Partida Rol por web

Sin duda esto era una oportunidad maravillosa para congraciarse aún más con Ms Smith, o al menos conseguir que la vieja arpía dejara de fruncir la nariz.

- Veo, caballero, que este asunto es muy importante para usted. Da la casualidad de que tengo una conocida en... bueno, digamos una posición cómoda solucionar asuntos -comentó con delicadeza-. Voy a enviarla una nota, y probablemente ella pueda encargarse de localizar a ese señor Odagiri suyo. Porque intuyo, señor mío, que no es ningún cualquiera... y como solía decir mi antiguo esposo, circunstancias especiales requieren tratamientos especiales -sonrisa amplísima, dulcísima, limpísima.

Y en su bolsillo, el curioso colgante. 

Se levantó a y tomó una campanilla. Casi inmediatamente, un sirviente apareció; tras pedirle papel y pluma volvió a servir la copa del francés.

- Así que vino a Londres con su pupilo. ¿A dónde fueron? ¿Con quién?

Estimada Señorita Smith:

Ha llegado a mí un caballero cuyas especiales circunstancias pueden ser de su interés. Le ruego acuda inmediatamente.

Lady FireStar

- ¿Quién más sabía que usted y el joven señor Odagiri estaban en nuestra ciudad?

-No, no, nunca viajamos a Londres. París fue nuestra primera parada. Fue una consideración hacia mí, hacía al menos dos años que no visitaba mi patria. Llevamos allí varios meses y el Sr Odagiri mencionó que quería trasladarse pronto, pero aún no ha decidido cual será nuestro próximo destino. -Si Sauveterre no recordaba haber viajado nunca a Londrés, menos podría recordar dónde encontrar a Odagiri si estaba en Londres, o los detalles de la visita a la ciudad. Ese, al menos, era un camino cerrado.-Prometimos a Kamo-sama... quiero decir Lady Kamo, mantenerla informada de nuestro itinerario. Además, ella administra la asignación del Sr Odagiri.

- Observo, mi querido señor, que tiene usted una lamentable fuga mental -fingió preocupación para ocultar su excitada curiosidad-. Si me permite, me gustaría ayudarle. Ocurre que soy una aceptable mesmerizadora, y creo que quizá podría encontrar alguno de sus recuerdos ausentes en lo que mi encantadora dama viene -le entregó la nota a un sirviente con la orden de ir en carruaje y no volver hasta obtener una respuesta o la presencia de Ms Smith- y soluciona todos los aspectos burocráticos de este asunto.

Le quitó la copa de las manos y sacó su reloj. Comenzó a balancearlo lentamente delante del preocupado francés.

- [Francés]Quiero que mire este péndulo, señor Sauveterre. Quiero que inspire hondo... se relaje... siga el sonido de mi voz... retroceda a París... ¿ve París, mi querido señor? ¿Ve la avenida Montmartre?[/Francés]

El Señor Sauveterre, tan influenciable como un cachorrito, y bajo los efectos combinados de la confusión por su situación, la dulzura y el encanto de la feerica y probablementa también del brandy que ya empezaba a enrojecer sus mejillas. Presentó tanta resistencia al mermerismo de Nemain como podía haber presentado un trozo de mantequilla a un cuchillo caliente.

-[Francés]La avenida Monmartre...Sí...[/Francés]

Nemain sonrió, y su sonrisa ahora tenía poco de la encantadora dulzura de antes.

- La avenida Monmartre. ¿Es de día? ¿Hay nubes? -con cada respuesta que el hombre la ofrece, Nemain va pintando un lienzo mental más y más preciso-. A su lado está el señor Odagiri, Su... ¿"Su" qué? Descríbamelo. ¿Hay alguien más con ustedes?  ¿Hacia dónde van?

La feérica emplea su voz más hechizante.  Su dominio del Glamour le permite doblar la realidad con suavidad hasta hacer creer al humano que efectivamente, está en Monmartre. El cielo parisino brilla tenuemente, cuajado de estrellas. Acaba de lloviznar, y el aire huele a humedad.

París, La Ciudad de la Luz. Una ciudad de cultura, de arte; una metrópolis educada y sofisticada. Todas cualidades excelentes para mostrar a un joven pupilo que desea aprender los modos de Nueva Europa. Un pupilo que siente respeto por su maestro y es entusiasta con sus enseñanzas.

París, La Ciudad del Amor. Interesarse por la cultura y los artistas es una buena cualidad para un joven, aunque quizás no todos los artistas son como personas exactamente igual de respetables. No es que el señor Sauveterre pudiese dictarle nada a su pupilo, y era encomiable que mostrara tanto interés como para pasarse noches enteras debatiendo en los cafes con sus amigos artistas, y especialmente cierta joven poetisa de largos cabellos negros cuyos poemas parecían haberle cautivado. Pero la noches parecían dejarlo lo suficientemente cansado como para que cuando llegase al pequeño piso que habían alquilado, durmiese hasta pasado el mediodía, y Sauveterre hubiese preferido que su pupilo le acompañase a un mayor número de museos y academias durante el día, o a visitar puntos históricos.

Sauveterre se mostraba franco, relajado, y sólo algunas preguntas parecían hacer que se inquietara lo suficiente como para dudar a contestarlas. Su descripción de Odagiri se limitó a un "alto y de pelo negro", y el "Su" quedó sin respuesta.

La sesión se prolongó lo suficiente como para dar tiempo a Andrei a marcharse, tras entrar a despedirse de su mujer. La visión del hipnotizado señor Suveterre provocó un susurrado comentario sobre las interesantes aficiones de Nemain. Lo suficiente también, como para dar tiempo a la llegada de Ms Smith. Acompañada, según le anunció el criado, por el Señor Von Callahan

La despedida de Andrei fue breve, debido a la situación, pero mereció la pena. Antes de separarse le hizo jurar que la escribiría -como siempre-, le prometió que le echaría de menos y le premió con un tierno beso.

Después, la nota rápidamente garabateada a Charles avisó de un imprevisto excitante y una súbita reunión de trabajo, con el deseo de terminar brevemente y poder reunirse con él cuanto antes.

El arrullo de la voz de Nemain desvaneció suavemente las inquietudes de Sauveterre. Estaba a salvo, entre amigos, en París. No había nada de lo que preocuparse. Y así, el Sr Odagiri pasó a ser Su Alteza, Tsuguhito, y la descripción de su pelo y su altura se añadieron una gafas tintadas con las que usualmente intentaba disimular sus ojos dragoniles en su estancia en Nueva Europa.

Qué cena tan interesante. Un profesor de literatura amnésico, un genio de la mecánica con la cara de Adonis, un crimen de naturaleza misteriosa y lo que se suponía que iba a ser un encuentro íntimo con su esposa... con su amante, que se había convertido en una reunión social en la casa del que consideraría su mayor enemigo, si el título no significara darle a aquel hombre una relevancia que no merecía.

Sauveterre, agotado por los acontecimientos y las emociones, había aprovechado la hospitalidad de Nemain y se había retirado a la habitación preparada para él. Von Callahan tenía una casa a la que volver y una anciana madre que le estaría esperando preocupada, que sería de su pobre hijito, aún fuera de su hogar a aquellas horas, y se había marchado a ...hacer lo que fuera que hiciese alguien de su caracter cuando llegaba a su casa. Dormir, probablemente. Apretar tornillos en alguna máquina, quizás. Y Clearwater estaba terminando su coñac en la salita azul, una de las pocas habitaciones de aquella casa que soportaba. La mayoría de las demás tenían aquel ambiente oscuro y recargado, tan teatralmente melodramático, tan como...tan como alguien de un terrible mal gusto y una completa falta de modales y una absurda insolencia impropia de alguien con el más mínimo conocimiento de su posición. Aunque quizás no desprovisto completamente de cierta sensibilidad por lo auténticamente meritorio, teniendo en cuenta algunas de sus elecciones.

Se sentó al lado de Nemain, y dejó el vaso sobre la mesa.

-Un príncipe dragón desaparecido. No es algo que ocurra todos los días, ni algo que puedan hacer simples ladrones. Enredarse en este asunto puede ser más peligroso de lo que compensa lo que puedas conseguir.

Nemain sonrió, divertida.

- Querido, no voy a pasarme toda la vida aburrida solamente porque sea lo más seguro. Todo este asunto me resulta deliciosamente excitante -añadió, visiblemente interesada-. Me aburro con facilidad, ya lo sabes, y los problemas tienen algo que me resulta irresistible - hundió los dedos en el cabello de él, acercó el rostro e inspiró. El olor familiar de su piel resultaba reconfortante y maravilloso. Metió la mano bajo la chaqueta de Charles... y para su decepción no buscó desabrochar ningún botón, sino quitarle la pitillera de oro. La abrió, cogió un cigarro y la devolvió a su sitio.

- Además, tengo interés en ese chico, el Adonis sin clase. Creo que tiene un gran potencial, y me resulta tan ridículamente entretenido...  Lo cual me recuerda, Charles querido, ¿sigues teniendo la misma excelente relación con Butler & Wilson? - una de las joyerías donde Charles solía comprarle caprichos cuando estaban casados-. Tenemos que investigar el asunto de la joya .

No dijo nada sobre que evidentemente, un joyero encantado con la cartera de Charles sería muy hablador. No mentaría algo tan tosco como el dinero, pero la pregunta le permitía a Charles desentenderse si así lo deseaba.

Retuvo la mano de Nemain un instante antes de que guardase la pitillera en su bolsillo y cogió un cigarrillo, para después encender el cigarrillo de Nemain y el suyo propio con un fósforo

-Tiene que existir existir algún termino medio entre pasarse la vida aburrida y lanzarse contra los enemigos de un señor dragón. He oído que algunos consideran los clubes de damas y el bridge como pasatiempos de lo más aceptable.-dijo, con cierta severidad en la voz y una ceja levantada en un gesto de incredulidad, aunque no insistió más. Sabía que Nemain no era fácil de convencer cuando se empeñaba en algo. Y hacerla desistir de algo que parecía haberla excitado tanto era una lucha perdida. En lugar de eso, consideró la pregunta sobre la casa de joyería. Si la ayudaba, al menos tendría la ocasión de mantenerse al tanto de lo que ocurría. Y protegerla en caso de que hubiera algún peligro. Era evidente que quién se suponía que tendría que mantenerla a salvo no era digno de esa labor, y no pensaba confiarle semejante responsabilidad. En lo que a él concernía, no era digno de nada que tuviera que tuviera que ver con ella, pero eso no estaba en sus manos.-Mis tratos con Butler & Wilson se redujeron notablemente tras nuestra separación. El vestuario de un caballero no necesita demasiados aderezos de joyas. Estoy seguro de que si hay algún sitio en Londres en el que pueda encontrar alguien que se lamente sinceramente de nuestra ruptura, es en su establecimiento. Se alegrarían de volver a verme. ¿Quizás quieras una nueva cadena para el reloj que te regalé? Sigues usándolo, ¿no es cierto?

La feérica se tuvo que tapar el rostro con el abanico para no echarse a reír a carcajadas tras el comentario del bridge como pasatiempo aceptable. Charles tenía razón, como siempre; era un hombre sensato y cabal... y precisamente por eso se había divorciado.

- No he dicho que vaya a lanzarme contra nadie, Charles. Asomarse a curiosear es muy diferente de tirarse de cabeza a los problemas, ¿no te parece? Además, sabes perfectamente que las partidas de cartas son agotadoras cuando Lady Evershine está todo el tiempo mirándome por encima del hombro y haciendo referencias a las ganas que tiene de echarte el guante. Me ofende profundamente que hable de ti como si fueras un semental de carreras, querido - verdad parcial, porque también era cierto que lo encontraba divertido. Y como se sentía particularmente traviesa y estaba a solas con quien tenía muchísima confianza, sonrió con dulzura y añadió, buscando escandalizarle-: A fin de cuentas, ella no tiene manera de saberlo. ¿O sí?

Sacó el reloj y lo balanceó ante su exmarido.

-Siempre lo llevo encima. Tu gusto para los aderezos es extraordinario, Charles -asintió sinceramente-. Me encantaría aprovechar la oportunidad para volver a visitarlos... y escuchar qué pueden decirnos sobre aquella joya funeraria.

-Lady Evershine debería encontrar temas de conversación más apropiados-Dijo, irritado, acabándose el coñac. Para luego añadir, con un suspiro resignado-Quizás debería rechazar la invitación para Flowery Hills, pero Marcus lleva semanas insistiendo para que vaya-tenía que referirse a Marcus Skylight, primo de Lady Evershine y uno de los mejores amigos de Charles. Habían servido juntos, probablemente se habían salvado la vida el uno al otro varias veces, y hasta ahora, Charles jamás había mostrado otra cosa que entusiasmo cuando era invitado a su casa de campo, ante la idea de pasar el fin de semana cabalgando juntos por sus tierras, cenando con los familiares y los amigos a los que Lord Skylight solía invitar a estas jornadas y cazando en los bosques cercanos. La relación de Skylight con Nemain jamás había tenido la misma cercanía y complicidad que tenía con su marido, pero siempre la había tratado con la cordialidaz y calidez que se le debía a alguien importante para su amigo. Por supuesto, las cosas habían sido distintas después del divorcio. Lord Skylight jamás había permitido que nadie insultase el nombre de Lady FireStar en público, pero no se había molestado en ocultarle a Nemain que, en lo que a él concernía, cualquier cosa que se dijera de ella era merecida, y la única razón por la que no consentiría habladurías era para proteger el buen nombre de su amigo.

Charles cogió el reloj en su mano y lo miró, satisfecho, antes de devolvérselo a Nemain.

-Estaré encantado de acompañarte cuando desees pero, ¿no crees que tu...marido...-parecía que la palabra aún se le atragantaba-objetará a que seas vista en público en mi compañía? No es que a mi me importe su opinión.

- Odiaría que te privaras de ningún placer -respondió Nemain, y no podía ser más sincera-. Y menos por los comentarios inapropiados de una mujer que, como es lógico, encuentra en ti un hombre atractivo, fascinante e irresistible - Charles había sido un encanto, se merecía que le acariciaran el ego un rato- cuya cartera le convierte en alguien aún más deseable. Lord Skylight es como un hermano para ti y así ha de continuar siendo, Charles. 

A pesar de lo que piense de mí. Al menos es un caballero, y su compañía te hace bien.

-Ve, disfruta de su estancia, goza de la compañía de tu buen amigo y camarada y diviértete esquivando a esa arpía cursi. A fin de cuentas, ¿quién puede juzgarla por anhelar ocupar tu corazón? 

O cualquier otra parte de tu cuerpo. Te has convertido en un trofeo muy codiciado, Charles... ¿quién lo hubiera dicho? La etiqueta de pobrecito mártir resulta extrañamente atractiva para algunas mujeres...

- Lord Nightshadow tiene muchos privilegios sobre mi persona, me consta - concedió refiriéndose a su actual marido-, pero aún no ha llegado el día en que caiga en la ilusión de creer que dejaré de hacer cualquier cosa porque a él no le agrade. Como siempre, no creo que sea necesario caer en el mal gusto... pero pasear a plena luz del día del brazo de un buen amigo - se inclinó y depositó un breve beso sobre sus labios- dista mucho de ser algo impropio. Más aún si al final acaban acompañándonos algunos miembros de la Brigada. ¿No crees?

-No se trata sólo de ella- dijo a Nemain, un tanto sorprendido porque su ex esposa no lo supiera- Creí que Lady Evershine no habría perdido el tiempo en venirte con el cuento. Marcus se empeña en que debería buscar esposa. La últimas veces que he acudido a Flowery Hills ha intentado emparejarme con alguna de las amigas de su prometida o con alguna de sus primas solteras. Supongo que imaginas la rutina. Que casualmente siempre se nos asigne asientos contiguos en la cena, acabemos en los mismos grupos durante las charadas y los pasatiempos, o durante la caza. Su prometida llegó a bromear con que si encontrase a alguien de mi gusto y el noviazgo fuese corto, podríamos tener una boda doble este verano. Supongo que acabará por desistir pero, mientras tanto, su insistencia puede llegar a ser agotadora. Y a juzgar por las invitaciones que estoy empezando a recibir, creo que ha empezado a extenderse el rumor de que estoy interesado en encontrar una nueva pareja.-La situación, era evidente, no le hacía la menor gracia. No era de extrañar. Pocas cosas podrían resultar más aburridas que intentar no bostezar, mientras era obligado a escuchar a madres ensalzando las virtudes de sus hijas casaderas, o soportar a unas muchachas que apenas habían llegado a las edad de abandonar sus vestidos de colegialas, procurando comportarse de forma cordial pero recatada, mientras intentaban recordar la lista de temas que les habían enseñado que debían usar en una conversación. Si algo lo había  fascinado de Nemain cuando la había conocido, no había sido precisamente su capacidad de recordar los temas apropiados para la charla ligera.

Sacudió la ceniza de su cigarrillo en el cenicero, y le dio una nueva calada, mirando a Nemain entre las volutas de humo.

-¿Soy ahora un buen amigo? A veces puedes llegar a ser realmente cruel, Nemain.-Le acarició la mejilla con las yemas de los dedos, para luego inclinarse sobre ella y besarla en los labios. Un beso mucho menos corto, y mucho menos casual que el que Nemain acababa de darle-Ser relegado a no ser otra cosa que tu amigo, no puedo imaginar que sea otra cosa que una maldición.

-Pues no. Lady Evershine no me ha comentado nada... vaya por donde, la damita es lo suficientemente lista como para mantenerse en silencio cuando la conviene. ¿Así que buscan quien ocupe mi lugar? ¿Y por qué le desean una vida tan breve a nadie? -le miró fijamente tras el beso, con la respiración agitada y las mejillas arreboladas, y enlazó sus dedos alrededor de los de él-. Porque sí, Charles, no me avergüenza decirlo: si le pusieras una alianza a otra en el dedo, esa desgraciada tendría los días contados. Dedicaría mi tiempo a hacerla enloquecer hasta que ella misma se lanzara sobre una reja de cementerio.

Posesiva como solo una mujer puede serlo, maliciosa como una Corte Oscura,  altiva como una daoine shide, Nemain se quitó del pulgar un anillo de oro con una esmeralda. Lo deslizó en el meñique de Charles,  un anillo inconfundiblemente femenino que se vería sí o sí como la marca que una mujer había puesto sobre él. Un anillo que, eventualmente, Andrei reconocería. Una declaración de intenciones, de independencia; una provocación que aún así estaba -aunque por los pelos- en dentro de la corrección social, ya que no era descaradamente propiedad suya, no llevaba una marca específica o un escudo de armas. Un gesto como el de Isolda a Tristán, solo que esta Isolda era bastante más maliciosa y antes que morir de amor, se aseguraría de matar.

- Charles, Charles... -  el feérico podía derretir los polos de proponérselo, de puro encanto. Nemain le miró con reproche, aunque era todo fachada-. No me harás decirlo, ¿o sí?  Llevo tus regalos a la vista y tu alianza en la otra mano... rozo lo impropio y lo sabes, ¡y bien que lo sabes! Pero ahí tienes, en tu propio dedo mi anillo favorito, ante los ojos de tu Marcus y tu Evershine. ¿Qué más quieres? ¿Que lo diga en voz alta, en la casa de mi esposo? ¡Eres dueño de una vena perversa! - fingió enfurruñarse-. Y me acusas a mí de cruel. Muy bien, retiro ese "buen amigo", pérfido manipulador. 

Clearwater podría haberle hecho toda clase de reproches a Nemain. Ella, que había sido quien había decidido romper su matrimonio, quien lo había dejado por otro hombre con el que se había casado, se permitía ahora a amenazar a cualquiera que se atreviese a compartir su vida con él. Podría haberle dicho que sus exigencias eran excesivas, que ningún derecho tenía a esperar nada ahora. Pero no dijo nada de eso, en lugar de indignación, parecía extrañamente complacido de que Nemain lo reclamase para si. Ella, que hacía que otros disputaran por sus favores, y que prometía y negaba a su conveniencia y capricho, era por una vez la que afirmaba su deseo sobre él.

-Querida, una de las pocas ventajas de no estar casados es que no se nos puede exigir comportamiento apropiado.-En sus labios asomaba una sonrisa que parecía incapaz de contener.-Me tomaste como amante, y ese comportamiento es contrario a la misma definición de la palabra. Nightshadow cuenta entre sus muchos defectos con una absoluta falta de respeto por las convenciones sociales. El señor de una casa no puede esperar que su hogar se rija por principios que él se dedica a despreciar. Lady Evershine es libre de ir y venir como le plazca , jamás he reclamado ni querido ningún derecho sobre ella que merezca que me adjudiques ese posesivo. Y Marcus es mejor oficial de lo que será jamás casamentero, cuanto antes abandone esas absurdas aspiraciones mejor será para él. Pero en cuanto a tí, Nemain...-la atrajo hacia él, sentándola encima de su regazo, un brazo rodeando su cintura y otro sobre su falda-Libremente has hecho tu declaración, y libremente has decidido marcarme como tuyo. Recuerda, sin embargo, que también el dueño adquiere un compromiso para con sus posesiones. Ahora estoy en tus manos, y tú has adquirido una responsabilidad para conmigo.

De haberle reprochado cualquier cosa, Clearwater hubiera tenido toda la razón del universo. Esquiva, voluble, caprichosa, contoladora; ciertamente era Nemain quien le había quitado en tiempos la alianza del dedo. Ciertamente no podía decirse que su relación no tuviera tintes enfermizos. Ciertamente ella le aportaba un matiz de tragedia romántica a su vida. ¿Sería, quizá eso, lo que le atraía? Quizá. El drama, el sentimentalismo, el infortunio, la pasión, la fatalidad... daban aún más tridimensionalidad a unas existencias etéreas, que buscaban su reflejo en la sociedad humana sin comprenderla del todo. Y mientras que otros mantenían una fachada de aburrida perfección, Nemain se había asegurado de crearse una vida shakespeariana, intensa, cambiante e interesantísima. 

El problema es que, si tuviera que hacerlo, no sabría decidirse entre Charles o Andrei. Tenía la inquietante certeza de que tarde o temprano tendría que decidir, y ese día el drama romántico tornaría definitiva e irreversiblemente en tragedia.

Pero hasta entonces, disfrutaba lo que tenía.

- Cuán distantes del Charles de hace una década suenan tus palabras ahora, querido - se dejó llevar sin oponer resistencia, disfrutándolo-. Cualquiera diría que el sobrio, recto y mesurado Lord Clearwater se ha asalvajado - sonrió, encontraba la situación tremendamente divertida-, presumiendo con altivez de sus pecados con una mujer casada. ¿Qué compañías frecuentas ahora, querido, que han tornado tu persona en alguien tan malévolo? Desdeñando sin más la belleza de Lady Evershine, reclamando con descaro tu influencia sobre mi persona... ¿qué será lo siguiente?

Cogió la mano de él, la del anillo, y besó la palma. Recorrió a besos el camino hasta el dedo de la esmeralda.

- Sí, libremente te he marcado como mío -repitió sus palabras-. Pero recuerda que de igual modo libremente has permitido que ponga mi marca sobre ti. No llores si algún día intentas desenredarte de mi telaraña y no te lo permito-se reclinó sobre él, apoyando la espalda sobre su pecho y la cabeza sobre su cuello. 

Permaneció en silencio complacido unos minutos, con sus dedos entrelazados en los de él y los ojos cerrados. A veces se preguntaba si había tomado la decisión correcta. A veces se preguntaba si había habido una decisión correcta. El momento introspectivo se diluyó en satisfacción al imaginar la cara de esa pequeña ramera conspiradora de Evershine cuando viera el anillo de Charles... esperaba que le diera, como mínimo, un vahído. Rió por lo bajini, y para disimularlo, continuó charlando.

- En un orden  de cosas más serio, me gustaría oír tu opinión sincera sobre todo este asunto del dragón y la desaparición y la amnesia...

Le dio una última calada a su cigarrillo, considerando la cuestión de Nemain, antes de aplastarlo en el cenicero.

-La amnesia...No soy médico, pero es una situación extraña. Quizás si tan sólo fuese eso podía haber pensado que se tratase de un trauma o algúna clase de trastorno, pero dijiste que el cambio ocurrió repentinamente, después del accidente. Y la conexión con el príncipe resulta demasiado importante para ignorarla como una simple casualidad. No conozco demasiado bien la situación política del Imperio del Sol Naciente, pero pocas personas poderosas carecen de enemigos. Quizás la sucesión de alguien se vea beneficiada por eliminar a un competidor, quizás alguien pretende usarlo como moneda de cambio con su padre.

- Por niño que sea, sigue siendo un señor dragón... ¿quién sería tan insensato de tratar de mantenerlo como rehén? Una criatura de poder tan concentrado y altivo... desde luego, quienquiera que lo tenga retenido ha de ser monstruosamente poderoso. Una logia, quizá... no hay nada tan estúpidamente presuntuoso como un grupúsculo de magos humanos. Claro que también un hermano señor dragón sería un buen candidato. Similar en poder y con motivaciones dinásticas. Sale del palacio por la puerta de atrás, sigue a su hermano y organiza todo el asunto -dijo, preocupada-. Lo cual convierte todo en un delicadísimo problema diplomático.

Sonrió, feliz, encantada del lío en el que se estaba metiendo:

- ¿No te resulta increíblemente entretenido, Charles? - se puso en pie y giró sobre si misma un par de veces, quitándose las horquillas del pelo y dejándolas en un cuenco de Murano-. El mundo transcurre pacífico y aburrido, pero bajo la superficie calmada encuentro estas explosiones de excitante emoción  que lo convierten en algo único, irrepetible, magnífico. Mientras cientos de mujeres se dedican a girar monótonamente en salones de baile, yo disfruto en palco de los temblores de naciones enteras. Me siento maravillosamente viva.  Así que piensa algo atrevido para hacer, porque... -se cortó, su expresión se congeló un instante para fundirse en una sonrisa pérfidamente maliciosa-. Algo atrevido para hacer, Charles -avanzó hacia él como un depredador de pasos sigilosos y le clavó el índice en el pecho-. ¿Hace cuanto que no organizas un baile, querido? 

Organízalo. Invita a Marcus y a esa perra, y a todas esas moscardas que te revolotean. Y a mí. Será tan, tan divertido.