Partida Rol por web

Son las únicas estancias que permanecen todo el año además de la enfermería.
Cinco son cerrados y constan de bañera, inhodoro, lavabo y demás, todo de cristal, rodeados de paredes de cemento alicatado con azulejos blancos y con calefacción.
Al margen hay cinco duchas empotradas como en los gimnasios, cinco waters de cabina y cinco lavabos.

Al entrar en el baño corriste a refugiarte bajo el agua templada de una de los baños completos... Pero el problema estaba en que no te habías preparado ropa para salir, y como siempre, una de las que estaban demostrando ser poco menos que ángeles de la guarda, apareció en el baño.

- ¿¡Donovan!? - llamaba desde fuera - ¿Estás por aquí? ¡Tengo algo que te encantará! ¿Donovan...? - parecía que iba abriendo sin mucho pudor puerta tras puerta hasta que finalmente llegó a la tuya. Dale parecía sonriente, sujetaba un trasto similar a una game-boy negra (algo más pequeña y sin botones) en las manos... Pero su sonrisa y su entusiasmo se borraron en cuanto vió el rastro de sangre en el agua de la bañera... Boquiabierta y ojiplática, se aventuró a decir - ¿Qué ha pasado ahora...?

Donovan hunde la cabeza en el agua templada y llena de espuma cuando escucha a Dale ir llamándole. Mo puede evitar pensar que esa chica tiene algún tipo de radar o algo así para encontrarle porque se le hace muy raro que haya ido primero a los baños en vez de al almacén.

Cuando por fin llega hasta su baño, emerge del agua y la mira con cara de circunstancias, suspirando pesadamente cuando le pregunta por lo que ha pasado.
Sanuye, el guardia de Isenhal, ha asesinado a Alice a sangre fría.
Explica con la voz vacía de toda expresividad. Una vez pasada la histeria inicial y habiendo tenido tiempo para pensar en lo que había visto y vivido los últimos minutos, había llegado a la conclusión de que había pasado por cosas peores y que, quizá, había exagerado demasiado su reacción.
Ha sido en el almacén. Nadie ha sido capaz de detenerlo. Es mas rápido, fuerte y resistente que un humano normal... y se puede fundir con las paredes de hielo el hotel...
Niega un par de veces, algo chocado todavía por su repentina aparición a su espalda.
Después de matarla, para salir sin tener que atacar a nadie mas, usó una de las paredes... Sobre la que yo estaba apoyado. Esta sangre no es mía. Es de Alice. El indio la llevaba por todo el cuerpo cuando me tocó.

- Joder, Donovan... - suspiró Dale, torciendo el gesto, solidarizándose con la angustia del joven, sentándose en la bañera - Y tú ibas a echarle el puro a tu hermano, un simple puro... - alzó las cejas y respiró hondo, pasándose aquel cachibache de una mano a otra. Dió un par de golpecitos en el filo de la bañera a su lado, pidiendo al actor que se sentara. No parecía demasiado impresionada ante la imágen del desnudo muchacho... No después de haberle visto igual pero con la super apariencia. Máxime después de haber disfrutado al máximo de ello.

Quizás si no hubiese sido después de las necrológicas, le habría propuesto algo más íntimo. Pero en lugar de eso le tendió el trasto...

- Fué un híbrido entre mi tele de plasma, mi móvil y mi gameboy que hice un día harta de coca. No me acordaba de él, estaba entre mis cajas... - lo encendió, parecía que la pantalla era táctil... Impensable en el año siguiente a la caída de las Torres Gemelas... - Resulta que funciona. Le he dicho a tu padre que podríamos llamarlo el "Icehoteléfono", pero opina que "i-pHone" suena mejor... En fin: Me dió la vena traviesa y lo hackeé para que pudiera conectarse a todo satélite habido y por haber de telecomunicaciones sin dejar rastros... Lo malo es que la batería dura dos horas. Tu viejo dijo que te morirías de gusto al verlo. Pues aquí lo tienes. Es un cacharro.

Las cosas en este sitio nunca salen como uno planea... Espero que la próxima cosa extraordinaria que suceda sea... yo que se, que lluevan pasteles del cielo.
Se encoje de hombros y esboza una sonrisa realmente amargada. No es que la muerte de Alice le importara demasiado, pero si que le había impactado.
Por lo menos nos reiríamos un poco antes de que llegara la catástrofe.

Se sienta donde Dale le indica, sin dar la mas mínima muestra de pudor por estar desnudo delante de ella. Ya había visto todo lo que tenía que ver, así que no es que le importara demasiado. Eso si, hacía algo de frío.

Cuando le explicó que demonios era esa cosa que sujetaba en las manos, Donovan no pudo evitar fruncir el ceño, extrañado, antes ese hijo bastardo de los progresos tecnológicos de su época y un chute de cocaína. Dale podía llegar a hacer cosas muy, muy extrañas. Y aún mas útiles.
¿Me estás diciendo... que eso es un teléfono móvil? O algo parecido al menos...
Parecía mucho mas sorprendido que entusiasmado. Se le hacía un concepto difícil de entender. Sobretodo eso de que funcionara toqueteando la pantalla en lugar de las convencionales teclas de toda la vida.
¿Me dejas?
Extiende una mano, cuidadoso, para que Dale depositara aquel trasto en ella y poder verlo de mas cerca.
¿Sabes? Creo que mi padre ha acertado en todo. Tiene visión comercial. Una muy buena. Y te aseguro que I-Phone suena muchísimo mejor que Icehoteléfono. Sin duda alguna. Tiene mucho mas gancho comercial, mas glamour... Y le da un toque muy futurista. Y también ha acertado en que me encanta. No se que demonios es ni como funciona, pero me gusta...

- Mira... Le das al dibujito del teléfono - apareció de forma fluída un teclado, el diseño era de lo más limpio e innovador, algo increíble.
Donovan tenía un móvil "de última generación" que resultaba impresionante por los politonos y la lucecilla azul de la pantalla... No tenía antena y era pequeñito. Ésto no era pequeñito, pero se le perdonaba por la nitidez de las imágenes en color, la velocidad de reacción y sobre todo el curiosísimo detalle de ser táctil.

- Y también le puse ésto... - toquetea un par de veces la pantalla y aparece un mensajito en él, se leía un "Hi babe!! wtf happened in Sidney!? whr da fuck r u?" por parte de un usuario llamado "MK" - Es un programa que le diseñé para entrar en el msn desde el cacharro... - no parecía que le hubiese gustado la sorpresa, quizás prefería que le hubiese hablado otro de sus contactos... Y por eso desconectó rápidamente - También se puede entrar en eBay y en páginas web... Es un coñazo navegar con ésto, pero algo es algo... Lleva para escuchar mp3. No sé porqué coño le puse eso último, se pule la batería en una hora con música... Pero cuando te llaman y suena "Seven Nation Army" de White Stripes es un jodido cheat. Pensé en ponerle cámara de fotos también... Pero me dió el bajón y lo guardé para no cogerlo más...

Vaaaaleeeee...
Donovan tenía los ojos abiertos como platos y se esforzaba por seguir las explicaciones que le iba dando Dale mientras trataba de conciliar toda esa fantástica tecnología con su mundo. Un mundo en el que un móvil pequeño, con politonos y pantalla azul era lo último.
Creo que me estoy saturando con tantas prestaciones. Esto podría hacerte de oro... No me imagino a nadie que no quisiera tener uno de estos... I-Phone.
Le devuelve el I-Phone a Dale, sin dejar de mirar con curiosidad, primero a la australiana y luego al pequeño aparato.
Es... ¡como tu! ¡Pequeñito y un poco raro por fuera pero con un estilazo y una cantidad de cosas impresionantes! Vamos, que es lo mejor que he visto desde las pantallas planas para ordenador... ¿Has pensado ponerle una batería que se pueda dejar enchufada? Imagino que si, claro...
Se ríe por su propio comentario al haber sugerido que una persona capaz de semejante prodigio se hubiera olvidado de algo tan absurdo como eso.
Pues está muy bien, Muy, muy bien... Guárdalo como oro en paño, Dale. Porque nos va a sacar de muchos apuros. Y si solo tiene dos horitas de nada, mejor usarlo con... responsabilidad.
Se encoje de hombros con una sonrisa extraña y se levanta para salir de la bañera.
Bueno... ¿volvemos al cuarto y me cuentas quién es MK?

Bufa una risilla ante el halago comparativo entre ella y su trasto, mirándolo como quien mira una chapuza que hizo durante una borrachera.

- Lo patentaría, pero paso de que la gente sepa que soy inteligente. Y tiene dos horas de batería, pero tarda hora y media en recargarse, es... Iba a decir un "prototipo" pero sería muy hipócrita decir eso... En fin: Es mejorable.

Cuando Donovan habló del tal "MK" la chica torció la sonrisa. Una mujer acababa de morir asesinada, pero la sóla mención, el sólo recuerdo de que él existía le provocaba incluso más ansiedad que saber que ha habido un asesinato a metros de ella.

- ¿Sabes...? - se guardó el teléfono en el abrigo y cogió de la mano al actor, cambiando la mirada de pena y comprensión por una más ansiosa y profunda - El hotel, si quitas a los inquilinos como dice tu padre, está muy bien... - le acarició el dorso de la mano con el pulgar - Y desde el punto de vista egoísta, es absolutamente perfecto... Porque en éste momento lo único que tengo en la cabeza es que te tengo desnudo delante mía. No puedo pensar con claridad, lo único que sé es que si no cambiamos de bañera y echamos un polvo... Me entrará la ansiedad, y luego el pánico. Sé que es horrible, porque acaba de pasar lo que acaba de pasar... Pero... - ladea un poco la cabeza, indicando que justo al otro lado de la pared hay otra habitación - Te invito a un mundo en el que sólo estaremos tú y yo... Hasta que quieras. Me da igual si te da por ser pasional o si lo haces con lágrimas en los ojos, podemos jugar al amor verdadero y comprensivo o a destrozarnos, lo que quieras. Me da igual mientras sólo me tenga que preocupar por el tío con el que me meta en la bañera... ¿Vienes?

Donovan termina de salir del agua templada, sin soltar la mano de Dale, a la que devuelve una mirada muy parecida a la que ella le está dedicando. Una mirada intensa, necesitada, que habla por si sola y da una respuesta afirmativa a la pregunta de Dale.
Es lo que los dos necesitamos... Un momento de paz y de tranquilidad para pensar en nosotros y como mucho en con quién estamos en la cama, para ser un poco egoístas y desinteresados a la vez... Después de todo lo que está pasando...
Niega con la cabeza y suspira, con una sonrisa triste en la cara.
No hace falta que hagamos nada que no queramos estando los dos juntos. Podemos ser nosotros mismos, dos chicos jóvenes, necesitados de cariño, sin tener que mentir ni engañar a nadie, sin tener que parecer fuertes mientras temblamos de miedo por dentro, sin pensar que cada una de nuestras decisiones puede llevarnos por caminos por los que no queremos ir... Ni sufrir las consecuencias de las acciones de los demás...
Poco a poco su voz va ganando en firmeza, en determinación. Quería lo que venía a continuación. Lo deseaba. Su cuerpo le gritaba que se llevara a Dale a la cama para llegar a ese placer juvenil que revitalizaba, su mente le gritaba que se llevara a Dale a la cama para alcanzar ese estado de paz en el que no hay que pensar, sino solo sentir... Y su corazón... mumuraba algo ininteligible, algo que Donovan no llegaba a comprender... y que quedaba acallado, de momento, por las voces mas fuertes del cuerpo y la mente.
Aquí estoy yo, desnudo solo para ti, dispuesto a entregarme en cuerpo a este momento... A agarrarme a estos minutos, estas horas como si fuera un náufrago en una tormenta, a olvidarme de todo lo demás y crear ese pequeño mundo que será solo para nosotros...
Acaricia ligeramente la cara de Dale con la mano que tiene libre y la desliza hasta la nuca, atrayendo a la australiana hacia si, lentamente, sin hacer fuerza, invitándola a hacer solo que ella quiera...

Como es de esperar, Dale no rechaza el beso al que Donovan la invita... Un beso que al principio no se atreve a mostrarse con la vehemencia que necesita... Quizás la chica haya oído el ténue murmullo entre el cuerpo y la mente de Donovan, y quizás había decidido ignorarlo tal y como él estaba dispuesto a hacer.

Rodeó la nuca del chico con un abrazo mientras se entregaba a los labios del actor, con creciente entusiasmo. Pasó las manos desde las mejillas hasta el abdómen, acariciando el cuello, el pecho y el torso a su paso con deliberada lentitud, buscando la ansiedad de su eventual "pareja".

- Todo ésto... Es un plató... Nada es real, no puede serlo, Donovan... - susurró, poniendo en situación al chico, transportándolo a una realidad mucho más cómoda sin despegar mucho los labios de los de él - Estamos en Paris... Acabamos de volver de salir de ésta... Ya te has dado la ducha para limpiar tu cuerpo y tu alma de lo que no necesitas de ésta experiencia... - depositó un suave beso junto a los labios, mientras otra mano le atusaba el pelo hacia atrás para que no le molestara en la cara - Sólo te has traído lo que querías a la ciudad de las luces... Seguramente ésta noche iremos a una fiesta de coktail... O a dar un paseo por los campos Eliseos con un termo de café caliente... - un nuevo beso, ésta vez en la línea de la mandíbula, cerca del oído - Y mañana nos despertará el sol en la cara, radiante y cálido... - pasó las puntas de los dedos sobre su rostro, bañándolo con una caricia que recordaba a aquella agradable sensación que era despertar besado por el sol complaciente y discreto de París - Después de eso... Lo que quieras, como siempre... Porque tienes una sonrisa que dan ganas de sacar, incluso a cambio de nada... - le sonrió y entonces fué que encerró sus atenciones en el cuello y hombro del joven...

Lejos de impacientarse o sentir una ansiedad creciente, Donovan se deleitaba con el trato lento de Dale, cada caricia desataba una nueva oleada de placer que Donovan disfrutaba al maximo.

Mientras Dale le iba contando donde estaban, el joven actor se dejaba llevar, se dejaba transportar a ese otro mundo mucho mas agradable en el que seguía siendo él mismo, compartiendo su tiempo con su "eventual pareja". Sus brazos rodearon el menudo y ligero cuerpo de la chica y fue acariciando su espalda, remarcando su contorno con dedos expertos y delicados, hundiendo las llemas en los trazos de los músculos, remarcnado cada lunar, cada peca... disfrutando con toda la feminidad de Dale... Has que ella comienza a besar su cuello, momento en el que su sangre se inflama y baja las manos con firmeza hasta las nalgas de la australiana. Las presiona con delicadeza, con las palmas abiertas, para avisar de sus intenciones... Y la levanta en peso, dejándo que ella entrelace sus piernas en torno a su torso y caminando de esta menra, sin dejar de besarse el cuello mutuamente, hasta la bañera mas cercana.

Apoyados entonces contra la pared, Donovan baja una mano por un segundo y abre el agua caliente, dejándola correr mientras deja correr también su deseo sobre la piel de su amante.

París es una ciudad hermosa, pero le haces sombra cada vez que vienes a verme Dale... Esta noche, cuando salgamos a los Campos Elíseos a pasear, disfrutaremos en silencio de la compañia de la Luna hasta que nos de por contarnos lo maravilloso que es ser jovenes... Y bailaremos al compás de una canción que nadie mas escuchará... Y me cantarás con tu voz de musa y yo interpretaré para ti versos de Byron...
El vapor asciende desde la bañera y se arremolina en torno a los cuerpos como lo hacen las palabras de Donovan en torno a los sentidos de Dale.

Dale se dejó enterrar en el placer que aquel actor le dió, de nuevo haciendo gala de un conocimiento envidiable de lo que provocaba el placer carnal más arrebatador. No hizo gala de un control tan absoluto como la última vez, en la que su increíble mente se centraba a la vez que su cuerpo en satisfacer su necesidad de vicios sobre el cuerpo de Donovan Dryden, pero fué un poco más cariñosa... Se notó en los besos con los que cubría el rostro del chico mientras hacían el amor, en la delicadeza ante la inseguridad de hacer algo que pudiera desagradarle (dudas que en la otra ocasión no albergaba)...

El agua templada les caía sobre la piel que ahora era una sóla, los jadeos y gemidos se perdían en el vapor, y los de ella sonaban como canciones, daba igual que dentro o fuera su inteligencia fuera sobrehumana... Su voz era una melodía digna de reyes cuando cantaba o amaba...

Sólo un beso llegó como respuesta a las ideas de Donovan, y tras eso, los minutos y las horas se fundieron con el vapor. Todo lo demás se había quedado fuera de la bañera...

Una vez el cansancio y el hambre vencieron en lo que debería haber sido una pausa para comer en situación normal, la australiana descansó un momento en los brazos de Donovan, recuperando el aire con el pelo mojado hacia atrás. Ese día había desayunado bien, y aunque tenía los ojos algo hundidos por el estrés y el síndrome de abstinencia, se notaba cierto vigor en su tez...

La burbuja en la que flotaban ambos estaba a punto de reventar, pues las agujas de hielo de la realidad no tardarían demasiado en hacerla estallar.

Donovan acariciaba la piel de la australiana con parsimonia y cuidado, rendido al cansancio que sobreviene después de una relación íntima en un ambiente cargado de vapor. Aún así, se sentía como Dale, con ciertas energías, con algunas ganas de volver a luchar con todo y todos.

Ese momento de paz y relajación era justo lo que necesitaban ambos para poder enfrentarse al día a día en que se iba a convertir su encierro. Y Donovan sabía que solo había sido el primero de muchos momentos que se harían mas necesarios que deseables... Si es que eso era posible con Dale.

Suspira, pesada pero tranquilamente, sin traza de agobio, antes de volver la vista hacia la puerta del baño en el que estaban.
Dale... Lamento reventar nuestra burbuja... pero creo que habría que volver afuera... He perdido por completo la noción del tiempo... y quiero saber como se encuentra Amber...

- Tienes toda la razón - asintió ella - . Yo también quiero verla.

Sin más, se levantó sobre la bañera y salió de ella, cogiendo una toalla y secándose para poder salir. Estaba distante... Parecía algo insatisfecha. Dos horas para una amante del Tantra no era nada... Pero sobre todo había sincera preocupación en sus ojos. No era difícil que alguien sintiera debilidad por Amber.

En el instante en que ella ya vestía su ropa interior, un acólito helado abrió la puerta del baño en que se encontraban y dejó ropa de Donovan sobre el inodoro. Elegida por su padre, claro estaba: Cálida pero elegante, algo más discreta, oscura y formal de lo que solía llevar el actor.

- El señor Arthur Dryden les espera en la mesa del comedor.

Algo decepcionado por la combinación de insatisfacción y la intrusión del acólito helado -que había abierto la puerta en lugar de atravesarla, cosa curiosa- Donovan empieza a vestirse también para acudir a la convocatoria de su padre.
¿Qué se traerá mi padre entre manos?...
Parecía pensativo, como si aquello que parecía tan sencillo se hiciera realmente extraño.
Es decir... ¿al comedor?... Seguramente habrán hablado entre todos o algo así. Por no decir que... Bueno...
Encoje un hombro mientras niega con la cabeza, evitando por completo el tema de la muerte de Alice. No tenía ganas de hablar de aquello ahora.
Supongo que mas de uno habrá reflexionado sobre nuestra situación. O eso espero al menos.

Una vez vestido por completo, se acerca hasta la puerta y apoya la mano en el pomo, con cierta reticencia, como reacio a abandonar el baño que les había servido de refugio temporal.
¿Vamos?

- Tu padre es un tío listo. Sabe que lo único que necesita la gente aterrorizada es que llegue un tío con un traje a decir "no hay nada de lo que temer". Lo tendrá chupado con ésta panda... O quizás no - se encogió de hombros y salió con Donovan de los baños, con toda la cara de querer fumarse un paquete entero de largos.

Tras la ducha y el pitillo, sin abandonar la cabina que separa tu desnudez del resto de la gran estancia que comprende los baños, atinas a oir que alguien entra con grande prisa y abre la tapa de un water. Tras un par de arcadas se oye una más visceral, y finalmente el chorreo de un vómito. Cuando la pobre persona que se ha debido deshacer acaba, tose un par de veces con vocecilla de niña y se dirige a los lavabos, que abre. Parece por lo que se oye que anda enjuagándose la boca, no era mala idea...

Sí. Aquella era la mejor sensación del mundo. Rodeado de hielo, en uno de los lugares más fríos de la Tierra, sin posibilidad alguna de huir de aquí... Y una buena ducha de agua caliente termina por hacer la situación de lo más agradable. Quince minutos bajo el agua. Es increíble el efecto balsámico que eso tiene sobre el cuerpo. Los músculos se relajan, los tendones se alivian, la mente se aclara... Perfecto. Y el cigarro de después lo remata. Y, además, en pelota picada. ¿Cuántas veces tiene uno la posibilidad de fumar recién duchado en pelota picada estando alojado en un hotel de hielo frecuentado por locos, asesinos, héroes milenarios con la fuerza de un carnero alimentado con anfetas... y todo lo demás? Realmente muy pocas. Y saber eso es cojonudo.
Pero la tranquilidad no tarda en romperse. Y, para variar, es imposible que no sienta preocupación por quienquiera que esté vomitando al otro lado del baño. Aunque ese timbre... ¿Parece una niña? Amber. No, es imposible que sea Amber, habría venido con alguien. ¿Dale, Renka? Podría ser cualquiera de ellas...
Salgo de la ducha enrollando la toalla en torno a la cintura y, antes incluso de ver de quién se trata, pregunto: -¿Estás bien? -y la preocupación es sincera.

Tosiendo todavía con ambas manos sobre el lavabo, Dale gira la cabeza a un lado en busca de tu mirada... Aunque baja los ojos desde los tuyos hasta los pies, recorriendo todo el intermedio a conciencia.

- Creo que ahora estoy mejor - afirma alzando las cejas, sin que sea necesaria una sonrisa para denotar picardía. Empieza a lavarse las manos - Perdona el espectáculo, bombón. Ésta de aquí - señaló el espejo - no se encontraba muy bien... Bufff...

Tenía el pelo algo húmedo y aún despedía un aroma a champú bastante agradable.

Normalmente una mirada como esa me descolocaría o me dejaría aturdido, pero después de haber recibido un golpe de Sanuye adquieres el súper poder de ver las cosas con una claridad apabullante. Bah, ¿a quién cojones quiero engañar? Sí, me pone nervioso. Lo noto en la forma de un leve cosquilleo en las palmas de ambas manos, que me obliga a cruzar los brazos frente al pecho para evitar que comiencen a temblar, aunque lo hagan levemente. Ahora la pregunta es... ¿Me pongo nervioso por ser ella, por la mirada o por qué? Da igual, Rewell. En serio, es que da igual, deja de pensar, que no te hace ningún bien.
-No te preocupes, no hay nada que perdonar, Dale -me acerco hasta donde está y la miro a través del reflejo del espejo, con el ceño ligeramente fruncido debido a la preocupación aumentada. No estamos hablando de cualquiera. Llego incluso a posar la mano sobre su hombro, aunque bien es cierto que algo tímidamente, pues el recuerdo de lo ocurrido ante el altar se cruza un momento en mi cabeza-. ¿Seguro que estás mejor? Si te ha sentado mal algo o si aún tienes molestia puedo acercarme a la enfermería a buscar alguna medicina...