Partida Rol por web

Los primeros rayos de sol os anuncia de la mañana y tal como quedásteis, váis al encuentro de Gueldar en la salida norte de Tortuga. A esa hora ya hay movimiento por la aldea, sobre todo pescadores que se dirigen algo resacosos a la zona del pequeño puerto.
Os preguntáis si el semielfo aparecería y vuestra duda es rápidamente despejada cuando le véis terminando de cargar una mula con todo tipo de bártulos, mantas, cuerdas, linternas e incluso herramientas como picos y palas. Cuando os ve, Gueldar alza una mano; se encuentra ataviado con una armadura de pieles y con una espada corta y una daga enfundadas en su cinto. A su alrededor contáis hasta cuatro caballos con su respectiva montura.

- La vieja Llamaradas nos será muy útil para transportar el tesoro de vuelta. - comenta Gueldar, ya sonriente de buena mañana.

Ireth sale de su habitación descansada y bastante animada para llevar a cabo la aventura que se les presenta, aunque sabe que probablemente dentro de pocos días de viaje esa idea cambie radicalmente.
Se aproxima junto con el resto de compañeros hasta Gueldar y las monturas, conteniendo una carcajada al saber el nombre del resistente animal de carga.

-Qué nombre más extraño para una mula...- acaba diciendo, acercándose a la susodicha para acariciarle el morro con suavidad hasta que vuelve a centrar la atención en los caballos y arruga un poco la frente -Cuatro... habrá que compartir un par de ellos- sabe que Nekrach no podrá montar con nadie, de hecho sería extraño incluso que uno solo soportara su gran peso.

-Iré con Dardo- sentencia finalmente a sabiendas de que el mago probablemente no sea el mejor jinete y por tanto ella podrá llevar las riendas... y de paso controlar su brabuconería.

Con energías renovadas Dardh abandona la posada y baja un poco más animado pensando en el desayuno. Cuando se entera de que no hay desayuno y que han de partir enseguida pues les estan esperando no hace más que maldecir por el camino. Ni siquiera tenía unas malditas botas, suerte que el semielfo había conseguido caballos. Los observó ceñudo, ya había montado alguna vez pero hacía mucho de eso.. el desierto era más de camellos.

¿Qué? .. .. ¿cómo?.. .. ¿por qué tengo que aguantarte yo? -espetó alarmado al oir las intenciones de la elfa, aunque pensándolo fríamente era mejor ella que el amplio trasero del enano o el elfo manos largas - Y me llamo Dardh.. grpt..

Está bien.. pero más vale que no nos caigamos por tu culpa...-gruñió entre dientes, asomando una débil sonrisa. Se montó primero en el que le pareció más competente y luego le tendió la mano a Ireth para ayudarla a incorporarse.

Cojo un caballo por las riendas y le acaricio el lomo...-Bien, amigo mio...si tú cuidas de mi, yo cuidaré de tí.- le doy unos golpecitos amistosos y me monto. Me ajusto bien a la montura y espero al resto.

Me levanto con alegría y descansado, el camino hacia el tesoro ha empezado al poner un pie fuera de la cama. Marcho con mis compañeros al encuentro de Gueldar, me alegra que se encuentre allí, eso significa que tenemos aventura, pero no debo perderle de vista.

Monto en uno de los caballos, si es posible uno "pequeño" y robusto, creo que los enanos no destacamos por nuestra pericia con las riendas

Cuando la dulce elfa acerca su mano al morro de Llamaradas, ésta responde burlona soltando un graznido y volviendo descaradamente la cabeza hacia otro lado, como ofendida. Se oyen las risas de Gueldar.

- No le hagas caso, la vieja Llamaradas es muy terca. - dice mientras sonríe cortésmente.

El enano y el elfo montan en un caballo color canela y pelaje blanquecino mientras la elfa y el mago humano montan en otro grisáceo, el dracónido y Gueldar hacen lo propio en sendos caballos marrones oscuros, mientras el semielfo tira con una cuerda de Llamaradas. Tras echar una mirada al equipo, Gueldar alza su brazo cual marino descubriendo tierra y en su rostro se aprecia una cara inocente cargada de emoción.

- Allá vamos !!

...

El principio del trayecto trascurre a través de un amplio camino con aspecto de vía empedrada. Mientras avanzáis, Gueldar se ha mostrado elocuente y hacía que el viaje casi pareciera una guía turística.

- Ésta vía nos conduce directamente al Camino del Norte y se adentra en la Tierras Salvajes. Hace de frontera entre el Ducado de Trid, tierras del sur, y las tribus salvajes de Broo...

Tras una hora de camino, la vía se ensancha y Gueldar se detiene sonriente mientras respira profundamente y murmura: - Bueno, allá vamos, llegó la hora de la verdad !!
Tras hacer memoria durante un instante, vuelve a abrir la boca, ésta vez con un tono que casi parecía un brujo profetizando.
- "Por el Camino del Norte, a través de las Tierras Salvajes, hasta llegar al Árbol de la Muerte". Esas fueron las palabras del viejo. Tardaremos un día en llegar hasta ahí, aprovisionad bien la comida.

Todos marcháis por el Camino del Norte al son de los trotes de los caballos... sin olvidarnos de Llamaradas :P

Miro más posibles emboscadas por parte de gente de mi gremio que las preciosas vistas que nos rodean.

Ante el rebuzno de la mula, Ireth no pudo evitar dar un respingo, apartando la mano de inmediato mientras el animal la evitaba con cierto exceso de orgullo algo extraño para su raza, pero la elfa no le dió mayor importancia y enseguida montó en su caballo con Dardh tras de ella, comenzando el que suponía iba a ser un largo viaje.

-Tierras Salvajes y Árbol de la Muerte... no suena muy alentador pero si sólo es un día deberíamos tener suficientes pertrechos- mira de reojo la carga que lleva Llamaradas arqueando una de sus delgadas cejas para centrarse enseguida en el bosque que los rodea con una sonrisa tranquila. Al menos por ahora.

-¿Y eso es todo lo que sabes acerca del paradero del tesoro?- pregunta a Gueldar sin llegar a mirarle demasiado. La verdad es que parece ser muy poca información para que realmente consigan encontrar algo de utilidad... Pero si el objeto mágico que les conducirá al Laberinto, sea cual sea, está ahí, es probable que el destino ponag de su parte. O eso espera...

Llamaradas, menudo nombre para una mula, aunque una vez visto el humor que tiene puede que no esté muy mal puesto, menudo orgullo para una mula.

Paso el viaje observando a nuestro alrededor y al semielfo, cualquier cosa rar que pueda suceder, cualquier cosa o persona a nuestro alrededor. Miro el comportamiento de la mula, quiero saber si obedece a Gueldar rapidamente o si es terca también con él, no montemos el tesoro en una mula teledirigida por Gueldar pero imposible de mover por nosotros.

Escucho a Ireth

Cita:

Y la contesto entre la duda y la esperanza, Espero tengamos información adicional amiga elfa, jejeje, porque el que no sabe es como el que no ve

Al ver que Ireth tomó la iniciativa cogiendo las riendas frunció levemente el ceño ¿acaso pensaba que él era mal jinete?. Resopló pero sin quejarse esta vez, dejándola llevar la montura. Se cruzó de brazos a su espalda un tanto molesto, por la imagen parecía un niño enfadado con rabieta pero pronto fue pasando su fijación de llevar él las riendas y se fue concentrando más en el paisaje y las indicaciones del semielfo.

Bueno, si algo le pasa a la mula, siempre tenemos a Voiran para hacer el reempla.. ¿tribus salvajes? ¿árbol de la muerte?

Aquello no sonaba nada bien, seguramente pronto sería el primer combate del grupo en conjunto y no tenía muy claro como saldrían parados..

Cita:

Miro a Darth con cara de pocos amigos mientras le digo muy serio pero en voz baja para no llamar la atención

- un enano no es una mula de carga, y no debieras hablar así de quien probablemente estará entre tu y el enemigo recibiendo golpes, mrmrmrmrmr

Gueldar sonríe ante los comentarios de sus nuevos compañeros. Sin embargo no pudo hacer oídos sordos del comentario de la elfa Ireth, a lo que contestó con una sonsisa cortés en sus labios.

- Se trata de una serie de indicaciones - explica el semielfo - con ellas llegaremos a nuestro destino. El resto está aquí. - dice llevándose el dedo a la cabeza.

[...]

Las horas pasan y alcanzáis el mediodía sin mayores incidencias que bruscos comentarios entre vosotros mismos. A medida que avanzáis por el Camino del Norte, notáis como el entorno va cambiando. Atrás queda el terreno jungloso repleto de árboles para dar paso a llanuras y prados cada vez más secos. Ya apenas se ven de vez en cuando los campos labrados y el camino se ha ido deteriorando progresivamente hasta el punto de desaparecer por completo.
Gueldar se detiene bajo la luz del brilante sol y parece rebuscar algo de entre las bolsas de carga de Llamaradas.

- No tenéis hambre ? Tenemos tiempo para descansar un rato y repartir agua entre los caballos.

Pongo cara de -este lanzahechizos quién demonios se cree?- pero al oir la contestación del enano, sonrio divertido.
-Vaya, deberiamos llenar las cantimploras antes de que llegemos a algún paraje sin agua disponible.- expongo, aunque si vamos a parar...busco yo el manantial, o riachuelo.

Cuando Gueldar se detiene, Ireth tira con suavidad de las riendas de su caballo para quearse cerca de él, mirando alrededor algo ceñuda pero aún así más aliviada puesto que la vista ahora es más extenso y puede haber menos riesgo de emboscadas desagradables.
-Deberíamos tener cuidado, éste es territorio de trasgos y goblins, he podido distinguir señas de sus ataques en algunos puntos concretos del camino- se mueve algo inquieta sobre la silla, o quizá simplemente algo incómoda tras tantas horas cabalgando.

-Será mejor que evitemos el fuego por ahora- propone al grupo mientras desmonta con un ágil salto para darse un pequeño descanso, rebuscando entre su propio equipaje piezas de fruta, pan o queso. Cualquier cosa que no requiera ser cocinada... aunque probablemente alguno de sus compañeros lo heche de menos pero es mejor así.
De hecho, ya es arriesgado el simple hecho de detenerse para tomar un tentempié y la elfa no puede sentirse del todo cómoda o confiada en ese paraje.

El semielfo se queda con cara de sorprendido con el comentario de Ireth y escruta los alrededores con aire curioso. De pronto deja de buscar por entre las bolsas y se lo piensa mejor.

- Tienes pinta de ser muy buena exploradora Ireth, tal vez tengas razón y debamos escoger otro lugar para abastecer nuestros estómagos !

Al montar de nuevo en su caballo, coge las riendas de Llamaradas y ojea al grupo.

- Dónde se ha metido Mushu ? - Pregunta.

Te alejas un poco del resto del grupo en busca de algún riachuelo ó lago de donde abastecer tu odre de agua. Por un momento, dejas de escuchar los murmuros y tan solo escuchas el graznido de alguna urraca que debe andar cerca del lugar.

De pronto, un ruido en forma de susurros inaudibles te hace dar media vuelta sobre tus pasos. Dos pares de pequeños monstruos de cara maliciosa aparecen ante tí cautelosamente, sonriendo maliciosamente mientras sacan de sus cintos una espada corta, no parece que tengan muy buenas intenciones.

- Nos dejas ver tu orooooo ? - uno de ellos te habla con un tono de voz que arrastra la última palabra que pronuncia.

Entrecierra los ojos cuando Ireth nombra a los trasgos, nunca había llegado a verlos pero si que había oido historias de saqueos y matanzas de aldeas y caravanas. Su mano se acercó al orbe metálico para tenerlo a mano en caso de posible emboscada, pero de momento no fue así, parando al rato de la larga marcha.

Sólo bromeaba Voiran..pero anímate, tendrás trasgos que reventar.

Miró en su saco lo poco que había guardado de la taberna: un cacho de pan y un pedazo de queso. Esperaba que Gueldar llevara más cosas en la mula pero de momento se conformó con coger una manzana de la colección de fruta de la elfa, sin pedir permiso claro.

Gracias.

Sonrió y dió un mordisco ,mirando alrededor con calma fría, hasta que el semielfo cambió de idea.

¿Ahora que hemos parado nos vamos ya? ¿Mushu? No sé.. estará metiendo las manos donde no debe.

-Si, claro, toma.- cogo la bolsa y se la lanzo a uno a la cara, mientras desenvainando la espada corta ataco al otro.

Lanzas la bolsa semivacía sobre el rostro del pequeño y repugnante goblin que salta por instinto hacia atrás mientras los otros dos se ríen diabólicamente de su compañero. Furioso y con el rostro encolerizado, gruñe algo en el idioma de los goblin que no alcanzas a comprender, pero imaginas que nada bueno. Así pues, corres hacia el primero de ellos y hábilmente le rajas el torso y retrocedes cubriéndote a la defensiva. El goblin emite un graznido de dolor mientras los otros dos te flanquean y atacan con espadas tancortas como ellos mismos.

El combate se sucede, ellos son tres, te tienen medio acorralado, y sus cortes te hieren de gravedad, aunque ellos no están indemnes precisamente. Existe un respeto a la hora de saltar al ataque, y se palpa en el ambiente.
Sin embargo, ves la sangre de tus heridas y te preguntas cuánto aguantarás antes de desfallecer...