Partida Rol por web

Por fin con el mar en calma, poneis rumbo a la isla de hierro, donde los espías de la Inquisición han avisado de la aparición de cultos a Dioses prohibidos. Durante 200 años los territorios exteriores al territorio del pacto han sobrevivido por su cuenta, han creado, estados, ciudades, .... separándose del ritmo de la civilización; Según parece por lo descubierto por los espías en muchas comunidades han aparecido nuevos Dioses que prestan apoyo a sus seguidores, esta es la oportunidad que vuestras escuelas han esperado tanto tiempo para poder mostrar vuestra valia.

Conforme subis al barco , un tiflin inquisidor os espera con semblante serio:

" ¡Bienvenidos escuderos! , me presentaré: soy el "Maestro Inquisidor" y me encargaré de que llegeis sanos y salvos a vuestro destino, no toleraré ningun acto de rebeldia ,ni de violencia por vuestra parte en este mi barco que representa nuestra civilizacion sobre el mar, ni sobre el barco que nos acompañará de los " Santos Inquisidores " ( dice con una sonrisa ), el viaje durará unos seis dias, mis marineros os enseñaran vuestros camarotes, descansar y el sexto dia os quiero en cubierta preparados a esta misma hora para daros las últimas instrucciones; Si tengo que llamaros la atención en algun momento sobre el viaje deseareis no haber subido en el barco ( dandose la vuelta ) , buenos dias " y se dirije al lado del timonel " cuando este todo el equipo en el barco zarpamos ·

- ¡Señor, si señor! - El humano permanece firme y callado hasta que se marcha el Inquisidor. Tras ello, se sienta sobre una de las cajas de cubierta, saca un libro y se queda leyendo, en silencio, haciendo caso omiso de los presentes hasta que los marinos aparezcan para guiarlos a cada uno a su camarote.

Parece poco interesado en el resto del mundo, absorto en la lectura.

Tarenthar permaneció atento y escuchando las órdenes, aunque parece no prestar la más mínima atención a nada, como si todo eso fuera algo tan mundano que no mereciera la pena prestarlo atención.

Se acercó a Iacobus cuando el Inquisidor terminó de hablar, mientras veía como uno de los miembros de su grupo se iba a leer un libro. Una vez cerca de de Iacobus le susurró- ^{_{Iacobus, estemos tranquilos durante el viaje, pero después}} -sonrie maliciosamente- ^{_{no tendremos niñera.}}

Tras decir esto se dirige hacia uno de las bordas para apoyarse ligeramente en ella. La túnica oscura con el puño de Hextor bordado en hilo rojo y negro ondeaba con las ligeras rachas de la brisa marina, y así esperó a que le llamaran para mostrarte sus aposentos.

Escucho con resignación las indicaciones, por no llamarlas amenazas, del Maestro Inquisidor. ¿Qué se piensa? ¿Qué somos unos adolescentes indisciplinados? Este viaje solo es un paso necesario para llegar a la isla de Hierro, allí podremos es donde verdaderamente lo pasaremos bien.

Observo un poco impaciente como los marineros hacen los preparativos para el viaje con total parsimonia. Ya se podían dar un poco más brío. Debemos llegar antes que el otro barco para prepararles una calurosa bienvenida a los visitantes. Pienso mientras se dibuja en mi rostro una sádica sonrisa.

Espero a que nos llamen mirando por la borda el horizonte sobre el mar, intuyendo la dirección de la isla que verá el sangriento combate entre los Dioses por ver quién se queda con la supremacía del lugar.

El enorme guerrero miro fijamente al Tiflin mientras este hablaba atendiendo sus ordenes, cuando este hubiera acabado, se le acercó Tarenthar susurrándole al oído, ante sus palabras, sonrío con cierta maldad en su rostro. -Por Hextor que nos lo pasaremos bien en esta isla. y se va a apoyarse al lado del clérigo en la borda, ya que tenia ganas de llegar y demostrar el poder que los dioses le habían otorgado

Bassherra lamía el pelaje de sus brazos mientras escuchaba con aparente desinterés las órdenes del Maestro Inquisidor.  Algún día llegaría a ser él quien diera las órdenes y entonces todo sería distinto.

Miró a sus compañeros, los recordaba de la escuela inquisitorial eran una panda de soberbios hijos de puta, igual que él.  Sonrió y sus colmillos brillaron.  La armadura de cuero tachonado cubría su torso y la maza pendía de su costado izquierdo. No le gustaba llegar a la instancia de tener que combatir cuerpo a cuerpo, pero tampoco era cuestión de andar desprevenido.  Cerró sus ojos un segundo y murmuró algo ininteligible y entonces sintió cómo la suerte de los señores infernales lo acompañaba.  Aquella era una costumbre que había adquirido durante su entrenamiento, invocar sus poderes y mantenerlos activos pues nunca se sabía cuando podían sorprenderlo a uno

Devhora, como siempre, se encontraba junto al reservado Tarenthar y su "escudero" , había entablado una estrecha relación con ellos en la escuela de inquisidores y sabía que mantener a un par de hombres que le cubran las espaldas y luchasen por protegerla era bastante adecuado, el corpiño se ajustaba en su cintura, revelando la esbelta figura de la  hermosa humana, un camisote de mallas de un metal oscuro cubría su torso, pero dejaban al descubierto el escote mostrando sinuosamente sus bien formados pechos, una hermosa Guadaña forjada cuidadosamente con adornos del segador de los infiernos Nerull, servía como apoyo mientras escuchaba desinteresadamente las palabras del "maestro inquisidor".... Bufó depectivamente y se acerco tambaleando sus caderas hasta Tarenthar y Iacobus, aferrandose del brazo del clérigo de Hextor observó al horizonte esperando que se asomara su destino.

No habeis puesto todavía vuetra ficha, si quereis jugar ponerla.

-^{_{¿Alguna vez habéis viajado en barco?}} -preguntó Tarenthar en un susurro muy bajo mientras intentaba divisar la isla.

Imponer la verdad de su dios, destruir a los herejes, arrebatarles sus tierras y lugares sagrados para una mayor gloria de Hextor. Para eso era para lo que había nacido, criado y adiestrado.

Solo esperaba que sus aposentos no estuvieran mal, se había acostumbrado a un cierto nivel alto de vida, aunque no opulento, pero sí con ciertas calidades.

-^{_{Espero que el viaje sea cómodo...}}

Fhealltóir escuchó las palabras del Maestro Inquisidor con cierta resignación. A él no le importaban las tribulaciones de los hombres que se hacían llamar civilizados sobre sus insignificantes dioses, incluso le parecían una chorrada. Todo eso era ajeno a él. Cuando la charla terminó, no permaneció con el resto del grupo, sino que se retiró a meditar. Los demás integrantes de aquella "compañía" no le importaban; no sentía odio por ellos, pero tampoco nada parecido a la compasión. Salvo por Devhora. Si fuera por él, la habría matado hace mucho tiempo, pero no podía permitírselo. No por ahora.

Me acerco al pequeño grupo formado por Devhora, Tarenthar e Iacobus para entablar conversación.

- Parece que tendremos unos días de espera antes de llegar a la isla. Podríamos empezar a trazar en plan de los pasos que debemos tomar al llegar a la isla. ¿Qué os parece? Yo creo que lo más prudente sería encontrar primero un lugar apropiado para como base de operaciones. Una caverna sería un sitio difícil de detectar y fácil de ocultar.

Digo mientras me imagino una fría, húmeda y oscura caverna con cientos de trampas en las caerían los infortunados incursores.

Yo te mandé mi ficha por privado. ¿La copio en el personaje aquí, entonces?

Bajé la mirada al ver al ser pequeño y verdoso acercándose y comentarnos algo. 

Le miré como el que mira una mota de polvo volar por el aire, pero no por nada, solo porque miraba así a todo el mundo- _{^{Yo no pienso meterme en una cueva como si de un animal salvaje me tratara. Lo siento, pero yo necesito ciertas calidades}} -me incliné un poco para que me escuchara mejor pero sin tener que hacer que Devhora se soltara de mi brazo.

-^{_{¿No podrías hacer todo eso en una casa o posada?}} -empezó a asomar una sonrisilla en mi boca- ^{_{Siempre podríamos "negociar" por una, y además, ¿crees que a ella}} -señalé a Devhora- ^{_{estaría cómoda en una cueva? Prefiero algo más civilizado}} -dije y se me escapó una mirada hacia el druida- ^{_{sin ánimo de ofender.}}

Tras comentar eso me volví a poner de pie, y me apoyé de nuevo en la borda del barco

la ficha pegarla en el apartado Notas del pj "pegar desde word"

A la media hora desde la llegada de Šachaz al barco, el marinero va conduciendo en orden de llegada a los escuderos hacia sus habitaciones individuales debajo de la habitacion del capitan, la cual esta bajo el puente de mando. " Señor, sigame a su habitaculo " dice el marinero asignado sin mirar a los ojos, al llegar bajo el puente de mando vais viendo una escalera que baja cuatro peldaños, una puerta abierta que da a un pasillo con 9 habitaciones ( 4 a cada lado y una al final ), a la derecha desde la puerta de entrada coloca a Šachaz, Shlurmz, Iacobus rubrak y Bassherra; a la izquierda desde la entrada coloca a Devhora, Fhealltóir, Drisdhaun O'Banren  y Gorth El Cruel; en la habitación central ( la más grande ) se le da a Tarenthar Oldruvianoss. Tras abriros la puerta el marinero se marcha dandoos la llave de la habitación y una vez más sin miraros a los ojos " señor si me necesita tiene una campanita en su habitacion y acudire raudo " y se marcha a buscar a otro escudero.

Las habitaciones tienen un armario ropero un arcon con llave a los pies de la cama y una cama de colchon de piel de ganso con una manta de piel de oso blanco, en una esquina un brasero con carvon y al lado una mesita con fruta, agua y coñac; tras la cabezera de la cama una ventana redonda.

Sigue al marino en silencio, sin responderle, tan pronto como llega a su habitación, cierra la puerta tras de sí, y comienza a colocar su equipaje perfectamente ordenado en las diferentes estanterías y sitios dispuestos para ello. Hace la cama y la deja lista para la noche.

Cuando acaba con todo, sale de la habitación y va hacia la bodega del barco, a ver que tal está su caballo

- ¡Una posada! Que idea más ridícula. ¿Qué respeto vamos a imponer si nos quedamos en una posada? Ya me lo imagino: "Perdone campesino, ¿tiene alguna idea de donde se encuentra el escondite secreto de esos temibles Inquisidores que asolan la región?  Si claro caballero, los encontrará en la posada del Gato Gritón, al final del pueblo a mano derecha." - Digo cambiando el tono de la voz para interpretar cada personaje - No es serio, hombre. Si no os gusta la idea de la cueva podríamos buscar algunas ruinas o alguna torre en un sitio fácilmente defendible.

Continuo hablando mientras el escudero nos lleva a las habitaciones, momento en el que me callo y me quedo con la boca abierta unos segundos abrumado por la opulencia de la habitación. Dejo el petate en el suelo sin parar de mirar la habitación y una lagrimilla se desliza por mi mejilla al observar la piel de oso blanco que cubre la enorme cama. Pego un ágil brinco y en el aire me giro para caer de espaldas con las extremidades estiradas todo lo posible. Un suspiro de satisfacción se escapa de mi boca al comprobar la comodidad del colchón. ¡Por fin tengo una recompensa adecuada a mis logros! 

Después de estar unos segundos así tirado, me siento en el borde de la cama, pego un lingotazo de la botella de coñac y cojo una manzana para comérmela mientras exploro la habitación comprobando la calidad de la madera del armario, la seguridad de la cerradura del cofre y en general estudiando cada rincón de la estancia.

Cuando acabo de enredar en el camarote, guardo mis pertenencias en el arcón y después de cerrar con llave tanto el cofre como la habitación salgo a cubierta ver lo que pasa por allí.