminar por la calle en sentido opuesto al que llevaban Inanna y su grupo.

Sin embargo, todo aquel escándalo había puesto la atención sobre ellos, y el tiempo seguía corriendo. Cuanto antes tenían que abandonar el lugar y dirigirse a la biblioteca o hacia la nave, pues era probable que la siguiente vez no tuvieran tanta suerte y los terminaran delatando.

Cuando el hombre finalmente desistió en su intento de llevar a Innana antes las autoridades pude realmente respirar. Por un momento, que me pareció eterno, pensé que no iba a creerme. Pero el Pancreator intervino, sus maneras son misteriosas pero aunque nuestra vida cuelgue de un hilo, Él y sólo Él puede decidir si es el momento de cortarlo. Sin embargo, por más feliz que estaba era consciente que el tiempo se hallaba en nuestra contra; lo mismo que las miradas de varias personas que nos rodeaban y habían visto al menos parte del show. Puse mis manos sobre los hombros de la chica, y mirándola a los ojos, le espeté:

-Tuvimos suerte, pequeña, pero no abusemos de ella. Partamos ya. Ven conmigo. Y no te separes más de mí. ¿Entendido? No puedo cuidarte si te me alejas y no quiero correr el riesgo de que nos suceda algo parecido. Vamos, vamos ya.

Le dije y empecé a caminar, con ella tomada del brazo, hacia el resto del grupo para luego seguir el camino hacia la Iglesia.

La joven Obún se había quedado al margen durante todo el incidente. La presencia de tanta gente y los gritos acusadores del hombre que decía reconocerla, habían hecho mella en su ánimo llevándola a esconderse detrás de Marco mientras la eskatónica se encargaba de solucionar aquel asunto. Aunque se decía que era una diosa reencarnada, en aquellos momentos tan solo se veía como aquella muchacha frágil que había llegado hasta ellos dentro de un saco.

Cuando todo hubo acabado, Inanna sonrió tímidamente. Aún podía notarse que continuaba asustada, pero la fe que había depositado en sus compañeros se reflejaba en aquella sonrisa apenas dibujada.

Escuchó a Boudicca con atención, asintiendo a medida que ésta iba hablando. -Lo siento Boudicca. Lo siento, amigos- dijo mirando a Joyce y a Marco también. -Han hecho tanto por mí. No sé como agradecerlo.- Sin avisar, abrazó a la eskatónica y luego a los demás. -No me despegaré de ustedes otra vez. Lo prometo.

Y sonriendo, esta vez abiertamente con esa sonrisa que parecía un rayo de sol, se puso en marcha, acompasando su paso al de sus amigos, para alcanzar su destino.

Joyce se apresuró junto a sus compañeros, tratando de interponerse entre las miradas de los transeúntes y su pequeña protegida.

-Inanna, procura caminar con la cabeza gacha y que el pelo te caiga sobre la cara y te la tape. Será mejor que no volvamos a llamar la atención de nadie.

"La crisis se ha solucionado, gracias al Pancreator" afortunadamente Boudicca ha sabido actuar y la agradecida Inanna promete comportarse, con algo de suerte llegaremos a la biblioteca sin mas incidentes

En eso estoy pensando cuando Inanna me da un abrazo de agradecimiento, un acto que me deja momentaneamente desconcertado, no se nos enseña a reaccionar ante las muestras de afecto, con incertidumbre le doy una palmadita en el hombro -si... es nuestro deber, no has de agradecernoslo-

Cuando me suelta y emprendemos la marcha carraspeo para recuperar la compostura. Mientras ellas empiezan a caminar, esta vez en la dirección correcta, o eso espero. Yo me detengo un momento y miro a la gente en la calle, una ceñuda mirada es suficiente para que los que aun miran con curiosidad decidan volver apresuradamente a sus asuntos.

Una vez satisfecho me apresuro yo también, para alcanzarlas

Bah, una lastima - le dije - Lo tomaré como un coleccionable para mí

Tomé el pin de nuevo y lo guardé en mi bolsillo. - Igual, por ahora me tocará seguir caminando por ahí -. Di un vistazo a la tienda desde donde estaba sentado - Digame, tiene usted artículos interesantes venda por el efectivo que tengo? Siempre busco cosas particulares, difíciles de conseguir y que me sirvan para algo - sonreí - Pero no tengo mucho dinero, me serviría, porque confío en usted, que me diga que podría ofrecerme por esto - saqué mi dinero y lo puse en la mesa. Eran 2 tercios de lo que podía tener en toda mi vida, la última parte siempre se quedaba en mi refugio, por si había alguna emergencia.