Partida Rol por web

El doctor regresa al castillo para atender al principe Vadja.

El carruaje avanza con gran velocidad por el camino que separa el pueblo del castillo, lo que aumenta tu sensación de urgencia.

Cuando por fin llegáis al castillo, Constantine te espera en la entrada con gesto de preocupación.

- Discúlpeme doctor, pero no sabia a quien recurrir.

Mientras habla, te guía a través de pasillos y una escalera hasta el segundo piso.

- No se que ha ocurrido, pero al poco de irse ustedes Katia subió a ver si padre dormía bien. Es algo mayor, y ella se preocupa mucho. Pero en lugar de encontrarlo durmiendo lo encontró temblando y con fiebre. En cuanto el cochero llego lo enviamos de vuelta a por usted, porque no hay otro medico en Mirgorod doctor. Pero le prometo que le compensare por todas sus molestias.

En el segundo piso te guía por un pasillo hasta la habitación donde se encuentra el príncipe tendido en una cama de gran tamaño con dosel, y su hija sentada junto a el con gesto de preocupación.

Cuando llegas ella se levanta y sin pensarlo te da un abrazo antes de darse cuenta de lo fuera de lugar que esta su reacción.

- Gracias doctor, gracias por venir.

El inesperado abrazo de Katia me turba por lo inesperado... y por lo inesperadamente agradable. Carraspeo para disimular mientras me quito el abrigo y la chaqueta y las dejo en una silla. Mientras me recojo las mangas de la camisa empiezo a hablar.

-No tienen que agradecerme nada. Es mi deber como médico atender a quien lo necesite, y aunque no lo fuera, es lo de menos que puedo hacer dada la amabilidad con la que nos han tratado.

Al abrir mi maletín, vuelvo a estar centrado en el problema que me ocupa. Extraigo mi moderno estetoscopio de tubo flexible y me dirijo a examinar al paciente, dispuesto a realizar un diagnóstico.

-Veamos...

El principe esta tumbado con expresion turbada, pulso acelerado y respiracion entrecortada. Esta mucho mas palido que durante la cena, y tiene los ojos muy abiertos, y levemente vidriosos. Cuando le tocas notas que su piel esta muy fria.

Aunque no estas seguro, podria tratarse de un ataque de panico, y quiza tambien haya cogido algo de frio, aunque la chimenea esta encendida, y la habitacion esta caldeada.

Mientras le examinas el hombre te mira en silencio, y no puedes estar seguro de si te ha reconocido.

Tras realizar un reconocimiento rutinario, todo parece indicar que el príncipe ha sufrido un ataque de pánico, aunque habría que determinar las causas. Al ver su mirada, que parece no reconocerme, me decido a comprobar su reacción ante estímulos externos, hablándole con voz suave:

-Príncipe Vadja, ¿me recuerda? Soy el doctor Heideck. Cenamos juntos hace unas horas.

El hombre no dice nada, sus ojos miran en tu direccion, pero parece como si estuviera mirando algo distante. Detras de ti oyes a Katia que casi en un susurro te dice.

- No ha dicho ninguna palabra desde que llegue

Es evidente que la joven esta preocupada y asustada.

Miro a la joven y asiento. Parece que el príncipe se encuentra en estado de shock. Tras asegurarme de que el hombre está bien abrigado, me levanto y me acerco a sus hijos, hablándoles en voz baja.

-El estado en el que se encuentra su padre parece producto de un miedo intenso. Es posible que haya visto u oído algo que pueda haberle causado una impresión fuerte, o puede haber sido simple autosugestión, o una pesadilla particularmente vívida. En cualquier caso, el príncipe necesita tranquilizarse y descansar. Le administraré una dosis de láudano para ayudarle a dormir y, si no les importa, me gustaría pasar la noche junto al enfermo para controlar su progreso.

Lo que no les digo es que quedarme junto al príncipe también me ayudará a acallar cierto sentimiento de culpa. No sería la primera vez que un recuerdo doloroso se manifestara en la forma de terrores nocturnos, y temo haber sido yo quien despertara esos recuerdos.

La chica no puede reprimir las lagrimas que empiezan a recorrer sus mejillas mientras se lanza y te abraza en un acto impulsivo.

- Gracias doctor, no se que hubieramos hecho de no ser por usted. Muchas gracias.

Constantine que se habia mantenido detras de su hermana, se acerca para cogerla.

- Katy debemos dejar al doctor, para que haga su trabajo.

Mientras con cuidado y dulzura aparta a su hermana, te mira con una mirada llena de gratitud.

- Doctor Heideck, pida lo que necesite. Hay un cordel junto a la cama que hara que venga inmediatamente Boris. Mandare que le preparen una cama en la habitacion contigua, una puerta comunica las dos estancias, por lo que podra moverse con total libertad. No se como agradecerselo doctor.

Noto el rubor en mis mejillas al recibir el segundo abrazo de Katia. Espero que no se note demasiado.

-Repito que no tienen nada que agradecerme, ya que sólo cumplo con mi deber. De momento me quedaré aquí mismo un rato, junto al príncipe, para comprobar su evolución, y más tarde puede que haga uso de la cama. Me entretendré leyendo un poco.

Me acerco a mi maletín y extraigo uno de mis frasquitos de láudano. Elijo una mezcla específica con hachís para potenciar los efectos relajantes y somníferos.

-Este servirá. Si se encuentran nerviosos y no pueden conciliar el sueño, puedo administrarles una pequeña dosis que les ayudará a dormir.

Sin esperar respuesta, vuelvo junto al príncipe y, con la ayuda de un cuentagotas y una cucharilla, le administro la dosis que estimo suficiente. Una vez hecho esto, con la situación un poco más controlada, a mi mente vuelve el hecho de que me encuentro aquí de camino y de que he dejado a mis compañeros en el pueblo.

-Ah, sí, se me olvidaba. Si fueran tan amables de traerme algo para escribir, tenía pensado escribir una carta para enviarla mañana a Moscú.

Constantine agarra a su hermana de los hombros, y hace ademán de llevársela.

- Venga, dejemos al doctor.

Lleva a Katia hasta la puerta de salida de la habitación y la deja en el marco de la puerta antes de regresar hasta donde estas.

- Boris le traerá papel y una pluma, y puede pedirle cualquier otra cosa que necesite. Permítame agradecerle de nuevo su tiempo doctor. Le aseguro que le pagaremos por todas estas molestias, y cuenta con nuestro eterno agradecimiento.

Tras darte de nuevo la mano y mirar a su padre con el rostro compungido, vuelve con su hermana y cierran la puerta. Escuchas como los pasos de ambos se alejan.

El principe se duerme a los pocos minutos de que le administres la medicina, y observas que en la habitacion hay un sillon, un sofa y dos sillas junto a un pequeño escritorio.

Un par de minutos mas tarde aparece Boris con un montón de papel, una pluma y un tintero, y los deja sobre el escritorio que se encuentra en un lateral de la habitación. Luego se queda erguido junto a la puerta y pregunta.

- Estamos preparando su cama, señor, por si decide utilizarla ¿necesita algo mas?

Notas que tanto su tono como su actitud son ahora menos severas que cuando viniste a la cena. Probablemente al verte atender a su señor te has ganado su respeto. Casi dirías que su actitud ahora es prácticamente una disculpa, aunque no diga nada al respecto.

Al poco de administrar el láudano, compruebo cómo el príncipe se duerme y su rostro se relaja. Poco después aparece el mayordomo con los utensilios de escritura. Le dedico una sonrisa y le respondo:

-No, muchas gracias, Boris, eso es todo. Si el príncipe o yo necesitamos algo, usaré el cordel que hay junto a la cama.

Me siento en la silla junto al escritorio, y de repente vuelve a mí el cansancio acumulado durante el día. Tendré que esforzarme bastante para mantenerme despierto, al menos una hora, para asegurarme de que el príncipe toma su necesario descanso. Pongo ante mí un papel, mojo la pluma en tinta y comienzo a escribir una breve nota:

Querido Rakov:

Mucho me temo que mi llegada a Moscú va a retrasarse. Tuvimos un percance con el carruaje y necesitaremos una nueva rueda, y no confío en que nuestro cochero resuelva esto con rapidez.

Por otra parte, ha habido una emergencia médica y he tenido que atender a un miembro de la nobleza local. Por si tienes curiosidad, creo que se trata de un ataque de pánico, por causas desconocidas. Espero que el paciente mejore pronto y no deba retrasar mucho más el viaje.

En resumen, no llegaré el domingo a la hora de comer como estaba previsto. Le envío esta carta por medio de un joven comerciante de Mirgorod. Espero que la reciba a tiempo y no se preocupe por mí.

Un fuerte abrazo,

Len.

Castillo de los Vadja, Mirgorod, 24 de octubre de 1830.

Terminas la carta a duras penas, luchando contra el cansancio que hace mella en ti. No bien has terminado de escribir cuando la puerta de la habitacion se abre y ves nuevamente a Boris con una bandeja que deposita en una mesa junto al sofa. La bandeja contiene un vaso de leche, y otro de vino humeante, ademas de unas galletas que por su aspecto deben ser de avena.

- No sabia si el señor tomaba alguna cosa antes de acostarse, por lo que le he traido un vaso de leche templada y un vaso de vino caliente. Ademas la cocinera a insistido en que le ofrezca tambien unas galletas.

El hombre señala el contenido mientras habla. Cuando levantas la vista de la bandeja y vuelves a mirarle añade.

- Si no necesita nada mas voy a retirarme, señor. Ese cordon, no obstante, hace sonar dos campanas, una en la cocina y otra en mi habitacion. Si necesita cualquier cosa uselo, y en no mas de cinco minutos estare en su puerta. ¿Desea que cierre la puerta de la habitacion señor?

Dice esto ultimo mientras te muestra un manojo de llaves que le cuelgan del cinturon. Sin duda las llaves de las habitaciones de todo el castillo.

Observo la bandeja que me trae el mayordomo. La verdad es que lo último que necesito ahora mismo, si es que quiero mantenerme despierto, es leche templada o vino caliente. No obstante, el detalle es de agradecer, y esas galletas parecen demasiado apetecibles como para no tomar una o dos.

-Se lo agradezco mucho, son ustedes muy amables. Dele también las gracias de mi parte a la cocinera. -Y, respondiendo a su pregunta, añado-. Será mejor que no cierre con llave. Si surge cualquier emergencia, y esperemos que no sea así, perderíamos un tiempo precioso al tener que abrir las puertas. Buenas noches, Boris.

Me despido del mayordomo con una sonrisa cansada, saco mi libro, cojo una galleta de la bandeja y me dispongo a intentar no dormirme.

Los minutos pasan lentos mientras libras tu lucha contra el cansancio. Tomas un par de galletas, antes de que las letras comiencen a bailar delante de tus ojos haciendo imposible que sigas leyendo.

Abres los ojos de pronto, te has quedado dormido. La habitación esta apenas iluminada por los rescoldos que quedan en la chimenea. Abres los ojos para intentar ver en la penumbra y distingues una figura a escasos metros de ti. La figura se acerca hasta que esta lo suficientemente cerca para que distingas sus rasgos.

El contorno de su cuerpo en la oscuridad te deja claro que esta desnuda, y puedes ver su piel en las zonas mas iluminadas, una piel blanca, suave y perfecta.

Como era de esperar, apenas he aguantado despierto. Me estiro un poco para desentumecer los miembros, abro los ojos nublados por las telarañas del sueño y...

La visión ante mí hace que apriete los párpados fuertemente y los vuelva a abrir otra vez, inseguro de lo que estoy viendo. Lo siguiente que pasa por mi cabeza es que debo estar soñando, pero aunque he oído hablar de los sueños conscientes no estoy muy seguro de que sean posibles, y además todo parece demasiado real.

Sin embargo, al ver que la mujer está desnuda, me obligo a seguir considerando esa posibilidad, pues los eventos de la noche combinados con ciertos... deseos ocultos pueden estar jugándome una mala pasada.

Sea como sea, cuatro de mis cinco sentidos me indican que estoy despierto, mientras que uno de ellos, la vista, me muestra algo demasiado improbable como para ser cierto. ¿Es posible que haya venido a verme a la habitación de su padre enfermo, en mitad de la noche, y totalmente desnuda?

-¿K-katia? -acierto a balbucear.