Partida Rol por web

Imaginarme al Señor Vadja en su lecho con expresión de terror en su rostro no favorecería mis temores, toda aquella noche parecía una pesadilla.

- Parece que vamos a necesitar algo mucho más fuerte que ese mostruo para detenerlo señor Thomas – Digo acercándome a mis compañeros tratando de romper la tensión de la habitación – Doctor, estoy seguro que ha hecho lo mejor por el señor Vadja y que ha pasado una noche tanto o más complicada que la nuestra. Señores, ¿que no les parecería una buena idea retirarnos hacia una estancia más confortable y si es posible con un hogar encendido? La cercanía a estos pasadizos me da un terrible escalofrío… Boris, ¿hay alguna forma de bloquear esta entrada?

Mientras espero la respuesta del mayordomo me acerco a Thomas ofreciéndole apoyo para salir de aquel lugar.

Todas las puertas tienen cerradura. Dice boris La estancia del doctor, por ejemplo. El tiene su llave.

-Bueno, a mi me gustaría compartir lecho cerca del señor Thomas, no sea que a mitad de la noche precise de mis servicios, aunque creo que esas heridas están bien curadas, nunca se sabe si podría subirle la fiebre-digo servicial como siempre y con las mismas ansias de ayudar de siempre.

Miro la llave de mi habitación en mi mano.

-Cierto, yo tengo la de mi alcoba-digo mostrándola en alto-. Al señor Thomas le vendría bien descansar. Boris, ¿podríamos instalarlo en alguna de las habitaciones? Mientras, si a ustedes les parece bien, nosotros esperamos al señor Constantine y a Abberline en alguna sala cercana, como bien dice mi compañero, con un hogar encendido-digo serio y tratando de sonar educado y amigable.

Entorno los ojos y trato de organizar mis pensamientos, pero con cada nueva idea mi temor se acrecienta. El viaje se está transformando en una historia de terror. Las pesadillas que he sufrido, la niña desaparecida, el ataque de aquella criatura semihumana… y la terrible muerte del señor Vadja con una mueca de terror. En mi cabeza suena el eco de las palabras del doctor. El señor Vadja había muerto de miedo. ¿Hay algo más terrorífico?

-Sí, estoy de acuerdo en esperar despiertos a que Frederick y Constantine regresen.

Con la ayuda de Modesto me pongo en pie. Ya me siento bastante mejor, pero todavía me resiento con algunos movimientos.

-Gracias-le digo-Todo este asunto me inquieta sobremanera. ¿Creen que los sucesos de esta noche están relacionados? La inexplicable muerte del señor Vadja, la niña desaparecida y esa criatura… el cochero ¿Será el responsable de todo?
 

Boris asiente ante la peticion del Doctor.

Por supuesto doctor, pero primero debo ir a por el carruaje. Si no quieren esperar pueden tocar la campana y alguien del servicio les atendera.

Dicho esto sale de la sala en direccion al exterior del castillo.

-Señor Holzer, igual debería descansar para curar bien esas heridas, pero si prefiere mantenerse despierto no seré yo quien se lo impida-le digo con mi acostumbrado carácter amable.

Escucho a Boris atentamente.

-Claro Boris, es usted muy amable-consigo decirle antes de que se marchen.

Estoy tenso pues aún siento los escalofríos que me recorrieron el cuerpo a causa de la pesadilla.

-Señores... podría comentarles.... ahora que estamos solos... bueno, me da vergüenza admitir que estoy alg asustado... el señor de la casa claramente a muerto a causa de un ataque de pánico y justo en ese momento yo tuve una pesadilla horrible... ¿creen que estoy loco si creo en la existencia de algo maligno?-comento algo avergonzado.

La confesión del doctor me anima a revelar también mi pesadilla.

-Yo también he tenido un mal sueño esta noche, justo antes de que el señor Arrabiati y yo nos enteráramos de la desaparición de la hija de la posadera y partiéramos para ayudar en su búsqueda. Mi pesadilla fue extraña. Estaba sólo, en la posada, y seguí una luz hacia al bosque que me llevó hasta un humano encapuchado, armado con un hacha enorme, que intentaba matarme. Después de eso todos los acontecimientos han ido sucediéndose en esta espiral de terribles sucesos. No sé qué está pasando en estas tierras, pero de alguna forma está estrechamente relacionado con los Vadja. No sólo por la muerte del príncipe, sino porque la criatura conocía muy bien los pasadizos del castillo.

-¡Los artistas no estamos hechos para este tipo de acontecimientos! – La atención de Thomas y que este recupere algo de vitalidad me ayudo a calmar un poco los nervios, pero no podía dejar de imaginar que algo macabro estaba manipulando los acontecimientos de la noche. – Usted debe tener razón querido Thomas, esta familia parece estar vinculada de alguna manera en la trama de sucesos en los que nos hemos involucrado, y la pérdida del príncipe solo me hace desear que la noche termine lo antes posible sin nuevas víctimas. En cuanto a las pesadillas no puedo más que aterrarme ante la idea de que ni siquiera nuestros sueños están a salvo.

- Si no les molesta señores, preferiría estar lejos de este lugar – digo señalando con la mirada teñida por temor el pasadizo por el que llegamos al castillo - No sé a ustedes, pero a mí me vendría bien un trago.

-Un trago no, peor una estancia diferente no em importaría. Sería bueno sentarse al calor de un buen fuego. Pero hemos de esperar a Boris, él nos indicará en qué alcoba podemos esperar a su señor y al señor Abberline-respondo a Arrabbiati-. Por contrapunto, y viendo que usted, mi buen amigo Holzer ha abierto su sueño, me gustaría contarles el mío. Me situaba yo en la alcoba del señor de la casa y venía su linda hija a compartir conmigo algo más que palabras, pero de repente no era ella, sino una especie de ¿fantasma?, fea y deforme y con marcas en la cara. Agarraba mis muñecas y juro que, cuando me desperté, tenía la zona de las muñecas fría como las manos de la mujer en mi sueño-termino mientras rodeo una de mis muñecas con mis propios dedos.

No me doy cuenta pero, el sólo recuerdo de la terrible pesadilla hacen que mi corazón vuelva a galopar y que un sudor frío perle mi frente. Saco un pañuelo y la seco distraídamente.

-Lo siento caballeros, realmente fue un horrible sueño-digo secándome el sudor-. Creo que sí me vendría bien ese trago,  señor Arrabbiati.

Cuando el doctor cuenta su pesadilla algo se dispara en mi mente, como un chispazo.

-¡Claro! ¡La leyenda!-exclamo tan entusiasmado que suena el eco de mi voz en la estancia.

Miro a un lado y a otro y me acerco a mis compañeros para hablarles en voz baja.

-Doctor, cuando ha narrado su pesadilla me he acordado de la historia que nos relató Katia después de la cena. Con todos estos acontecimientos ya la había olvidado, pero si pensamos en ella parece que todo encaja. Si recuerdan, la historia narraba cómo una anciana se coló en la habitación de un joven con intenciones… ejem… digamos que las mismas que ha relatado usted, doctor, en relación a Katia y su sueño. Esa anciana resultó ser una bruja que secuestraba niños, entre otras vilezas, lo que encaja con que esta noche haya desaparecido una niña. La bruja fue apresada y decapitada, lo que guarda relación con el encapuchado con un hacha que contemplé en mi sueño. Creo que bien podría ser el verdugo. La historia continuaba narrando cómo del cuerpo decapitado de la bruja surgió su espectro, como el que vio el doctor en su sueño. Y concluía con la aparición del cadáver de un joven que veleba el cuerpo de la bruja, muerto de terror. Exactamente igual como murió el príncipe…-me detengo unos segundos para tomar aliento-.Todo esto no puede ser casualidad. La historia que nos contó Katia no era una simple leyenda popular. Está relacionado con esta familia. Sé que lo que voy a decir suena descabellado, pero Katia bien podría ser esa bruja. ¿Recuerdan los retratos? Podría ser ella la que figura en ellos, y no su madre, con su aspecto ajeno al paso del tiempo. Sin embargo, todavía no tengo una explicación para el origen de esa criatura que nos atacó en los pasadizos.
 

Tengo que hacer verdaderos esfuerzos por que mi mandíbula no caiga quedarme literalmente con la boca abierta.

-¡Claro!-digo emocionado a la par que me doy cuenta de que estamos hablando de fantasmas-. Un segundo... ¿de verdad creemos eso? Eso es imposible...es... es...-pero no sabía que es lo que era pues todo lo que el señor Thomas había dicho era cierto, aunque la ciencia no defendía este tipo de cosas-. Es... todo encaja como un puzzle, señor Holzer... todo-digo con la voz apagada y algo asustado.

Me paseo mientras seco el sudor de mi frente una y otra vez.

-¿Qué sugerís? La señorita Katia está en la habitación de su padre...-digo vagamente pensando si mis compañeros querrán que vayamos a la habitación o tal vez prefieran esperar al regreso de nuestro compañero.

Sentí el calor en las mejillas cuanto los pensamientos sobre la bella Katia y la intrépida mirada que me dedico durante la velada en el catillo fueron recordados por la narración del buen doctor. Intento disimular aquel rubor rápidamente esperando que mis compañeros lo relacionen a los acontecimientos de aquella noche.
Sacudo la cabeza y me tomo de los pelos para sacar aquella idea de mi mente y así poder concentrarme en las deducciones de Holzer y el doctor.

- Señores, pongamos un poco de cordura a todo esto, si bien tiene sentido no creo que esa historia sea más que un cuento para asustar a los niños. ¡O al menos eso espero! - digo finalmente no tan convencido de que así sea – Sin embargo estoy de acuerdo con ustedes que todo parece estar relacionado con la señorita Katia y con este castillo en particular. Pero hagamos uso de nuestros modales y pidamos a un sirviente que vaya por ella, a pesar de todo lo sufrido no creo que sea apropiado que tres forasteros irrumpan en los aposentos de una respetada dama. El salón principal parece ser un buen lugar donde encontrar a uno de los sirvientes, ¿no les parece?

Mientras Modesto espera a que respondais a sus palabras, escuchais el sonido de unos pasos lentos, y suaves que se acercan. Al cabo de un momento un hombre de edad avanzada, vestido con una tunica que reconoceis como perteneciente al clero, llega hasta la entrada de la habitacion. Os mira con ojos cansados y se apoya en la puerta.

Tarda un momento en recuperarse, pues parece realmente cansado, y cuando lo hace os habla.

- Buenas noches señores. Soy el padre Berky, y he venido a asistir al Principe Vadja. Si tienen la bondad de indicarme donde se encuentra.

Estoy a punto de responder a mi compañero cuando aparece un hombre que hace llamarse Padre Berky.

-Cla...claro, yo se lo indicaré con gusto-digo servicial como siempre mientras me acerco a él y amablemente le tiendo una mano-. Soy el Dr. Lenhard Heideck, asistí al señor Vadja-le explico sintiéndo la necesidad de decirle la verdad sin miramientos, tal vez por su apariencia o tal vez por mi sentido de culpablilidad-. Si me disculpan, caballeros, o si desean acompañarnos-les digo a mis compañeros mientras me dispongo a tomar el cmaino de vuelta a la alcoba del señor Vadja.

El hombre sonrie al doctor con cierto alivio, y le ofrece tambien su mano.

¿Asistio? Asi que esta mejor.

Mis ojos se posan en el cura con asombro.

-Bueno...eh, yo pensé que usted...-no sé muy bien cómo expresarme-. Verá, padre Berky, el señor Vadja ha fallecido esta noche, pensé que usted venía a darle... bueno ya sabe... pensé que sus hijos le habrían avisado... yo...-pero no sé qué más puedo decirle, así caigo en un silencio vago.

Mis ojos buscan a mis compañeros casi pidiéndoles a gritos que me acompañen.

La sonrisa se borra del rostro del hombre, y baja la mirada al suelo.

- No, no. No lo sabia. vuelve a alzar la cabeza y mira al doctor Temo que he llegado demasiado tarde. El cochero me aviso de que el principe se encontraba enfermo. Dijo que habia venido a por mi y a por un doctor. Imagino que usted. Sin embargo no podia acompañarle en ese momento, asi que he venido andando. ¿Seria tan amable de indicarme donde se encuentra? Imagino que sus hijos estaran con él.

-Claro-le respondo amablemente mientras voy de camino a la habitación.

Aunque el señor Constantine no se encuentra en este momento en la mansión, en la habitación debería encontrarse su hija con él.

-Venga conmigo. Caballeros ¿qué harán ustedes?-les pregunto a mis compañeros.

-Les acompaño. Quisiera expresarle mis condolencias a la señorita Katia.