Partida Rol por web

La ley del silencio siciliana.

Piso franco en Brooklyn.

La puerta del piso franco se abre y Ezio entra arrastrando sin muchos miramientos a un tipo de unos cincuenta años, calvo y regordete, con una absurda chiva negra que junto a los anteojos redondos le da un aspecto de profesor de leyes. Lo arrastra a la habitación y lo encierra allí. Luego se reúne con los otros en el salón. En la tele un tipo negro quema una guitarra en un escenario. El lugarteniente de los Terrasini apaga el televisor e informa a los presentes.

- Vale, ya tenemos el paquete. Las órdenes son sencillas: mantener al paisano aquí hasta el pasado mañana. Cuando el juicio contra Carlito Nicoro haya acabado se lo devolvemos a su familia ¿Capisce? Que no salga de la habitación salvo para mear o cagar. En la habitación no hay ventanas así que no hay peligro de que intente una gilipollada como salir por la cornisa. La comida se la dais allí mismo... tenéis una nevera repleta, cocina y un teléfono. Abajo están dos chicos en el coche por si pasa algo raro... Salvo que vengan los putos federales no esperamos nada raro, de todos modos. Y si vienen os daremos un telefonazo para que saquéis al mamón de aquí.- Ezzio señala un teléfono situado en la cómoda junto a la entrada - Joder. Si todo lo que piden los Nicoro es tan fácil creo que a Julen le dará vergüenza pedirles su colaboración con asuntos serios.- concluye hablando para sí mismo.

Mira de nuevo a los presentes, que harán de guardianes de aquel individuo:

- Podéis salir a estirar las piernas o comprar más víveres, pero siempre tienen que quedar aquí como mínimo dos personas. Que no me entere de que ninguno está fuera más de dos horas o me cabrearé. Si alguno sale que avise a los chicos abajo. Solo son dos días: podéis turnaros para dormir en el sofá. Ah, y no le deis cháchara al contable ese. Ya bastante jodida está la cosa para que los Nicoro quieran tenerlo a recaudo para que no píe como para que vosotros os vayáis de la lengua en una charla de esas... ¿cómo se dice? ¿del síndrome de Toledo? Bah... da igual joder... ¿Alguna pregunta?

Es el momento de las preguntas. La verdad es que la cosa parece muy sencilla. Estamos a lunes y el juicio contra Carlito Nicoro por evasión de impuestos es el miércoles. Los Nicoro no tienen declarada ninguna guerra con ninguna otra familia así que lo único que puede suceder, como dice Ezzio, es que los federales descubran donde tienen al contable y quieran usarlo como testigo. En ese caso el procedimiento habitual es que alguien dé el chivatazo y se traslade al pobre desgraciado a otro piso, probablemente en la zona norte de Newark.

El piso no es un lujo pero al menos tiene algo de espacio. Se encuentra en la tercera planta de un edificio de cinco plantas, con entrada delantera y trasera. Si las cosas se pusieran realmente difíciles incluso hay una vía de escape por el tejado. Pero los chicos de abajo darían el chivatazo si ven algún movimiento raro. La zona es medianamente tranquila y el ruido de una bocina intermitente señalaría la alarma.

Los cuatro asistentes permanecen en la habitación mirando a Ezzio. ¿Hay realmente alguna duda? Todos se conocen entre sí, por supuesto, y cada uno tiene una ligera idea de por qué le han escogido para esta misión rutinaria.

Edward y Michael lo tienen claro: si las cosas se ponen realmente difíciles ellos se encargarán de abrir la salida al coste que sea. No es la primera vez que se la juegan a lo grande con la policía. Sí: la consigna es procurar que no se caldee el ambiente, pero si la cosa quema entonces hay que tener gasolina. A Edward especialmente le gusta pensar en este último simil.

Angelo también sabe por qué está aquí: si los federales se presentasen 'en son de paz' un abogado vale más que un ejército. A Julen le gusta tenerlo todo previsto y sabiendo que ni los Nicoro ni los Terrasini están en guerra es el escenario problemático más probable. Los federales no asaltarían el piso sin mandar a alguien antes a intentarlo 'por las buenas'. Con un abogado en el piso todo está arreglado. Lo único que le preocupa es el hecho de ser cómplice en un secuestro. Si las cosas salen mal ya puede olvidarse de ejercer... aunque bueno: si las cosas salen mal probablemente su oficio será lo último que le preocupe.

Por última Nina, la ragazza, esquiva las miradas hambrientas de sus compañeros. Seguramente los muy cabrones piensan que está aquí para cocinar. Pues van jodidos. Aunque Angelo tiene cara de no haber roto un plato en su vida Nina es una profesional poniendo caras de ángel... y cuerpo de demonio. Si pasa algo raro puede usar tanto su físico como su habilidad para embaucar para actuar de forma disimulada y enterarse de todo. En el caso de que sean policías y no federales los que acudan... entonces será pan comido tomarles el pelo con un poco de seducción.

Un piso franco, pocos enemigos, problemas bajo control y un equipo equilibrado. ¿Que podía salir mal? ¿Qué preguntas podía haber?

Cuando Michael se reune con los demás salta sobre Angelo como si fuera a lanzarle un puñetazo pero se detiene a medio camino y convierte el asalto en abrazo.

-Angelo! Molto tempo non ci vediamo! Che cosa hai fatto? Qual è la tua vita?

Entonces se vuelve a los otros dos con el brazo sobre los hombros de Angelo todavía (algo dificil de conseguir con una estatura como la de Michael).

-Mi viejo amigo. ¡El picapleitos de la familia! ¡Me ha sacado de tantos lios que ya ni recuerdo! En menudo asunto nos han metido ahora ¿Eh?

Mike empieza a saludar a Ezzio demostrando su considerable labia.

-Scusa, una pregunta. Si algo sale mal y tenemos que movernos de aquí ¿A donde vamos?

El tipo al que Ezzio trae a rastras como un cerdo, o como un cordero, eso ya se verá, es lo que capta la atención de la chica de cara de buena. Sonríe sin abrir la boca, y da un repaso a fondo al aspecto del hombre. Si debe jugarse el tipo por él, quiere saber de entrada sus puntos fuertes... y los flacos.

-Zio Ezzio, un besito... -le dice al matón con dulzura por muchas malas pulgas que éste lleve encima- No se lo da, sólo lo dice, y no separa los ojos del "paquete" en el recorrido hasta la habitación, donde queda encerrado.

Después escucha la pregunta del cabronazo de Michael, un tipo de amigable planta que a ella no le engaña, con la sonrisa aún puesta, y ojos de inocente interés. El mismo interés con el que escucha la respuesta, estando de pie al lado de Ezzo, ligeramente recostada en su brazo.

- Lo lleváis al almacén de Stomph en Newark... cuando lleguéis allí ya os esperarán para poneros de nuevo en marcha. Si el problema os sigue no vayáis al almacén hasta que le hayáis dado esquinazo.

Luego calla un momento como pensando si debe añadir lo que va a añadir. Finalmente se decide a hacerlo bajando la voz y acercándose a sus compinches:

- Espero por vuestro bien que no suceda pero en el peor de los casos...- hace un gesto claro pasando un dedo por el cuello y señalando con la cabeza la puerta tras la cual está guardada 'la mercancía' - Mejor muerto que fuera de control.

Sentado a la mesa, jugueteando con una caja de fósforos, Edward aguarda con aire distraído. Lleva un cerillo entre los labios, un recordatorio constante de su ambigua fama, tanto útil como peligrosa. Cualquiera le confundiría con un viejo aburrido, y son los que cometen ese error los que suelen caer bajo su pisada.

Está acostumbrado a los efusivos saludos de sus asociados ítaloamericanos, aunque su respuesta es más bien protocolaria, procurando mantener las maneras. Después de todo, para él es como un reflejo. Smoke regresa a su pose relajada en la mesa, contando cerillos, pues ya ha tratado con todos ellos al menos una vez, y aunque no fuera así, no se molestaría en conocerlos. Su presencia inspira un mínimo de sentido común, y eso significa no joderlo a él, o a la familia. O lo que es lo mismo, su pan de cada día.

-Newark...- se oye la voz arenosa del sicario, luego del gesto de Landore -Lo que significaría que alguien estuvo hablando con los cerdos, y por lo tanto, una lengua que cercenar- Ed pone su Colt sobre la mesa, para llevar a cabo la rutina usual de limpieza. -¿Quién va a cocinar para el chivato?-

Arrastardo por el impetu de aquel hombrecito, el abogado no sabía muy bien como actuar tan poco acostumbrado estaba a esas efusividades propias de bares y camaderías varias. Michael era el prototipo del que siempre había querido permanecer alejado.

Repasó con la vista a los otros, sus ojos pasando subitamente por Edward. No le extrañaba que un tipo como él estuviera allí. Pero ¿Que hacía Nina en aquel apartamentucho? Era dificil dejar de mirarla y aquel cuerpo era como un imán para los ojos de cualquier hombre. Le costó un buen rato dejar de hacerlo. Tanto que le pareció una eternidad.

- Demasiado sencillo. No me gusta - dijo mientras encendia un cigarrillo una vez consiguió liberarse de la presa de Michael. Lanzó la reflexión al aire aunque era obvio que se dirigía a Ezzio. Tampoco esperaba tener una respuesta.

Había olvidado lo frío que era Edward. Gente como él ponían nervioso incluso a Mike.

-¿Y por que no lo enviamos ya con los peces y nos vamos todos a dormir a casa, Ezzo? ¿Que tiene de especial este contable? El mundo está lleno de ellos.

Mike coje una silla de madera y se sienta al revés en ella, con los codos apoyados en la espaldera a la espera de la contestación.

-En realidad no nos importa, ¿verdad? No es tan complicado, ¿no?, nos ordenan que no vuele ni píe el pajarito hasta que se haya celebrado el juicio, pues vale, se le mantiene en la jaula. Y ya está. ¿A qué buscarle explicaciones...?

Lo dice con voz de niña, como si estuviera hablando de una receta de cocina. Se hace así, y sale bien.

-No te fallarán estos hombres, ya verás. ¿Certo..?

Clack. Shrik. Tuk

Edward se lleva su pistola a la funda de tirantes que oculta debajo del saco. No se levanta del sillón, y observa a todos mientras hacen comentarios, apreciaciones y preguntas. Nada interesante, sólo cuestiones que no suponen un obstáculo. Sólo están ellos y el contable regordete. Si las cosas se desmadran, hora de la acción. Fácil. Rápido.

Aunque le intriga el hecho de que la familia se complique manteniendo a un potencial soplón vivo, comienza a cavilar. Es un pedido de los Nicoro, así que debe ser importante para ellos. ¿Por qué? No le importa dejar esa pregunta sin respuesta.

-Debe ser algo especial para la familia Nicoro. ¿Cómo dijiste que se llama el tío, Ezzio?-

- No lo dije.- contesta Ezzio - Se llama John Haggarth pero no os encariñéis con él. No le deis coba, procurad hablarle lo mínimo. Por qué lo mantenemos vivos no lo sé ni me importa. Los Nicoro lo quieren vivo: nosotros lo mantenemos vivo. Nosotros no preguntamos chavales, parece mentira que sea Nina la que lo tenga más claro.- dice guiñándole un ojo a la chica mientras recoge su chaqueta de la mesa - Tengo que irme. Recordad lo que os han dicho: cuanto menos habléis con él mejor... Los Nicoro han dicho que es un manipulador nato, pese a su aspecto de pringado.

Mira el reloj:

- Bueno, me están esperando. Volveré pasado mañana para recoger el paquete y devolverle el problema a los Nicoro.

El abogado sacó una libreta de notas y garabateó algo allí al escuchar las palabras de Ezzio. Luego la volvió a guardar en el bolsillo interior de su chaqueta. Abrió la puerta del dormitorio esperanzado en que por lo menos aquella habitación compensara de alguna forma la balanza que hasta el momento estaba inclinada y mucho hacia el lado de lo cutre. Quedó decepcionado y no pudo dejar de pensar como serían las proximas horas encerrado en aquel sitio.

-¡¿Ma cosa fai, primo Angelo...?! Cierra esa puerta y deja al pajarito tranquilo, ¿eh?

La chica le adelanta casi al vuelo, para evitar un bufido de Landore ante el despiste del abogado, y éste no llega a abrir más que unos pocos centímetros la puerta.

-Vete, vete tranquilo, Zio Ezzio. Yo le haré algo que va a gustarle a tu pajarito. -Parpadea, pensando, y deja pasar un segundo-  Al señor... Ehh... ¿Haggarth?... Algo de comer que le guste, para que no se sienta incómodo, un buen plato de pasta a la calabresa...

- Excelente prima. - dice Ezzio desde la puerta lanzando una última mirada al grupo - Os llamaré mañana para saber como va la cosa. Abajo están Giacomo y Christopher en su coche. Hay una furgoneta aparcada por si hubiera cualquier incidente.

Sin añadir nada más sale por la puerta y abandona el piso.

Demasiado músculo, poco seso.

No sólo Edward lamenta que Landore no apreciara su indirecta, sino que también le toca los huevos su actitud voluntariamente ignorante. La lealtad no implica ceguera, piensa, aunque sus facciones no reflejasen más que fría seriedad. Mira hacia la puerta de la habitación cuando el jefe menciona sus cualidades, y aunque no le subestima, le cuesta creer que semejante mamón pueda llegar a ser peligroso. Le cuesta, pero lo acepta. No será él quien tomará por menos a Haggarth, pero aún así, le pica el trasero de inquietud.

Al irse Ezzio, Smoke continúa contemplando la puerta de la habitación. No se impacienta, y prefiere aguardar para el momento. Si hay algo que le desagrada es no controlar cuanto aspecto sea posible en un trabajo.

Lo que es de estúpidos es no saber por qué te juegas la libertad o la vida piensa Michael. Todos hemos aceptado el encargo a ciegas, asi que no se trata de un problema de lealtad, sino de aprovecha la informacion para hacer bien el trabajo. Por mucho traje y corte de pelo de 200 dolares sigue siendo otro matón de la calle. Sin inciativa.

El único otro lobo entre tanto cordero parece Edward, asi que lo tanteo un poco a ver por donde sale.

-Mi mujer piensa que estoy en una convención de importadores de aceite, ¿Sabes?. Ella no sabe nada de todo esto, se traga lo de que sólo somos hommbres de negocios.

Ezzio se ha ido y probablemente el contable esté ahora dando vueltas inquieto en su habitación.

Un fósforo pasa de dedo a dedo por la mano derecha de Smoke. Sopesa las posibilidades, las posibles reacciones a su mismo proceder. Sabe que puede toparse con un disgusto, pero no piensa dejarse subestimar. No es ningún idiota. Precisamente por eso, tiene dos razones para entrar allí. Aunque no tiene nada que demostrar, no viene mal reafirmar su posición.

-Veremos que tan elocuente es el gordinflón- dice, separándose del sofá para adentrarse en la habitación donde Haggarth aguarda, tal vez con incertidumbre, tal vez con seguridad. La percepción de Ed lo dirá.