Partida Rol por web

Turno Urzam

La oriental atacó a fondo, pero el tajo era tan evidene que resultó un juego de niños pararlo para Urzam. Las cadenas se enrollaron en torno a la hoja y la liberaron de las manos de la espadachina, que se encontró repentinamente desarmada. La cadena se clavó en el suelo, a pocos centímetros de donde Urzam esperaba a que esta la recogiera. La mano de la estudiante iaijuchu se movió con rapidez y ya atacaba de nuevo antes de que el enano pudiera contrarrestar eficazmente. Un desliz, pero uno superable:

-La fuerza ya la tengo; el descanso... eso ya pasó, pequeña guerrera, y no es algo a lo que volvería. El honor... no, por eso estoy aquí; el deber, de eso se más de lo que jamás podrás imaginar, mujer.- responde poniendo más énfasis a sus palabras vomitadas que a sus lances.

es verdad es 1d10+4 no se porque puse +5

Amemizu voló de mi mano... y yo sentí el frío... el desamparo al romperse nuestro vínculo físico... La espada, era el alma del samurai*....

Se clavó a su lado... desafiante y erguida cómo lo estaba yo... decidida y fuerte cómo lo era yo...y allí permaneció apenas el segundo en que oscilante por el movimiento brusco pareció llamarme... pareció buscarme con su zimbrear... Amemizu y mi alma me esperaban...

Aún perdí los ojos en los pozos de angustia de aquel enano... ojos almendrados que se afinaban en dos lineas negras... Y el giró fue brusco sobre su brazo y su cadena que ya se lanzaban hacia mí... y pelo dibujo el arco amplio del movimiento.. y el cuerpo encontró su alma...

Mi katana volvía a mi mano con suavidad... levantando una ligera nube de polvo al abandonar la tierra de aquel lugar... y en el movimiento ascendente volvió su tsuka a rozar mi pecho.. volvió su filo a destellar en aquel lugar con la promesa de su acero...

El deber de un hombre es seguir el camino justo... El deber de un hombre es ser fiel al Do y a lo que representa.. el deber de un hombre... es vivir con honor...... el filo de la espada se elevó a la bóveda que nos cubría... Y morir de igual modo...

El destello en los ojos negros le avisó del final.. y Urzam supo... y se mantuvo firme... Habría jurado.. que inclusó sonrió burlón... La katana le seccionó el torax...penetrando desde su hombro para dibujarle la muerte a través del pecho.... apenas la sangre manó de la herida... sorprendida aún por la rapidez del golpe, por lo mortal del filo...

El acero abandonó la carne torturada del enano para volver a respirar... para girar abrupto sobre mi cabeza y liberarse de los restos de su sangre.. para volver a su saya... cálido... La inclinación fue respetuosa... los pasos cortos me alejaron del cuerpo derrumbado en el suelo...

No soy...pequeña...

Exceletne combate rapido y mortal...y exquisitiamente roleado.

Arena Libre

Tras pasar el portal el joven Sebastian se encontó en medio de un campo exclusivo para la batalla. Curioso, miró a su alrededor mientras se preparaba sus armas..

Mientras se preparaba mentalmente para el combate, el batidor, flexionó sus músculos y miró con atención varias de las figuras que tenía frente a si. Quizás podría decidir su estrategia en función de lo poco que era capaz de observar...

-Adelante. Veamos que me podéis enseñar-

Con los brazos cruzados, esperó a su contrincante, mientras escuchaba atentamente las reglas del combate...

El humano que se hace llamar Sebastian entra con frialdad en la arena y saluda protocolariamente a su rival

Es fácil reconocerlo: Un humano de unos 180 cm de altura y complexión robusta. A su espalda un arco al lado de un carcaj cruzado entre si, su rostro semicubierto por un elegante pañuelo, en su mano lleva un arco echo de madera muy fina y viste unas sencillas ropas de viajero bajo las que se vislumbra una camisa de malla casi transluciente. De su cinto penden unas pocas pociones y una daga...

-No os propongo combatir a muerte. Pero si eso es lo que os proponéis, intentare daros una muerte rápida..- al mismo tiempo que ejecutaba estas palabras, que no sonaban ni mucho menos amenzadoras hacía una pequeña reverencia hacia su rival.

Urzam entró parsimoniosamente en el círculo, colocándose en su centro, desafiante. Su tétrica cadena pendía de su mano, como la herramienta de muerte que era, lista para descargar dolor y muerte sobre quien se la opusiera:

-¿Acaso hay algo por lo que merezca la pena combatir a parte de la muerte? ¿De qué le sirvió a tu adversario en la feria combatir por otro motivo? ¿de qué te sirvió a ti?- preguntó el enano con una inquietante expresión tras su máscara -Te concedo, ya que tanto te importa, sin embargo, que no lucho por la muerte... hay algo mucho más interesante en ti, pequeño. ¿Quién lo tendrá tras nuestro modesto intercambio?- preguntó Urzam, aferrando la cadena con maestría, listo para comenzar.