Partida Rol por web

Mi pj va a ser Lady Nemain Firestar, Daoine Shide.  Como todos los faéricos, vive por y para el drama y el glamour. Anteriormente miembro de la Corte Luminosa, abandonó a su marido, Lord Charles Clearwater, y a su Corte, por el entonces amante Liannan Shide (*) Lord Andrei Nightshadow. Como no podía ser de otra manera, en cuanto cambió de Corte, cambió los papeles, y su antiguo marido pasó a ser su nuevo amante. Drama, drama, drama. Andrei y Charles se llevan a matar y aprovechan cualquier oportunidad para montarla parda y retarse, como es lógico. Ya no es pelea por Nemain, es pelea porque se odian a muerte y es que te has sentado cinco centímetros más a la izquierda de donde a mí me parece apropiado. Nemain está en una posición muy cómoda: Charles la adora porque su oscuridad "intermedia" le resulta irresistible, y Andrei ve en ella una belleza luminosa que destaca en la noche eterna de la Corte Oscura. Nemain es una veleta, y los considera su ying y yang... así que se pasa la vida asegurándose de que no se pasan excesivamente el uno con sus intrigas sobre el otro.

Andrei es el Liannan Shide de Poe.

Como consecuencia de su traición a la Corte Luminosa,  Nemain es considerada muy poco de fiar por ambas cortes. Sus contactos se han visto severamente perjudicados, pero cree que le merece la pena por todo el drama que ha conseguido. Su vida es un cuento, una trágica historia de amores y desamores, y le encanta. Y esa es la razón por la que trabaja en la Brigada:  necesita los contactos. Le están ayudando a resurgir y recolocarse. Además, la Brigada es un poco como ella: gente que no es ni blanca ni negra, hace lo que tiene que hacer y son absolutamente magníficos. Es una posición cómoda, puesto que Ms Smith tolera sus tendencias Oscuras ya que es util a la causa, y Nemain sabe dónde está el límite para no sacar de esta amable posición a Ms Smith.

 Lord Charles Clearwater

Daoine Sidhe

Ex-marido y actual amante.

Si hay un defecto que pueda achacársele a Lord Clearwater es su obsesión por el protocolo. Su perfecto comportamiento en cualquier lugar y momento es su mayor virtud y probablemente también su peor defecto. En cualquier caso, es la razón por la que Nemain le escogió como pareja hace milenios... y también por la cual decidió dejarle por su notablemente más espontáneo -encantadoramente salvaje, diría en su momento- congénere y enemigo Lord Nightshadow.

Políticamente está muy bien posicionado en la Corte Luminosa. El abandono de su matrimonio por parte de Nemain le ha ganado aún más partidarios, puesto que ha despertado la compasión de sus iguales. Su posición como Capitán del 3º de Húsares sobre Pegaso(*) ha asegurado que jamás se dudara de su lealtad... además de proporcionarle unas excelentes habilidades como esgrimista.

2 de Abril de 1975, Viernes.

Las obras del teatro Gaiety no se destacaban siempre por su calidad, y en esta ocasión la representación no era un ejemplo de sus momentos más brillantes. Los actores eran un grupo que mezclaba virtuosismo con el tipo de talento que se podría encontrar en un representacion de aficionados. Sin embargo, a Lord Nightshadow le gustaban las representaciones donde se incluían feericos. Quizás gustar no era la palabra, era una mezcla de irritación, humor y orgullo ante las representaciones tan frecuentemente llenas de inexactitudes, ante la conjunción de admiración e incompresión hacia los feericos por parte de los escritores, que hacía que las viese con frecuencia. Incluso si sólo era para poder burlarse de ellas. En esta ocasión, sin embargo, no era únicamente la temática lo que le atraía de la obra, sino una de las actrices. Nuala Kenley poseía auténtico talento. Es más, poseía esa elusiva cualidad de algunos actores capaces de hacer que lo que ocurría en el escenario fuera más real, vívido e intenso que la vida real, capaz de hacer que el mundo desapareciera y sólo existiera lo que se mostraba sobre las tablas. Y para alguien de la naturaleza de Nigtshadow, aquello era tan atrayente como la luz para una polilla.

La visita a su esposa sólo había durado unos días, y se marchaba aquella mismo noche (unas horas antes de que su esposa tuviese que acudir a una cita con otro caballero que era casi su opuesto), pero en el carruaje de vuelta a casa desde el teatro estaba más silencioso que de costumbre. Distraido y pensativo. Casi como...hechizado.

Nemain llevaba en los labios la sonrisa condescendiente que concedía a los miembros del sexo opuesto. Hombres. Más aún: varones Leannan shide. Volubles, delicados, sensibles.

- Te marchas en un par de horas, querido, pero es evidente que ya no estás aquí -palmeó el asiento del carruaje, cuyo monótono traqueteo resultaba relajante-. ¿Estás, quizá, en el camerino de esa encantadora joven? ¿Tengo que ponerme celosa? -frunció los labios, a pesar de que era imposible que sintiera celos de ningún humano, a pesar de que no era raro que un feérico tuviera un millar de amantes mortales. No eran... reales. Eran cosas, objetos, caprichos. No contaban... salvo cuando era divertido hacerlos contar-. Quizá debería castigarte por tu desinterés.

Probablemente lo haga, palabras no pronunciadas que flotaron un instante en el ambiente.

Pensó en utilizar su Le Bombe particular, su pulla más ácida: Charles. "Charles nunca..." "Charles hacía..." No lo hizo, no era necesario. Andrei solamente estaba distraído.

Andrei salió de su ensimismamiento cuando Nemain le dirigió la palabra, y las palabras de su esposa le hicieron esbozar una sonrisa, divertido por los supuestos celos de su mujer.

-Le concederías demasiado crédito a una humana si creyeses que podría tener algo sobre tí. Y sé que no creerías algo así. -Cambiando de asiento, se sentó al lado de Nemain, cogiéndola de la mano y mirándola a los ojos-¿Quizás lo que quieres es que te demuestre mi afecto, mi querida esposa? ¿Una prueba de que no podría valorar a nadie sobre tí?-Posó sus labios sobre el hombro de Nemain, en un beso tan suave como insinuante-Aunque bien es verdad-dijo susurrando, sin apartar sus labios apenas de la perfecta piel de Nemain-que las noches solitarias pueden ser terribles para el alma de un hombre. ¿Quién sabe en qué tentaciones puede caer? Quizás deberías trasladarte durante un tiempo a América y vigilarme...muy de cerca.-Vivir un tiempo más cerca de él, sin las largas separaciones. Y lejos de Charles y del trabajo en la Brigada de San Jorge.

Nemain no pudo sino echarse a reír. La Brigada de san Jorge era un entretenimiento maravilloso para cualquier feérico y un punto de partida excepcional para recuperar su posición en cualquiera de las Cortes. ¡Contactos, contactos! Conoce la palabra adecuada y todo lo demás vendrá rodado. Había conseguido que Ms Smith la considerara un mal menor, y eso ya era un avance magnífico.

- ¿Mudarme contigo a América?¡Cielos, no! Sabes que no te soporto -sólo la sonrisa de sus ojos delataba que se trataba de una broma. Exteriormente se mantuvo impertérrita ante las muestras de afecto sensual de Andrei; él se creía irresistible como todo Leannan Shide, pero no había razón para echar más leña a la hoguera de su ego-  Tu alma no me preocupa ni lo más mínimo, la conozco hasta sus más profundas oscuridades y sé perfectamente que no hay nada que yo pueda hacerla que no se haya hecho ya a sí misma, y con gran insistencia y satisfacción he de añadir. 

Inclinó el rostro hacia Andrei, disfrutando del olor de su piel, del calor de su respiración, del tacto de su boca sobre la piel desnuda del hombro. 

- Controla tus impulsos licenciosos, pérfido -la sonrisa por fin escapó a su boca-.  El carruaje de una dama no es lugar apropiado para ellos -suspiró, finalmente rindiéndose a la verdad-. Te voy a echar de menos. ¡Has estado solamente una semana aqui! ¿Qué tiene ese continente sobrevalorado que tanto importe? ¡Si, lo sé -se respondió a si misma abanicándose afectadamente-! Ese poeta tan deprimente que tanto adoras.

Andrei podría decir muchas cosas sobre las cosas que tenían lugar en los carruajes de las damas, pero se limitó a sonreir con un cierto aire de decepción y a besar la palma de la mano de Nemain.

-Eres injusta con él, es un escritor maravilloso. Y tal pasión por su obra. Creo que si no estuviese a su lado ayudándole a escribir como escribe, se hubiera destruido a sí mismo con el alcohol. No es fácil encontrar a alguien como él, capaz de usar las sombras de la misma alma humana para causar horror, en lugar de algún fantasma o algún mostruo ridículo persiguiendo jovencitas.-Si algo era capaz de excitar a Andrei era hablar de las características de su artista elegido. Aún así se dio cuenta de que aquello no era precisamente de lo que Nemain quería hablar en aquellos momentos. Se inclinó para darle un beso en la mejilla, tan perfectamente casto como ella le había pedido-Aunque es verdad que la sociedad americana carece de la clase y sofisticación británica. Debo de estar perdiendo mis modales. Hace poco me han indicado que ya no sé comportarme en los carruajes de las damas.-dijo en broma.

El momento íntimo fue interrumpido bruscamente. Se oyó relinchar al caballo, y el carruaje dió un brusco giro, lanzándolos contra uno de los lados por la fuerza del movimiento. Andrei intentó abrazar a Nemain y protegerla con su cuerpo, aunque probablemente si ninguno se había golpeado contra nada había sido más por suerte que por su habilidad. Notaron cómo el coche se subía a la acera, antes de que el cochero, entre más de una maldición, consiguiera pararlo.

-¿Estás bien?-Le preguntó Andrei a Nemain, y tras comprobar que no parecía haber sufrido ningún daño, se bajó del carruaje, furioso.

Andrei era, sencillamente, encantador. Su sentido del humor, depurado, mordaz, elegante e inteligente siempre conseguía arrancar sonrisas a Nemain, y esta ocasión no fue una excepción.

- Soy injusta con él porque tú lo eres conmigo, abandonándome aquí - respondió. Y con la malicia caprichosa que le caracterizaba, giró el rostro para que el casto beso de Andrei cayera en la comisura de su boca. Ni sí, ni no, ni todo lo contrario; enfriarle cuando ardía, enardecerle cuando se enfriaba. ¿Porqué? Porque era divertido, ¿qué otra razón importa?

Y la delicada burbuja de intimidad estalló como una pompa de jabón. El abanico se le escapó de las manos, resbaló del asiento pero consiguió sujetarse a tiempo gracias a la fortuna y a la intención de Andrei.

- Sí, sí, sólo...- ¿Qué había pasado? El furioso feérico abrió la puerta del carruaje y salió hecho un basilisco; Nemain tardó un instante en reaccionar, recoger el abanico y salir tras él. Lo último que quería era protagonizar un escándalo, menos aún que ocurriera durante las últimas horas que Andrei estaría en Londres.

El cochero estaba de pie junto al caballo, dirigiéndolo caricias y palabras cariñosas, mientras la pobre bestia aún se movia nerviosa. Cuando vio salir a Andrei del coche, señaló un poco más atrás, donde un hombre estaba sentado en la acera, sujetándose el brazo con gesto de dolor.

-Salió corriendo de repente, no tuve tiempo de parar-se excusó el cochero.

Andrei se dirigió al hombre y lo obligó a ponerse de pie cogiéndolo por la chaqueta.

-Patán. ¿Se da cuenta de lo que podría haber ocurrido?
 

El hombre se dejó hacer sin presentar resistencia, y la brusquedad de Andrei hizo que dejara caer su bastón y alguna pequeña joya que debía llevar sujeta en la mano, que cayó tintineando sobre la acera.

-Discúlpeme. No...no lo entiende, es muy importante que me deje ir...Puede ocurrir algo terrible...-Intentó decir. Hablaba inglés con fuerte acento francés y tenía un aspecto tímido, y en ese momento un tanto asustado. Era obvio que no estaba acostumbrado a enfrentarse a la gente, y parecía ansioso por salir de allí. De repente parpadeó y pareció marearse y tambalearse y probablemente hubiera caído al suelo si Andrei no estuviera aún sujetándolo. Cuando se recuperó, miró a su alrededor, miró a Andrei y a las manos que aún le sujetaban como si se diera cuenta por primera vez de que estaban allí.

-[Francés]Monsieur, ¿qué está haciendo? Si pretende asaltarme, le daré lo que quiera, pero no me haga daño[/Francés]

Es un error común el pensar que un enemigo ha de ser, necesariamente, amenazador y maleducado.  Nemain distaba mucho de comportarse de manera agresiva o abiertamente hostil con los humanos, de hecho solía ser considerada, amable y melosa si la situación lo requería.  Creía firmemente en la amabilidad como método para ganarse la confianza de sus futuras herramientas.

- Lord Nightshadow -terminado el momento de intimidad, se dirigió a su esposo por el apellido, como correspondía-. Esto es innecesario.

El suave tintineo de un pequeño objeto llamó su atención, y dirigió la mirada hacia la fuente del sonido, curiosa. Ante la segunda intervención del francés frunció el entrecejo con desconcierto. ¿Qué había pasado?

-  [Francés] Caballero, por favor -pidió-. No sugiera que lord Nightshadow sería capaz de semejante fechoría - suplicó con cortesía, manteniendo una sonrisa amable que contrastaba con las ganas que sentía de abofetear a ese patán por atreverse a tratar así a un feérico-. Acaba usted de chocar violentamente contra nuestro carruaje. ¿Es que no lo recuerda? ¿Está usted en shock? Qué terrible... por favor, permítame ayudarle.[/Francés]

Ayudarle... sí, seguro. Convencerle para tomar un té y enterarse, curiosa, de cómo era posible ese cambio de idioma y casi de personalidad. Puso la mano sobre el antebrazo de Andrei, una muda petición para que soltara a aquel patético hombrecillo. No era piedad, pero lo último que quería eran miradas inapropiadas sobre ellos.

Aunque Nemain siguió con la mirada la fuente de aquel tintineo, al principio no pudo encontrar nada. Cuando comenzó a volver la cabeza para mirar al hombre, el reflejo de la luz de gas sobre una superficie pulida la alertó del lugar donde había caido un pequeño colgante negro. No era extraño que no lo hubiese visto, jade, plata y perlas en la noche no era algo que llamase la atención. Una joya de luto, un relicario con unas flores en la parte delantera, y un pequeño mechón de pelo castaño en su interior.

Nightshadow aceptó la muda petición de su mujer de no crear un escándalo y soltó al hombre, aunque seguía molesto por lo ocurrido, y no parecía entender qué interés podía tener Nemain en aquel hombre, que no sólo había estado a punto de  provocar que tuvieran un accidente con su imprudencia, sino que además le había confundido con un vulgar ladrón.

El hombre por su parte, parecía encontrarse confuso y desorientado, y volvía a sujetarse el brazo herido, que aunque no parecía haberse roto, probablemente había golpeado contra el carruaje.

-[Francés]¿Un choque? Yo...no lo recuerdo...supongo que es cierto que estoy en shock...Espero que no hubiese ningún herido. ¿Entonces el caballero sólo pretendía ayudarme? Tiene que disculpar mis  modales.-Le dijo a Andrei, que aspiró hondo, asintió y no le dijo ciertas cosas a aquel impertinente insufrible, lo que podía considerarse una proeza de autocontrol. El hombre miró a su alrededor, al parecer, intentando orientarse. Al no conseguirlo, incluso giró sobre si mismo, mirando a los edificios y las calles, aparentemente de nuevo sin éxito, por lo que se dirigió de nuevo a Nemain, a la que había ido acercándose imperceptiblemente y alejándose de su esposo. Daba la impresión de que incluso después de disculparse con Andrei, el gesto adusto que Nightshadow tenía en aquel momento seguía imponiéndole un poco-Tengo la impresión de que me he perdido. Siendo como son extranjeros, quizás no puedan ayudarme, pero ¿no sabrían por casualidad cómo llegar a la Avenida Jean-Jaurès desde aquí?[/Francés]

Curiosa, como todo feérico, tomó la joya. Aquí estaba pasando algo extraño, algo inquietante y desconcertante, algo mágico. Un cuento, una historia, estaba teniendo lugar... y Nemain no pensaba resistirse. 

Se giró, tratando de aplacar a su esposo.

- Gracias, milord, por vuestra gentileza -le dedicó una breve reverencia-. [Francés]Y ahora, mi querido señor -se giró hacia el humano-, levantáos.[/Francés]

Levántate, criatura. Ocultas un misterio y ese misterio entretendrá mi vida un par de días te guste o no.

- [Francés]Veo que estáis muy confuso, caballero -continuó-. Estamos en Londres -le guió con suavidad hacia dentro del carruaje, no pensaba permitir que se le escapara-, y el extranjero aquí sois vos. ¿No reconocéis allí el perfil del palacio de Buckinham, caballero? Habréis sufrido un shock. Permitid, por favor, que os ofrezca un refrigerio. Mi humilde morada no está lejos. Que no os inquiete mi señor esposo, os aseguro que es un ángel.  Decidme, ¿os llamáis...?[/Francés]

¡Un hombre que de pronto, se creía francés, había olvidado que hablaba inglés y pensaba que estaba en otra ciudad! ¡Un colgante misterioso! Era excitante.

La idea de Nemain era clara. Lleva al francesito a su casa, interrogarle, sonsacar todo lo que pudiera... y después, y sólo después, avisar a Ms Smith.

El hombre se llamaba Achille Sauveterre, y en ese momento, en casa de Nemain y con una taza de té y unas pastas delante, parecía la misma imagen del desconsuelo. No recordaba cómo había llegado a otra ciudad, ¡a otro país! No recordaba donde se suponía que debería estar y no tenía apenas dinero o un lugar a donde ir. La presencia de Silent, a la que de cuando en cuando lanzaba disimuladamente miradas preocupadas tampoco contribuía a tranquilizarlo. Daba la impresión de que la única razón por la que no se echaba a llorar era por estar en presencia de unas damas.

Por su parte, Lord Nightshadow había encontrado un tanto ofensivo que su mujer, que sólo unos momentos antes le recriminaba la forma en que parecía olvidarla por un novelista americano, olvidara ahora su presencia y su pronta marcha para distraerse con su nueva mascota. Aunque como siempre, el mal humor de Nightshadow, al menos en lo que tenía que ver con su mujer, solía durar poco tiempo, y había acabado por aceptar con buen humor el capricho más reciente de su esposa. A pesar de ello, había informado a Lady Firestar en un aparte, que Lord Nightshadow esperaba una compensación por la falta de atención de esta noche. Y que quizás en futuras visitas tuvieran ocasión de explorar las costumbres americanas respecto al uso adecuado de los carruajes de las damas.

Y como había límites para el aburrimiento que podía soportar, incluso en nombre de la educación, se disculpó con el que ahora era su invitado por no atenderle, poniendo como excusa la necesidad de prepararse para su inminente viaje, y le dejó en manos de su mujer y de la doncella de ésta.

-Me temo que sigo sin recordar cómo he llegado hasta aquí-Le dijo a Nemain, hablando de nuevo en inglés. Habiendo descubierto que estaba en tierras de la Reina Victoria, suponía que sería más adecuado adoptar el lenguaje de aquella tierra.-¿Quizás debería acudir a un médico? No noto ningún golpe, pero quizás me golpease la cabeza durante el accidente.-La miraba esperanzado, con ojos de cachorrillo, deseando alguna respuesta que le asegurase que todo iba a salir bien.

Andrei tenía razones para estar molesto, y Nemain juró, perjuró, prometió y reprometió que le compensaría. Incluso le concedió un par de minutos muy impropios tras disculparse un instante mientras sus sirvientes acomodaban al recién llegado francés en la salita de té azul.

Sentada, finalmente, frente a monsieur Sauveterre, le sonrió con dulzura. El hombre parecía completamente perdido. Maravilloso.

- Oh, sí, por supuesto. Mi impresión, mi querido señor -le ofreció una taza de té- es que ocurre algo extraño. No se preocupe, caballero; será usted mi invitado hasta que todo esto se aclare.  Silent, por favor, sé tan amable de encargarte de que el servicio prepare los aposentos verdes para monsieur Sauveterre.

Sonriente, dulce, encantadora, frunció los labios en un gesto de preocupación.

- Le veo muy preocupado, caballero. Quizá necesite algo más fuerte que el té -le retiró la taza de las manos y la sustituyó por una copa de brandy. El alcohol es un amigo parlanchin-. No se preocupe, creo que podré ayudarle a recordar. Hagamos una cosa: cuénteme todo lo que recuerda. ¿Qué es lo último que le ocurrió antes de despertar en Londres?

Tan silenciosa como su nombre indicaba, Silent salió a obedecer las órdenes de su señora. Sauveterre miraba a Nemain con una débil y avergonzada sonrisa de agradecimiento. Una dama tan amable y caritativa, tenía tanta suerte de que alguien le socorriera en estas circunstancias.

- Yo...no sé como agradecerle lo mucho que me está ayudando. Ah, no debería-Dijo Sauveterre mirando la copa que le habían puesto en las manos-Pero supongo que un poquito me ayudará a calmar los nervios.-Más que un poquito, le dió un buen trago a su vaso, e inmediatamente se puso a toser, con las lagrimas aflorando a sus ojos. Alargó la mano hacia su servilleta, y Nemain vio unas marcas rojas en forma de línea que rodeaba su muñeca, como abrasiones.-Discúlpeme, no estoy acostumbrado a los licores fuertes. Lo último que recuerdo...Su...ehm...quiero decir el Señor Odagiri fue tan gentil como para aceptar celebrar el año nuevo en casa de mi hermana...-En ese momento pareció recordar algo.-Ah, Su...ehm ...quiero decir...Estoy actuando de acompañante para mi pupilo en su gira por Europa y...Necesito hacerle saber lo que ocurre. Debería mandarle un telegrama. Y quizás también al consulado Japonés en París.

Como una araña tejiendo su tela, Nemain esbozó una sonrisa amable al francés. No se le escapó ese "Lo último que recuerdo...Su...ehm...quiero decir el Señor Odagiri". ¿"Su"? Esto mejoraba por momentos.

- Mi querido señor Sauveterre... esta historia es muy interesante, como sin duda lo ha sido toda su vida. Póngame en antecedentes -botarate atontado-, se lo ruego. ¿Quién es usted, allí en la hermosa France? ¿Quién es su sin duda bella hija? ¿Quién es ese señor Odagiri?

¡Abril! ¿Fiesta de fin de año?Y esas abrasiones... ¿Qué diablos ocurría allí?

- Por supuesto, por supuesto. Todo lo que necesite, mi querido señor -trató de ganar algo más de tiempo para conseguir información-. Pero por favor, comprenda que sería un escándalo presentarnos en un Consulado estando usted tan nervioso... será mejor esperar unos minutos a que se asiente -esbozó una sonrisa encantadora-. Cuénteme mientras tanto, quizá así la memoria vuelva a usted y le sea más fácil realizar el informe.

-¡No, no, nada de escándalos!-Contestó asustado ante las palabras de Nemain-Pero...bueno...quizás se pregunte dónde estoy. No me gustaría que pensase que falto a mi deber. El Sr Odagiri es mi pupilo. Soy especialista en literatura oriental, ¿sabe usted? Aunque no es que se paguen grandes sumas por ese tipo de conocimiento.-Sonrió timidamente, excusándose por ¿no dedicarse a otro campo?¿Por no ganar más dinero? ¿por la falta de aprecio por la cultura oriental? Al cabo de un rato con Sauveterre, uno acababa teniendo la impresión de que se pasaba la vida en un intento de disculparse por el mero hecho de ocupar espacio.-Supe que la madre del Sr Odagiri estaba buscando a alguien para instruirlo sobre idiomas y costumbres occidentales y creí que eso me daría la oportunidad de viajar al país y acceder a textos y escritores del país para mi estudio. Del País del Sol Naciente, quiero decir, de allí es el Sr Odagiri. Y debo reconocer que disfruté instruyendo al muchacho. Tan rápido, tan despierto y curioso. Aunque no es de extrañar siendo como es...-Sauveterre se interrumpió y miró a Nemain, intentando desesperadamente encontrar una forma de terminar la frase que no fuera la que había estado a punto de decir-de una familia de grandes talentos.-terminó.-Y ahora que ya es un adulto, ha querido conocer esta Nueva Europa de la que tanto ha oído hablar a su maestro. Me pidió que lo acompañara como guía y traductor.-Era evidente que Sauveterre se sentía orgulloso del muchacho, y de la confianza que parecía mostrarle. Parecía más confiado y alegre de lo que se había mostrado en todo el tiempo que Nemain lo había conocido. Lo que no era muy dificil. Pero el hablar de sus responsabilidades hizo que recordara su situación actual, y sus ánimos volvieron a decaer-Y lo he dejado sólo en otro país. No...no van a estar muy satisfechos conmigo.