Partida Rol por web

-Por fin nos sonrié la suerte.- habló Elladen con una ligera sonrisa al final.

Todos esperaron en silencio hasta que la hora de actuar llego.

Elladen volvió a sacar la piedrecilla imantada, este proceso la había estado haciendo repetitivamente durante los últimos momentos de espera, y comparando la posición que marcaba esta junto con la de la Luna el medio-elfo pudo aproximar la hora con un error de unos cinco minutos.-La hora ha llegado. Tenemos que actuar ya o sino será demasiado tarde para Elwyn.- susurró Elladen.

-Bueno, tengo que ir yendo hacia la muralla este para llevar a cabo el plan. Beren, recuerda de lanzar el hechizo nada más que el vigía haya sucumbido a mi hechizo. – Luego, el animista les contó algunas cosas que había olvidado de su plan como que podían ir preparando la cuerda para que el subiera mientras volvía a la posición en que se encontraban ahora y si que le daba tiempo que Leorn se fuera vistiendo nada más estar encima de las murallas para no perder tiempo, finalmente se despidió.- Suerte amigos, hastaluego.-

A los pocos segundos, Elladen sólo era una sombra que se movía sigilosamente entre los árboles y la niebla.

Elladen meditó durante varios segundos antes de lanzar el hechizo, ya que este era fundamental para que el plan funcionará, luego en silenció lo formuló y lo lanzó al vigía.

Los tres observaron como el vigía caía dormido y sin provocar ningún ruido.

Creo que es la señal para nuestro turno. Dijo con una sonrisa.

El elfo salió de donde se estaba agazapado cubriendose y fue corriendo por donde había ido Elladen, dispuesto a escalar el árbol y subir al muro.

ok, pos alla va...

Los dos guardias con arco que estaban en la muralla norte sucumbieron a la magia de Beren como hace poco lo había hecho el vigía a la de Elladen.

El animista volvió a lanzar un hechizo de mayor poder, seguidamente al último, sobre los guardias de la muralla este.

Taurnil se deslizó sobre el árbol con agilidad pero un pie se le resbaló y dió un rodillazo contra el tronco, afortunadamente consiguió agarrarse bien con los brazos y trepar a pulso hasta la muralla. Tuvo que ahogar un quejido para no llamar la atención.

Se restregó con una mano la rodilla dolorida apretando los dientes, y sin perder más tiempo ató la cuerda y la lanzó para que pasasen sus amigos.