Partida Rol por web

Pero por las plumas de la cresta del gallo, ¿a dónde han ido todos?-dijo Rafael, atravesando con la mirada perdida a los afectados por el conjuro de Elyzabeth-Jander, no tengo armas a distancia. Tendrás que asaetear tú a esa cosa.

Jander asintió, cogiendo su arco, colocando la flecha. Antes de disparar, todos pudieron ver cómo guiñaba un ojo a Irina, con lo que el conjuro de esconder de los muertos vivientes no afectó al elfo. Disparó. La flecha cortó el viento y, a pesar de la distancia, la flecha se perdió en el interior del remolino fantasmal haciendo a los espíritus gemir de dolor.

Oh, oh... creo que lo acabas de cabrear.

Urik y Elyzabeth sabían que el Que Llama en la Oscuridad es del tipo de muertos vivientes que ligan contigo en una taberna y luego no te mandan un conjuro de recado el día siguiente. Sin embargo, Babá Zelenna les había contado durante la tarde varios modos de ataque que tenía el guardián, así que no se podía decir que no estuviesen en sobreaviso de lo que a continuación pasó.

Como un volcán en erupción, varias bocanadas de electoplasma surgieron del Que Llama en la Oscuridad, trazando parábolas en todas direcciones. Los peor parados fueron Trina y Reluë, que recibieron el impacto en sus cabezas y hombros. A continuación, el guardián voló abandonando su forma de tornado para asemejarse más a una nube. Flotó hasta aproximarse unos sesenta pies a sus presas, y después se detuvo a treinta pies de altura sobre la ladera de la colina.

    Cuando la bola de ectoplasma alcanzó a Reluë, Elizabeth olvidó su pose cínica y lanzó un grito ahogado, dejando ver el aprecio que le había tomado al mago. Miró con furia hacia Jander y lo apartó de su lado de un empujón. –¡Impaciente!...¡Mira lo que has hecho!- Al comprobar que el supuesto vampiro seguía viéndoles, se quedó enmudecida. -¿…Cómo…eh…?- Luego miró a Rafael, al que empezó a encontrar más guapo sin saber por qué. –¿Por qué con él sí funciona? - Preguntó a Jander. -Ya habrá tiempo para eso. Ahora pregúntale si su arma es mágica y si quiere montar a lomos de un ciervo volador para atacar esa cosa. Al menos tu flechazo ha dejado claro de qué parte estáis- Miró hacia atrás y murmuró –Dónde se ha metido ese enano cagón?-

De pronto cayó en que no había propuesto al tepestaní lanzarse a por el espectro. ¿Se trataba de una decisión táctica para aprovechar su invisibilidad, o le había cogido cariño? –Si Morrigan te viera…- Se recriminó de forma casi inaudible.

La clériga cerró los ojos para concentrarse, apretó con fuerza un pequeño pentágono de madera que colgaba de su pecho y murmuró el siguiente conjuro para proteger al grupo.

-†Advεrsγs sαcrïs circulus m`ɐluꝴ voluηꝈãɈγs†-

   Jack siguió con la cabeza la trayectoria del ectoplasma con la fascinación del que contempla fuegos artificiales y siguió mirando impasible mientras Trina aullaba de dolor. Cuando la mujer ya había logrado recomponerse del cruel ataque, Jack levantó las cejas bajo el casco y se apresuró a levantar el escudo sobre la hechicera.

Viendo que la parte del guardián al menos sí es cierta, decido pasar a la acción. Y dado que, al volar, no me vale de nada, guardo la espada y el escudo y saco mi ballesta y un virote de llamarada alquímica.

No me asustas, engendro. He derrotado a muchos como tú. Bien, no es del todo cierto. He derrotado fantasmas, pero no un torbellino de ellos.

Me preparo para disparar.

Aprieto los dientes mientras absorbo el impacto tratando de no gritar -demasiado- por el dolor que produce. Una vez que consigo reponerme del corto pero intenso suplicio, me limpio como puedo los restos del vómito que ha caído sobre mi cabeza y que se me han quedado pegados al pelo, mientras maldigo a la cosa ésa que, sin siquiera ser consciente de que estamos aquí ocultos, ha tenido que ir a acertar de pleno sobre mi persona.

Y, a la vez, agradezco el grito espontáneo de preocupación que la clérigo ha tenido al verme recibir el impacto y la tranquilizo con un gesto de que ya me encuentro bien, y sacudiéndome unos trozos de ectoplasma de mi hombro para quitarle importancia al asunto.

Y, aún a la vez de todo ello, comienzo a notar en mi interior cómo la criatura atormentada ha conseguido irritarme y hacerme perder la paciencia. No de una forma visceral e irreflexiva -pues mi carácter no es de esa guisa- pero sí lo suficiente como para sentirme molesto.

- Voy a convocar a un murciélago gigante para que le ataque.- les informo a los que estamos acurrucados en torno al manto protector de Ely.- Espero que, al menos, consiga tenerlo un rato distraído.

Y, dicho y hecho, comienzo a murmurar para mí el conjuro necesario para traer al bichito para que se sume a nuestras fuerzas.

Mi especialidad no es la magia-respondió a Ely-, pero los años me han enseñado que la magia no es una ciencia exacta, no son unas reglas sacadas de ningún manual, sino una fuerza imprevisible. No siempre funciona, y sobretodo, nunca funciona como esperas que lo haga.

Jander disparó otra flecha, devolvió los dedos al carcaj, y disparó consecutivamente dos más. Las tres flechas atravesaron al Guardián sin detenerse.

¿Ves? Flechas mágicas, nunca sabes cuando van a dar en el blanco. Esas eran las últimas en mi carcaj. A partir de ahora te toca a ti, Trina. Rafael, va a aparecer un... ciervo volante-malinterpretó-. En cuanto ese escarabajo aparezca, súbete encima para luchar contra el espectro.

Rafael mostró su pulgar, conforme. Trina lanzó un rayo, que tuvo la misma efectividad que las tres últimas flechas de Jander. Mientras, Walt acariciaba su medallón de Belenuss a la espera de instrucciones de Ely para usarlo.

El espíritu flotó hasta colocarse casi por encima de sus cabezas. Un apéndice de electoplasma surgió del guardián, y como un látigo atravesó la cabeza de Jack, flagelando su ego. Pero Jack era demasiado humilde, y no tenía un ego que subyugar, así que el ataque psíquico no lo enajenó.

Entonces, de la nada, apareció el murciélago de Reluë...

Miro con odio al remolino este. Seres como este son para los que me han preparado siempre a combatir, seres como este son la razón de mi existencia. Seres como este serán quienes prueben mi furia.

Con la ballesta preparada, apunto con el virote de llamarada alquímica directamente al centro del monstruo. Veamos si esto te gusta, engendro gruño en el momento de apretar la palanca, viendo como el virote sale disparado hacia su objetivo.

Observo como el virote impacta justo en el punto donde había previsto, con un estallido de fuego que  ilumina la noche por apenas un segundo. Preparo un nuevo virote, dispuesta a disparar de nuevo.

-Mi especialidad no es la magia-

La última confesión del elfo le arrebató buena parte de su encanto. Ely s mordió el labio y sacudió la cabeza decepcionada: -Aishhh- Se lamentó con un siseo. –No importa, aún tengo mucho que aprender- Ahora Ely observó al Nosferatu como un pergamino con nuevos conjuros.

Jack recibió el ataque ectoplasmático y Ely casi salta de alegría al ver la utilidad de su seguidor

-Eso es ¡valiente! ¡Sigue así Jackie!-

Rafael, va a aparecer un... ciervo volante-malinterpretó-. En cuanto ese escarabajo aparezca, súbete encima para luchar contra el espectro.

Aquello dejó claro que Jander no conocía el conjuro que iba a lanzar. Ely se concentró apuntando con la mano con el símbolo de los cuernos hacia la entrepierna de Rafael y conjuró un prodigioso ciervo fantasmal que lo catapultó por el aire.

-¿Has visto Walt? El siguiente serás tú- Afirmó al verse con fuerzas de lanzar un segundo conjuro de ese tipo. –Dile a tu dios melenudo que ha llegado la hora de los milagros- Dijo usando su habitual doble sentido para todo.

No es que sea de mi especial agrado el traer a este mundo a criaturas de los Planos Inferiores, ni tampoco es que esté excesivamente familiarizado con ello, pero me consuelo albergando la esperanza de que tal engendro sea útil en la reyerta.

Nada más acabar de murmurar el conjuro comienza a tomar forma en el punto deseado un horripilante murciélago, de generoso tamaño, y dientes afilados como guadañas.

- Vamos chico, todo tuyo. -le animo mentalmente sin estar convencido de que una criatura así sea capaz de recibir mi apoyo. Ni de que le importe el tenerlo o lo necesite para arremeter contra lo primero que vea moverse. Delante suyo se agita la masa informe del Que Llama en la Oscuridad y cruzo los dedos para que sea capaz de superar sus defensas.

Acompañando a todos esos pensamientos, recito rápidamente otro conjuro que me resulta mucho más familiar que el anterior. Chasqueo los dedos y señalo con el índice al espíritu, propulsando hacia él una de mis esferas de fuego.

La ventaja de ir acompañado de tantos muertos vivientes es que un fantasma psíquico tiene que ir tanteando hasta encontrar a una víctima susceptible de sus poderes mentales. Primero fue Jack, y después le llegó el turno a Jander, pero desde fuera los demás solo veían al Que Llama en la Oscuridad suspendido en el aire, en perfecta quietud.

El grupo aprovechó para contraatacar. Ashlyn aprendió que un virote alquímico, por muy preparado que esté para dañar a los muertos vivientes corporales, no sirve de nada contra los incorporales (la vieja dicotomía alquimia vs magia). La esfera flamígera de Reluë tampoco servía de mucho, pero era cuestión de tiempo que el fuego mágico alcanzase la dimensión etérea. Por contra, el murciélago sí mordió a la criatura.

Trina y Walt fueron los más efectivos, por lo menos atendiendo a los gritos que soltaban las caras múltiples del guardián, lanzando sus rayos contra el espectro: la humana con su poder mágico y el humano con el poder mágico de su medallón de Belenus.

Es mi turno...

Rafael se montó en el ciervo espectral, que le acercó lo suficiente al enemigo como para atravesarlo con su espada. El Que Llama en la Oscuridad se partió como una hoja de papel, y la nube de maldad quedó casi dividida en dos, con sus partes solo unidas por un hilo de electoplasma.

Zack el Oscuro barajó sus cartas a toda velocidad y lanzó un par de naipes al cielo. Cortaron el aire y cortaron el hilo fantasmal, y la oscuridad se abrió para el que llamó a ella durante tantos siglos. La oscuridad abrazó al espectro de múltiples caras, y lo arrastró hasta desaparecer. Pero uno de los rostros logró zafarse a tiempo, y cayó al suelo un cuerpo brillante, andrógino, humeante... El humanoide quedó tumbado en el suelo, boca abajo, inconsciente.

-Benditos seáis- Murmuró al ver como sus compañeros lograban dañar al esquivo espectro.

 La pálida joven invocó el poder de su oscura diosa para que sus palabras no quedaran en mera palabrería.

Ely siguió atónica la caída del fantasma y como este se materializó en un humanoide que quedó tendido.

-Sois unos genios…Sin deseos, que es lo más divertido; pero unos genios- Felicitó a sus compañeros con una amplia sonrisa.

-Esto… ¿Eso sigue siendo un fantasma?- Preguntó en voz alta. La clérigo miró a ambos lados y se ruborizó. Como experta debería saberlo.

Cualquiera en su sano juicio habría frito aquel resto humeante antes de que recobrase el conocimiento, pero la curiosidad de la joven por el más allá la obligó a acercase a averiguar más cosas.

-Hola. Me llamo… ¡Diablos, no puede oírme!- Se lamentó por no poder interrogar aquella cosa personalmente. Sus ojos recayeron en Jack, pero su fiel ayudante no había hecho más que gemir desde que fue presentado al grupo y Ely tuvo que pedir a otros compañeros que hablasen por ella:

-¡Eh tú!¡Bello durmiente!¿Tienes nombre?- Preguntó sin dejar de apuntar al cuerpo con su lanza.

Ha sido todo un espectáculo de rayos y fuego, rematado con un colosal espadazo del espadachín y con uno de los habituales trucos de cartas de nuestro querido tahúr. Una vorágine de destrucción que ha dejado como despojo a un cuerpo chamuscado, tendido inmóvil delante nuestro, a punto de caramelo para ser rematado.

Sin embargo, siendo que nuestra diplomática clérigo ha optado por intentar establecer contacto con el humanoide en lugar de mandarlo con el resto de rostros y  almas, donde quiera que hayan ido, me mantengo a la espera de los siguientes acontecimientos, alerta, no sea que Eso que Llamaba en la Oscuridad nos tenga reservada una última sorpresa.

Apunto al cuerpo que ha caido con la ballesta, cargando un nuevo virote, cuando veo como Elyzabeth intenta establecer comunicación con él. Me mantengo a la expectativa, aunque...

Tenemos que ir al templo, que no se nos olvide. Aunque solo sea por custodiarlo hasta que podamos hacer el ritual.

 Es una criatura inmortal. Los muertos vivientes están enlazados con el plano de energía negativa, mientras que los inmortales están conectados con el plano de energía positiva. Por eso la oscuridad no pudo engullir a este... a esta cosa. No es una criatura viva, ni una muerta. Es... una abominación.

Elyzabeth estaba de acuerdo con el diagnóstico de Zack. Si fuera un fantasma, incorpóreo, no habría caído al suelo. Los inmortales, por contra, tienen solidez y peso. El cuerpo se estremeció, como desperezándose tras un largo sueño. Habló con debilidad.

Me llamo Lugdana...-dijo el inmortal, debilmente-No... No puedo ponerme en pie. No siento las piernas.

Los ojos de Don Urik se abrieron como platos: Lugdana. Elyzabeth recordó que había apuntado algo sobre ella en alguno de sus papeles.

 Es normal. Te mueves gracias a la energía del plano positivo, y en este lugar maldito el vínculo con ese plano es muy débil.

Inmortal y paralítica. En eso ha quedado la legendaria Lugdana de los Caballeros del Cuervo. Haciendo acopio de fuerzas, rodó hasta ponerse boca arriba. Por primera vez podía ver a aquellos que le rodeaban. Sus ojos se pusieron en el medallón de Irina Don Urik.

El Símbolo Sagrado del Cuervo... Si sois de los buenos, hay algo que debéis saber. El verdadero Santuario de la Montaña está bajo tierra, en el que fue el nido de unos vampiros que derroté hace eones. Hasta ahora, cualquiera que intentase rezar atraería al Guardián. Ahora que el Guardián ha sido derrotado, el Santuario de la Montaña puede volver a ser usado sin peligro. Tanto por el Bien... como por el Mal.

Ely, incapaz de articular palabra, levantó el dedo y sacó apresuradamente su pergamino atiborrado de anotaciones:

...El Símbolo Sagrado del Cuervo unió personas y razas con ideales políticos y religiosos diferentes que tenían como fin combatir el mal allí donde se presentase. El símbolo antecede a cualquier iglesia establecida en Barovia. Las leyendas recogen que fue usado por primera vez por una paladina llamada Lugdana, que se contaba entre los primeros colonos del valle.

De acuerdo con las historias, un cuervo celestial gigante entregó el símbolo sagrado a la paladina para poder erradicar con él un cónclave de vampiros. Por ello estas criaturas lo odian tanto, al símbolo como a lo que representa.

-Así que eres la famosa mensajera a la que un hipogrifo entregó el símbolo sagrado- Se equivocó adrede para intentar comprobar si decía la verdad. Por culpa de Madame Eva, incluso un inmortal podía ser sospechoso para la clérigo.

-¿Puedo curarte con energía positiva? Y si lo hago…- Incluso para Ely resultó excesivo tratar de negociar con un inmortal de modo que se inclinó e impuso sus dotes curativas sobre la criatura

Don Urik había permanecido en todo momento cerca de Ely y de Ashlyn, dispuesto a defenderlas con su vida si aquel monstruo se acercaba, pero ya habían sido advertidos de que la táctica de aquel engendro no era esa. De toda formas, con su espada presta, lanzó un espadazo o dos al aire cuando consideró que los flagelos del ser estaban a su alcance, pero o no les dio, o su vista le jugó alguna mala pasada, por que no pareció acusar dichos golpes.

Mientras tanto, los conjuros y ataques se sucedían, y en pocos segundos, gracias a la colaboración de integrantes de ambos grupos de aventureros, el ser fue destruído. Una figura cayó al suelo como un fardo, y Ely se acercó intentando comunicarse.

Don Urik se puso a su lado, escudo y espada en mano, atento a cualquier intento de ataque....pero pronto sus armas cayeron al suelo en cuanto el ser dijo su nombre. - ¡Lugdana! - dijo el paladín con los ojos abiertos como platos.

Se arrodilló a su lado y se inclinó hacia ella para que pudiera ver mejor el medallón que colgaba de su cuello*:

El medallón emitió unos reflejos dorados y rojos sobre el rostro de la criatura inmortal llamada Lugdana, mientras los ojos del Paladín la recorrían de arriba abajo, intentando hacer algo para ayudarla. - ¿Energía positiva? - preguntó algo desconcertado por la situación y desubicado. Posó sus manos en Lugdana mientras ella les revelaba la verdad sobre el emplazamiento del Santuario y liberó una parte pequeña de su energía interior para sanar las heridas sobre la legendaria primera paladin de su organización.

Ahora mismo tenía delante de él una leyenda, historia viviente, y no podía retener su lengua. - Mi señora, soy Don Urik, último caballero del cuervo en servicio y aspirante a hacer resurgir nuestra orden ¿os encontráis con fuerzas como para relatarme el nacimiento de nuestra orden? Me gustaría saber la verdad de vuestros labios, por favor. -

Por lo que acababa de decir, sabía que era importante entrar en aquellas casas que decían ser el templo de las monjitas y averiguar qué estaba sucediendo de verdad, pero temía alejarse de Lugdana y perder ésta oportunidad única para siempre.

La situación se vuelve realmente irreal. En unos segundos pasamos de estar luchando contra el ente en que estaba este ser a hablar con él, ella, ello como si tal cosa. Yo aún no he bajado la ballesta, y sigo apuntando hacia la forma.

Y tenemos que creer que es Lugdana, ¿no? De todos modos, si quereis quedaros hablando con ella, hacedlo, pero tenemos un templo que proteger. Así pues, vayamos allí. ¿Quién viene?

Nunca me he fiado de las monjas esas, ni pienso fiarme. Pero lo que sea esto estaba dentro de un muerto viviente. ¿Y tengo que fiarme de ella? ¿Porque dice llamarse Lugdana y ser la fundadora de la orden del cuervo? ¿Y si yo digo ser... no sé... Strahd, es que lo soy? Chasqueo la lengua con disgusto.

Parece entonces que podemos dar por finiquitado al Guardián del Santuario y a todas las almas en pena que lo formaban, a excepción, claro, de la inmortal Lugdana que tenemos aquí postrada, hecha una pena. Zack parece muy convencido de lo que dice, así que tendremos que ser positivos y creer que  realmente es una criatura conectada a un plano con energía de ese mismo signo.

Mientras la paladina inmortal recibe los cuidados de mis compañeros y se va espabilando, aprovecho para inquirir si puede ser más específica en su sorprendente declaración: lo que nosotros creíamos haber desescombrado como Santuario de la Montaña podría no serlo, en cuyo caso sería muy probable que el acceso a sus entrañas estuviese por allí cerca.

- ¿Bajo tierra, decís? En ese caso, ¿recordáis por donde podemos acceder al Santuario? - con la de siglos que han debido pasar desde que la paladina derrotó a los vampiros en su nido, esperemos que todo el tiempo que ha estado Lugdana formando parte del Que Llamaba en la Oscuridad no haya pasado factura en su memoria.

El conjuro de Elyzabeth y la imposición de manos de Urik soltaron un chispazo que sacudió el cuerpo de Lugdana por un instante. Luego, nada. Lugdana siguió incapacitada en el suelo, y Elyzabeth no sabría traducir la expresión facial de la criatura cuando le inyectaron energía positiva, pero desde luego de que necesitarían mucho más para que la inmortal volviese a caminar.

El símbolo sagrado me fue entregado por un hombre llamado Sergei, pero ahora es vuestro. Trataré de guiaros hacia el acceso a la cueva. Está en lo alto de la colina de Lysaga, bajo las ruinas del edificio. Si cargáis conmigo hasta allí...

A esas alturas, los conjuros de convocar monstruo y ciervo espectral ya deberían haberse cancelado solos, pero las dos criaturas seguían allí. Puede que el plano de energía positiva no sea el único que tiene poca serviciabilidad con Barovia; puede que no haya suficiente energía de conjuración como para devolver a las dos criaturas a sus planos de origen. Lugdana miró al murciélago, que se alejó en la noche en dirección al castillo de Strahd.

Evitad conjurar murciélagos, lobos o ratas, ya que hay ciertos tipos de vampiro que controlan a las bestias de la noche, y más adelante podrían usarlos contra vosotros.

El ciervo, por contra, se quedó allí. Hizo un movimiento de cuello que sirvió para hacerle entender a Rafael que debía bajarse. El espectro animal se echó al lado de Lugdana, que se agarró a la cornamenta con ambas manos, empujando el resto del cuerpo para montarse sobre la mascota de Elyzabeth.

Os contaré la historia de camino, Don Urik. Por favor, caminad a mi lado.

El ciervo echó a andar, cargando con Lugdana mientras sus piernas se balanceaban a cada lado del costado.

Hubo una generación demasiado joven como para participar en la guerra con los Terg, pero que se habían entrenado demasiado de niños como para saber apreciar los tiempos de paz que vinieron después. Éramos unos idiotas, teníamos ganas de vivir emociones y comernos el mundo, así que fundamos un grupo de aventureros: los Cuervos. Pero fue el mundo quién nos devoró a nosotros. Mis camaradas fueron cayendo... Cuando morí contra un demonio llamado Chernovog, aún quedaban los dos últimos Cuervos: el astuto Pyoor y la intrépida Tatyana. Tú me recuerdas a ella, querida...-dijo a Irina-Al principio nos reuníamos en el sótano de la Viña de Sangre, porque los padres de Pyoor regentaban la posada. No pasó mucho tiempo antes de que la mayoría de los Cuervos ingresamos en la Iglesia de Andral más por necesidad que por fé. La postguerra era una época de pobreza, y Andral era la única manera de conseguir apoyo financiero con el que pertrecharnos. En cuanto a lo que pasó con Pyoor y Tatyana después de mi muerte, lo desconozco.

Aquella era una tercera versión del mismo relato, una de primera mano, distinto a lo que decían los libros de Baba Zelenna y a las leyendas que habían inspirado a Urik. Al llegar al Cascarón, el ciervo cargó contra la puerta del barracón, derribándola. A penas se veía nada con la poca luz de las estrellas que entraba bajo el dintel y el propio brillo de Lugdana. Había camastros con las sábanas arrugadas, cordeles con ropa tendida, baúles con utensilios varios de costura y cocina... y también había una trampilla en el suelo. Ni Babá Zelenna ni las novicias estaban en la planta baja, así que era obvio que habían bajado a la cueva en algún momento de la noche.

Walt fue quién tomó la iniciativa de abrir la trampilla. Una escalera de mano, hecha de madera, descendía cincuenta pies hasta el suelo y la fuente de iluminación más cercana: una linterna sorda que portaban las novicias.

Uy, ¿qué hacen aquí? Apaga, apaga... ¡Rápido!

La escena de la cueva se sumió en la oscuridad cuando la compañera de Ada cerró el paso del aceite de su farolillo. Las escaleras que bajaban hasta ellas habían quedado también ocultas por las sombras. Sería sencillo romper la escalera desde la trampilla para dejarlas encerradas, y que fuese Babá Zelenna la que rezase en el Santuario de la Montaña. Que esa sabelotodo se llevase los poderes del sello debilitaría a Strahd tanto como si lo hiciese uno de los "buenos".