Partida Rol por web

Será posible ...., el empujón del elfo hace ceder la puerta que había resistido mi embestida, no por mi visible enfado puedo dejar de faltar a la verdad. No te quites méritos, nunca habría dicho que tuvieses esa fuerza pero ... bien hecho.

Me cuesta decidir quien sortea mejor los escombros que hay en medio de la habitación, si el mago o su gato, aunque suelo ser un poco torpe mi orgullo no me deja otra opción que intentar no ser menos y me lanzo a andar por encima de los trastos, y poco a poco voy sorteando sin demasiada dificultad los obstáculos.

Sigo a mis compañeros por la habitación, o lo intento, pero al pisar un escombro hago lo mismo que un árbol recién cortado, caer estrepitosamente contra el suelo.

-Este terreno no es lo mio jajajaja, casi seguiré reptando el resto de la habitación jajajajajaja.

Gerbo fue el último en moverse entre las estanterías.

El gnomo empezó a moverse bien pero se termino cayendo al perder el equilibio.

Aust y Ulkus cruzaron sin problema el mar de muebles y basura acumulados en la galería. El elfo parecía volar por encima de los muebles, imitando a su mascota, mientras el enano conseguía mantener el equilibro a pesar de portar armadura y escudo a cuestas.

Bardum corrió peor suerte, quedándose encallado entre una cómoda y un par de sillas en el primer paso. Entre risas, decidió continuar por el camino fácil, apartando todo lo que encontraba a su paso a empujones y puntapiés. Lo que se resistía lo hacia trizas con su arma, sin miramientos. Gerbo, que tampoco había conseguido pasar, aprovecho para situarse detrás de enano y avanzar por el camino que abría. Kylon, lo imitó.

Al cabo de un rato, Bardum llegó donde estaban Aust y Ulkus, que habían estado esperándolos resignados, y conteniendo la risa. Gerbo y Kylon se unieron al grupo al poco tiempo.

La galería no continuaba mucho más allá. Una segunda puerta, de metal y madera oscura se dejo ver, pero esta vez abierta de par en par. Dentro había una gran sala.

Como en las anteriores estancias, no había ninguna fuente de luz. Las paredes de piedra tallada estaban recubiertas de una vieja moqueta roja con estampados florales. Del techo colgaba una gran lampara ovalada y
llena de polvo. En el techo también se podía ver un gran agujero, que había dejado una montana de escombros en el suelo.

No había más puertas que la de la entrada. En el fondo se podía ver dos camas, una doble y una pequeña a su lado. Además había un par de cómodas, un par de baúles, algunas estanterías y una mesa redonda con tres sillas. Al otro lado, había un escritorio con algunos libros y papeles encima, junto a un gran armario.

Había un sillón, cerca de las camas, y en el, sentado, un esqueleto, vestido con una cota de malla élfica de acero, empuñando una cimitarra que brillaba a la luz de la antorcha.

Después de aguantar la risa mientras el clérigo hace astillas todo lo que se encuentra en su camino y él y Gerbo llegan a donde estoy con Ulkus nos ponemos en marcha hacia el único lugar posible. En este caso la puerta está abierta.

- Parece que alguien no quería que nadie entrase por esa puerta, no veo otra salida, si hay alguien aquí posiblemente esté su cadáver, de lo contrario habrá que buscar otra puerta, normal u oculta.

Dicho esto, entró en la estancia. Parecía ser un dormitorio, aunque el cadáver del elfo con la armadura estaba fuera de lugar.

Después de esperar a que el resto consiga pasar como puede por los escombros, nos adentramos por el túnel, poco a poco vamos avanzando hasta llegar a una puerta.
Entrando me quedo mirando el hueco del techo, con los escombros debajo, curioso miro alrededor, y sigo al elfo hasta otra puerta, al abrir allí en un sillón está un esqueleto con su armadura, un poco sorprendido ante esa visión, no esperaba encontrarlo aquí.

¿Y esto que tiene que ver con la plata? -digo extrañado.
Me quedo fijando en la cimitarra y su peculiar brillo,y también echo un vistazo sin tocar el esqueleto de la malla élfica.

Gerbo se quedo mirando al elfo con la quota de malla.

Quizás este es uno de los elfos que no pasó, de los que hablaba la inscripcion en la puerta, pero ¿como se murió?

Avanzo por la estancia allanado el camino para poder llegar al otro lado. El mago y le guerrero se estaban descojonando por dentro.

-Como ya dije antes hoy no es mi dia, como sigamos asi el que va a ir para el otro mundo en vez de ser el fantasma del elfo voy a ser yo jajajajajajajaja.

avanzamos hasta llegar a la estancia donde esta el esqueleto.

-Yo creo que ese señor de ahí posiblemente sea el elfo que buscamos que se encerró en esta habitación, probablemente por que no quería que nadie lo encontrara, quizás no quería que ese ser al que se refiere el chaval lo encontrara. Pero no me hagáis mucho caso, que debe ser que hace tiempo que no cato mujer que estoy muy espesito jajajaja.

Maese Gerbo, quizá sea buena idea mirar a ver si aún en su propia estancia había puesto trampas, y ahí también en ese sillón - digo señalando al sillón donde está el esqueleto.

¡Es una buena idea Ulkus! No creo que un cadaver aparezca en ese estado sin motivo, aunque quizas si hay una trampa sea algo diferente a las anteriores, ya que si hubiera flechas las veríamos tiradas en el suelo o el esqueleto tendría algun tipo de marcas.

¡Será mejor empezar a buscar!

El gnomo empezó a buscar por la habitacion señales de palancas, marcas, techos falsos, etc.

De repente notáis un leve dolor de cabeza, como si unos finos dedos os apretasen el cráneo, pero el dolor cesa pronto, aunque os deja un poco desconcertados.

Dos figuras entrar por la puerta, andando lentamente. Reconoces la forma de sus cuerpos y su forma de andar al momento. Son dos de las elfas drow que se salvaron de pequeño y te adiestraron como clérigo.

Están ahí, delante tuyo, tan reales, no sabes si creértelo. Una de los drow te hace un gesto para que te acerques. Curiosamente, los demás parecen no verlas.

En su búsqueda, Gerbo no encuentra ninguna trampa. Todo esta perfectamente ordenado, las camas estaban hechas y recogidas. En la mesa no había ningún utensilio y los baúles estaban cerrados.

El gnomo solo observo algo de caos en el escritorio, donde había varios papeles y libros, uno de ellos abierto y con una pluma encima.

Pero que demonios ...- digo al sorprenderme cuando siento una extraña sensación en mi cabeza, muevo la cabeza a los lados un par deveces a los lados, para despejarme brbrbrbr , qué ha sido eso, bueno ya ha pasado, pienso al dejar de notar eso.

La habitación parece que no tiene especial interés, ni nada aprovechable, lo único que destaca es una libro abierto encima del escritorio con una pluma encima. Aún así echo una mirada alrededor para ver si el avispado gnomo había dejado algún detalle por descubrir. Miro sin tocar nada para ver si comprendo lo que está escrito, aunque de todas formas debería leerlo alguien mas acostumbrado a usar libros.
Aparto la mirada, mientras me vuelvo a hacia el esqueleto, mirando la cimitarra y la armadura intentando ver si tienen alguna cosa especial.

Cuando miras el libro te das cuenta de que le faltan muchos páginas, y trozos de algunas. No ha aguantado bien el paso del tiempo. La tinta esta demasiado ilegible para leer algunos pasajes. De todas maneras, no reconoces la escritura.

Después de dar una vuelta por la habitación no encuentras ninguna cosa extraña. Todo esta en su sitio, como si hubiese sido ordenado muchas veces.

La armadura del esqueleto no tiene muy buena pinta, pues dos grandes agujeros están abiertos en el pecho. La cimitarra, sin embargo, te llama la atención, pues es el único objeto reluciente de la habitación. Poco sabes de las armas elficas, pero aquella no te parece común.

-Psssssaa - digo cuando ojeo el destrozado libro, el tiempo lo ha deteriorado la mayoría de sus páginas están destrozadas o arrancadas, en algunas de las que quedan ni siquiera se puede leer lo que tiene escrito, y en las que si se puede no reconozco en que está escrito, ¡bah! ¡basura! ... aunque quizá para vosotros signifique algo digo a Bardum y Aust.

Me retiro y al fijarme un poco más en el esqueleto algo llama mi atención, uhmmm .... ¡Elfo! mira yo no se de la artesanía de vuestro pueblo, pero se reconocer cuando algo no es normal - le señalo con el dedo la cimitarra - tiene algo especial no parece una simple cimitarra, quizá tu sepas algo.

En cuanto entro en la habitación algo oprime mi cabeza, un ligero malestar que hace que agradezca mis años de estudio de la magia, o mi capacidad innata para ello. Garras lanza un maullido de furia mientras eriza el lomo y arquea el lomo con el pelaje eriazado. El también lo ha sentido. Dejo a Gerbo hacer su trabajo mientras no puedo quitarle el ojo de encima al esqueleto. Solamente salgo de mi aturdimiento cuando Ulkus me despeja la mente con su vozarrón.

- Lo siento, Ulkus, ahora mismo le echo un vistazo a eso, me temo que estaba pensando en el pobre elfo de ahí. Su muerte tuvo que ser muy triste, parece que él mismo se encerró aquí. Veamos primero el libro

Me acerco al libro para intentar leerlo.

Cuando miras el libro te das cuenta de que le faltan muchos páginas, y trozos de algunas. No ha aguantado bien el paso del tiempo. La tinta esta demasiado ilegible para leer algunos pasajes. De todas maneras, reconoces la escritura, pues está escrito en élfico.

El libro parece un diario y está lleno de rimas y acertijos. Vas pasando hojas, leyendo los fragmentos legibles y te vas haciendo una idea de la historia de su dueño, el elfo Alyridian. Alguna parte de la historia se parece bastante a lo que el viejo Juanajar os contó.

Las primeras hojas, mejor conservadas, cuentan que Alyridian vivió hace muchos muchos años cuando los elfos y los enanos no eran enemigos mortales y cuando los elfos tenían prohibido desvelar cualquier secreto a otras razas. Alyridian era un elfo verde ansioso por conocer mundo, intrigado por la metalurgia enana, la hechicería humana, y por todas aquellas cosas que los elfos evitaban. Esa personalidad le llevó a abandonar los bosques élficos a pesar de las prohibiciones expresas que recibió e incluso a pesar de las amenazas.

Durante bastante tiempo convivió con humanos y fue feliz. Intercambió conocimientos con otras culturas y prosperó. Pero los elfos estaban muy descontentos y decidieron terminar con su “locura”. Alyridian se vio obligado a escapar viajando al lejano sur para que los de su propia especie no lo mataran. Durante otra buena cantidad de años convivió con nuevas culturas humanas y con enanos. Se enamoró de una humana, con la que tuvo un hijo: Carnaby. Unos años después, su mujer murió por altas fiebres.

El libro empieza a deteriorarse, la tinta está demasiado ilegible, pero aún así, vas averiguando que Alydirian construyó junto a algunos enanos un refugio en las montañas y lo protegió con magia élfica y tecnología enana. Allí guardó sus preciadas posesiones y conocimientos adquiridos por el mundo y se preparó para proteger a su hijo de un posible ataque elfo.

En la parte final, el estilo de escritura empieza a ser caótico, mezclando letras y palabras sin sentido, dignas de alguien desequilibrado. Te las arreglas para sacar una idea general de la historia que cuenta. Fue durante los preparativos finales de su morada, cuando aconteció el suceso que le marcaría para siempre. Carnaby, su propio hijo cayó en una trampa de las que Alyridian había preparado. La muerte sobrevino al niño casi de inmediato. El elfo partió en busca de ayuda pero no logró nada. Desesperado regresó a las cuevas para recoger el cuerpo de su hijo y enterrarlo. Estaba demasiado afectado como para mantenerse tan precavido como siempre había sido... y ese fue su error, pues tres asesinos elfos le sorprendieron a traición y le atacaron.

Logró entrar en su morada, seguido de uno de los elfos, mientras los otros dos se quedaban detenidos por la doble puerta. Alyridian activó al guardián y se escondió, esperando que su creación se hiciese cargo de los elfos, o que estos murieran por las trampas de la morada.

Muchas páginas en blanco siguen al último relato. En la última pagina se puede leer:

Mi mente se nubla. La locura ha llegado a mi....

Encerrado para siempre en esta tumba fabricada con mis manos. Sin ganas de seguir viviendo, y sin ganas de morir...

He de pagar por matar a mi propio hijo... está es mi penitencia...

A veces lo veo, y tiemblo. Demencia. Tengo ganas de abrazarle y suplicarle perdón. Pero se que no es real... ¿o si?

Siento sus ojos vigilantes, siempre mirándome... lo llamo pero no me oye...

Debe perdonarme... le entregaré mi alma... le pertenece...

Sacudes un par de veces la cabeza, parpadeando para asegurarte que tus ojos no te estan jugando una mala pasada. Te niegas a creer que la visión de las dos drow sea real.

Al parpadear por tercera vez, las drow desaparecen. Vuelves a ver a tus compañeros con normalidad. Aust esta leyendo un desgastado libro, Gerbo anda por al habitación, en su habitual búsqueda de trampas, mientras los demás están parados y vigilantes. Parecen no haberse dado cuenta de tu ligera y extraña "locura".