Partida Rol por web

El sacerdote estiro sus músculos lentamente tras haber escapado con lo justo del choque, mientras Joyce intentaba hacerlo mover tirando de su mano, sin embargo Marco se quedo observando hacia la callejuela esperando la llegada de un ataque, los inquisidores no le darían demasiado tiempo. Cientos de imágenes surgían en su mente había visto muchas veces como aquellos hombres ajusticiaban a los herejes, quemando sus cuerpos hasta que solo quedaran sus almas purificadas.

Un nuevo tirón de Joyce lo hizo volver en sí, vio como el resto de sus compañeros comenzaban a correr por la callejuela en dirección al taller de Big Morgan y que al parecer era su única opción luego de haber atacado a los sondados de la iglesia.

- Ve con ellos – dijo soltado la mano de la joven noble y atusándola a correr – Yo iré detrás por si alguno de los inquisidores ha logrado sobrevivir. ¡Vamos rápido!

Tras comprobar que aún nadie los seguía el sacerdote comenzó a correr tras ellos vigilando constantemente sus espaldas.

El grupo llegó corriendo al pequeño garage donde había estado guardado el hovercraft. Sinbad abrió la puerta con celeridad y una vez adentro, con la puerta cerrada, respiraron con tranquilidad. 

Agitados se miraron unos con otros y se alegraron de estar todos vivos. Sin embargo, ahora tenían la incertidumbre de qué hacer. Decididamente debían o esconderse o huir del planeta. La Inquisición los buscaba y sería cuestión de tiempo que se comuniquen con el Príncipe Juan de Aragón, señor de la casa Hazat y del planeta.

Y estaban esos misteriosos hombres de negro, cuyo rostro no reflejaba nada y portaban signos extraños. 

Los sacerdotes, el ingeniero y la noble siguieron al ladronzuelo que fue el primero en seguir el camino. Bajaron las escaleras y atravezaron el pasillo, llegando de vuelta al enorme taller de Big Morgan. 

Abrieron la puerta, y escucharon la extraña música que el viejo oía a través de su antiguo aparato radial. Big Morgan silvaba al ritmo de la música y justo terminaba de aflojar una enorme tuerca que cerraba un panel lateral de la nave colgante. 

Inanna, tras él, miraba curiosa la labor del hombre, vestida con un vestido suelto gris y blanco. Al fondo, sobre las mesas, estaba el séquito de Joyce. 

Cuando entraron, Big Morgan se detuvo y sonrió. Inanna dejó escapar un gritito de alegría y corrió hacia donde estaban, abrazando fuertemente a Boudicca, primera en entrar. 

El viejo se aproximó fumando un cigarrillo que apagó en el suelo, al llegar a donde estaban ustedes. "¿A qué no saben  qué arreglé mientras ustedes no estaban?" dijo mientras guiñaba el ojo.

Inanna los miró y sonrió. Una sonrisa amplia, cálida y sincera. Después de todo, tal vez no estaban tan mal.