Partida Rol por web

Las respuestas del criminal no le aclaraban demasiado las cosas, la situación se estaba poniendo fea y las respuestas no llegaban. Miró al hombre que tenía al lado, en quien decidió confiar de momento solo por llegar acompañado de las dos mujeres, en espera de un indicio. Este se encontraba examinando el paquete que en su momento portaba el maleante. - ¿Qué es lo que transportaba este desgraciado? - le pregunto sin soltar al maleante y mucho menos dejar de observarlo para que no intentase anda extraño.

Cuando Boris se acercó al paquete, Boudicca dejó de prestarle atención a los dos maleantes. Desde que lo viera en manos de uno de ellos, su curiosidad innata se había centrado casi exclusivamente en él.

Aguardó unos  instantes a ver si el extraño desconocido hacía algo por abrirlo pero la duda en su accionar la llevó a preguntarse qué lo detenía. Sin ponerse a pensar en las consecuencias, decidió probar suerte una vez más. Tal vez pudiera averiguar algo de él como no había podido hacerlo con los maleantes. Tal vez ahora sí el Pancreador quisiera hacerla parte de esa búsqueda. Tal vez...

Cerró los ojos unos momentos para volver a centrar su mente. Oró en silencio y abrió sus sentidos a la enormidad del universo. Sintió como el wird se manifestaba a través de ella... y de pronto todo acabó como había empezado. El objeto estaba nublado para su sentido especial. Evidentemente el Pancreador no creía conveniente que ella se adentrara en esa búsqueda. Ésta era la segunda advertencia, algo que Boudicca no debía ignorar. Sin embargo, ya estaba allí.

-¿Qué dices compañero? ¿Lo abrimos para ver que es lo que guarda tan celosamente?-

El malhechor rompió a llorar y, totalmente derrotado, comenzó a hablar como pudo. "Nos.. nos contrató un desconocido, señor. En una... snif...  taberna del centro. En estos oficios no se preguntan los nombres. Debíamos llevarlo hacia las afueras, donde nos esperaría un hombre cuyo... nombre no sabíamos pero teníamos su descripción. Snif..." Recuperó un poco la voz "Debíamos pasar exactamente por este camino, por los suburbios de la Capital. Lo siento señor, lo siento, no fue mi intención atacarlo..."

El hombre calló de repente, al ver lo que estaba por hacer Borgias. Impulsado por la pregunta de Boudicca, el ingeniero no pudo aguantar más la presión, y desató las correas del paquete temiendo lo peor. No sabía si la silueta humana era producto de su retorcida imaginación o realmente era una persona la que llevaban los maleantes. Sus manos temblaban.

Marco lo miraba tenso y Boudicca se puso a su lado. Una gota de sudor le cayó por su frente mientras con cuidado hacía a un lado las telas y las correas. El ambiente parecía estar condensado, un silencio solo interrumpido por los sollozos intermitentes del hombre que pendía del aire, sostenido por el Hermano de Batalla. 

Cuando Borgias corrió la última manta y todos vieron lo que envolvía, el callejón pareció volverse más oscuro. El lugar pareció de repente un sueño, algo irreal. Porque si todo era real, la situación era una prueba más de que la decadencia era lo que dominaba en la mente de los hombres. 

Una mujer, joven, de pelo negro yacía en posición fetal media inconsciente. Estaba desnuda y unas tiras de cuero ataban sus brazos y piernas de manera grotesca para mantenerla en posición, provocando lastimaduras en su delicada piel tostada. Además, todo su cuerpo estaba repleto de manchas de moretones y atravesado por distintas heridas de más o menos profundidad, pero todas abiertas y muy agudas, de seguro muy dolorosas. La chica lloraba casi inconscientemente y sus lagrimas se mezclaban con sangre, haciendo la escena aun más surrealista. 

Cuando la vieron, olvidaron todo lo que pasaba. Todo se centraba en ella y en las emociones que provocaba. Una profunda tristeza brotó en sus espíritus, canalizada a través de angustiantes recuerdos de sus vidas. El tiempo pareció detenerse y el mundo entero pareció querer llorar por la chica y por su situación.

Joyce contempló por unos instantes anodanada ante la crueldad de la suerte de la pobre muchacha, despúes de que la sorpresa relajase su presa sobre ella, la tristeza fue dando paso a la indignación y esta a la ira y de ahi la furia. Sus musculos se tensaron su mano se dirigió a su sable, y el rostro se le contorsionó en una mueca terrible, pero lo más terrible era mirarla a los ojos, unos ojos que mostraban una sed de sangre. Se dirigió hacia el cautivo que sujetaba el Padre Featön con intenciones homicidas mientras que del fondo de su conciencia, medio ahogado por el torrente de emociones otra idea luchaba por emerger, la de que estos hombres, aunque complices en el sufrimiento de aquella muchacha, no eran los responsables últimos del mismo...

De pronto, el mundo se detuvo para Boudicca y todo lo demás pasó a estar como en una especie de limbo para la mujer. Al ver a la chica tirada y maniatada, víctima de torturas y vejaciones, lo único que ocupó su cabeza fue esa imagen y su espíritu se ensombreció. Dolor, pena, tristeza. Una mezcla de sensaciones angustiantes invadieron a la eskatónica y su único deseo fue liberar a la mujer de todo el mal que la había atacado.

Con celeridad, se arrodilló cerca suyo y comenzó a desatar las correas que le ataban las manos. En medio de la faena se percató de la desnudez de la muchacha y como pudo, trató de cubrirla con lo que había  servido de envoltorio mientras estaba dentro del paquete y luego continuó con la liberación de ella. Algo en su interior la urgía a ayudar. 

Un ataque de rabia inundo el cuerpo de Marco, la imagen de la joven postrada en el piso, atada y desnuda en ese paquete como una presa de cacería, rompió con toda la frialdad y autocontrol que tantos años de entrenamiento le habían otorgado. Sin pensarlo siquiera un segundo, se dejo llevar por el odio dejando la suerte del criminal en manos del Pancreador.

Levanto aún más al malhechor por el aire sin dejar de presionar sobre su cuello con la intención de impedir que el aire llegara a sus pulmones - Tienes una única oportunidad - dijo apretando los dientes con rabia y los ojos inyectados en sangre - Dónde debían entregar a la chica y como era la descripción de ese hombre - aflojando un poco la presión para dejarlo respirar lo suficiente para que pueda hablar - Habla y el Pancreador tendrá piedad de tu alma.

Al ser desatada, la joven comenzó a moverse con espasmos leves, y el movimiento hizo que las heridas sangren de vuelta. Las lágrimas se mezclaban con la sangre y la joven parecía estar en estado de shock. Boudicca se enfureció cuando vio a la mujer así y se incorporó para vengarse en contra de los captores. 

Pero Marco, al no obtener una respuesta coherente del malhechor lo había arrojado contra la pared. La cabeza golpeó contra la pared, y el hombre comenzó a gemir, solo para ver el brillo del sable de Joyce avanzar rápidamente hacia su cuello. Un ruido sordo de disparo remató la escena. Borgias había disparado.

El hombre estaba muerto y con una expresión de terror en la cara. Unos metros más allá, yacía en posición fetal y babeando el otro de los hombres. El olor metálico de la sangre inundó el ambiente evocando a la muerte.

Todos comenzaron a respirar mas tranquilamente, serenando sus emociones. Fue entonces cuando escucharon un ruido a sus espaldas. Cuando se dieron vuelta, vieron a la joven, media cubierta con una manta oscura y manchada que se había incorporado. Ya no lloraba mas, pero estaba claramente herida y le costaba mantenerse en pie.

"Yo..." dijo la joven con voz suave pero débil "necesito... necesito ayuda..."

Y sin decir más, se desvaneció cayendo al suelo. Fue entonces que todos la reconocieron. Era la Obun que el Imperio buscaba. La conocida como Atma-2. No parecía demasiado peligrosa la verdad.

Boudicca se levantó con la velocidad del rayo, dispuesta a volarle la razón al malhechor que sujetaba Marco, pero tanto él como Borgias fueron más rápidos y acabaron con su vida sin que ella alcanzara a ejercer su poder. Aunque más tarde lamentaría que lo hubieran matado sin que terminara de decir todo lo que sabía, en ese momento sintió una mezquina y preversa satisfacción. Además quedaba otro al que podían torturar de ser necesario. 

Iba a acercarse a ese otro cuando la muchacha reaccionó por un momento. sin dudarlo, dio media vuelta y se acercó hasta su cuerpo desnudo y lastimado para darle consuelo. Sin embargo se desvaneció antes de poder asistirla.

-Marco, ¡vigila que el otro no escape! él tendrá que responder por su compañero. Y tú- dijo dirigiéndose al ingeniero- Prestame la capa para envolverla. Con Joyce nos encargaremos de acomodarla para que pueda ser trasladada hasta el hovercraft... debemos irnos cuanto antes de aquí. Las últimas palabras del otro tipo me han dejado pensando que Boris planificó todo esto al dedillo... y que la chica será nuestra misión.

 La luz debía transitar por todo su cuerpo, exhalando todo aquello que le había hecho perder el control y dejando en blanco su mente para que el Pancreador vuelva a su alma. La furia que habia sentido contra aquellos malhechores atenuaba lentamente y ya podía pensar con mayor claridad.

- El Pancreador ha actuado con sabiduría esta noche al enviarnos tras ese maldito hombre - tras ello una oración en murmullo le retorno completamente la paz en sus ojos volviendo a ser el monje calmo que todos conocían. Tras lo cual inmovilizó al delincuente que aún podía ser de utilidad y reviso a sus compañeros en busca de una pista, no sin antes echar un vistazo a la salud de la joven que involuntariamente habían rescatado.

-Antes de taparla o moverla a ningún lado dejenme examinarla- dijo Borgias sacando de entre sus pertenencias un equipo médico bastante equipado- podría necesitar algún tipo de curación. Y sin más se puso a examinar a la muchacha.

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Decime si tengo que tirar algo.

De paso la examino bien para ver si es quien yo creo y le saco unpelo para posteriormente ver si le puedo analizar el adn o entender algo más

Joyce estaba en estado de shock. Todo su cuerpo temblaba de furia y estaba quieta en el lugar, mirando con ojos ausentes a la Ur-Obun, mientras apretaba su sable con tanta fuerza que sus nudillos estaban en blanco. Su fiel Darkus, todavía herido, se acercó a su ama y la tomó suavemente del brazo, para tratar de hacerla reaccionar. 

"Es... increible" dijo con voz algo temblorosa "tengo una sensación horrible de todo esto. Siento como si algo horrendo acabase de ser liberado y me oprima el alma. Siento nauseas..."

Sin más se apoyó contra la pared en uno de los rincones del callejón. Darkus se quedó a su lado, en silencio. 

El sacerdote guerrero se acercó al maleante para inmovilizarlo, pero se dio cuenta al instante que era lo mismo que nada. El hombre seguía tirado en el suelo, en posición fetal y babeando. Su mirada, ausente, se perdía en la oscuridad. Revisándolo, vio que además de las armas, tenía algunas monedas (3 "alas" de fenix) y nada más. Sus ropas eran de calidad, aunque sucias.

Mientras tanto, Borgias y Boudicca estaban arrodillados ante el inconciente cuerpo de la aparente Ur-Obun. Al verla de cerca, el último vestigio de duda que tenían se expiró: la chica era Atma-2, la Ur-Obun buscada por el Imperio. Y era hermosa. Sus rasgos eran tan suaves que incluso con las heridas que tenía, si se detenían a contemplarla, una sensación de paz inundaba sus personas.

Borgias examinó detenidamente a la muchacha. Limpió algunas heridas, vendó otras, aunque era obvio que necesitaba cuidados más exhaustivos en un lugar adecuado. Solos, ahi en el callejón no podía hacer nada por la muchacha. Incluso, comenzó a pensar en la urgencia del traslado. Parecía estar muy débil y no sabía cuanto más podría resistir. 

Sin saber porque, y sorprendiéndolo bastante, una lágrima se resbaló por la mejilla del ingeniero. 

Darkus se acercó al sacerdote guerrero despacio. Miró con algo de pena a su ama, y luego a la Ur-Obun, a Borgias y a Boudicca.

"Creo que, si mi ama nos deja" dijo "podemos trasladarnos a sus habitaciones en una hostería que alquila, hacia el centro de la ciudad."

Joyce asiente, consternada ante la imagen de la muchacha incosciente. Muchos eran los pensamientos que corrían por su cabeza. Las consecuencias, los actos que estaban a punto de realizar ahora, podían ser catastróficos en un futuro.

¿Quién arriesgará su propia piel para salvar a esta infeliz hasta el final del camino? piensa con gran pesar

- Lo primordial ahora es ponerla a salvo, y a todos, si algún maleante más pretende hacer correr la sangre de los justos - dice casi en un susurro. - Darkus, ¿puedes cargar con ella? Cuando él - señalando a Borgias - dé el visto bueno para trasladarla

Marco acepto las sugerencias de Darkus y su señora afirmando con el movimiento de su cabeza, pero sin pronunciar palabra. El Sacerdote estaba analizando la situación en busca de algún indicio del desalineado de Boris, había algo en toda aquella situación que le preocupaba.

- Tú - le dijo al ingeniero, que aún no conocía, pero parecía poder atender a la muchacha - ¡Crees la podemos trasladar a un lugar más seguro? Con Darkus trataremos de limpiar la escena para ganar algo de tiempo, en cuanto puedan suban a la joven al vehículo.

Tras ello, tomó las armas de los delincuentes y las arrojó dentro del Hovercraft. Tomando a uno de los cuerpos le hizo señas al guardaespaldas para que hiciera lo mismo y le ayudara a esconderlos dentro de un conteiner de basura.

- Mejor no dejar rastros tan visibles.

Boudicca estuvo de acuerdo con la joven noble. Había que cuidar de esa muchacha. Algo en su ser impulsaba a querer protegerla de todo mal, incluso de hasta dar la vida por ella.

-Con cuidado por favor. Que no sufra más de lo que ya lo hace. Amigo...- le dijo a Borgias* -creo que esta vez te dejaré conducir a ti. Ella está grave y yo a duras penas controlo el hovercraft. Además, creo que seré de mayor utilidad cuidando de la pobre muchacha que manejando por estas callejuelas que apenas conozco.

Aguardando a que los hombres acomodaran la escena y todos estuvieran en el vehículo, la joven eskatónica comenzó a orar al Pancreador para que iluminara sus caminos.

Darkus cruzó miradas con Borgias, que asintió con la cabeza. Con sumo cuidado, y en silencio, el guardaespaldas de Joyce llevó a Atma-2 al hovercraft. El vehículo se balanceó un poco en el aire, mientras el matón subía. Luego, ayudó al Hermano de Batalla a esconder los cuerpos en los contenedores. 

***

La noche había refrescado bastante, y en el aire se respiraba un aire denso, raro. Los sonidos de repente parecían más altos y los olores más fuertes. En el interior de cada uno una duda aun sin forma concreta crecía poco a poco. Una sombra oscurecía sus pensamientos, parecida a la sensación de haber roto algo irreparable. 

Sin embargo, la única certeza que tenían todos era que algo raro, oscuro, sucedía. 

Subieron al deslizador y se dirigieron hacia la hostería en el centro de la ciudad donde se hospedaba la noble Thana. El viaje fue en silencio, y con frecuencia miraban atrás alarmados por algún ruido o sensación.