Partida Rol por web

La Locura de Durgam

Prólogo: el eterno Círculo

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29/09/2011, 22:52
Director

Dicen que en el Círculo todo es eterno, hasta el mismo Círculo. Tú, como todos los demás Esclavos y Siervas de la Corona, sabes que esto es una soberana tontería. ¿Cómo va a ser eterno el Círculo? Para la eternidad es necesaria una ausencia de principio y de final; sabes perfectamente que el Círculo tiene un principio, y en cuanto a su final... en fin, ¿no "finalizó" ya tres veces en el pasado? ¿Qué impedirá que haya una cuarta?

Te desperezas en la cama, notando el contacto de las suaves sábanas contra tu cuerpo desnudo. Es sin duda uno de los pequeños placeres de la vida, al menos en lo que a la vida dentro del "eterno" Círculo se refiere. La habitación está prácticamente a oscuras y no aciertas a ver bien. Puedes sin embargo distinguir lo suficiente como para acertar a ver que la cama de al lado, la que habitualmente ocupa Aldor, está vacía. Ignoras su paradero, pero no es poco habitual encontrarle ya en pié a prontas horas de la mañana. Decidido a empezar tu día, decides hacer lo mismo.

Emerges de las profundidades de la cama y decides que es hora de abrir el ventanal de la alcoba compartida. Aún no tienes una cámara propia, pero por lo menos empezaste a compartir la nueva con Aldor hace poco más de un año: es mucho más cómodo tener a una única persona en la habitación en lugar de a otras veinte, ya no sólo para el correcto desarrollo de íntimas actividades personales, sino porque permite también disfrutar más del espacio adquirido, una conquista sobre el terreno de lo común que, por lo demás, prima siempre en el Círculo.

Abres las contraventanas y giras el pomo plateado de la enorme ventana. Nunca echáis las enormes cortinas, más parecidas a un telón, porque a ti te recuerdan demasiado a la decoración de las Casas Nodriza, referencia poco agradable que sin duda borrarías si pudieras.

El aire del mar te acaricia la piel como sólo un amante recurrente lo sabe hacer. Al inspirar notas su plenitud, un aroma a salitre que te inunda los pulmones y acaricia tus narinas con fuerza. Ksetra a despertado, y su pulmón marino te saluda diciendo "buenos días, Esclavo; hoy es un nuevo día".

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30/09/2011, 11:21
Hergern Brotelas
Sólo para el director

Me había acostado tarde la noche anterior terminando los pergaminos que Aldor me había "engargado" y aunque había dormido poco tiempo, lo había hecho muy profundamente, tanto que no había cambiado de postura y las marcas de las sábanas se me habían quedado en la cara. Me acaracié las arrugas que las sábanas habían dejado en la mejilla mientras trataba de abrir los ojos.

Escuché el ruidito de unas pequeñas patitas que se movían rápido y cuando por fin conseguí abrir los ojos el pequeño Sniffy se había encaramado a la cama y me saludaba con una de sus patitas delanteras.

- Buenos días, amiguito - le dije en medio de un bostezo - que mal me sienta trasnochar...

El ratoncito se levantó sobre sus patas traseras y apoyó una de las patas delanteras en el costado mientras me señalaba con la otra. No me lo podía creer ¡un ratón me estaba dando un sermón! No dejaba de sorprenderme.

- Oye, ¿quieres dejarme en paz? acabo de levantarme ¿sabes? - solté un bufido y me levanté de la cama

Caminé hasta el pequeño armario con cajones donde guardaba la ropa. Hacía un día espléndido así que decidí ponerme algo cómodo y fresco. Mientras sacaba mi camisa blanca preferida el ratoncito volvió a la carga y trepó hábilmente hasta el armario. Pero antes de que me sermoneara otra vez decidí cambiar de tema.

- Me he dado cuenta de que últimamente te has vuelto muy listo - le dije mientras metía uno de los brazos por la manga de la camisa - debe ser que ahora soy más poderoso ¡Ja!

Terminé de ponerme la camisa y los pantalones y noté algo en uno de los bolsillo. Busqué a ciegas hasta agarrar lo que había dentro, un trocito de queso. Sonriendo por el hallazgo, lo pasé por delante de los ojos del ratón, que se quedó como hipnotizado.

- Toma amigo, te lo has ganado... seguro que eres el ratón más listo del mundo - dejé el trozo de queso sobre el armario y Sniffy lo tomó entre sus patitas

Cuando terminó lo cogí entre mis manos y le acaricié la tripa con el dedo. Le encantaba que le hiciera eso y así me dejaría en paz un rato, podía llegar a ponerse muy pesado.

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03/10/2011, 20:51
Director

Con Sniffy a hombros sales al pasillo de la sección del ala en el que están tus aposentos. El edificio del Círculo está dividido en cuatro grandes alas (cada una equivalente a un cuarto del edificio), divididas a su vez en varias secciones cada una. Un ala está ocupada por la descomunal biblioteca y los estudios que ocupa, todo el centro de la descomunal construcción. El resto de las tres alas, que ocupa cada una un tercio del espacio exterior, están divididas como procede: una para alojamiento de Esclavos, otra para alojamiento de Siervas, y la última para las salas de aprendizaje, instrucción y celdas de castigo.

A pesar de lo que pueda parecer, la planta en la que te encuentras no es tan mala como te la imaginabas. Después de haber dejado las salas comunes, mucho más hostiles a la vista y desprovistas de decoración, las plantas superiores están resultando ser de lo más suculento, al menos para los estándares de un Esclavo de la Corona. Una alfombra ocre cubre el suelo del pasillo al que dan las puertas de los distintos aposentos. De la que está inmediatamente enfrente vienen unos gritos ahogados que te hacen presuponer que Yrio y Hedran están discutiendo otra vez. No habéis podido confirmar nada, pero Aldor y tú tenéis la sospecha de que son amigos. Muy amigos. Y por eso se pelean. Por las Grandes, ¡si se enterara el resto...!

Caminas pasillo abajo ya ataviado con tu vestimenta habitual. A los hombres que han alcanzado tu nivel se les permite elegir entre las tradicionales faldas que completan los camisones y túnicas de lino o unos pantalones anchos que, visto el tamaño de sus perneras, bien podrían ser faldones. Sea como sea, lo que tienes que llevar es la tradicional toga azul que cubra tu vestimenta. Ya no eres un aprendiz, al menos no uno de los más novatos, y por lo tanto ya debes empezar a imitar las guisas de tus superiores inmediatos.

Bajas las curvas escaleras del curvo edificio paseando la vista por las curvas paredes desnudas. No hay un solo fresco que decore sus muros, ni un tapiz, ni una triste muesca que demuestre que el edificio vive. A medida que desciendes hacia las entrañas del Círculo todo se vuelve neutral, estéril, vacío de emoción. ¿No es este en efecto un reflejo perfecto de lo que es el Círculo?

Al llegar al descomunal vestíbulo te saluda las descomunales estatuas de las Seis Emperatrices (¡incluso de la Tercera!) que con semblante serio vigilan, espalda contra espalda, a todo aquél que pase por el vestíbulo... lugar de paso obligado para acceder a cualquier punto del edificio. Las estatuas permanecen como un símbolo de sumisión de todos los que en el Círculo moran ante los deseos de La Corona, que les controla en todo momento y lugar.

Más allá de las estatuas están las puertas de los comedores, una vez más segregados por sexos. Te diriges al comedor masculino y te sientas esperando a que uno de los muchos siervos te traiga el desayuno. No es sin embargo un siervo el que se acerca a ti, sino el mismísimo Aldor que, sin ningún tipo de decoro, se sienta a tu lado. Él es uno de los que prefiere la falda como prenda por la libertad de movimientos que dispensa y porque "se acostumbró a ella después de tantos años".

-¿Qué haces tú aquí? -te pregunta a la vez que alarga el dedo para acariciar a Sniffy.

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04/10/2011, 15:53
Hergern Brotelas
Sólo para el director

Sniffy se revolvió un poco ante las caricias de Aldor, pero yo sabía que le caía bien, al fin y al cabo pasábamos mucho tiempo juntos. Al igual que Aldor, me sentía cómodo llevando falda, aunque no era como él y no me la ponía siempre. No tenía ni idea de lo que pensaba la gente sobre eso, pero jamás reconocería ante nadie que me ponía la falda porque él lo hacía. En realidad le admiraba, quería ser como él, pero nunca se me habría ocurrido reconocerlo.

- ¿Pero qué clase de pregunta es esa? - dije extrañado - He venido a desayunar, como tú... ¿sabes? para eso sirve el comedor - me reí un poco para intentar hacerle quedar como un tonto - Por cierto, cuando venía he escuchado a quienes tú y yo sabemos, haciendo lo que tú y yo sabemos - enarqué una ceja y enseguida supo que me refería a Yrio y Hedran - Es cuestión de tiempo que les pillemos in fraganti, va a ser muy divertido...

La noche anterior habría matado a Aldor por haber tenido que cumplir con la apuesta, pero en ese momento se me había olvidado todo. Siempre me pasaba lo mismo, en cuanto empezábamos a hablar de cualquier cosa dejaba de estar enfadado con él. Ya no me importaba haber pasado la noche en vela rellenando pergaminos... bueno, quizás un poquito.

- Bueno, supongo que habrás visto el gran trabajo que hice ayer, me llevó toda la noche - dije con orgullo - Debes reconocer que lo he hecho mejor que si lo hubieras hecho tú mismo... ehh, oye ¿te pasa algo?

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05/10/2011, 19:09
Director

Aldor rió con ganas ante tu comentario. Pasó las piernas por encima del banco y se sentó sobre él como lo habría hecho de querer montar a caballo.

-¿Otra vez con el tema? -dice cuando termina de desahogarse a gusto-. Es increíble, ¡no van a poder sentarse!

Extiende una mano para servirse un poco de vino dulce de una de las muchas jarras que hay repartidas por la mesa. Nunca comprenderás el afán del Círculo de servir esa bebida a estas horas de la mañana (ni el de Aldor por beberlo), pero el caso es que ahí está desde que llegaste al comedor por primer día.

-Perdona, pero esos pergaminos estaban prácticamente terminados antes de que tú pusieras tus manazas sobre ellos. Además, ¿quién me garantiza a mí que no los habrás dejado peor?

Dice esta última frase desviando la mirada hacia uno de los extremos, en donde acaba de hacer aparición el Esclavo Arquitecto, rodeado por un séquito de aprendices y asistentes. Algo parece despertar en él el maestro (el más joven de los Ocho) que Aldor se atraganta con el vino. Tose con insistencia, tanta que sientes por un momento el impulso de llamar a uno de los esclavos sanadores para atender a tu amigo. Pero te indica con la mano que está bien y que no necesita asistencia.

-¿No lo has oído? ¿Será posible que no te hayas enterado, ensimismado como estás? -comenta con una voz ronca como un ladrido y la cara roja por la falta de oxígeno.

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05/10/2011, 20:29
Hergern Brotelas
Sólo para el director

A nadie le extrañaba ver a algún Esclavo durmiendo a media mañana o parcialmente inconsciente en un rincón ¡el vino estaba por todas partes! ¡y desde primera hora de la mañana! Reconozco que me gustaba hacer las cosas que hacía Aldor, aunque sólo las hiciera porque las hacía él, de esa forma me sentía más adulto de lo que era en realidad, pero lo del vino a primera hora de la mañana era demasiado para mi.

- ¿Quieres dejar de beber vino? - dije molesto - ¿Sabes acaso que hora es? A veces pienso que en este lugar están todos locos menos yo.

Aunque no quiso reconocerlo, por si acaso alguien estaba pegando la oreja a nuestra conversación, (algo bastante probable, los Esclavos eran unos cotillas... bueno, éramos, debo incluirme) aquellos pergaminos estaban a medio empezar y había hecho un gran trabajo. En realidad los había hecho tan sumamente bien que me lamenté de no haberlos hecho así de bien cuando me los encargaban a mi.

- ¡Serás caradura! - dije sorprendido - ¿Así que no los has revisado para ver si estaban bien?... Podría haber escrito lo que me hubiera dado la gana y ni siquiera te habrías enterado. La próxima vez te vas a enterar...

Aldor se atragantó cuando vio aparecer al Esclavo Arquitecto, aunque yo no vi la relación entre ambos hechos, me pareció que había sido algo totalmente fortuito. Alargué la mano para palmear la espalda de Aldor, algo que se suele hacer en estos casos aunque no sirva para nada, pero enseguida me indicó que se encontraba mejor.

- Tranquilo hombre, respira - dije riéndome de él, no desaprovechaba una ocasión de quedar por encima - ¿Si he oido que? No he oído nada especial... ¿qué tengo que oír? ¿qué? ¿QUÉ?

Me ponía un poquito nervioso (pero sólo un poco) cuando era el último en enterarme de algo. No era sólo algo personal, es que en el Círculo era de vital importancia tener la información antes que los demás, sobre todo para que a nadie se le ocurriera usarla en tu contra. Y sobre todo si se trataba de mi, que no tenía demasiados amigos.

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11/10/2011, 19:43
Director

Aldor parece recobrar un poco la compostura después de haber tosido todo lo que tenía que toser. Todo esto está ocurriendo en a penas unos segundos, pero ¡por las Grandes Madres!, parecen horas. La pasividad de Aldor mientras toma una copa para servirse agua y aclararse la garganta, el ruido de las conversaciones vecinas, el chirriar de los cubiertos sobre los platos y la forma poco disimulada de mascar de algunos... El tiempo pasa sin que nadie abra la boca y tú quieres gritar.

Podrías pensar en un primer momento que esto no era más que una broma de Aldor. Al fin y al cabo os conocéis desde hace años y habéis compartido múltiples experiencias y travesuras a lo largo de los años. Sería muy típico de él estar haciéndote pasar un mal rato para nada, simplemente para ver cómo reaccionas. Pero algo te dice que no es así. Tal vez sea su mirada, que busca insistentemente la tuya en lugar de rehuirla. A lo mejor es el hecho de que, mientras bebe, sigue queriendo hablar, lo que te lleva a pensar que realmente te quiere decir algo. ¿Será acaso un sexto sentido el que te indica que se trata de algo importante?

-...eo gue la gulpa es de Seriee -dice Aldor con la voz todavía algo gangosa después de haberse bebido el agua-. Tenía que haberte llevado el sobre que en realidad tendría que haberte llevado yo y... en fin, cosas que le vienen a uno, maldita Sierva de los infiernos, ¿no puedes confiar en nadie?

Deja la copa a un lado y te mira con seriedad.

-Poco importa. El caso es que lo que tenía que entregarte yo, que era secreto y que la muy... de Seriee no te ha hecho llegar (y no mencionemos la cuestión de que ese era mi deber porque no estamos hablando de eso ahora)... digamos que eché un ojo a lo que era.

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13/10/2011, 14:14
Hergern Brotelas
Sólo para el director

Tenía tanta curiosidad por saber qué era aquello de lo que no me había enterado que casi pasé por alto el pequeño detalle de que Aldor había abierto MI carta y la había leido. Empecé a ponerme rojo de furia, era muy celoso con mis cosas y en un lugar como aquel donde la intimidad y la privacidad eran tan escasas, me molestaba especialmente. Si se lo hubiera contado a Sniffy en aquellos momentos, seguramente habría adoptado su típica actitud paternalista y habría dicho algo así como que me lo tenía bien merecido y que yo le había hecho cosas peores a Aldor, y probablemente contaría alguna de esas historias. Suerte que estaba ocupado correteando por la mesa y no percibió nada a través del vínculo telepático.

- ¡Sucio tramposo! - le dije, furioso, mientras le señalaba con el dedo índice - ¿cuántas veces tengo que decirte que no leas mis malditas cartas?

No me había dado cuenta de que había levantado la voz más de lo que quería, simplemente me había dejado llevar. Algunos de los presentes interrumpieron por un momento sus conversaciones para mirarnos. Se hizo un silencio incómodo y me quedé callado por un instante, bajando la cabeza hasta que todos volvieron a sus asuntos.

- Pasemos por alto el hecho de que has leido mi carta - dije mientras hacía un enorme esfuerzo por mantenerme calmado - ya hablaremos después de eso... pero bueno, ya que la has leido dime de una vez qué es lo que ponía. Si tengo que esperar a que Seriee me la dé, estamos listos... por cierto, ¿qué demonios pasa hoy con el desayuno? ¿es que sólo van a traernos vino?

Traté de no pensar en el destino de mi carta, si estaba en manos de aquella Sierva cualquiera que pasara por allí podría leerla también y... bueno, mejor no pensarlo.

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16/10/2011, 17:09
Director

Aldor niega con la cabeza, indicándote que no tienes razón. Va a abrir la boca para decir algo más pero en ese instante se acerca uno de los criados con una bandeja llena de comida. En ella hay ordenados distintos tipos de quesos, carne seca, carne cruda, frutas... Deja la bandeja sobre la mesa para que cada comensal se sirva lo que más le plazca. Aldor hace lo propio y estira una mano mientras con la otra recoge sus ropas para no mancharse. Se decanta por los frutos secos tostados con miel, una de sus chucherías favoritas.

-Te equivocas, Esclavo Brotelas -dice dándole un tono solemne a su intervención-, lamento decirte que te equivocas. La cuestión ahora no es si yo leo o no tus cartas (qué bien hueles esta mañana, por cierto), sino qué pasaba con esta en cuestión.

Se lleva algunos dulces a la boca mientras que toma de nuevo su copa para beber y tragar. No te quita la vista de encima.  Algo te dice que el tiempo de bromas se ha acabado y que ahora viene lo serio.

-No era una carta -confiesa por fin Aldor terminando de tragar el vino-. Ni siquiera venía de fuera del Círculo.

¿Cómo? ¿No era una carta? ¿No venía de fuera del Círculo? Miras extrañado a Aldor, que te devuelve a su vez la mirada, como esperando que seas tú mismo capaz de sacar las conclusiones necesarias. Cuando ve que por fin entiendes, asiente con reconocimiento y da voz a tus pensamientos a la vez que un escalofrío te recorre la espalda.

-Es una citación, Hergern. El Mecenas quiere verte y no tengo ni la más mínima idea de por qué.

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18/10/2011, 21:28
Hergern Brotelas
Sólo para el director

La comida por fin había llegado, y justo a tiempo para apaciguar mi enfado. Sabía que pronto se me olvidaría, pero por el momento me seguía molestando el hecho de que Aldor hubiera leido una de mis cartas. Tomé un trozo grande de queso y coloqué sobre una rebanada de pan tostado al fuego. Cogí el trozo más chamuscado, aún estaba caliente y el queso se derritió parcialmente. Sólo le había dado un mordisco cuando Aldor me dijo lo que contenía la carta. No pude ver la cara que puse, pero la cara de Aldor resultó ser como un espejo en aquel momento. Seguramente me puse blanco y me quedé con la boca abierta por unos instantes, recuerdo que incluso Sniffy dejó de corretear por la mesa para quedarse quieto como una estatua. Es más, diría que incluso pude ver una muestra de preocupación en la cara del pequeño ratón. Pero todo aquello no importaba porque el Mecenas en persona quería verme... no supe si reir o llorar.

- Pe...perr...perooo - comencé a balbucear sin encontrar las palabras adecuadas - ¿pero qué puede querer de mi? ¿No será por aquello que hicimos, verdad? - Aldor negó con la cabeza - Claro, eso no puede ser, no creo que se haya enterado y si se hubiera enterado tampoco creo que le importase mucho... - otra vez estaba divagando - Bueno , pero si no sabes por qué, al menos dime para cuándo es la citación, ya sólo falta que llegue tarde... - me llevé las manos a la cabeza - Esto no puede estar pasándome a mi... noooo...

Mi pierna derecha comenzó a temblar insistentemente, como si tuviera frío. Cuando me ponía nervioso me solía temblar la pierna derecha, normalmente me calmaba si colocaba las manos sobre ella, pero en aquellos instantes no habría dejado de temblar ni siquiera sin cien siervas me la hubieran sujetado. Y es que estaba muy, pero quue muy nervioso.

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19/10/2011, 19:54
Director

Disfrutas del copioso desayuno como si fuera el último de tu vida, aunque sabes perfectamente que a este le han de seguir otros muchos a lo largo de los años. El queso, el pan, las carnes y huevos que van trayendo, las bandejas de frutas y los cuencos de azúcar y licores dulces endulzan algo la mañana antes de que Aldor termine de amargártela por completo.

¡El Mecenas! Pero... por todas las Grandes, ¿qué puede querer? Has hablado en alguna ocasión con miembros de los Ocho, pero, ¿con el Mecenas? ¿Sabe acaso que existes? Aunque claro, no hay que subestimar nunca la capacidad del primero de los Esclavos. Y es que, precisamente por eso: ¿para qué ha de verte? ¿Qué has hecho de bueno o de malo para que sea tan sumamente sobresaliente que requiera tu presencia ante el Mecenas? ¿Habrá hecho Sniffy algo malo?

Masticas con angustia mientras le das vueltas a la cabeza. ¿Y qué haces ahora? ¿Sales corriendo? Por las Grandes, ¿sabrás llegar hasta el Mecenas? Sí, claro que sí, menuda tontería...

-Me parece que no llegas tarde -dice Aldor, terminando de rematarte-. No había una hora específica, simplemente se requería tu presencia.

Te lo dice con un trozo de embutido de cerdo aún a medio mascar en su boca. Te mira a caballo entre una disculpa y el deseo de no estar en tu lugar. Luego parece caer en la cuenta.

-Aunque claro, teniendo en cuenta que la citación tenía que dártela yo y llevo despierto un buen rato... -sigue, sin terminar la frase. Puedes oírle tragar con fuerza. Quieres morir. Morir y matar. No sabes qué harás primero, pero está claro que, antes de que acabe la tarde, las dos llegarán.

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23/10/2011, 14:17
Hergern Brotelas
Sólo para el director

Respire tranquilo unos instantes, al menos no estaba todo perdido. Por lo que Aldor había dicho aún tenía tiempo de acudir a la cita, a pesar de que no tuviera claro el motivo de la llamada. En cierto modo me sentí importante, quiero decir que muchos de mis compañeros se habían hartado de decirme que era un hechicero mediocre, que ellos se merecían más que yo la atención del Esclavo Hechicero (si, así era la gente del Círculo, no se cortaba un pelo a la hora de criticar) y que nunca llegaría a nada, pero ¡ninguno de ellos había sido citado por el Mecenas en persona! Se me acababa de ocurrir un plan.

- No tengo tiempo que perder - diije recuperando el entusiasmo - me vestiré con mis mejores galas e iré de inmediato a reunirme con el Mecenas, seguro que le complacerá que acuda a la cita lo antes posible - tomé un largo trago de agua para pasar el desayuno - Pero antes de que me marche, tengo un encargo para ti Aldor, y antes de que empieces a poner excusas estúpidas recuerda que has leido mi carta y has tardado una eternidad en contarme lo que ponía. Si hoy ves mi cabeza separada del cuerpo, sabrás que la culpa fue toda tuya... Vayamos al grano, quiero que todo el mundo se entere de que el Mecenas en persona me ha citado y que la reunión tiene que ver con un asunto de gran importancia pero que es alto secreto - miraba a Aldor con entusiasmo, con los ojos abiertos como platos - Los demás Siervos tendrán que tragarse sus palabras.

Era la ocasión perfecta para apuntarme un tanto y pasar por encima de todos aquellos que me despreciaban constantemente. Una pequeña victoria que saborearía muy pronto.

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27/10/2011, 18:03
Director

Aldor deja de comer ante tus palabras y te mira con extrañeza. Espera unos instantes, sin saber qué decir, y finalmente se anima a tomar la palabra.

-Si no tienes tiempo que perder, ¿para qué cambiarte encima de ropa? -te dice con naturalidad-; ¡por las Grandes! Si ya has tardado bastante desayunando, no creo que le vaya a hacer especial gracia ver que le haces esperar para cambiarte de ropas, ¿no?

Se encoge de hombros mientras da un largo trago a su copa de vino.

-Por lo de que la gente sepa que te han citado, no creo que debas preocuparte: esto es como un patio de colegio y todo el mundo sabrá tarde o temprano que te han llamado -añade tras beber de nuevo-. Yo me preocuparía más por llegar corriendo antes que de sacar rédito de ello.

Te dice esto último guiñándote un ojo. No sólo te avisa tarde y mal, sino que encima te aconseja que te des prisa. ¡Si no fuera tu amigo, harías que se atragantara intentando tragarse a Sniffy!

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28/10/2011, 17:35
Hergern Brotelas
Sólo para el director

Aldor tenía toda la razón, por mucho que me costara reconocerlo, no había tiempo que perder. Me levanté y cogí a Sniffy, colocándolo encima del hombro.

- Tienes razón, tampoco voy tan mal vestido - dije mientras revisaba mi indumentaria - no hay niguna mancha, ¡Perfecto!... Bueno, amigo, disfruto mucho de tu compañía pero me requieren para un asunto de suma importancia - dije bromeando - Nos vemos en la comida ¿vale? Cuidate.

Acto seguido salí rápidamente del comedor. Traté de recordar cual era la ruta más rápida hacia las dependencias del Mecenas y en cuanto lo tuve claro aceleré el paso cada vez más, hasta que los nervios pudieron conmigo y comencé a correr. No quería llegar tarde.

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25/11/2011, 18:34
Director

Tus pasos resuenan por los eternos pasillos del eterno Círculo. Atraviesas de nuevo el vestíbulo principal, ignorando las estatuas que con sus ojos de piedra te observan, y tomas el que sabes (crees) es el camino hacia las dependencias del Mecenas. Subes las incontables escaleras y te adentras en uno de los múltiples corredores. Más escaleras. Giro a la derecha. ¿Es por aquí? Por las Grandes, ¡todo es igual y eterno en el eterno Círculo!

En verdad empiezas a sentirte algo mareado, no sabes si por el sueño o por haber empezado a correr a penas cinco segundos después de haber engullido el desayuno. Te paras, jadeante, y analizas tus alrededores. No tarda en llegar la frustración: todo es efectivamente igual. Nada te indica que estás en el buen camino. Inspiras con profundidad para meditar. Mirando al suelo descubres que el color de las alfombras que lo decoran te indica que estás en una zona de aposentos. Es este por lo tanto el corredor equivocado. Vuelves sobre tus pasos y accedes a uno de los vestíbulos secundarios de donde parten varias escaleras.

Ahí está: la alfombra carmesí es la que te indica el camino. Pronto te encuentras en el pasillo que alberga los Estudios de los Esclavos, una zona normalmente vedada a menos que se tenga un motivo. Y tú lo tienes: ver al Mecenas.

Ante ti tienes ahora su puerta. El corazón te late desbocado y parece que vaya a estallar de un momento a otro. ¿Serás capaz de llamar o morirás en el intento?

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28/11/2011, 11:52
Hergern Brotelas
Sólo para el director

Me paré un instante para recuperar el aliento y me sequé el sudor de la frente con la manga de la túnica. Estaba como un flan pero conseguí recuperar la compostura y me decidí a llamar a la puerta... sin embargo, cuando mis nudillos estaban a menos de media pulgada de la puerta mi mano se paró en seco sin llegar a llamar.

"¿No se ofenderá porque llame a la puerta? -pensé- Es que así sin avisar... Bueno, pero es él el que te ha llamado a ti, tendrás que responder a su llamada ¿no?..."

Realicé una serie de cómicos movimientos delante de la puerta sumido en mi indecisión. Fue una suerte que el pasillo estuviera completamente desierto porque cualquiera que me hubiera visto se habria reído de mi, y con razón. Sniffy se revolvió en algún recoveco de la túnica y trepó hasta colocarse en mi hombro derecho. Se levantó sobre sus dos patas traseras y me miró extrañado.

- ¿Cómo qué... - me di cuenta de que había hablado muy alto y bajé la voz - ¿Cómo que qué hago? Pues...

No supe qué contestar, lo cierto es que tenía razón, estaba haciendo el imbécil delante de la puerta del Mecenas. Fue como si me hubieran dado dos bofetadas en la cara y me hubieran dicho "Compórtate, Hergern", me sacudí el polvo de la túnica, me la coloqué debidamente alisando algunas arrugas y me retoqué el pelo con la mano derecha.

- Ahora si estoy listo, gracias campeón - mi dedo índice acarició la cabecilla de Sniffy, que volvió a escurrirse en el interior de la túnica.

Armándome de valor tomé aire y llamé a la puerta... pero el sonido fue tan leve que casi ni lo escuché yo mismo, así que llamé por segunda vez y estaba vez el ruido se escuchó en todo el pasillo. Me miré la mano y vi los nudillos enrrojecidos ¡Demonios! ¡Si que había llamado fuerte!

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29/11/2011, 18:36
Director

Efectivamente, la calma que Sniffy te había infundido ha tenido como principal consecuencia que por todo el corredor ha tronado tu llamada. Pero hay algo seguro: sabe que estás ahí.

Del interior te llegan ahogadas varias voces. El Mecenas, evidentemente, no está solo. Algo que por otra parte podría considerarse hasta lógico. Cuando las voces se hacen más fuertes es cuando empiezas a preocuparte; no son esas voces masculinas, sino femeninas. El Mecenas está acompañado por mujeres. ¿Habrás hecho algo mal?

No te da tiempo a seguir divagando pues la puerta se abre de par en par sin previo aviso. Habías calculado que, por la distancia, tardarían un poco en llegar hasta ella. No contabas sin embargo con que hubiera alguien esperando al lado de la puerta para atenderla. Y menos aún te esperabas que ese alguien fuera nada más y nada menos que una de las Soldados de Su Majestad.

Ante ti permanece clavada como un poste una mujer con una impoluta armadura. No puedes ver claramente sus facciones, ocultas por su ornamentado yelmo plateado, pero te alivia adivinar unos resquicios de ojos que no esconden reproche ni destellan hostilidad. La mujer se hace a un lado acompañada por el sonido del metal contra metal. Como si de un telón se tratara, su capa turquesa te desvela una de las muchas estancias que no habías visto nunca dentro del Círculo: el estudio del Mecenas.

La habitación es... decepcionante. No sabías muy bien qué esperar, la verdad. Al fin y al cabo esto es el Circulo, hogar de los Esclavos y Siervas de la Corona; sí, el Mecenas no es la Reina, no es ni siquiera una Consorte Imperial, pero... ¿esto? No hay lujosos tapices ni estatuillas de marfil. No ves finos cristales y preciados licores en bandejas de la más exquisita plata. Las tapicerías te recuerdan vagamente al cuero deslucido de las butacas de la biblioteca y pondrías tu mano en el fuego al jurar que esa es la misma mesa que hay en todos los demás estudios del Círculo. Donde debería haber bellos cuadros hay sólo estanterías con pergaminos y facsímiles. El único retazo de lujo en esta sala era la capa que atavía a la Soldado.

Desconoces si la decepción se muestra o no en tu cara, pero caes pronto en la cuenta de que sentados alrededor de una mesa baja, en esas mismísimas butacas en las que tantas horas pasaste estudiando, está sentado el Mecenas y una joven pelirroja a la que no conoces pero que es claramente una Sierva de la Corona. De ella sí que emana algo, si no hostilidad, al menos recelo. Del Mecenas, de ese adorable hombre que parece no haber dañado una mosca en toda su vida, sólo se desprende afecto. Te invita con una mano a que te acerques.

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01/12/2011, 17:21
Hergern Brotelas
Sólo para el director

Había imaginado como sería aquella habitación, pensaba que al entrar tendría que detenerme a contemplar su grandiosidad, su lujo, pero en realidad resultó decepcionante. Cuando atravesé el umbral quedé más sorprendido que si hubiera visto joyas y tapices en las paredes.

" ¿Me he equivocado de sitio? -pensé inicialmente - no puede ser, hay un guardia en la puerta, tiene que ser aquí pero... que birria de sitio, habría sido mejor que él hubiera venido a verme a mi..."

Avancé hasta donde se encontraban el Mecenas y aquella Sierva pelirroja, que estaba bastante bien a pesar de que le incomodara visiblemente que yo estuviera allí. Saludé al Mecenas con una leve inclinación de cabeza en un signo de respeto y enseguida me indicó que me acercara y tomara asiento. ¡Dioses! Hasta las sillas eran de lo más vulgar, desde luego era un hombre humilde. Al menos destilaba amabilidad, te hacía sentir bien, la habitación estaba cargada de una atmósfera de bienestar que difícilmente podría haberse conseguido con tapices y lujos varios.

Tomé asiento y olvidé mis temores, sin duda él ya sabía quién era yo pero por si acaso me vi obligado a mencionarlo... sobre todo por si aquella chica no lo sabía.

- Me habéis mandado llamar - dije después de sentarme - soy el Esclavo Hergern Brotelas... os ruego que disculpéis mi tardanza pero hubo un contratiempo con el envío de la citación.

Sonreí y le dediqué un par de miradas curiosas a la Sierva que estaba allí ¿quién sería? Después centré mi atención en él, el Mecenas, al fin y al cabo tenía aún más curiosidad por conocer el motivo de mi llamada.

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08/12/2011, 19:07
Director

El Mecenas te sonríe con afabilidad mientras te señala con insistencia una de las sillas más cercanas a él para que te sientes.  Es un hombre mayor (dato que ya sabías, no sospechabas sin embargo que lo fuera tanto), de barba cana y arrugas que muestran largas horas de estudio y de meditación. Juega insistentemente con las manos, como si no pudiera estar quieto ni un solo instante.

La Sierva te mira con indecisión, como si no estuviera del todo convencida de tu presencia o como si esperara otra cosa. La joven no destaca por su altura, pero tampoco es especialmente baja. Tiene el cabello castaño, con reflejos pelirrojos, y largo como un día de verano. Está sujeto por una coleta, pero aún así hay un par de mechones rebeldes que le caen por la cara. Tus pupilas te traicionan y reflejan la sorpresa que te llevas al ver bastantes canas en la cabellera de una joven que debe tener poco más de veinticinco años. No es especialmente bella, pero sí que hay algo en su expresión que incita a sentir curiosidad. ¿Será su nariz respingona? ¿O su rostro, que a soma una mueca entre el enfado y la consternación? La tos del Mecenas te saca de un ensimismamiento y estudio de la joven que empezaba a ser algo indecoroso.

-Esclavo Brotelas, ¿no sé si habrá tenido en alguna ocasión la oportunidad de coincidir con la Esclava Vaatrina Dureine, una de nuestras más brillantes alquimistas que ha hecho sus incursiones en las artes mágicas? -pregunta el Mecenas en un tono que deja entender que no espera respuesta alguna por tu parte. Es cierto que sí, a lo mejor te puede sonar su cara, en algún fugaz encontronazo en la lejanía. Es posible que, en efecto, en su día te cruzaras con ella en los comedores o en los pasillos, e incluso que estuvieras mirándola de arriba abajo mientras ella estaba distraída. Pero no: si tuvieras que jugarte el pellejo sobre si habías visto a esta chica antes o no, jamás lo harías.

-La Sierva Dureine es la asistente personal del Maestro Inventor que, como ya habrá podido notar, lleva mucho tiempo sin estar con nosotros.

¡Ajá! Así que los rumores se confirman: el Maestro Inventor ha abandonado el Circulo. Por las Grandes, ¡cómo iba a rabiar Aldor! ¿Qué sería? ¿Le habrían expulsado? ¿Sería cierto lo que cuentan de la Reina; que por mirarle con lascivia ella misma le obligó a cortarse los testículos, se los comió en su presencia mientras aún deliraba y luego le decapitó? Dudas de que nada sea cierto, pero ¡por la Tercera Emperatriz! ¿Y si lo es?

Tu marejada mental se detiene en seco al escuchar la siguiente pregunta del Mecenas. Es como si te hubieran dado con un escudo en pleno estómago después de un banquete, porque nada, absolutamente nada, te habría hecho esperar que te fueran a preguntar algo así.

-Esclavo Brotelas... ¿qué sabe usted del Bastión Azul?

Notas de juego

Bueno, es un poco confuso y delirante, dime por favor si me estoy excediendo al interpretar estas pajillas mentales de tu PJ, si lo estoy retratando como alguien en exceso cotilla, etc. Al fin y al cabo, todos nos dejamos llevar por el afán narrativo y puede no ser lo más apropiado ;)

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13/12/2011, 12:09
Hergern Brotelas
Sólo para el director

Así que esa era la asistente personal del Esclavo Inventor... desde luego hay tantas chicas guapas a las que mirar que es difícil saber si la había visto antes o no, si hubiera sido de esas chicas despampanantes seguramente me acordaría pero tratándose de alguien más o menos normal era más difícil... aunque eso no quitaba que si se me presentara la oportunidad con ella no la rechazaría, así era yo, un fogoso adolescente en plena efervescencia.

Me reí por dentro cuando se confirmó el rumor de que el Esclavo Inventor había abandonado el Círculo. Se especulaba constantemente sobre ese asunto por los pasillos, de hecho no se hablaba de otra cosa en los últimos días, y es que cuando ocurría un evento de esas dimensiones afloraban los sentimientos más curiosos y mezquinos de los Esclavos (entre los que debo incluirme, por supuesto). Aldor y yo habíamos bromeado mucho sobre ello, imaginando las curiosas y divertidas cosas que podían haber acontecido, de modo que al escuchar las palabras del Mecenas inmediatamente apareció en mi mente la imagen del Esclavo Inventor masticando sus propios testículos... si alguien me hubiera leido la mente en esos momentos...

Pero la pregunta acerca del Bastión Azul me sacó de mi mundo interior como cuando te despiertas de un sueño y piensas "¿Dónde demonios estoy?". No entendía a qué venía eso, y desde luego si el motivo de mi llamada tenía que ver con ello entonces si que no entendía nada de lo que estaba ocurriendo. Pensé rápido y respondí lo que sabía, que tampoco era mucho.

- Errrr... bueno... mmmm... no se habla mucho del Bastión Azul en las clases de historia, como bien sabréis - dije dándome cuenta de que no sabía casi nada de lo que me habían preguntado ¿sería una especie de prueba? - El Bastión Azul o La Locura de Durgam, en honor a su constructor, es un símbolo del pasado de nuestra sociedad actual, pero... con todos mis respetos ¿qué tiene que ver eso conmigo?

Quizás había sido demasiado directo, pero pertenecía a ese 99% de la población que no sabe nada del Bastión Azul, que no le interesa saber nada y que además cualquier historia relacionada con ese lugar le parece una leyenda más. Aún así ardía en deseos de saber más acerca de mi citación.