Partida Rol por web

El bárbaro que quedaba en pie se derrumbo al no soportar los efectos mágicos del hechizo de Beren.

Ahora que no había peligro alguno, pudieron observar la sala con más deteniemiento. Parecía tratarse de una sala de guardia en la que únicamente se hallaban varios muebles: 4 sillas y una mesa en la que había un cubilote de madera y varios dados; al fondo de esta estancia había una puerta de madera, como la anterior, cerrada.

Taurnil cruzo sigilosamente la sala y cuando hubo llegado a la puerta coloco la oreja en esta para saber si escuchaba algo.

Al no oír ningún ruido proveniente del otro lado de la puerta, Taurnil giró el pomo lentamente y abrió la puerta dejando únicamente el espacio suficiente para observar lo que había en la otra estancia.

Una vez que se acostumbró a la oscuridad de la siguiente sala, Taurnil abrió la puerta de todas y se dispuso a cruzar la sala caminando.- Seguidme, no hay nadie en la siguiente sala.-

La siguiente estancia era enorme, y por lo que contenía la catalogaron como un dormitorio comunal de los bárbaros.

En la sala había un montón de camas vacías y unos pocos muebles al fondo de esta. Y en el centro de una de sus paredes de piedra se encontraba una puerta de madera de doble hoja cerrada.

Taurnil se volvió hacía sus compañeros susurrando.

No recuerdo el camino... Dijo llevandose una mano a la cabeza y mostrando una sonrisa de culpa. ¿Leorn, tú lo recuerdas? El Beornida era el más cercano a Taurnil y por eso le preguntó primero a él.

Daría una disculpa mejor, pero no era aquel el momento para ponerse a dialogar.

Si te digo la verdad en estos momentos la memoria también me falla. Miro hacia la puerta. Deberíamos seguir avanzando por esa puerta . De momento no podemos seguir hacia otro lado.  Me pego a una de las puertas listo para abrirla cuando estén preparados.

-Leorn, abre la puerta, no podemos perder más tiempo.- dijó Elladen una vez estuvo preparado para lo que hubiera detras de la puerta, si es que había algo.

Leorn abrió la puerta despacio lo justo para ver que había dentro de la estancia.

Leorn observo lo que anteriormente debio ser un bello jardín, en el cuál no había ni un alma en esos momentos y la única salida aparente se encontraba al este.

Taurnil esperó en silencio, conteniendo hasta la respiración a que Leorn echara un vistazo fuera y le indicara que no había ningún peligro a la vista. Sostenía firmemente sus espadas, dispuesto a usarlas en cualquier momento. Miraba intranquilo a ambos lados, temiendo que uno de esos guardias dormidos se despertara o que alguien los viera. En cuyo caso sería peor, porque darían la voz de alarma.

De entre todos los compañeros, el más asustado era Beren. Señalaba con la mano cada sombra dispuesto a lanzar su más poderoso conjuro en caso de necesidad. Se movía despcio y en silencio, tratando de no alertar a los guardias. Dado el terror que lo asaltaba, tampoco sabía muy bien donde iba.

Leorn abrió la puerta lo suficiente para que sólo cupiera una persona, y después de avisar a sus compañeros de que no había ningún peligro se dirigió hacia la salida del jardín.

Los demás le siguieron a través de lo que en épocas anteriores debió ser un hermoso jardín,  que ahora estaba descuidado: las plantas trepadoras habían formado grietas al colarse sus raíces entre los bloques de piedra, la hierba era alta, y algún que otro árbol estaba muerto.

Las estructuras que destacaban en el jardín, aparte de la gran puerta cruzada con anterioridad por el grupo, eran unos listones de madera  apoyados entre sí y posicionados vertical y horizontalmente por los cual subían las enrededaderas y seguían por el techo de la estructura central no dejando ver lo que había más arriba. Otro era un una pequeña edificación de madera, que todos la distinguieron por la zona en la que se encontraba como un cobertizo donde guardar las herramientas para el cuidado del jardín.

Y por último, la puerta cerrada a la que se dirigían que era de hierro forjado con una cristalera desde la mitad hacia arriba de esta.

Pero no llegaron hasta su destino porque debido a la tensión producida a que les descubrieran no se dieron cuenta de unos cristales que había en el suelo y pisaron haciendo un ruido que alerto a un guardia. Ahora estaban en medio de un jardín enorme, y unos pasos les alertaban de que un guardia se acercaba hacia la puerta de hierro forjado.

Elladen miró en todas direcciones un sitio donde esconderse, pero no lo encontró, aunque si que descubrió  que de donde provenía el cristal era del techo de la estancia que estaba formado por ellos, habiendo algunos rotos.

El medioelfo en voz muy baja y con tono temeroso preguntó.- ¿Qué hacemos?, ¿dónde nos vamos a esconder?-