Partida Rol por web

Erion descarga toda su furia en su ataque y el semiorco, con cara de sorpresa, interpone su escudo. Pero el golpe es brutal y lo aparta, no sin perder cierta potencia en el impacto. La armadura le protege de una herida compeltamente mortal, aunque la sangre mana roja e intensa del pecho y el abdomen.

Los asaltantes reaccionan entonces y acosan al paladín. Al ver la poderosa armadura, le lanzan sendas estocadas intentando destrozar su defensa, mientras el semioroc se cobra venganza. La sangre salta del brazo del paladin, causado por la espada larga del luchador.

Pago mi arrogancia al entrar prácticamente a ciegas pensando únicamente en abatir al guerrero que tengo delante. El golpe no es suficiente y ahora me encuentro frente a tres hombres y con una fea herida en el brazo.

- ¡Por la espada sagrada! ¡son tres! dad la vuelta y atacadles por la puerta de la cocina.

...esto no se va a acabar nunca, empiezo a pensar que no pararán hasta que maten a Saul o a nosotros...

Eleânil recordando la letalidad del semiorco en el salón principal apunta con su mano mientras recita unas palabras antiguas y arcanas. Una luz se lanza hacia su objetivo y cuando le alcanza se ha convertido en una versión miniatura de un sable élfico. El proyectil impacta en el cuello dejando una fea quemadura negra a la altura de la nuez.

El semiorco aprieta los dientes y resiste como puede la magia que la que sabe es inútiol esconderse. Pero mantiene la posición estoico...

Aprovechando el movimiento de Sighvat Aleena se lanza contra el semiorco contra el que el barbaro esta combatiendo, aprovechando su pequeño tamaño, y lanzando un ataque rápido con su rapier, dispuesta a terminar con el semiorco malherido. Sin embargo el rápido avance por las escaleras ha cansado a la mediana mucho mas de lo que esperaba y no se da cuenta del charco de sangre que ha producido la herida del semiorco, perdiendo pie, y resbalando, con lo que su ataque marra miserablemente

-Erion, tengo curación de sobra, pero antes acaba con estos miserables asesinos.-

El semiorco vuelve a la carga con el bárbaro, y esta vez consigue impacta un rodillazo a la altura de la rodilla, haciendole soltar un gruñido. Después intenta un golpe del revés con el codo, pero Sihvat está atento y lo detiene con el antebrazo.

Vuelvo a sentir la bendición de Desna gracias al rápido clérigo, con lo que vuelvo a repetir el ataque sobre el luchador que parece que lleva el peso del combate, pero esta vez  la estrechez de la habitación sumada a mi propia torpeza supera a la bendición de las diosas y el semiorco detiene el ataque sin problemas.

Doy un prudente paso atrás, hacia fuera de la habitación, para evitar que los dos hombres que acompañan al luchador puedan repetir la estratagema de atosigarme y hacer que baje la guardia.

Sigvath, despues de recibir el golpe en la rodilla, analiza por un instante la situacion, claramente en desventaja.

No moriria hoy.

No.

Ni ninguno de sus compañeros. Apreto los dientes y comenzo a golpear sin detenerse a que lo hacia.

El semiorco cayo hacia el piso de abajo en dos partes, por un lado la cabeza y parte del hombro y por otra el resto del cuerpo, todo cayon detras de una enorme cortina de sangre.

El Ulfen gruñia mientras se giraba hacia el resto de los asaltantes que estaban en el piso de arriba.

Los dos asaltantes ven como cae despedazado su jefe, y el que laznó la daga da un miedoso paso hacia delante con una estocada baja, que falla de lejos. El otro intenta golpearle al bárbaro sin mucho acierto mientras da un paso atrás, intentando escapar del furioso guerrero...

...es un desperdicio utilizar mi arte con esta escoria pero por otro lado se han atrevido a revolver mis cosas, como hayan tocado el vino de la bota bajo la cama...ese pensamiento es suficiente para que el mago lance otro proyectil de luz esta vez contra el asaltante de las dagas.

Uno de los atacantesse mueve para atacar a Erion, pero sin fortuna. El otro sujeta la puerta, previendo que la orden del paladin les va a traer problemas...

Aleena ve como el bárbaro da un fuerte golpe al jefe de los asaltantes del piso superior y no puede evitar dar un pequeño grito de ánimo. Aprovechando que ambos enemigos restantes atacan al bárbaro, se mueve con rapidez, colando su pequeño rapier bajo la defensa de uno de los asaltantes, clavándolo en el costado de este

Los guardias que envió Erion llegan a su posición y empujan la puerta, pero en el otro lado está el asaltante sujetándola. Da un respingo y un pequeño saltito hacia atrás cuando llega el empujón, pero resiste y la puerta apenas se abre un par de dedos, abertura que se cierra cuando recuper ala posición.

Mientras, el semiorco sale por la puerta al exterior del Trasgo Dorado, agarrándose el pecho con el brazo del arma y con visibles gestos de dolor. Apenas se le distinguen los insultos que os dedica mientras se cierra la puerta.