Partida Rol por web

Volviamos tranquilamente como si nos hubiéramos perdido cuando vi que ahí debía haber dos hombres. Oh, mierda... Oh mierda... ¿No eran dos? ¿Dónde está el otro?... Mis ojos buscaron rápidamente pero no encontraron ni rastro de aquel tipo. Daga, entretén a este de afuera, si hace algo raro como intentar escapar o transmitir un código, lo matas. Comento tajantemente en nuestro lenguaje mientras aprieto el paso y voy directamente hacia nuestros aposentos donde habíamos dejado a nuestro invitado. Sabia que Daga habia sido entrenada en detectar ese tipo de cosas, y que en su profesión, al igual que en la mia, ese tipo de asuntos no se llamaban coincidencias, sino desgracias.

Una vez entrado en mi pasillo de modo que el hombre no me puede ver, desenfundo la pistola automática con silenciador y munición especial. Más vale el sigilo que una buena ráfaga ensordecedora, pero para el caso, con la que está cayendo arriba... Pienso acercándome a mi camarote e intentando detectar que tenía a mí alrededor para saber dónde estaba el otro sujeto. Desde luego el arma fue agarrada firmemente, pero la mano que la portaba fue echada a la espalda en un gesto que simulaba una postura muy cortés.

Sin perder atención mientras me preparo, me concentro en mi mente e intento ver cuanta vida habia ahora mismo en el lugar, que por desgracia, un sexto, o septimo sentido si contamos mis habilidades, me decia que no iba a ser la misma que cuando dejamos los aposentos. Vamos vamos...

Al ver que la persona que se movía era uno de los monjes que acompañaban al Abad, Lanus reconsidera su opinión de invitarle a entrar y, con la mayor discreción posible vuelve a cerrar la puerta del camarote de la señorita Castillo y mantiene el silencio lo mejor posible junto a su fiel Jules.

     Sin mediar palabra, Daga asiente con la cabeza y se dirige directamente hacia el "monje" que parece nervioso. No había mas que decir, ya que los dos eran agentes entrenados y duchos en éste tipo de situaciones. De momento solo quería ver la reacción del tipo al verla acercarse, pero si la cosa se ponía tensa no sería bueno para el... nada en absoluto. Seguramente ellos estaba intentando la misma maniobra, solo que no contaban con que Lanus estaba "vigilando" el camarote, aunque quizás eso no fuese bueno para el sabio...

- ¡Aparta Malek! - grito mientras aprieto el gatillo impactándole en el brazo derecho arrancándoselo de cuajo y provocando que caiga al suelo agarrándose el muñón.

El medico del grupo saca su arma y ataca al pirata con su espada, destaca sobre el resto, parece nueva y brillante, se nota que esta poco usada en combate.

Una vez acabado con mi enemigo me giro en busca de otro rival. Observo como Vymer abate a dos piratas para a continuación acabar con la vida de un tecero. Sin duda alguna ha nacido para esto.

Observo que el segundo pirata al que disparo Vymer está todavía moviéndose así que me acerco y tras propinarle una patada en el costado le piso el cuello para aliviar su sufrimiento.

Marcus salta de la dotación de ametralladora y encara a su enemigo,haciendo un rápido gesto con la mano diestra desenfunda su preciado cuchillo y lanza un tajo hacia la mano del arma,lento y débil lo que hace que el pirata lo esquive confiado en si mismo para no ver el siguiente ataque que con una rapidez mortal vuela hacia su barbilla buscando hundirse en su garganta,la otra mano de marcus aferra la chaqueta del pirata para mantenerlo pegado a el.-No corras¡.

La hoja de Marcus se clava en la barbilla del pirata, la sangre fluye como una fuente por su coronilla mientras se desploma tal saco vacío.

El tajo de John muerde el brazo del adversario, quien suelta su arma con un grito. Un relámpago gris entre el humo, formando torbellinos en el mismo, lo decapita mientras el médico se hecha a un lado con presteza y sorpresa. La delgada figura encapuchada que se mantuviera cerca de Octavia danza fuera de la vista, continuando el movimiento, lanzada contra otra figura apenas entrevista a unos metros.

Quill y Vymer toman posiciones con sus armas, en posturas entrenadas. A su alrededor hay una zona de muerte tal que todos los piratas que se colocan entre sus miras caen, heridos o muertos.

El pirata que se lanza sobre Malek arremete con el cuchillo, pero el mercenario interpone la pesada pistola bolter en el trayecto apenas evitando que le destrocen la garganta de un tajo. El pirata se tambalea, de repente, y su mano se volatiliza en una nube de gotas de sangre que quedan suspendidas en el aire. Un segundo disparo, silencioso, hace brotar sangre de la frente y cae: la parte trasera de su cráneo ya no existe, en un agujero de salida de proyectil explosivo de más de 5 centímetros de diámetro. Narya, como una diosa de la guerra, se acerca a Malek con pasos suaves, el rifle humeante en las manos.

Un estremecimiento sacude al Cygnan Martyr. El humo comienza a disiparse...

Viktor se concentra, y frunce el ceño. Tres personas en nuestros camarotes. Una sobra...

Daga se acerca al pasillo y el monje que se encuentra en la abertura huye hacia el interior. Por un momento ambos piensan en correr tras de él, cuando ven a alguien dentro de sus aposentos: alguien con túnica, que se tambalea. 

El hombre en ese momento se gira hacia la salida, y los ve, recortados contra la iluminación de la pequeña sala común. Da un respingo y un grito, y comienza rápidamente a salir, en dirección a Daga y Viktor, balbuceando perdón, baño... Su caminar es errático y huele a alcohol. Mucho alcohol.

Cuando el sujeto llega hasta mi altura del pasillo con un rápido movimiento le agarro y lo bloqueo contra la pared del pasillo. En mi mano que estaba a mi espada se encontraba la pistola automática con silenciador, que rápidamente se apoya en su esternón. En el mismo fluido movimiento extiendo el faldón de mi gabardina y me pego al sujeto con la pistola firmemente sujeta, de modo que el arma quede oculta ante miradas indeseadas por los amplios lados de la gabardina de cuero. Alto, no se mueva o disparo. Le digo en voz baja y firmemente. Me identificaré. Soy guardaespaldas agregado de la ilustre señora Castillo. Y esto supone una violación de nuestras medidas de seguridad. ¿Qué hacía en sus aposentos?. Le miro con ojos helados y fríos sin pestañear, a escasos centímetros de su rostro. Piense bien la respuesta. Veo a Daga al fondo del pasillo, y ladeo la cabeza en un gesto que le sugiere un "ven aquí corre".

     Sin olvidarse del monje que ha salido corriendo, Daga ve la seña de Víctor y se acerca a la puerta de su propio aposento, donde Viktor retiene al intruso. Puede que solo esté desorientado por el alcohol... o puede que no. Lo que diga Lanus decidirá si vida continúa o tendrá un abrupto final.

     - ¿Lanus, podrías decirnos que es lo que ocurre, por favor? Dice con voz pausada y tono calmo. Si la respuesta no la satisfacía, cualquier cosa podría pasar.

- Tan solo vi a este señor deambular por el pasillo tratando de entrar en las habitaciones, supongo que buscando refugio ante el ataque. aunque supongo que eso también podría haberlo logrado en su propio camarote. El hombre iba tambaleando de puerta en puerta.

Lanus trataba de ayudar en lo máximo posible aunque no era consciente de que sus palabras podían decidir la vida o muerte del monje.

Señorita castillo, recuerdo a este hombre, no estaba perdido, eso desde luego, se encontraba en la entrada del corredor hace unos momentos, con su... otro socio. No puede ser una casualidad, se me permite el atrevimiento. Comento siseando las palabras entre los dientes apretados fingiendo contener una tremenda furia a la vez que clavo con un poco más de presión el silenciador en el pecho de aquel intruso. ¿Que desea hacer mi señora? ¿Desea que lo interrogue en el camarote? Pregunto con mucha profesionalidad mientras sigo fingiendo nuestra tapadera acordada.

     Con cara seria, Daga contesta al psíquico. - Procede. Está mas que claro que Victor podría resolver la situación sin ayuda. Mientras tanto ella se asoma al extremo del pasillo en busca del otro "clérigo".

Viktor se dispone a interrogar al clérigo, cuando una explosión sacude a la embarcación. El hombre cae al piso, e intenta escapar a cuatro patas. 

Los agentes se lanzan a por él, pero de repente se ven obligados a replegarse en el pasillo ante una lluvia de proyectiles. El clérigo recibe varios impactos y queda inmóvil en el suelo, sobre un charco que crece lentamente.

En la salita unión de los pasillos de camarotes, una buen grupo de piratas se atrinchera contra las puertas, disparando a ciegas al interior. De uno de los pasillos responden con disparos, y el lugar se llena de humo y olor a pólvora.

Los primeros disparos volaron en todas direcciones y aquel insensato del sacerdote salió corriendo hacia el origen de los mismos. Un gran error, pues rápidamente le alcanzaron en varios puntos y cayó al suelo, muerto desde luego, vistas las heridas que había sufrido. !Joder han entrado, a cubierto! Con un movimiento rápido y fruto de la experiencia me puse delante de mi compañera colocando mi cuerpo entre el suyo y los disparos, la situación requería medidas drásticas así que le dije con un tono que no dejaba lugar a dudas por el comunicado en voz baja. !Daga, no me mires, por lo que más quieras no me mires hasta que te avise, y si lo haces, recuerda en todo momento que lo que vas a ver no es la realidad, será una proyección, así que no temas!. Más valía que mi compañera estuviera bien avisada de lo que iba a pasar a continuación pues si no su mente podría quebrarse. Haz que nuestro... invitado no salga de su camarote por favor.

Haciendo caso omiso de los disparos me situé en el centro del pasillo y comencé a canalizar la energía de la disformidad en mi cuerpo. El poder había costado lo suyo aprenderlo tiempo atrás, pero supe al instante cuando me lo mostraron que en el futuro seria de ayuda, así que sin dudarlo un segundo, proyecté en torno a mí una serie de imágenes ficticias que a los ojos de quienes me mirasen serían tan ciertas como la realidad misma. La imagen apropiada para estos casos, mi favorita, era una de las que me acechaban en sueños una y otra vez, y que muchas veces me impedían dormir. Bien, pues de ahora en adelante a quien va a impedir dormir esta pesadilla es a otros... Pensé mientras la ejecutaba.

La imagen era terrible, y se trataba de aplicarme sobre mi mismo unas llamas de que calcinaban mi ropa a ojos de los demás y me dejaban con la piel al aire. Eso era lo de menos, pues lo siguiente que verían aquellos individuos que nos atacaban sería mi costado rasgándose en un mar de llamas y carne quemada, de donde saldría un ser de mi interior, un demonio para ser más exactos. En ese punto el cuerpo que antes era mía caería al suelo pero tan solo sería una proyección, siendo entonces aplicado sobre mí la imagen del demonio, acercándose hacia ellos.

Poco a poco reproduje la imagen que me venía algunas noches a mi mente, asegurándome antes de que Daga no me mirase en ningún momento, pues ella también podía atemorizarse por las imágenes aunque no debería pues estaba advertida de ello y tenia pleno conocimiento sobre el tipo de "trucos" que podía realizar. Así que una vez completada la proyección avancé por el pasillo siendo para los piratas un terrible demonio en llamas que quemaba las superficies a su alrededor con su mera presencia.

Dos explosiones en el costado del Cygnan Martyr disipan el humo con su onda expansiva. Dos docenas de piratas están en el suelo, así como unos cuantos marineros entre ellos. 

Algunos piratas comienzan a escapar hacia su embarcación, cuando un hombre flaco, pero alto, con toda su cara tatuada, salta hacia adelante. Con imprecaciones, los obliga a volver a la lucha. Junto con él, 4 muchachos extremadamente fornidos golpean a los piratas que dudan entre volver al abordaje, o volver a su embarcación.

Mientras el abordaje vuelve en segunda oleada, el hombre flaco se mantiene en retaguardia con los guardaespaldas fornidos, sopesando una adornada pistola en la mano.

Estando ya ligeramente recuperado de su herida, aunque todavía en necesidad de asistencia cuando acabara la pelea, Malek se dispone a recuperar su pésima actuación hasta ahora y, con sus dos fieles Pistolas Bolters en sus manos, dispara al hombre tatuado que parece estar al mando, apuntando a su cabeza y a sus posiblemente herejes tatuajes.

Desgraciadamente para el y afortunadamente para el flaco líder de los asaltantes, Malek había subestimado la seriedad de la herida, y el fuerte retroceso de las pistolas, normalmente perfectamente manejables para el, hacen que sus disparos salgan disparados muy lejos de su objetivo.

Ahora que los piratas se daban la vuelta justo aparecía el que parecía ser el jefe del asunto y empezaba a darles la orden y unos cuantos varazos para que volvieran a luchar. Será tonto, los manda a la muerte... mejor será salvarles el culo, en cuanto vean que el jefe cae, segunda desbandada. Pienso mientras centro la frente de aquel sujeto en la cruceta de mi mira y aprieto el gatillo enviando un proyectil híper acelerado contra el diminuto cerebro de aquel individuo. Con lo pequeño que tiene el cerebro será una proeza acertar... El proyectil parte dando vueltas sobre si mismo y con un rapido movimiento el expulsor deja caer hacia mi derecha el cartucho vacio.