Partida Rol por web

El segundo de más en el beso no pasó desapercibido. Sï, un liante, un liante encantado de conocerse.  Y pese a los intentos de la mujer de no seguirle el juego, no pudo evitar sonreír ante el divertido sarcasmo y la ácida malevolencia de sus comentarios. Ocultó la boca tras el abanico, pero la sonrisa seguía en sus ojos.

-  Por lo que dicen de usted, caballero, no hay manera sobre la faz de la Tierra en que una situación que le incluya no pase por inapropiada - respondió sin aspereza, clavando sus ojos en los de él puesto que a fin de cuentas aquello era un duelo de voluntades-. Si de verdad le preocupa mi reputación,  abandone este balcón y vuelva con la joven artista. Si es que es capaz de encontrarla entre la manda de lobos, quiero decir invitados- ahora sí, sonrió ampliamente-.Imagino que resultaría descarado por mi parte hacerle notar -entrecerró los ojos, sonrió de nuevo y   cerró el abanico, posando los labios sobre él- que para un observador externo que desconozca cuán dulce e inocente es usted, pudiera parecer que ha buscado una provocación trayendo a la joven artista a la puesta de largo de otra dama. Imagino que resultaría descarado -repitió, pendiente de la reacción del bellaco- así que será mejor que no lo diga.Diré, por contra, que la joven artista es tan bella como talentosa. Sin duda ha sufrido usted un disgusto al darse cuenta de que ha empañado la velada de su anfitriona.

-¡Señora, qué mala opinión parece tener de mí! ¡Qué clase de malas lenguas difunden esos infundios!-Consiguió decir, con expresión sorprendida y herida y casi, casi, sin sonreir-Pero me alegro que no haga observaciones descaradas. Sería muy inadecuado para la esposa de un ejemplo de virtud y saber estar como Lord Clearwater hacer cosas tan impropias como observaciones descaradas. Aunque tiene usted razón en que he dado, quizás una impresión equivocada.-Nightshadow, conseguía, cuando quería, parece tan inocente como un corderito. Aunque por supuesto, Nemain sabía bien que el lobo estaba acechando bajo aquella piel-Sólo pretendía que la reunión fuese aún más interesante. Sepa que mi acompañante era una de las artistas favoritas del finado conde de Rorschard. Inclusó llegó a mandarle carta y flores en alguna ocasión. Cuando Marion supo que iba a venir a esta fiesta, no pudo evitar recordar como después de la muerte del conde, su viuda le mandó un carta. Imagino que comunicando su aprecio por una artista con la que su marido tanto había disfrutado en vida. Fue Marion quien se ofreció a acompañarme, y yo no pude pensar sino que el encuentro de estas mujeres que tanto se apreciaban sería realmente conmovedor. Pero parece que la condesa no lo ha visto de la misma manera. No logro saber por qué. Quizás alguien como usted, Lady FireStar, mejor versada en cual es el comportamiento adecuado en toda ocasión, pueda instruirme en qué fallo he cometido.

Tras el abanico, la cara de Nemain pasó de la sorpresa al asombro, del asombro al escándalo, del escándalo a la risa y de la risa a la seriedad fingida. ¡Cómo era posible que hubiera traído a la amante del difunto a la presentación en sociedad de la hija! ¿Qué tipo de depredador social era capaz de crear tal caos solo por el mero placer de verlo?

- Se me ocurre una cosa más que la correctísima esposa del excelente duelista Lord Clearwater podría decirle, caballero. Concretamente, como bien pide usted, la razón de su terrible error social.

Se inclinó sobre Nightshadow.

- Sencillamente, es usted un bellaco - lo susurró en un tono tan dulcísimo que casi sonaba como un halago. Estaba segura de que para Nightshadow lo sería.

No se dio cuenta de que ella misma estaba tentando a la suerte para crear exactamente el mismo tipo de caos social que Nightshadow... exactamente sólo por el placer de ver hasta dónde podía llegar. Le sonrió con desafío divertido, como provocándole para que se atreviera a indignarse.

En los ojos de Nightshadow, Nemain pudo ver el interés por ella. No era amor, un hombre como él no caería rendido como un adolescente tras unas pocas palabras de una mujer hermosa. No era simple deseo, incluso si probablemente ese sentimiento también formaba parte de ello. Nightshadow estaba intrigado por aquella mujer  que le devolvía golpe por golpe en su juego, y rechazaba sus provocaciones. Probablemente se trataba, simplemente, de que se había con una diversión interesante, en lo que iba a ser una jornada de baile aburrida y convencional. Pero aún así, la feérica había capturado la atención de Nightshadow. Ante el "insulto" de Nemain, sólo esbozó una sonriza irónica, y en un susurro de confidencia, aprovechando su cercanía, contestó

-Me recuerda usted la habilidad con la espada de su señor esposo, me llama bellaco...Cualquiera diría, Lady FireStar, que me teme. Y sin embargo, déjeme decirle que no hay nadie con quien pueda estar más segura. Jamás he tomado nada que no me fuera ofrecido gustosamente, jamás he puesto la mano encima de alguien que no lo desease Temerme, señora, sería como temerse a sí misma. Ve cómo está a salvo conmigo. ¿O acaso puede tener miedo Lady FireStar de desear, y pedir, y ofrecer, lo que Lady Firestar no debería desear, ni pedir, ni ofrecer?

Ese fue el fin de su encuentro ese día. Nightshadow se separó de ella, dedicándole una sonrisa y una reverencia, y se unió a los demás invitados en la sala de baile. Ese, no fue, sin embargo, la última vez que tuvo noticias de él. Dos días después, una de sus doncellas, una Banshee, apareció en su puerta con un ramito de flores y una nota. Campanillas y guisantes de olor, unas flores pequeñas y humildes que significaban agradecimiento en el lenguaje de las flores, y estrellas de Belén, que significaban perdón y expiación. Y una nota que decía:

Gracias por nuestra edificante discusión sobre modales y comportamento apropiado. Atesoraré en mi memoria durante largo tiempo todo lo que aprendía aquella noche y lamento cualquier comentario inapropiado.

A.N.
 

Charles se había marchado el día anterior con su compañía, en una misión que lo tendría fuera varias semanas, así que no vería las flores, ni tendría la oportunidad de hacer preguntas, incluso si el ramo y el mensaje resultaban más curiosos que sospechosos. Nemain se preguntó si Nightshadow lo sabía, si no lo sabía y no le importaba o quizás no lo sabía y había esperado que su señor esposo indagase sobre el significado de aquellas flores, igual que había llevado a la cantante de ópera sólo porque lo había considerado divertido.

Mientras observaba las flores, y pensaba en la respuesta, o falta de ella, se dio cuenta de que algunas de las flores que había tomado por estrellas de Belén, no eran tales. En realidad se tratada sólo de dos o tres, por debajo de las demás, y era fácil confundirlas y pasarlas por alto, siendo ambas flores pequeñas y blancas, con cinco pétalos delgados y triángulares. Pero donde las Estrellas de Belén significaban expiación, las flores de lima significaban fornicación. Uno de esos errores y despistes a los que Lord Nightshadow tan propenso se declaraba.

El encuentro con Nightshadow había hecho la fiesta aún más interesante, y Nemain se fue de allí con la sensación de que podía pasarse horas jugando a las pullas verbales con el feérico. No quiso darle más importancia -  se obligó a no darle más importancia- y trató de olvidar aquel encuentro. Por suerte o por desgracia, Nightshadow no estaba por la labor. La recepción de aquellas flores provocó sensaciones encontradas. Por una parte, admiraba la capacidad para ser impropio con tal elegancia. ¡Qué obra maestra de la sutileza, de la acidez, de la malevolencia artística! Por otra, ¿cómo se atrevía?  ¿Osaba coquetear con ella después de haberle visto del brazo de una cualquiera? ¿Quién se creía que era?

Tamborileó sobre la mesa con la tarjeta. ¿Quería jugar? ¡Muy bien, pues jugaría!  Y por el Cielo que a ese juego pensaba ganarle; vapulear su orgullo como sólo la malevolencia de una mujer podía hacerlo. Se sentó en el escritorio, acomodándose, y abrió el tintero como un caballero desenvainaría su pistola de duelo. Tomó un pliego con su membrete y escribió con pulcritud:

Viendo como en tan hermoso ramo habéis entremezclado expresiones de perdón y deseo, sólo puedo suponer que este ramo iba dedicado a la señorita Marion, y que tal vez vuestra última manifestación de tal deseo debió ser tan torpe que habéis de disculparos por ella. Mi consejo es que la próxima vez, vayáis más descansado a vuestro encuentro con la dama.

Asumiré que el que le habéis enviado a ella carece de flores de lima, y que es el que iba destinado a mi persona. Gracias por ese hipotético ramo y quedáis disculpado de cualquier comentario inapropiado que inconscientemente se escapara de vuestra persona.

Lady Firestar

O sea, ninguno, puesto que todos eran más que conscientes. 

Releyó el texto. La alusión a las disculpas por una torpe actuación sexual cruzaban la frontera del comedimiento y avanzaban varias leguas por el terreno de lo escandaloso. Pero no había podido evitarlo; tan pagado de sí mismo en sus capacidades de cintura para abajo estaba todo varón que apuntar ahí era  una certeza casi segura de conseguir una pulla dolorosa. Se echó a reír, imaginándose la cena enarcada y la primera expresión de sorpresa - no se reconocería que ella misma había enarcado una ceja al recibir el ramo-.  Si ese Nightshadow pensaba que ella era una damisela amedrentable, que perdería las enaguas por la primera mirada lujuriosa con la que se encontrase, iba a llevarse una sorpresa. El duelo -si bien no de pistolas- había comenzado.

Despidió a la banshee y esperó el tiempo máximo socialmente aceptable para agradecer un regalo, antes de enviar la nota de vuelta.

La respuesta no tardó más que un día en llegar, escrita en un papel de carta con los bordes negros. Sobrio y formal, aunque más propio de cartas de condolencia que de simples misivas comunes.

De nuevo parece que a mis errores correspondeis con una inmerecida gentileza. Pues si en nuestro reciente encuentro en la casa de la Condesa de Rorschard tuvisteis a bien corregir mis maneras en sociedad, ahora amablemente os ofreceis a darme lecciones en mis maneras en la intimidad. No puedo sino inclinarme ante el saber de una dama, que estoy seguro conoce en profundidad el deseo y sus expresiones, puesto que tan dispuesta está a impartirme su conocimiento sobre esos temas.
Y sin embargo, tendreis que disculpar mi torpeza, pues a vuestra generosidad sólo he podido darle una respuesta incompleta, ya que efectivamente, en el ramo que iba destinado a usted, se vieron mezcladas las flores inadecuadas. Sólo puedo entonces ofrecerme a completar mi muestra de aprecio, y hacer voto de aprender mi lección para la próxima vez. Para ello, he decidido memorizar toda planta y flor de Inglaterra, y espero jamás volver a cometer tan lamentable error. ¿Quizás Lady FireStar quiera encontrarse con su alumno en los Jardines de Kew, para supervisar que las lecciones son correctas, y poder recibir las flores perdidas? 

-Lord Nightshadow me ha ordenado que le diga, que entenderá si teme al encuentro. Y puede rechazarlo con total libertad.-Dijo la mensajera.

Nemain lanzó una carcajada al leer la nota, tornándola en una sonrisa de desafío a la banshee al añadir ésta el comentario. Temor. Recordaba las palabras de despedida del Leannan Shide sobre temerse a sí misma. ¡Qué bufón descarado, cómo se atrevía! ¡Debería rechazar la propuesta del encuentro!

Sí, debería.

Pero no lo haría.

- Vaya, a tu señor se le da muy bien mostrar consideración -nótese que "mostrar" podía leerse tanto como "manifestar sinceramente" o como "fingir"-. Cuán lleno de nobles sentimientos sin duda se halla -añadió sin poder evitar un retintín sardónico. Estando a solas con la sirviente, pensó seriamente en callarse o continuar, pero finalmente la vena malévola reprimida en compañía de su esposo escapó:-. Y cuán satisfecha ha de sentirse la señorita Marion, sobre la cual sin duda los derrama a menudo -una peligrosa y delicada combinación de dobles sentidos que habrían hecho a Charles ahogar un gañido de sorpresa y desagrado.

Charles. Que tan alegremente se había marchado a jugar a los soldaditos, despreciando con un gesto casi paternal su preocupación. ¿Qué necesidad tiene un feérico, que lo diga el Cielo, de ir a arriesgar su existencia al frente? Ninguna. Todo es vanidad. Se sintió molesta, francamente molesta. Te marchas, Charles, y me dejas aquí aburrida y sola, languideciendo en Londres, todo por verte persiguiendo sueños de gloria innecesarios sin preocuparte por el sacrificio que a mí me supone.

Y con el órdago de la banshee, Nightshadow no le dejaba otra opción que acudir. Si no acudía, sería como aceptar que se rendía, que se temía. Antes muerta. La rabia por el abandono de Charles fue la última onza desequilibrando la balanza.

- Muy bien, dile a tu señor que tengo un par de horas libres pasado mañana tras la cena. Se las cedo, con la esperanza de que esta vez sepa disculparse -al menos le quedaba la satisfacción de decidir ella el día y hora.

La casualidad quiere que disponga de un par de horas para que podáis quedar satisfecho al entregarme las flores que deseéis. Las aceptaré -probablemente, puesto que después de vuestro primer error prefiero asegurarme antes de llevármelas-, aunque temo que dejaré en manos más apropiadas las de enseñaros las lecciones sobre la flora de nuestro bello país. Dedicar mi tiempo a tal tarea implicaría pasar un exceso de tiempo con vuestra persona, y espero que sepáis comprender que la recta esposa del recto Lord Clearwater debe dedicar su tiempo a compañías capaces de diferenciar entre la amante de un finado y la patrocinada de un mecenas.

-No sabría decirle, señora,-dijo la Banshee, aceptando su nota con una sonrisa y una reverencia-todas sus humanas me parecen iguales.

La misma Banshee era la que la esperaba en la entrada de los jardines al día siguiente a la hora acordada, para conducirla a un jardín cercado por muros de piedra cubiertos de enredaderas, cerrado con un pesado portalón de hierro. Al entrar, el jardín así delimitado, se encontraba el visitante con un gran estanque cubierto de plantas acuáticas, alrededor del cual había caminos de arena y grava, junto a los cuales había plantados toda clase de plantas y flores estacionales.

Nemain tuvo que recorrer toda la longitud del jardín hasta poder encontrar a Nightshdow, sentado a una de las mesas de piedra dispuestas allí para que algún visitante, o más probablemente los dueños originales del jardín, pudieran disfrutar de la comida rodeados de aquella naturaleza domesticada y transformada. La mesa estaba cubierta con un mantel blanco, en el centro del cual había un ramillete de flores de lima en un jarrón. Se habían colocado platos y cubiertos para dos personas, y la comida probablemente esperaba en una cesta de picnic que tenía al lado, cubierta con unas servilletas. Por todas partes a su alrededo; en el suelo, apoyados en los macizos de plantas, prendidos entre la hiedra; decenas y decenas de ramos y ramilletes de flores: había rosas de todos los colores y variedades, estrellas de belén y campanillas, lirios, magnolias, camelias, peonias, jacintos, tulipanes...un jardín dentro del jardín.

Cuando Nemain se acercó, Nightshadow cerró el libro que estaba leyendo, un tratado sobre flores, y le sonrió, invitándola a sentarse en un banco de piedra junto a la mesa, frente a él.

-Pensé que sería mejor asegurarme de no equivocarme esta vez. Pero quizás me he excedido. ¿Os apetecería comer algo para daros fuerzas? Puede que la selección de las flores que creais apropiadas os lleve un rato.

Nemain se guardó bien de mostrar asombro, aunque lo sintiera. Asombro, admiración, irritación y otra miríada de sentimientos contradictorios. El jarrón de flores de lima era una provocación, así que hizo como que no lo había notado.

- ¿Voy a tener que escoger mi propio ramo y fingir que lo ha escogido usted? - preguntó con diversión, sentándose en el lugar que la ofrecían-. En ese caso, creo que deberíais ponerme en la mano eléboro, hierba de san antonio y tamarisco a partes iguales. Quizá no sean muy hermosas, pero en este caso resultarían bastante honestas.

Se acomodó, cerró la sombrilla y la apartó a u lado. No pudo evitar sonreír a Nightshadow.

- Acabo de cenar pero nunca le digo que no a un postre extra.

Maldita sea, el bellaco le caía bien. Había que reconocerle que era interesante, para bien y para mal. No podía evitar dejar ver la admiración por el pequeño escenario floral que había preparado... ni sentirse suspicaz. ¿Qué tendría en mente? Mejor verlo.

- Me ha citado aquí con la promesa de una disculpa, caballero. Le escucho - dijo plácidamente, deseando ver a dónde iba todo esto. ¡Y ese descarado jarrón de flores de lima!

Nightshadow cogió una pequeña fuente del interior de la cesta y le sirvió a Nemain varias tartaletas de limón, para a continuación coger para sí mismo un sandwich de carne.

-Buena elección, mi cocinero es un mago de los postres. Puede que no lo crea cuando pruebe esas pequeñas maravillas, pero antes servía de cocinero en un barco militar. Un auténtico desperdicio de talento del que yo le rescaté.-Comentó, mientras lamía de la punta de sus dedos unos restos de azucar-Y hablando de elecciones, no pretendo que finja nada mi estimada dama, mi regalo no sólo son unas flores. Mi regalo también es la oportunidad de escoger. Siempre he creído que las personas deben tener la oportunidad de tomar sus propias decisiones. Con todos los riesgos, y todas las oportunidades y ventajas que eso depara.-Esa última frase, vino acompañada de una sonrisa que alguien menos educado que Nemain hubiera calificado de sugerente.- Aunque-continuó, llevándose la mano al corazón con una teatral expresión de sentimientos heridos.-debo reconocer que esperaba otra elección. Le concedo el eléboro, no sería la primera vez que alguien me acusa de comportamiento escandaloso. Usted misma me llamó bellaco, si mal no recuerdo. Y le concederé la hierba de San Antonio. Al contrario que el escándalo, jamás nadie me ha acusado de ser modesto. Aunque he de decir en mi defensa, que si se aprecia la modestia en nuestra sociedad, es sólo porque los mediocres odian que se les recuerde su falta de talento, y no veo razón para complacerlos. Pero le niego el tamarisco. Jamás he hecho nada que se pueda considerar ilegal. Oh, he hecho cosas que algunos consideran inmorales, -dijo, desestimando sus propias palabras con un gesto y un movimiento de mano, como si sus inmoralidades fueran carentes de importancia-pero qué se puede considerar moral o no, al igual que la moda, no es más que cuestión de opinión. Y al igual que la moda, prefiero hacer mis propias elecciones. Además, ¿qué moral debería seguir? ¿La humana? Por favor, fíjese en sus propias historias de ejemplo. Dios los encierra en un jardín y les niega el conocimiento. La serpiente se ofrece a liberarlos y les cuenta la verdad. Eva lo acepta, y le ofrece lo mismo a Adán. Y los humanos, en lugar de alabar la generosidad de la serpiente y la inteligencia de Eva, las condenan. Y Adán, ese patán, es visto como una víctima por permitírsele escoger ser liberado, en lugar de vivir como un perrillo faldero bajo el capricho de su Dios. Los que siguen ese tipo de pensamiento la condenarían por el simple hecho de estar aquí. A pesar de no estar haciendo nada más impúdico que comer unas deliciosas tartaletas de limón. Probablemente le dirían que pasaría mejor su tiempo en su casa, tejiendo calcetines para su marido y leyendo historias devocionales. Y me atrevo a decir, puesto que está aquí en lugar de en su casa tejiendo calcetines, que también comparte mi opinión. Al menos, en que hay formas más interesantes de pasar la tarde. Y respecto a esa disculpa, sinceramente le pido perdón si algún comentario mío la ha incomodado.- Aunque por su expresión, la disculpa iba acompañada por una cierta incredulidad porque Nemain se sintiera tan facilmente incomodada.-Y también, por traerla aquí con falsos pretextos. Confesaré que mi intención no era sólo darle las flores. Mi propósito principal era disfrutar de su compañía durante la comida. Me resulta de lo más interesante, de una forma que no había esperado, y que rara vez me ocurre. Y me gustaría comprender por qué. Quizás el tiempo en su presencia me permita resolver el misterio.

No había manera de negar que el cocinero de Nightshadow era un artista. La tartaleta era ácida pero dulce, ligera pero consistente. 

- Mmmm -no pudo evitar dejar escapar un gañido de satisfacción.

Escuchó las declaraciones del shide sin poder evitar sonreír. Era tan descarado que resultaba... apropiado. Encantado de conocerse, conocedor de las normas sociales y decidido a conseguir un órdago a cualquier precio.Como un abogado, retorcía la verdad con tanta delicadeza que resultaba imposible llevarle la contraria. O desear si quiera llevársela.

El descaro de su interlocutor era tal y estaba tan gloriosamente construido que resultaba hechizante. Había hecho de lo Inapropiado -con mayúscula- una forma de vida.

- Veo que no pierde usted el tiempo. Cuando quiere algo, lo coge: sin importarle el qué dirán - analizó para sí en voz alta. Permaneció pensativa un par de segundos antes de continuar-. Una actitud a la que no le negaré valentía, pero que quizá resulte un tanto insensata si pretende mantenerse a flote en la delicada sociedad londinense.  Puede que usted desprecie las normas sociales -evitó dar su propia opinión sobre dichas normas- pero si quiere jugar a ese juego, tendrá que aceptarlas.  Su actitud de bellaco irreverente no permanecerá eternamente sin consecuencias, por mucho que su sonrisa derrita la mayor parte de sus problemas. Tarde o temprano morderá más de lo que pueda tragar, ¿no lo encuentra preocupante?

Ella, desde luego, le veía un claro final: tarde o temprano alguien con un sable de acero y mejor esgrima pondría punto y final a los envíos de flores de lima.

-Y que mi compañía, la compañía de la esposa del muy recto -sonrió una vez más, divertida- lord Clearwater, le resulte interesante a alguien como usted... me choca. Me sorprende terriblemente. Me hace preguntarme qué puede haber detrás de esa intención, inicialmente tan inocente. ¿Qué tenemos en común, usted y yo, que pueda hacer de nuestra reunión algo interesante? Salvo el franco interés por las habilidades de su cocinero - miró la cesta como quien mira el cofre del tesoro. Ese hombre era magnífico. ¡Si era capaz de hacer eso con un limón, lo que haría con unas fresas!

Divertido, Nightshadow deslizó la cesta hacia Nemain, pero para desilusión de ésta, dentro no había más postres que las restantes tarptaletas de limón, y el resto del contenido estaba compuesto por sandwiches de carne, queso, fruta y una botella de vino y un par de copas, que tomó Nightshadow. Llenó las dos y puso una delante del plato de Nemain y se quedó con la otra.

-¿Preocupante? Mmmm, no demasiado. ¿Qué es la vida sin un poco de emoción? ¿Privarse de toda diversión, de toda aquello que me complace, a cambio de la aceptación social? No estoy seguro de que merezca la pena o que no sea una falsa seguridad. Usted considera que la sociedad londinense castiga a los que no cumplen sus reglas, pero es cuestión de cumplir su papel en la sociedad. Los caballeros irreprochables deben mantenerse siempre virtuosos, o como Lancelot, su caída será para siempre y lo único que se verá será su mancha. En cambio, los pecados de los canallas, siempre que se hagan con aplomo y estilo, no son sólo esperados, sino celebrados y admirados. ¿Quien habla de Robin Hood como otra cosa que un héroe, a pesar de ser un ladrón y un delincuente? Las hazañas de Casanova pueden ser tan criticadas en voz alta como admiradas en petit comité. La sociedad londinense dice complacerse con la moralidad y la modestia, pero si con algo disfrutan es viendo caer a los ejemplos de virtud. Todo el mundo comete pecados, y las personas honestas les recuerdan lo que no son, y deben hacerlos caer de su pedestal, ponerlos a su nivel. En cambio, los granujas los divierten sin amenazar su ego. Aunque hay límites. Al bufón se le permite reirse de las miserias de la corte, pero no cambiarla. Uno puede disfrutar de la compañía de mujeres como Marion en público, pero si tu amante es una dama respetable, no deberías exhibirte con ella. La sociedad londinense sabe y participa de esos asuntos, pero vive cómodamente fingiendo que no existen. Y por supuesto-añadió con una sonrisa-pocos maridos enfadados poseen espadas de hierro frío, lo que siempre resulta reconfortante.

Cuando Nemain mencionó a su marido, Nightshadow hizo una mueca, molesto por la alusión.

-No he tenido mucha ocasión de tratar con su marido, pero le aseguro que cuando elijo disfrutar de la compañía de una mujer, no lo hago en base a las características de sus esposos. Aunque por lo que sé de él, empiezo a pensar que, al igual que mi cocinero en su barco de guerra, la esposa de Lord Clearwater está siendo despercidiada con su muy recto y aburrido capitán de caballería.-Antes de que Nemain pudiera replicar, Nightshadow suspiró y levantó los brazos en señal de rendición-No, no se moleste, lo retiro. Ya sé, ya sé, estoy seguro de que el capitán tendrá en privado todo tipo de extraordinarias cualidades que sólo usted puede ver, y será todo lo apasionado, espontáneo y cálido que no es en público.-Dijo, en el tono de quien ha oido cantinelas similares miles de veces.-Pero respondiendo a su pregunta, mi interés en usted es simplemente usted. O más bien, lo grato de su compañía. Lo malo de ser una persona tan poco modesta como yo, es que encuentras pocas personas que consideres a tú nivel. Igual que puedes divertirte con las gracias de un perro, pero elegirás a un humano para hablar de arte o cultura, la alta sociedad londinense está llena de personas que me resultan de lo más entretenidas. Pero de vez en cuando, deseo la compañía de alguien que esté a mi altura.

Aunque quiera, no se puede vivir de postres. Suspira al revelarse el contenido de la cesta y toma una pieza de fruta para acompañar el vino.

No había manera de negarle a Nightshadow cierta verdad universal en sus palabras, y aún así aceptarlas parecía inapropiado. Pero para que un Moriarty sea tan glorioso ha de haber un Sherlock Holmes; y Oberón sería un Tuatha De Danu cualquiera sin El Adversario al otro lado del espectro.

- Observo que pese a todo, parece usted tener una delicada percepción de las sutilezas sociales -sonrió.  El comentario sobre Charles hizo que tamborileara con el abanico cerrado, divertida, antes de añadir-. En realidad, no tiene razón para sospechar que estoy siendo desperdiciada, al menos si me considera su igual. Resultaría razonable pensar que de la misma manera que es usted discreto con sus amantes de calidad, yo pudiera haber encontrado un equilibrio similar - en realidad, Nemain no tenía amantes, y encontraba más que gratificante el saberse el miembro conflictivo de la pareja. Charles era... vaya, ¿cómo había dicho Nightshadow? Apasionado, espontáneo y cálido. Bueno, espontáneo, espontáneo... y apasionado, no es que no fuera excesivamente... ¿cómo decirlo? No se le podía achacar falta de bueno, nada en realidad, pero quizá sí un... acomodamiento. Con el paso de los años, la seguridad aplastante de Charles había ido extinguiendo los fuegos de la espontaneidad.  Nemain podía contar con absoluta seguridad con que recibiría un ramo de flores -doce rosas rojas- y una joya -collar y pulsera o pero no y pendientes y anillo- en cada fecha importante, de la misma manera con que podía contar que nunca lo recibiría fuera de fecha. 

Se le quedó mirando, dudando si creerle o no.

- Muy bien, le interesa mi persona. Lo puedo entender, yo misma me considero interesantísima -se echó a reír, divertida-. Pero ocurre que puesto que ni usted ni yo tenemos excesivo interés en satisfacer las expectativas sociales, ninguno de los dos es un buen conversador.  Usted muestra un desaforado interés por los dudosos malentendidos y yo por la acidez en las respuestas. ¿De qué podemos hablar que no provoque un conflicto irresoluble? Nuestras razas tienen vidas extensas, y sería un incordio que acabáramos siendo enemigos de por vida.

-De nosotros, por supuesto. Ya debe haber notado lo feliz que me siento hablando de mí mismo, me considero un tema apasionante.-Contestó Nightshadow, continuando la broma de Nemain- Pero ya lo he hecho bastante por un día, y puesto que ya he satisfecho su curiosidad, y ha dicho que se considera un tema interesante, sería justo que correspondiera satisfaciendo la mía. Ahora mismo, siento curiosidad por saber la razón por la que ha venido. ¿Que ha decidido a la Señora de Clearwater, satisfecha con su vida, su marido y sus numerosas e interesantes compañías fuera del matrimonio, a acudir a la cita con un bellaco que le envía flores de lima y le hace comentarios inapropiados?

La feérica se lo pensó cuidadosamente antes de contestar. Su interlocutor era un liante, y cualquier palabra sería vuelta en su contra. Finalmente, optó por la sinceridad: se encogió de hombros y sonrió.

- Parecía una manera interesante de llenar la noche de hoy -levantó los dedos y fue enunciando-. Lord Clearwater se encuentra fuera de la ciudad, lo cual me libra de la soirée semanal en casa de sus amigos. En el Royal National Theatre este mes representan Romeo y Julieta, y detesto a muerte esa ñoñería. El Royal Albert Hall está todavía con Turandot, y ya la ví la semana pasada. Mis amigos están casi todos en sus casas de campo. Y usted es una innovación interesante, así que, ¿porqué no venir? No conozco a muchas personas capaces de enarbolar el descaro con, vaya, tanto descaro. Tengo curiosidad por saber hasta dónde es capaz de llegar.

Nightshadow recibió la declaración de Nemain con una sonrisa y una expresión que parecía satisfecha.

-Entonces, señora mía, tendré que esforzarme para que este encuentro resulte lo suficientemente interesante para convencerla de lo satisfactorio de mi compañía como entretenimiento.
 

Su primer encunetro a solas se prolongó durante algún tiempo aún. Probablemente Nemain encontrase que la compañía de Nightshadow era, efectivamente, un entretenimiento satisfactorio, puesto que no fue el último y con el tiempo Nightshadow fue ascendido de compañía curiosa e intrigante a amante, y más tarde, convertido en su esposo. Aunque eso, claro, era otra historia.

Nemain se sentó frente a la escribanía de plata. Había sido un día muy largo, y necesitaba despejarse. Ahora que estaba a solas, los temores y miedos generados por la visión de lo que podría ser un laboratorio de experimentación de feéricos salieron a la luz. La sola idea de imaginar a Charles o a Andrei en una de esas jaulas le producía náuseas. ¿Qué hacer? ¿Avisarles? Pero Charles era un hombre muy obcecado, y de saber dónde se estaba metiendo Nemain, trataría de intervenir. Y eso quizá atrayera la atención de la Logia - sin darse cuenta había comenzado a creer que el responsable de todo era una Logia, una comunidad en las sombras, poderosa y sutil- y acabara por ello en esa mesa espantosa de metal. Pensó que tal vez sería razonable enviar a Marcus una nota a ser abierta sólo a su muerte -la de Nemain-, o a la desaparición de Charles. O quizá dejar un sobre con instrucciones a su abogado. Aún tenía mucho en que pensar. ¡Y todavía estaban a lunes! El sábado y la fiesta aparecían en un horizonte tan, tan lejano...

Mi queridìsimo Andrei:

Las cosas en Londres se han puesto de lo mas nocivas. No puedo explayarme en los detalles mucho más por carta, pero me urge saber si disfrutas de algún contacto fiable en alguna logia hechicera. Hay vidas en juego.

En otro orden de cosas, mas alegre, mi última tarea para la brigada me ha conducido un antro extraordinariamente revulsivo. Conociéndote imagino que hubieras disfrutado la estancia allí, no sólo había dados sino apuestas de boxeo -criminales y obreros portuarios inmersos en innecesaria violencia a causa del vil metal-, y probablemente otras bajezas a las cuales no tuve acceso. Me entrevisté con uno de los púgiles, un patán tan descarado que habló con nosotros a pecho descubierto... Y menudo pecho, que horror estético. No he visto tanto vello en un perro, ¡que criatura grotesca! Te lo juro, Andrei, hasta la Morrigan hubiera girado el rostro. ¿Los hombres de esa condición están tan cerca de los animales hasta en el físico?

 El camarero no fue mucho mejor, tuvo la osadía de sugerirme que mi marido podría estar pasando el tiempo en semejante antro. De acuerdo, ambos sabemos que podrías, pero coincidirás conmigo en que espetarme esa grosería a la cara estaba fuera de lugar. Fue terriblemente insultante e indelicado. Y puesto que no estabas allí para defender mi honra, sino espoleando a ese escritorzuelo de tres al cuarto, habrás de compensarme. He visto una preciosa tiara de rubíes en esa joyería tan coqueta junto a la iglesia de St John que bastará para que te perdone.

¿ Cuándo volverás a pasar otra estancia en Londres? Quizá cuando termine este asunto me decida a viajar a ultramar una temporada.

Hizo una pausa. Sí, alejarse del horror de las jaulas y los símbolos religiosos...Aún sentía el pecho tamborileando, el corazón desbocado a cincuenta por hora (*). Como feérica, sentía el drama acercándose, acechando.

No tenía mucho más que contarle a Andrei. En realidad, no había pasado casi nada que le pudiera interesar, pero de alguna manera la inquietante prisión de feéricos había hecho sentir a Nemain vulnerable. Vulnerable por ella y por aquellos a quienes había dado por supuestos.

Tomó un pliego nuevo.

Si llega el día en que esta carta es abierta, se debe a que o yo, Nemain Firestar, o alguno de los miembros de mi raza más cercanos a mí, ha desparecido o ha sido hallado muerto. Llegado ese momento, es mi deseo que esta nota sea cuanto antes leída en presencia de los restantes supervivientes, siendo las personas implicadas mi esposo, Lord Andrei Nightshadow; mi ex-marido y buen amigo Lord Charles Clearwater, mi fiel confidente Silent y el apoyo de Charles, Marcus Skylight, que tanto me detesta pero cuya lealtad hacia Charles no puede ser mayor.

Alguien está secuestrando feéricos. Mi desaparición probablemente tenga que ver con que, por fin, la curiosidad ha matado al gato y he mordido más de lo que podía tragar. No me preocupa particularmente la incertidumbre de mi destino; visto lo que he visto, sé qué final me aguarda. Si mis intuiciones son correctas, habré sido diseccionada -si tengo suerte- o viviseccionada -si no-. Pero mi deseo - y si estáis leyendo esto es mi última voluntad, y sería una terrible falta de cortesía llevarme la contraria- es que ninguno de los que ahora escucháis sufráis la misma suerte que yo. Cuento con que los sensatos lord Skylight y Silent tengan la cabeza y habilidad para impedir que aquellos a quienes tanto aprecian cometan una estupidez. Cuento con que esas dos cabezas sensatas hagan lo más lógico, que es convencer a las restantes de que abandonen Londres inmediatamente hasta que otros cuyas vidas no me importen hayan solucionado este asunto y Londres vuelva a ser seguro para los de nuestra especie.

No obstante, si ocurriera que no sólo he desaparecido yo, sino que lo ha hecho alguno de los indicados en esta carta, ruego a los fidelísimos Silent y lord Skylight tengan el deseo de rescatar a su señor o su fiel amigo del infortunado final que hagan todo lo posible por conseguirlo. Por tanto, llegado este momento, la lectura de esta carta ha de interrupirse hasta que lord Nightshadow y Lord Clearwater abandonen la sala. Puesto que imagino que su terquedad será la habitual, me permito el lujo de recordarles que estamos hablando de mis últimas voluntades, y que espero que no olviden la cortesía mínima que me deben. 

Como decía, espero que Lord Skylight y/o Silent se empeñen en este rescate. Habrán de perdonarme el egoísmo de empeñarme en mantener a salvo a mi marido y a mi antiguo esposo y de desdeñar su propio bienestar, pero nunca he sido tan noble como aquellos que me rodeaban, como Lord Skylight ha tenido a bien recordarme siempre. 

A este fin, estoy llevando constancia de los acontecimientos y notas más relevantes de la investigación en un cuaderno que permanece oculto en la parte de atrás de una marina que hay en mi dormitorio. Silent, úsalo si debes y entrégaselo a Lord Skylight si es él quien desea buscar a Charles. Os suplico que no permitáis que les ocurra nada malo a aquellos a quien he entregado mi corazón.

N.F.

Metió la nota en un sobre pequeño, el sobre pequeño en un sobre mayor, y en él añadió también una nota para su abogado.

El contenido del sobre menor ha de ser leído inmediatamente a los supervivientes a mi muerte o desaparición, o a la muerte o desaparición de una de las siguientes personas: Andrei Nightshadow, Charles Clearwater, Silent, Markus Skylight. Bajo ningún concepto a apoderados de los anteriores, sólo a sus personas físicas y en la más estricta intimidad.

Nemain Firestar, a X de X de X. Londres.

Cerró cuidadosamente el sobre.Permaneció intranquila, pensando en las palabras de Patín y en cuán vivo parecía el constructo... Podría acaso animarlo energía robada de un feérico?