Partida Rol por web

Erebus

Escena III: En los salones del rey de las montañas

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08/04/2013, 12:26
Ojo-de-Cuervo

Alcanzar el estado necesario fue difícil. No el estado físico, ya que la carne es maleable y fácil de dirigir. No, lo complejo vino tras intentar que la mente abandonara el cuerpo. Desnudo salvo por un taparrabos y cubierto de nieve, su piel enrojeció en segundos al intentar combatir el intenso frío. La tiritona le sirvió para que el leve canturreo que escapó de sus labios le trasladara a la otra realidad en la que los espíritus vivían.

El consejo de Tres Alces y su advertencia fueron oídos y aprehendidos con la seriedad que debía el momento. Intentó hablar más, pedir más información, pero se sabía débil y poco experimentado en aquellos rituales. ¿Quiénes eras impuros? ¿Sus acompañantes o sus anfitriones? ¿Qué otros espíritus había peores que Wendigo? ¿Esos espíritus estaban molestos con ellos o simplemente odiaban? ¿Qué guerra fue la que tuvo lugar?

Pero de nada sirvió.

Ojo-de-Cuervbo susupos que encontrarían su cuerpo aterido de frío cuando el sol se alzara e hiciera que la tiniebla que les envolvía clareara lo suficiente como para poder decir que había comenzado un nuevo día.

- Tiradas (1)

Motivo: Resistencia

Dificultad: 6

Tirada (3 dados): 4, 8, 9

Éxitos: 2

Notas de juego

te hago una tirada de Resistencia para no morirme.

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09/04/2013, 13:29
Director

 

Una suave canción tarareada en voz queda hizo removerse inquieto a Harald, y despertó a su amo por enésima vez. En esta ocasión alguna imperceptible señal indicó a LeBrun, que la noche había terminado. El olor del pescado asado comenzó a llenar la choza, y sus maltratadas tripas rugieron, despertándole del todo.

La Baronesa D’Uberville estaba de rodillas junto a Duwhitzin. Entre sonrisas, ambas procuraban comunicarse mediante gestos y monosílabos mientras cocinaban trozos de pescado sobre el barrilete negro y preparaban un poco de té.

Uno tras otro, los rumores fueron despertando al resto de compañeros. La mujer salió un instante con un gran trozo de cuero y regresó enseguida con una buena brazada de nieve suelta que depositó en el suelo. Ante las miradas dubitativas de sus huéspedes, tomó un puñado y se restregó la cara y los brazos. El campechano LeFranc soltó una carcajada:

-¡Ja! Igual que mi madre, que en Gloria esté. ¡No desayunarás hasta que no te laves! –y procedió a asearse con la nieve-. ¡Brrr! ¡Qué fría, demonios!

La indígena distribuyó trozos de pescado en cuencos de hueso para que todos comiesen, y procedió a recoger los camastros de pieles. Los franceses se sentaron para tomar su desayuno. El marinero LeFranc no disimulaba sus miradas burlonas hacia Goubert, a cuyos labios asomaba una mueca peculiar, entre satisfecha e incrédula. Mientras tanto Ojo de Cuervo, de natural reservado, masticaba en silencio. Su habitualmente inexpresivo rostro tenía el ceño algo fruncido, como quien afronta un difícil enigma.

Casi al tiempo que terminaban su desayuno, la entrada de la choza se descubrió y la ancha boca de Wranalok, el Padre de Todos, mostró sus sonrientes colmillos a través de la abertura.

-Luzca el sol hoy para vosotros –dijo a modo de saludo, mostrando las palmas de sus manos-. El Lector del Cielo nos aguarda en la casa de Sashogg.

Sin entrar en la tienda, hizo gestos evidentes para que los europeos le acompañasen. En su cintura podía verse el cuchillo que Goubert le había obsequiado.

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09/04/2013, 13:36
Director

Notas de juego

Duwhitzin queda encantada con los preparativos del té, y con los recipientes metálicos que usa Catalina. Este intercambio de “ceremonias” acerca claramente a ambas mujeres, aunque no entiendan ni jota de lo que se dicen una a otra.

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09/04/2013, 13:36
Director

Notas de juego

 

El que salió y entró por la noche era Ojo de Cuervo. Qué hizo fuera es un misterio, naturalmente. Estuvo un rato junto al brasero y luego se acostó a dormir.

Aprovecho para recordarte que no había fuego, sino sólo el objeto al que llaman shwoghrotz. No hallarás una hoguera en todo el poblado, candiles para iluminación como mucho.

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10/04/2013, 10:01
Jacques Goubert

Goubert frotó su rostro y sus brazos con la nieve que Duwhitzin depositó en el suelo de la sala. La aspereza del contacto de ésta con su piel, tras una noche de diversión, le recordó la penosa situación en la que se encontraban. Contrariado el soldado tomó el cuenco de comida y solo varió la expresión de su rostro al acercarse al doctor y susurrarle algo al oído. No pudo evitar entonces dejar escapar una estúpida risita, más para ocultar tras ella su miedo y preocupación que por sentida diversión.
Justo cuando Jacques terminaba su ración  de comida Wranalok entró en la choza disipando el aire apesadumbrado del francés. Tal vez pudieran salir de allí y encaminarse hacia el barco antes de lo previsto…y quizá él recibiera un buen obsequio por su generosidad con aquel indígena.

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10/04/2013, 10:01
Jacques Goubert

Goubert se inclinó sobre el doctor y susurró al oído de éste:
“Doctor, debería probar los encantos de nuestra anfitriona…aunque solo sea por puro interés científico ¡Posee seis pechos y una pequeña cola!...¿Puede imaginar la diversión que ofrecen tal cantidad de tetas en una sola mujer? ¡Sería la sensación en cualquier burdel de París! No creo que ninguna de nuestras hembras posea tales dones”.

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14/04/2013, 21:44
Ludovic Tessier

-Eh, ¿en serio? -el doctor apartó el enrojecido rostro del susurro del soldado-. Bueno, eso quizás mereciera un... estudio... científico, claro, no es que yo... -era obvia la turbación del hombre. De reojo miró a Catalina, nervioso ante la posibilidad de que la dama descubriera el comentario de Goubert-. Bueno, creo que... es hora de marchar al barco.

Sin embargo, la llegada de Wranalok casi al unísono de sus palabras le hizo torcer el gesto. La traducción de Ojo-de-Cuervo solo confirmó sus temores.

-De acuerdo, una visita de cortesía rápida, y nos largamos.

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15/04/2013, 16:49
Ojo-de-Cuervo

Quizá el "Lector del Cielo" tuviera alguna pista más. la noche del algonquino había sido de todo menos placentera. La comida no le sabía a nada y la nieve ya ni siquiera le parecía fría. No después de aquella noche. Más respuestas, es lo que necesitaba, muchas más.

-Vayamos -se mostró de acuerdo. No sería una visita rápida. No, sospechaba que no-. Creo que Wendigo ya no nos moletará, no después de haber jugado. Pero hay cosas... peores -añadió, enigmático. No iba a hablar más sobre eso, al menos todavía no.

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15/04/2013, 19:14
Adrien Le Brun

- Ojo de Cuervo - dijo Adrien, siguiendo al indígena - Necesitamos algo de comida que poder llevar al Erebus. Quizá podamos negociar con esta gente. ¿Hay algo que podamos ofrecerles a modo de intercambio? ¿Podrías preguntárselo, por favor?

Sus compañeros se mostraban extraños. Sin duda algo había ocurrido durante el tiempo que él había estado fuera, pero no quería saberlo. Conseguir toda la comida que pudiesen, y volver a casa...

Adrien se sintió extraño cuando empezó a acariciar la idea de volver con el resto de la tripulación del Erebus y armas. Si aquella gente no quería comerciar, no serían ellos quienes acabaran en el hielo.

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19/04/2013, 10:59
Director

 

Al salir el resplandor del sol en la nieve cegó brevemente a los europeos. El día era frío, muy frío, pero no había ni un jirón de nubes en el cielo. Girshnak y el Padre de Todos aguardaban fuera junto a unos pocos curiosos, cuyos hocicudos rostros sonreían abiertamente a los extranjeros.

Enseguida emprendieron la marcha, un corto paseo que les llevó a una zona llana y abierta, una especie de tosca plaza situada hacia el centro del poblado. A su derecha vieron, cubierta de nieve y adornada de carámbanos, una pared de piedra oscura, más alta que las cabañas circundantes. Aunque muy maltratada por el clima y derruida en parte, se mantenía vertical por una especie de orgullo arquitectónico. El dintel de una ventana se había desplomado, pero lo que había sido una puerta permitía atravesar el muro con comodidad y asimismo percibir que el techo había también desaparecido. Por toda aquella fachada, asomando entre el hielo, se percibían los rastros de grabados imposibles de interpretar.

Accedieron al interior junto a sus guías. Aunque los siglos, el viento y el hielo habían acabado por arrebatarle su grandeza, su propósito y casi su forma, aún se percibía en el lugar un venerable pálpito de antigüedad, de edad, como debía ser en una ruina egipcia, un templo griego o un círculo de piedras celtas.

El edificio había sido cuadrado, pero faltaba el muro de la izquierda, y los otros mostraban los restos de ventanas y grandes grietas invadidas de nieve. Al fondo, a lo largo de todo el muro había una especie de alta tarima de nieve, irregular, sobre las que estaban situados los cuerpos congelados de los nativos muertos dos días antes.

Hacia el centro de la zona había un montículo circular de nieve, de casi una vara de alto. Junto al montículo, cubierto por su abrigo de zorro ártico, estaban de pie Sheshneeg y un par de nativos más, guardando silencio. El Lector del Cielo miró intensamente a Harald, que mostró los dientes, y a LeBrun, pero no dijo nada. Su rostro permanecía serio, casi enfadado. El Padre de Todos le preguntó alguna cosa, pero Sheshneeg respondió con un gesto brusco de la mano, sin decir nada.

Se dirigió hacia la derecha de los europeos, hasta una especie de pozo de helado brocal que había adosado al muro. Su tamaño y forma recordaba a una especie de bañera o gran pila bautismal, lo que sin duda no era, pues pronto los acompañantes de Sheshneeg procedieron a retirar el hielo acumulado en su interior y a extraer una tapadera o trampilla de huesos y pieles. Sheshneeg comenzó a cantar junto a ella, con los ojos fijos en el cielo. Uno de sus asistentes prendió con suma habilidad unos cuantos candiles de grasa de foca, mientras el otro comenzó a desenrollar una escala de tiras de cuero que había extraído de alguna parte.

Girshnak se alejó un poco hacia la amplia tarima del fondo, susurrando alguna cosa en un punto concreto, mientras Wranalok sonreía abiertamente a los extranjeros, especialmente a Goubert.

Notas de juego

Evidentemente, los nativos se preparan para descender por el pozo. Os dejo un turno por si deseáis curiosear brevemente por la ruina, intercambiar ideas, preguntar a los nativos u otra cosa.

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19/04/2013, 16:46
Jacques Goubert

Goubert se sintió sobrecogido al acceder al interior del semiderruido edificio. El soldado no era un hombre especialmente religioso y sin embargo experimentó la misma sensación de estremecimiento que le embargaba al caminar  por la nave central de la catedral de su Nantes natal. Era la certeza de saberse pequeño e insignificante, era la impresión de estar siendo observado y juzgado por los numerosos crímenes cometidos…y a Jacques no le gustaba sentirse así. El hombre se mostraba visiblemente nervioso, moviendo la cabeza ligeramente hacia los lados, observando cada rincón, cada movimiento de los indígenas, cada montículo de nieve. Se acercó hasta la tarima en la que reposaban los cuerpos de los indígenas muertos el día anterior y, girando con brusquedad, se acercó al brocal helado con la intención de observar el interior del pozo.

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21/04/2013, 20:57
Ludovic Tessier

La mirada de Ludovic se perdió en aquella estancia. Sus ojos parpadearon, muy abiertos, ante la grandiosidad que transmitía el lugar; no solamente por el espacio en sí, sino sobre todo por la sensación de antigüedad que destilaba. Sus pisadas, ligeras, sonaban demasiado altas para su gusto: allí no había sitio para el sonido. El silencio reverencial tenía aquí su hogar, o al menos así lo sentía el doctor. Abrió la boca, exhaló, y no emitió ruido alguno. Quería preguntar todo acerca de aquella maravilla derruida, pero no quiso romper el momento mágico.

Se dejó imbuir por las sensaciones, mientras sus pisadas lo llevaron junto al pozo, sin ser consciente de él.

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22/04/2013, 23:05
Catalina d'Uberville

Catalina primero se asombra y después frunce la nariz con disgusto. ¿Cómo es posible este tipo de construcción sin una civilización apropiada? No, no lo es. Esta gente son... humanos venidos a menos. Tanto en lo biológico -su forma, su aspecto- como en lo cultural. Hace miles de años hubo de disfrutar, su civilización, de recursos y manos de obra suficiente como para levantar esta estructura. Evidentemente, ahora carecen de ello.

Con curiosidad y precaución examina las paredes. Piedra oscura, basalto quizá, como el extraño objeto mágico que había vist en la tienda. Observó el ceremonial, trampilla, cuerda... ¿querrían bajar ahí abajo, habría catacumbas?

 

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23/04/2013, 00:55
Director

 

Vagamente intrigado por el gesto del indígena, el soldado se aproximó a la tarima. Era de una factura de lo más irregular, y los huecos estaban casi por completo cubierta de nieve y hielo sólido. Apenas había dado unos cuantos pasos en aquella dirección cuando se le antojó que más que una plataforma, se trataba de una gran pila de troncos...

Girshnak se agachó para susurrar unas palabras en un anodino punto. Luego acercó su rostro a la pila y besó... ¡un cadáver! Decenas y decenas de cadáveres congelados se hallaban ordenadamente apilados contra la pared. El frío ártico había conservado los cuerpos, y la nieve acumulada los ocultaba. A grandes rasgos nada podía apreciarse, mas fijándose detenidamente Goubert reconoció caras, cabezas y manos ennegrecidas y medio descompuestas. Con un escalofrío y el rostro contraído por la náusea, el crudo soldado dio media vuelta bruscamente y se dirigió al helado brocal.

Notas de juego

Una vez más, dado el historial de Goubert, te excuso la tirada de Cordura.

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24/04/2013, 20:37
Adrien Le Brun

Adrien forzó la sonrisa, un gesto irónicamente parecido (e igual de defensivo) al de Harald. Mantuvo la mirada del Lector del Cielo y luego miró hacia arriba, hacia la extensión azul que se abría sobre sus cabezas.

Entonces sí se sintió sobrecogido.

Observó a sus compañeros acercándose a la entrada del pozo pero él contuvo la curiosidad. La mirada de aquel hombre (si es que era un hombre) era una clara advertencia. No era bienvenido. Con un largo suspiro recorrió la sala con la mirada. Quizá las expresiones de los indígenas, o quizá la luz del sol, arrojaran algo de claridad sobre aquel ritual.

Notas de juego

Mientras los demás miran el pozo, Adrien mira qué hacen los indígenas.

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24/04/2013, 21:26
Jacques Goubert

Goubert se acercó a Catalina y a Tessier con la cara desencajada.
“Los cuerpos de los indígenas que murieron ayer descansan sobre los restos de decenas y decenas de cadáveres…cabezas, manos ennegrecidas y cuerpos a medio descomponer forman lo que creía era una tarima…”.

Notas de juego

Gracias, querido master, por excusar la tirada de cordura ;-)

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24/04/2013, 23:00
Director

Algo sorprendidos, la baronesa y el doctor miraron en aquella dirección. En efecto, las imperfecciones de aquella "tarima" se hicieron patentes, a pesar de estar rellenas de nieve y hielo. Adivinando una cabeza aquí y unos pies allá, comprendieron que el soldado tenía razón. Amontonados como troncos en un aserradero, su putrefacción retardada por los efectos de frío polar, un muro de cadáveres aguardaba la eternidad junto a aquella pared negra, vestigio de otra era.

Notas de juego

Si alguien quiere acercarse a inspeccionar más de cerca, puede hacerlo. Pero que se prepare a tirar por Cordura xD

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25/04/2013, 11:56
Catalina d'Uberville

Notas de juego

¡Hombre que si voy!

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25/04/2013, 12:00
Ojo-de-Cuervo

-Pero hay cosas... peores -volvió a susurrar Ojo-de-Cuervo.

Dejó que su vista vagara por la construcción, tan evidentemente fuera de lugar como lo estaría su poblado levantado frente a Versalles. Los extraños grabados atrajeron sus ojos y su mente. No le gustaban. No le gustaban en absoluto. Cada edificación requiere una tecnología determinada... y aquellos seres -seguía sin poder llamarlos personas- no tenían las herramientas apropiadas para levantar aquello. Era una ruina, sí... pero una ruina, ¿de qué? ¿Un templo como las iglesias cristianas de los colonos? No le extrañaba que los espíritus de la zona estuvieran enfadados, restringidos como estaban a morar entre piedras...

Y todos tan sonrientes.

-¿Por qué Sashogg mora bajo tierra, Girshnak? -le preguntó. "¿Acaso se esconde del viento y la luz? ¿Prefiere las tinieblas eternas al sol y a la sombra?".

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25/04/2013, 23:56
Director

Notas de juego

Venga, no voy a ser un director sádico... Nos ahorraremos la tirada de Cordura ya que en realidad no hay gran cosa que descubrir en el "cementerio".

Los cuerpos están apilados perpendicularmente a la pared, si bien los pies pueden estar tanto hacia el muro como al revés. Hay muchos, quizá un ciento de ellos, en distinto estado de ennegrecimiento y descomposición (realmente no tengo gran idea de cómo se degrada un cuerpo en condiciones polares). Los más antiguos, evidentemente, son los de abajo, algunos de los cuales se han colapsado debido al peso. Hay varones y hembras de todas las edades, aunque son más escasos los jóvenes. Están vestidos, pero no puede verse si conservan alguna cosa más (armas, objetos, talismanes funerarios...)

Como ves, la información no es demasiado relevante: es una especie de fosa común al aire libre, corriente por lo demás.