Partida Rol por web

- ¿No sangraban?- Ezzio conoce a Michael, sabe que el matón no bromea en estos asuntos - ¿No sangraban?- repite como si intentase asimilarlo - Joder... Que movida más rara...

Se acerca a la furgoneta para revisar los daños. Su mirada también se posa en Angelo y Nina:

- Habéis vendido cara la piel chicos. No os preocupéis, os mandaré un matasanos a vuestro nuevo destino.- mira hacia la puerta - Hay que mover al viejo pero la pregunta es: ¿cómo coño dieron con vosotros? Supongo que ninguno se fue de la lengua con esto ¿no? ¿Qué coño pintan unos negros del Harlem metiéndose con nosotros o los Nicoro?

- Creo que esas spregunta solo puede responderlas el jodido contable Ezzio.- responde - Pero la cosa no parece muy normal. No busques explicaciones en la policía o en bandas rivales. Aquí algo más. Algo que huele a podrido. Haggarth está metido en algo turbio y no lo va a contar así por las buenas.-

- Creeme. Se cuando alguien se calla algo.-

Nina ha puesto cara de pena mientras se llevaban al contable tras ser "silenciado" por Enzio, pero cuando el anciano ya no puede verla, su rostro se endurece.

- El viejo dijo cosas sueltas, ¿sabes?, cosas que dejó caer para justificarse. Dijo que los tipos que atacaron el piso eran pandilleros a los que otro envenena para mantener extasiados, por eso lo de la droga. Dijo que el que los envenena es un cultista, y dijo exactamente eso, cultista, llamado Nathan Worrick. Que se hacen llamar "los haitianos" aunque dice que seguro que ninguno de ellos tiene nada que ver con Haití, ni Worrick tampoco... Y alguien quedó arriba, en la azotea, cuando nos largamos. Ese alguien pudo ser ese Worrick.

-Todo es verdad, y aún así es pura mierda-

Smoke se guarda las llaves de la furgoneta dentro del saco, en un bolsillo interno cercano al cañón de su Colt. Le echa un vistazo a todos, en especial al dúo que aún sangra. -Nos dijiste que podíamos eliminarlo en caso de emergencia- dice, apoyado en una columna del almacén, mientras se dedica a recargar su arma. -Si me preguntas, ese momento está muy cerca. Un ataque como el de esos yonkis en los apartamentos, y no vamos a durar demasiado. Son duros. Mucho. Si no les vuelas los sesos pueden seguir gritando y largando machetazos toda la puta noche-

El sicario puede ver como se cierra la puerta detrás de Christopher, y una mala sensación que anida en su pecho desde el asalto al edificio insiste en quedarse junto a él. -No se que es verdad, y no soy un jodido doctor, ¿pero como es posible que no sangren? Piénsenlo dos segundos. ¿Cómo puede coagular tan rápido? O peor aún, ¿si quiera circula dentro de esos pringados?- inquiere, notando como su tono de voz se eleva con nerviosismo. Se detiene de súbito, observando al resto. Respira profundo, y se humedece los labios, creando un nuevo silencio.

- Eso no me preocupa. Vosotros metedle dos tiros a cualquier hijo de puta que se acerque, sangre o no sangre.

Evidentemente Ezzio no se lo está tomando tan en serio como los otros. ¿Y quién puede culparle? Hasta los propios testigos empiezan a dudar de lo que vieron. ¡Pero lo vieron! De cualquier forma el lugarteniente es tajante:

- Voy a llamar a Julen para informarle, y él ya hablará con los Nicoro.- se acerca a Smoke - Lo de liquidar al contable tiene que ser lo último que hagas... ¿de acuerdo? Y sólo si es la poli quien se lo quiere llevar. Si es otra banda... ya nos arreglaremos. ¿Los haitianos? No sé de donde han salido esos monos, pero los voy a devolver a patadas a la selva. Mandaré a alguien a confirmarlo y si de verdad han tenido los huevos de joder a los Terrasini... que se preparen.

Se va hacia una puerta que hay al fondo, que probablemente conduce a un despacho:

- Os conseguiré un nuevo vehículo. Si necesitáis algo más haced una lista... Iréis a mi casa del lago. Pasaréis allí el día de mañana. No le diré a nadie más a donde vais, no quiero más sorpresas. Alguien se ha tenido que ir de la lengua con lo del piso franco.

Dicho deja a su equipo en el garaje.

20:00. Anocheciendo.

La casa del lago de Ezzio resulta estar al norte de New Providence. Es una pequeña cabaña al estilo leñador, de madera, con un porche delantero por el que se accede a un pequeño salón-cocina con barra americana y chimenea. Sólo hay dos dependencias más en la cabaña: la cocina - con una puerta trasera - y una habitación. El lugar está discretamente decorado y tiene buen aspecto. 

Pese a que una carretera secundaria pasa al otro lado del lago el acceso a la cabaña se realiza por un camino rural estrecho. Habéis llegado hasta aquí en un todoterreno cortesía de la familia tras un paseo de una media hora.

Hay un embarcadero en el lago con una barquita. Al parecer éste es el sitio privado de Ezzio para descansar.

El único inconveniente que le veis al idílico lugar es que carece de línea telefónica. Este es el sitio donde el lugarteniente viene a refugiarse cuando tiene ganas de desconectar.

Por lo que os ha informado Ezzio nadie más, salvo él mismo y Julen, sabe donde estáis ahora mismo. Por el camino Smoke se ha cuidado mucho de que nadie siguiera al coche.

Antes de llegar aquí un médico de la familia ha atendido las heridas de Angelo y Nina. Las ha vendado bien y ha cosido las cicatrices de las cuchilladas. Aunque les ha recomendado descanso está claro que por el momento tendrán que aguantarse un poco. Dentro de un par de días todo habrá acabado y tendrán tiempo de descansar a gusto...

Michael se quejaba. Bichos, lombrices, pájaros...hasta peces!! Michael sólo había salido de New York un par de veces en su vida y, por lo menos, había estado en lugares donde había cemento y asfalto. En aquella casucha de madera estaba fuera de su elemento.

Se distrajo curioseando entre las cosas de Ezzio, unos discos de Sinatra, algo de bourbon...puede que el campo no estuviera tan mal.

-Desde luego, si nos encuentran aquí, me voy a creer todos esos cuentos de magia negra y yu-yu...

Al ver el descubrimiento alcoholico de Michael, el abogado se precipitó sobre la botella de bourbon dispuesto a servirse algo de aquel licor. Le costó algo de esfuerzo abrirla pues aún le dolía la herida en el pecho. El matasanos había improvisado una serie de vendajes sobre ella y le había asegurado que sanaría completamente despues de unas semanas de descanso. Se sentó en un sillón con un vaso entre las manos.

Mientras observaba como el picapleito se pegaba un trago que tumbaría a Rocky Marciano, Michael hace una reflexion en voz alta.

-Bueno, no sé vosotros pero, a pesar de lo escondido que está esto, yo estaría más tranquilo atrancando puertas y ventanas. Si viene alguien de la familia, arrancamos y dejamos pasar, pero no quiero que llegue un ejército de esos yonkarras y nos pillen medio muertos como estamos y con la puerta abierta. ¿Como lo veis?

El contable permanece en medio de la estancia. Durante todo el viaje había estado callado. Sólo cuando Michael comenta lo de tapiar las ventanas abre la boca.

- No sé por qué vienen a por mí en estos momentos pero os aseguro que no son de la mafia. Vuestras armas pueden protegerme del daño físico pero si me lo permitís me gustaría hacer un ritual de protección contra otros... efectos. Creo que si queremos salir vivos de esto deberíamos colaborar.

Su tono de voz es tranquilo. Observa a los demás antes de añadir:

- No puedo deciros mucho más, creedme, ni vosotros estáis preparados para entenderlo... pero aquí hay cosas que se escapan del conocimiento mundano al que estáis acostumbrados.

Smoke no disimula su mirada de reproche ante la sed de sus colegas, torciendo el gesto y negando con la cabeza levemente. -No abusen. Lo último que necesitamos es estar ebrios si llegan esos yonkis otra vez-

Cierra la puerta de la cabaña con llave, y no se demora en recorrer el lugar atrancando todas las ventanas, y la puerta trasera si la hubiera. Mira al abogado enarcando una ceja, mientras se traga una ráfaga de dolor junto a una ración ingente de bourbon. -Mierda- masculla, vaticinando episodios desastrosos.

La voz parsimoniosa de Haggarth le llama la atención, aunque su tono pacífico se le antoja sumamente hipócrita. Le mira con curiosidad, buscando un posible moretón de parte de Chris o Giacomo, pero desiste al atender al significado de sus palabras. -No pienso ponerme a rezar, y no me agrada lo que dice tampoco. ¿Cree que es muy sabio? ¿Muy misterioso?- Lanza un suspiro cargado de sarcasmo y agresivo escepticismo, pasando del viejo para acomodarse en un sofá individual.

Hace ya tiempo que ha vuelto a su típica mala leche y los gesto indiferentes. Los nervios que le habían dominado al ver esos matones inhumanos se habían disipado, y en su mente ya todo tenía una explicación, aunque imposible de plantear ya que no era más que auto-consuelo.

El tono de voz del viejo, pero, sobre todo, algo en su mirada, y no necesariamente la que les está dirigiendo ahora, le dice a Nina que lo que está diciendo es cierto. Jodidamente cierto.

Nunca he sido demasiado supersticiosa... no demasiado. Tampoco nada, para qué negarlo, pero esto... supera cuanto he visto hasta ahora. Lo de que no sangraran los tipos... y el negro aquel, allí atrás, en la furgoneta... impasible. Además, este... hombre... es distinto. Extraño, y distinto.

Nina le mira a los ojos, mira a Haggarth largamente, profundamente. Con la mirada, si ese anciano es la mitad de empático de lo que le ha demostrado a ella en ese breve contacto en la habitación, captará lo que ella va a hacer, y comprenderá.

Esos cabezones de ahí nunca te dejarán hacer nada así, nunca. Hay que decirlo de otra forma. Voy a intentarlo...

En silencio la Ragazza ha entrado en la cabaña de madera, apaleada y cansada. Brevemente ha revoloteado por dentro, mirando cortinas, alfombras y muebles. Finalmente se ha sentado en un sofá, y ha escuchado a Haggarth, y a Smoke.

Se levanta entonces, y se dirige a donde está el viejo, se pone detrás de él tras mirarle largamente, profundamente, y así, a sus espaldas, habla a los demás mientras hace señal con su índice en la sien, de que el tipo está loco, cuidando de que él no la vea.

-Oh, ¿Rezar? ¿Quiere decir eso, lo que está diciendo zio Edward...? No, ¿verdad?, usted quiere hacer una especie de ritual... ¿A que sí...?

Se da la vuelta entonces hasta sentarse al lado del viejo, arrastrando una silla. Y le mira, intercambia una mirada de curiosidad.

-¿Un exorcismo...? A mí me parece bien.

Se da la vuelta de nuevo y mira a los otros, encogiéndose de hombros y sonriendo, con la expresión muda pero evidente de "dejémosle hacer, si está loco, que se entretenga. Daño no nos va a hacer..."

-Será divertido... ¿puedo ayudar...?

- Si pretende usted señor que le dejemos hacer ese ritual del que habla.- sorbe del vaso un trago largo de bourbon sintiendose reprochado por Smoke, aunque poco le importa despues de todo lo que había vivido ese día. Quizás los demás estuvieran acostumbrados a eso, pero él desde luego no lo estaba

- Si es eso lo que quiere. Adelante.- continua hablando - Eso sí, antes expliquenos a todos de que diablos va este asunto. Y convenzame usted esta vez porque si no lo hace, nadie aquí impedirá que yo mismo le mate .- saca su arma de algun sitio de la chaqueta y la deja en la mesa.

Como si intuyera los gestos de Nina asiente:

- Esto puede parecerles una locura. Suena a locura, después de todo.- mira a Smoke - No pretendo ser sabio ni misterioso. Es simplemente que lo que ustedes están acostumbrados a tomar por cierto no tiene... no es como ustedes realmente han aprendido. Existen más cosas en el universo de las que podemos comprender.

Mira el arma que Angelo acaba de depositar sobre la mesa. Un hombre desesperado es un hombre peligroso. Y un hombre desesperado y confuso es todavía más peligroso.

- No, no soy misterioso ni sabio - repite nuevamente - pero he estudiado libros largamente olvidados... y prohibidos. Esos libros contienen rezos que son más poderosos que los de las falsas religiones que ahora mismo rigen nuestros destinos. Y como yo hay otros... otros que saben. Estamos ocultos entre los demás, estudiando, descifrando los secretos de este universo como un científico puede hacerlo en su laboratorio. ¿Por qué creen ustedes en la energía atómica? ¿Acaso han visto funcionar un reactor nuclear? ¿Comprenden su física? ¿Qué creería un hombre del medievo si viera a alguien disparar un arma de fuego? Yo... he descubierto otro Orden de las Cosas... 

Levanta una mano hacia Angelo:

- Déjenme demostrárselo... Haré el ritual. Tiene ciertos componentes... perturbadores... pero no les traerá ningún mal. He entendido que ustedes no quieren causarme ningún daño... pero necesitan mi ayuda contra cosas... menos mundanas.

- Hoy he visto cosas que pensé que nunca llegaría a ver - dice inclinandose hacia el contable - Me da igual lo que diga nadie. Yo vi a ese tipo sentado en el coche que nos seguía. Yo ví que había algo terrible en sus ojos. -

- No creo en esas supersticiones de las que habla pero tampoco creería a alguien que me contara que hay gente que no sangra despues de dispararle en la cabeza. - se lleva las manos a la cabeza - Así que haga eso que tiene que hacer. - dice terminandose el bourbon de un solo trago

Smoke observa a Haggarth con una atención y seriedad que contradecía su escepticismo, cómo si sus palabras hicieran florecer una semilla de credulidad en su centro. Su mirada parece furiosa, pero es simplemente un gesto de compenetración, pues está sopesando las palabras del viejo. Sabe defender su punto. He allí el problema.

Según Ezzio es un charlatán. El mismo Ezzio al que le importa un carajo si matamos gente o minotauros en el piso...

-Haga lo que desee- afirma el sicario, que de estar agazapado, con los brazos sobre las rodillas, pasa a apoyar su espalda en el respaldo del sofá. -Nina tiene razón. No puede hacernos ningún daño-

Edward parece ignorar al agresivo abogado, pero por la ligereza con la que trata el alcohol se le hace evidente que su estómago no está hecho para soportar tanta mierda. No lo culpa, pero tampoco lo apoya. -Angelo, si terminas vomitando y cantando villancicos, no pienses que voy a cuidarte cuando lleguen los macarras. Todos tenemos problemas, pero los solucionamos fuera del trabajo-

El sicario cerró los ojos, relajando su columna, dejando que se amoldara a la forma del sillón. Sus hombros estaban ligeramente entumecidos, pues estaban tensos, y relajarlos fue como un chapuzón en agua fría en un día de verano.

Michael parece animado por el show del abuelo. Naturalmente, él no se cree nada, pero , ya que han ignorado su sugerencia de trabar las puertas, ahora piensa pasárselo bien a expensas del viejo supersticioso.

-¿Va a matar pollos negros y cosas de esas? Mi mujer estuvo una vez en Nueva Orleans y dice que alli los negros se curan las enfermedades con velas y sangre de pollos.

El contable sonríe ante el comentario de Michael:

- No. No necesitaré matar pollos... Tengo mis propias herramientas.

Dicho lo cual empieza a quitarse la camisa mostrando los tatuajes que tenía por el cuerpo. Es extraño ver a un tipo con el aspecto de Haggarth lleno de tatuajes. También los tatuajes son extraños: no parecen seguir un trazado concreto y si uno los mira demasiado tiempo parecen moverse por si solos.

El anciano se sienta en el suelo, junto a la puerta principal, con las piernas cruzadas como si se tratase de un ejercicio de Yoga. La situación es cada vez más extraña.

- Lo más importante es que no me interrumpan, pase lo que pase...