Yo me he ido a recoger los caballos, mientras no nos diga gabo que he vuelto, sacadme de los mensajes XD.
Yo estoy estudiando, a menos que hayáis entrado en la habitación a molestar...
Caleb movia la cabeza con gesto afirmativo.
- Estoy de acuerdo con Dove - una pequeña mueca con la boca reafrimaba sus palabras - deberiamos de interrogarlos ahora mismo. yo los iria trayendo uno a uno y les sacaria toda la informacion posible. Con respecto a que hacer despues con ellos - dijo timidamente mirando a puñal - no estoy seguro de lo que dictan las leyes de los señores de la espada. Lo que si que tengo claro es que Oleg y su esposa deberian de abandonar el puesto una temporada, porque es posible que los bandidos puedan tomar alguna represalia antes de que acabemos con ellos.
señor master... ¿que es lo que indica la justicia real con los presos en estos casos? ¿prisioneros? ¿horca?
Es du suponer que estáis todos dento de la vivienda de los Leveton, en el salón, bebiendo un caldito frente a la chimenea. Se abre la puerta y aparece Sandael, aterida de frío, que corre a ponerse frente al fuego.
Según la carta que tenéis en vuestro poder "El castigo por bandidaje impenitente continúa siendo, como siempre ha sido, ejecución por espada o soga". Queda a vuestra interpretación qué es "impenitente" y qué castigo aplicar a los que practiquen bandidaje "no impenitente".
- Ya he traido de vuelta los caballos. - indicó Sandael al entrar. Y buscó rápidamente un hueco cercano a la chimenea. No paraba de frotarse las manos y soplarselas, mostrando claros signos de congelamiento. -Menudo frío que hace, la espera en la torre me ha dejado congelada. ¿Habéis conseguido sacarles algo de información a los bandidos?, bueno aunque os hubieran dicho donde estan acampados, esperaría a calentarnos y recuperarnos antes de ir su campamento.
Undbar, que había estado escuchando con atención a sus compañeros mientras se recuperaba de su gélido estado, se acercó a la chimenea y carraspeó fuertemente.
- Hermanos, hermanas. - Realizó una breve pausa escénica.- Como representante de Erastil en las tierras robadas, mi opinión está clara: todos merecemos una segunda oportunidad. Es, de hecho, por lo que mucha gente se aventura en tierras nuevas... yo no propongo la ejecución, sino la penitencia y la reinserción. - Y cuando parecía que había terminado, añadió: - Por cierto, hermano Oleg, creo justo repartir lo que tenían esos bandidos contigo y Svetlana; al fin y al cabo, os robaron en un par de ocasiones, ¿verdad?
Me tapo la nuca, que sé que me va a caer alguna colleja.
- Estoy con Undbar -dice Dove mientras palmea la espalda del semi-orco- Vayamos con ellos, que nos cuenten lo que saben y a ver si leemos el arrepentimiento en sus caras.
Dove se levanta, se enfunda la espada y se echa por encima la capa.
- Necesitamos saber, como poco cuantos quedan en su campamento, dónde está y si dependen de alguien más? O sea, si son parte de un grupo más grande?. ¿Vamos?
-Un momento.- Interrumpió Oleg.- Ya os dije que quería agradeceros lo que habéis hecho por nosotros.- Y soltó una pequeña bolsa de sobre la mesa que tintineó con el dulce sonido del dinero.- Son 50 piezas de oro. No hace falta que os arriesguéis más por nosotros, puede que la milicia que solicitamos a Restov llegue antes de que los bandidos se den cuenta de que algo ha ido mal en su última recolección de impuestos.
- Y puede que no lleguen, Oleg.- Le cortó Svetlana, algo que a su marido no le hizo mucha gracia.- Vete al almacén a por las pociones.- Le ordenó él malhumorado. La mujer salió cabizabaja de la habitación dejándoos a solas con el obstinado comerciante.
- 1.000 piezas de oro en crédito en el puesto comercial, para gastar en equipo, comida, establos... cualquier cosa que queráis y yo pueda conseguiros. Lo que no tenga aquí lo puedo pedir a la ciudad y tenerlo en unos días. Lo único que quiero a cambio es la alianza de Svetlana.- Esperó a ver con qué cara recibíais su oferta.- La milicia sólo estará aquí para protegernos de futuros ataques, no para recuperar lo que le arrebataron a mi esposa. Ese anillo fue de mi madre.- Confesó.- Llevaba generaciones en mi familia y es la única joya que jamás pude regalar a Svetlana. Eso sí, si decidís hacerlo no le digáis nada a ella, no le va a...
Svetlana entró de nuevo en la habitación silenciando de inmediato a su marido, que cambió inmediatamente de tema.- Nos interesa cualquier cosa que no queráis de los bandidos. Estoy seguro de que podremos venderlas.
Svetlana dejó tres frascos sobre la mesa.- Son las tres pociones que teníamos en el almacén, dos pociones curativas y otra de protección.- Informó.- De vez en cuando viene al puesto un viejo hermitaño llamado Bokken y nos deja algunos frascos. No está muy bien de la cabeza pero por Nethys que sabe preparar estos brebajes.
-Quedáoslas.- Concluyó Oleg nercioso, esperando que nadie se fuera de la lengua sobre la charla anterior.- Por las heridas sufridas.
Y ahí quedaron los tres frascos sobre la mesa.
Son 2 pociones de Curar Heridas Ligeras y una poción de Escudo de la fe +2.
- Me gusta ser recompensado a trabajo finalizado - dijo Puñal abalanzándose sobre las monedas, para inmediatamente contar que las 50 prometidas estaban ahí. Un poco después continuó - No obstante, empiezo a estar un poco harto de vuestros escrúpulos... Camaradas, la ley de los Señores de la Espada es clara: o soga o espada. Saquémosles toda la información que necesitemos y después colguémosles de la muralla. Si tenéis miedo de mancharos con la sangre de los prisioneros me encargaré yo mismo, sea como sea estas dos alimañas no saldrán de aquí con vida para irse de la lengua. Conocen cuántos somos y de lo que somos capaces, ¡me niego a darles una segunda oportunidad! ¿Creéis que nos la iban a dar nosotros? ¡Claro que no! Si los dejásemos sueltos por aquí no esperéis despertaros mañana porque nos rajarían los cuellos antes del amanecer. Yo lo haría en su lugar...
Tras el discurso, miró a Svetlana y los frascos sobre la mesa. Sabedor del secreto que les había compartido Oleg, aprovecha la ocasión para aguijonearle con sus bajos modales - Muchas gracias por tus servicios, cariño, pero estoy seguro que lo que nos ha traído no es la mitad de bueno que el vino de anoche, ¿por qué no te traes otra botella de la bodega, nos la bebemos y brindamos por Cayden Cailean y nuestra victoria? - Finalmente selló su petición guiñándole un ojo.
-Muchas gracias por toda la comida, dinero y pociones que nos estais proporcionando.- les agradeció Sandael a Svetlana y Oleg- En cuanto a los prisioneros, en primer lugar tenemos que interrogarlos, después podremos pensar que hacer con ellos. No soy partidario de matar a hombres indefensos y que se han rendido, pero tampoco de liberarlos. Creo que debemos encargarnos del campamento principal de bandidos, y una vez lo hayamos conseguido volver para avisar aquí puesto de que ya estan eliminados. Si para entonces ya han llegado los refuerzos, ellos se encargarán de los bandidos, sino lo han hecho no tenemos motivos para retenerlos si prometen no volver a cometer delitos de bandidaje, o de cualquier otro. - Sandael se giró hacia Oleg- ¿Tendríais algún problema con mantenerlos aquí?
- Si hay que tenerlos aquí, los tendremos.- Refunfuñó Oleg.- Pero no me hace mucha gracia. ¿Y si intentan escapar? ¿Y si nos hacen algo? No podemos pasarnos el día vigilándoles.
Por favor, sacad a Amendil de los mensajes hasta que se reúna con vosotros.
- Hablemos con ellos y decidamos. Repito, si no es arrepentimiento lo que leo en sus caras, entonces, que todo el peso de la ley caiga sobre ellos.
Que simpático es nuestro amiguete Oleg. Me cae de bien.
- hombre ... - interrumpio Caleb - las ordenes son claras, y la justicia dicta que los actos de bandidaje y asesinato se castigan con la horca o la espada. Ellos sabian a lo que se atenian cuando robaban a Oleg y su familia. - Caleb tenia el gesto bastante serio - a mi me parece un error dejarlos vivos, o al cargo de Oleg... ¿y si logran escapar y buscan venganza contra ellos? - dijo señalando a Oleg y a su mujer - a mi no me gustaria tener sus muertes bajo mi conciencia por no haber cumplido con mi deber... todos nos someteremos a aquella que nos juzgara en el otro mundo sus palabras claramente se referian a Pharasma - ademas, no creo que ellos tengan sus manos limpias de sangre... - se levanto de al lado de la chimenea - pero si quereis posponer la decision para despues de hablar con ellos, asi sea.
Arropado con la manta se dirigio a la entrada de la casa, pendiente de ver que hacia el resto del grupo antes de salir hacia el almacen donde estaban los bandidos...
- Al fin alguien que entiende mi idioma. Muy bien, Caleb, vamos a torcer unos cuantos pulgares - sonrió Puñal y se acercó al caballero silenciosamente. Después miró de soslayo a los demás y gruñó entre dientes - Ah, Svetlana, no te creas que me he olvidado de esa botella de vino, tráenosla al almacén y te perdonaré tu pequeño "despiste"...
Undbar también se dirigió al almacén, siguiendo los pasos de puñal.
- Diga lo que diga esa ley, - dijo, entre bocanadas densas de gélida respiración - son hombres, no animales de matadero... ¿no habéis errado alguna vez? ¿Un sólo error puede dar al traste con una vida entera? - Y esto último lo enfatizó, mirando a Caleb y Puñal.
- Veamos que nos tienen que decir -dijo Dove mientras se echaba la capa por encima y salía por la puerta en dirección al almacen.
Me pongo en marcha hacia el almacen.
Ardiente 1 de Pharast del 4.710. Tarde.
El debate hubiera quedado zanjado y los interrogatorios efectuados con diligencia si no fuera porque finalmente Svetlana accedió a la insistente petición de Puñal y trajo una botella de vino de la que éste, y otros que se unieron a él para calentarse el gaznate con tanto frío que hacía, dio buena cuenta sin tomarse demasiadas prisas. Cuando quisieron darse cuenta, la mañana ya había pasado y Amendil ya estaba de nuevo con ellos.
Recogidos los platos de la mesa, salieron al frío del patio y se dirigieron al almacén donde aguardaban los prisioneros. Al abrir la puerta los encontraron entre las ombras, agazapados en el suelo, con expresión triste y resignada. Claramente conocían las leyes de Brevoy y tenían miedo de lo que pudiera ocurrirles.
Incorporo a Amendil porque me canso de editar mensajes.
-Bueno, compañeros, ¿habéis decidido ya algo? El sol ya se encuentra en su cénit, y sin duda los compañeros de estos malandrines ya se habrán empezado a preocupar. Pongámonos manos a la obra y obtengamos la información que necesitamos; luego ya veremos qué hacer con ellos...
- Sabéis cual es el castigo por el bandidaje en estas tierras. -Dove se acercó a los villanos y les hablo lentamente- Os vamos a dar una oportunidad para hablar antes de colgaros. Contadnos donde está vuestro campamento, cuantos sois y todo lo que sepáis de vuestro grupo.
Vaya, teníamos que haber hablado antes de quien les iba a hablar. Como Paladín, no voy a ser un buen interrogador... Un poli bueno / poli malo hubiera sido mejor, pero no creo que mi pj lo permitiera. Putos palacas legales...
No se si sería necesaria una tirada de intimidar, creo que ya están lo suficientemente intimidados.
Los dos bandidos, sentados en el suelo, cruzaron miradas y uno de ellos se erigió en portavoz.- Si vais a colgarnos, puedes coger tu oportunidad de hablar y metértela allí donde nunca brilla el sol. Aunque parece que en tu caso si debe haber brillado en más de una ocasión.- Gruñó intentando provocar al noble paladín. -Si todo lo que podéis ofrecernos es ser colgados con la conciencia limpia, no sé mi compadre, pero yo prefiero morir y esperaros en los pozos del Abismo. No creo que tardéis en llegar.