Partida Rol por web

El joven ladrón trepó a los techos y comenzó a moverse con familiaridad por las alturas. Había pasado mucho tiempo recorriendo la ciudad en esa forma, tanto que casi se sentía más cómodo deambulando entre terrazas y cielorrasos que transitando las calles en medio de la multitud.

Mientras se dirigía al dock donde habían dejado la nave a la espera de conseguir plataforma de despegue y quien la manejara, Sinbad observaba todo con intensidad. El encuentro con el Inquisidor había sido afortunado. Él había alcanzado a escuchar parte de la conversación sin que éste se diera cuenta de su presencia y había salido de allí teniendo algo muy claro. Estaban en verdaderos problemas.

Saltó el espacio comprendido entre un almacen y un viejo edificio y se detuvo un momento cuando algo le llamó la atención. En medio de la muchedumbre, vio pasar dos tipos vestidos de negro, de andar tenso y prepotente. Parecían irse abriendo paso entre las personas que iban y venían sin poner reparos en empujar o apartar bruscamente a quienes se cruzaban en su camino. Algunos los insultaban, otros intentaban exigir disculpas. La mayoría, simplemente seguía de largo. En aquel lugar, este comportamiento era algo habitual.

Sinbad, a pesar de saber aquello, siguió su instinto. Algo en esos dos no iba bien. Siguió por los techos un par de cientos más de metros, para adelantarlos y descendió hasta la calle. Luego, con aire indiferente, se mezcló entre la multitud y comenzó a caminar en sentido opuesto al de los dos extraños. En apenas dos minutos estaba frente a ellos. Sin cambiar su trayectoria, los chocó.

-Lo siento mucho- dijo en voz baja al tiempo que agachaba la cabeza. Los tipos refunfuñaron pero no le prestaron atención. Iban apurados. Sin embargo, esos escasos segundos de contacto le proveyeron al ladrón la información que estaba buscando. Esos dos tipos lucían un prendedor como el que él guardaba en su bolsillo.*

Marco se acercó hasta el mapa y estudió las rutas de viaje. Veía, al igual que la noble que, aunque el camino era más largo, lo lógico era evitar Bizantium Secundus, capital del Imperio de los mundos conocidos. Mientras comentaba con Joyce acerca de lo que podían encontrar en ese viaje, desvió la vista un momento y contempló a Boudicca.

La eskatónica se encontraba sumida en un estado de meditación ligero. Si bien sus ojos estaban abiertos y vagamente seguía la conversación, su mirada estaba ausente. Buscaba comunicarse con el Pancreator, pedía auxilio a su Dios desde su interior, una pequeña pista sobre lo que debían hacer a continuación.

Big Morgan revisaba una vez más los controles de la nave. Quería asegurarse que su más valiosa posesión estuviera en condiciones de enfrentar el viaje que les aguardaba; un viaje que prometía ser arduo y que no estaría excento de peligros. Sin embargo, el viejo ¿mecánico? sonreía, como recordando alguna vieja broma privada.

El padre Thomas oraba y el abogado seguía atentamente la conversación entre su ama y el sacerdote, cuando la voz de Inana atrajo la atención de todos hacia ella.

-¡Ya llegan!- exclamó extasiada levantando la vista del mapa que mostraba los portales de saltos entre los mundos. Con su característica alegría, se acercó hasta una de las ventanillas para señalar. -¡Allí están!

Boudicca, que se encontraba más cerca, se asomó a su vez. Entre la multitud de gente que iba y venía, hacia la derecha pudo distinguir a Sinbad que se movía en la marea de cuerpos como si de un pez se tratara. Siguió mirando, buscando al ingeniero y tras unos instantes, a la izquierda, divisó a Borgias, quien caminaba despreocupadamente junto a un hombre rubio y alto con el que mantenía una animada conversación.-

-¿Has visto Boudicca? Ya estamos todos aquí- la Obún abrazó a la sacerdotiza y luego se dirigió a la escotilla principal. Como había hecho con cada uno de los miembros de aquella extraña tripulación, quería recibir a los demás con un cálido abrazo.

Aparta niña!
Borgias evitó que la niña se acercase siquiera, luego miró presto al resto.

-Bien este es Val, nuestro piloto, pero no hay tiempo de presentaciones asi que en marcha....subid a la nave...vamos vamos.....la inquision nos pisa los talones...

Cerré mis ojos, estaba orando. Quería conectarme con el Pancreator, el que conocía lo que oculta cada universo, pues nada hay para él que se escape a su Omnipresencia. Entonces sentí la voz de Inanna. Mis ojos se abrieron y recibí el cálido abrazo de la joven anunciándome que llegaban, que todos estaban aquí.

Miré que era cierto, aunque no creía que la Obun podría mentir incluso aunque se lo proponiese, tan santa era su naturaleza, tan pura y virtuosa. Simbad, Borgia y un rubio rubio venían hacia aquí.

-¡Qué maravilla! La paciencia es un árbol de amargas raíces y frutos muy dulces, es verdad pequeña Inanna.

Me acerqué a mis amigos para saludarlos. Por ahora en mi meditación no había visto mucho, solo auras energéticas, puntos de luz en algunos planetas pero no pude ni siquiera distinguir cuáles eran ellos.

"Deberé practicar más mi meditación, estoy perdiendo el ritmo.", pensé.

-¿Habéis encontrado a nuestro piloto? -pregunté a los chicos.

no me oyes Boudica???? si he dicho que es nuestro piloto...esta claro que lo hemos encontrado!!!

Borgias era un poco antipatico cuando estaba en tension...

-Disculpa Borgias, solo que bueno, estaba entusiasmada que no presté atención...

Me disculpé con el ingeniero. 

"Así que el joven es el piloto. Bien, un paso más en la concreción de esta misión dada por la divinidad."

No sabía si presentarme o callar, así que opté por lo segundo.

Como siempre Borgias, haciéndote el duro - dije al llegar al sitio a traves de la marea de sujetos - Pero quien te hubiese visto corriendo de aquel bar - sonreí; era divertido hacerlo molestar.

Cuando Inanna me abrazó simplemente me petrifiqué, no sabía que decir o hacer con ella apretujándome, así que la dejé y me sonrojé un poco. Miré a Boudicca y sonreí, saludándola como tomando un sombrero imaginario y haciendo una reverencia sencilla - Hola sacerdotisa, hoy vuelvo a traerle nuevas noticias; Les recomiendo que empecemos a movernos de nuevo, acabo de cruzarme con dos mas como los que nos atacaron en aquella biblioteca; por suerte a mí no me conocen.

Mientras los demas se saludaban yo me acercaba a la sacerdotisa; era la única que confiaba en mí desde el comienzo.

La niña percibió con antelación al piloto y sus dos compañeros, el poder que ocultaba lo sorprendía a cada paso que daban. Justificaba el riesgo que habían decidido tomar por protegerla.

- Bienvenido a bordo, soy Marco - dijo el sacerdote estrechando la mano del piloto – Supongo que lo han puesto al tanto de nuestra situación. Lo guiare a la cabina.

Señalando la dirección que debían tomar, se dispuso a llevar al piloto junto a Big Morgan para que pudieran ultimar los detalles del vuelo – ¡Debemos partir cuanto antes!

La inquietud en el interior de la noble se calmó un poco al estar de nuevo reunidos, pero la tranquilidad duró poco ante el anuncio de Borgias sobre la Inquisición, corroborado por Sinbad. No había tiempo que perder, cierto.

- Si las cosas están así de feas, cuanto antes nos movamos mejor. A la plataforma de despegue, ya.

Un pequeño revuelo se armó cuando Borgias, Kal y luego Sinbad arribaron a la nave. Inanna saludó calurosamente a los recién llegados, por más que las reacciones fueron de lo más varipontas: el ingeniero intentó resistirse, el piloto aceptó el abrazo entre divertido y extrañado y el ladrón, tan desenvuelto en las cuestiones cotidianas de la calle, se vio turbado ante semejante demostración de afecto.

Tras unos breves instantes de reencuentro, la mentalidad práctica volvió a aflorar. Sin dilatar la situación, Marco se presentó al piloto y se ofreció a llevarlo hasta la sala de comandos. Éste, tendió la mano amigablemente y se introdujo en voz alta, para que los demás oyeran también.

-Kal Valmer, el mejor piloto de los mundos conocidos, para servirlo- dijo con sorna el recién llegado. -Señoras, caballeros, supongo que la prisa corre así que dejaré que Borgias me presente a esta maravillosa tripulación una vez que estemos en marcha. Sacerdote, por donde tu digas. ¿Que llave de salto utilizaremos hoy?

Big Morgan, que había permanecido en segundo plano hasta el momento, intervino. -Nos vamos a Ligaheim, Valmer. Y deja ya de fanfarronear que tu fama te precede- aunque las palabras podían parecer duras, Big Morgan sonreía de lado mientras hablaba. El piloto era muy joven cuando el viejo dueño de la nave había pasado al retiro en las sombras de su taller, pero estaba al tanto de las proezas del piloto... y de sus excesos también.

-Marco, fíjate en el compartimiento que está justo encima de tu cabeza, allí, sobre la izquierda- Morgan señaló por encima del sacerdote, para indicar uno de los tantos baulillos que poseía aquella nave. -Ahí encontrarás las llaves de salto. El áuriga sabrá que hacer con ellas.

Luego volvió a dirigirse a Kal. -Tenemos que ir a la plataforma 4-Alfa; en hora y media tenemos permiso de saltar.

Una vez acabó con ellos se volvió hacia los demás.

-Bien, mientras nos conducen hacia allá, terminemos de acomodarnos para el viaje.

El piloto parecía alguien muy capaz y eso tranquilizaba mis ánimos. Simbad me saludó con esa sonrisa despreocupada y le devolví el gesto con un intento de sonrisa. Yo todavía estaba un poco turbada, aunque confiaba por supuesto en que el Destino era dirigido por manos invisibles, no quería decir eso que no temiera tanto por mí como por todos mis compañeros. Sobre todo por la pequeña y dulce fugitiva que era tan importante para todos nosotros.

Esperé que el señor Valmer terminada de hablar con Big Morgan sobre algo de la nave y luego recién profería algunas palabras.

-¿Cómo se ve todo allí, afuera? ¿Nos siguen buscando, verdad?

Pregunté recordando nuestro último escape y cómo encontramos este sitio por fortuna, cuando bajamos por el ascensor.

Si señorita!! nos buscan!!! y sobretodo a la enana esa!!!
Y nada mas y nada menos que la inquisión!!!! Asi que no dudeis que para salvar mi vida haré cualquier cosa.

Dijo el ingeniero con muy malos humos, para variar

-Borgias, entiendo tu preocupación pero el Pancreator guiará nuestra partida. Yo oraré por ello.

Quizás o muy probablemente esto para Borgias no signifique nada, pero en mí mente y corazón su Voluntad encaminaba los pasos de los hombres y de todas las criaturas que poblaban el Universo.

-Así que mientras le mostraís la nave a nuestro piloto, iré a rezar.

Besé la frente de Inanna y me retiré a un sitio más tranquilo, inclusive a un rincón del cuarto para poder rezar y pedir consejo.

Creo que pierden mucho tiempo pensando en la inquisición y en quien nos persigue - digo mientras empuño la espada - ¿No ven que podemos acabar con ellos? al parecer los dados estan de nuestro lado - sonreí

Caminé mientras esperaba a que se terminaran de arreglar - ¿Quien sabe usar estas cosas? yo tengo un leve entrenamiento con armas cortas, pero es primera vez que usaria una de estas...

Joyce se quedó mirando a Sinbad con cara de estupefacción - No sé cómo puedes decir eso, después de lo ocurrido en la hostería y en la biblioteca. Yo tengo mi cimitarra, ya sabéis, pero sería mucho mejor no tener que enfrentarnos a...ellos - recordó el sacrificico de su fier Darkus con un escalofrío y su cara se ensombreció-. Así que seamos prudentes y evitemos las heroicidades. Por favor.

mirando al cielo y cerrando los puños fuertemente dice

-Veis el niño está esta loco de remate....es un suicida, y pretende meternos en lios a la primera de cambio...será mejor atarlo

Marco guío al piloto junto a Big Morgan y se dispuso a esperar, ya no podía hacer mucho más. Sin ganas de entrar en la conversación de sus compañeros. Todos estaban alterados por la presencia de la inquisición a sus espaldas, pero sin duda que ninguno sabía tan bien como él lo que podían hacer aquellos hombres. Sí les ponían las manos encima… pocas serían sus chanches de salir con vida.

El sacerdote se acerco a la noble, que parecía afectada por los recuerdos del combate y las pérdidas que había tenido que enfrentar. Poso una mano sobre su hombro y mirándola a los ojos le dijó.

-  No temas a las heroicidades, pequeña. Muchos quieren nuestra cabeza y mucho más la de esta niña – dijo dedicándole una sonrisa a Inanna - Sin embargo, el Pancreador nos ha puesto en su camino y si he de dar la vida por cualquiera de ustedes, no dudare en hacerlo. – Tras abstraerse durante eternos segundos en los ojos de Joyce. – A pesar de ello, no está de más ser cuidadosos – Culmino con un gesto de complicidad.

Me quedé en un rincón, al margen de los presentes para, por un momento conectarme con el Pancreator. No me era fácil, mi mente se encontraba agitada.

"¿Por qué no puedo encontrar la serenidad para reflexionar y encontrarme con el Creador de todo?"

Pensaba e intentaba encontrar esa conección. Mas en mi cuerpo y cabeza se sentía un alejamiento muy grande, como si no pudiera enfocarme en ninguna cosa. Respiré hondo y volví a intentar serenar los pensamientos, pero una vez fue un fracaso, no me sentía lista.