Non merece la pena señor. Su alma inmortal pagará por haber robado y ñmatado a Tobías. Non se que contiene el libro que todo el mundo parece quererlo, pero no merece perder el alma para conseguirlo
Me quedo tranquilo e impasible, con los ojos y orejas abiertos pero sin meterme. No tengo intención de delatar mi posición.
El insulto de Íñigo era la señal que esperaba Gonzálvez para desatar sobre él su ira largamente contenida; por eso, una sonrisa asomó a sus labios sedientos de sangre cristiana a la vez que desenfundaba su bracamante.
Pero una mano en su hombro detuvo su avance; era la de Leví, que agarraba enérgicamente a su belicoso compañero a pesar de su débil complexión.
-Non saques tan prresto el arrma et escúchale. Le han rrobado el librro.
-¡Eso non es más que una falacia! ¡Ellos mataron a Tobías et se lo quitaron!
-Es un caballerro honorrable, está obligado a dezirr verrdat et fázelo siemprre.
-Et si dize siempre la verdat, ¿por qué non está camino de Toledo, como nos dixo?
Quedaron todos esperando explicaciones, pero Leví, después de escuchar a Josep, concluyó:
-Nosotrros crreýamos que ellos habían matado a Tobías, ellos crreen que habemos sido nosotrros. Alguien nos ha engañado a todos. ¿Quién ha sido?
Y quedóse esperando, ahora sí, la respuesta.
La voz de Josep fue lo único que impidiome lanzarme en pos de aquel judío sin honor et darle muerte de una vez por todas, et sabía Dios que ganas non faltábanme de aquesto. Mas las suyas palabras, tan cargadas de odio, habían revelado una cuestión que resultaba hasta ese momento desconocida: que era Tobías quién poseía el libro, o al menos así era, hasta que lo degüellaron, aunque el que lo fizo non debió de hallar el mesmo en manos del judío. Claro quedó para mi entonces qué debía de haber acontecido: Tobías robonos el libro et tal vez temiendo algún intento de robo, hubo de haberlo arrojado en lo más alto de la roca. Et entonces Roldán hubo de haberlo matado, creyendo que había aqueste consigo, mas non era de tal modo. El resto era lo que habíamos visto, Roldán viniendo con nosotros en pos del manual, et poniendo la hoja al cuello de Josep para así conseguirlo.
Miré a Leví, pues de escuchar una insolencia más del tal Gonzálvez, sólo quedaríame responder ante Dios por mis pecados. Et a fe mía que haría tal, pues mucho los lamentaba, así como non haber un confesor a mano en horas en que la muerte pasaba tan cerca.
- Muchos hanme engañado desde que partimos de Gerona, empezando por vos, Leví, et todos los que vos acompañan. - díxele - Pues non fue la vuestra intención en momento alguno el haber audicencia con el Rey de Castilla, como dijedes, sinon el robarme el libro, que con monedas hube de comprar en Gerona.
Ya non sabía porqué tantas penurias habían de pasarse por aquel códice, el cual a buen seguro debí de haber arrojado a la primera hoguera que hubiere visto, nada más pagar por él. La curiosidad es pecado si se torna en avaricia, dicen los sabios, et cuanta razón llevan. Mas demasiado lejos había llegado aquel asunto ya, et non podía yo sinon buscar respuesta, et saber cuál era la verdadera razón de todo aquello.
- Fazedes muchas preguntas, mas non vos debo respuesta alguna. Las vuestras mentiras me han traído hasta aquí con gran riesgo et penurias, para mi et para mis leales. Así que dezid, ahora, si respuestas queredes: ¿qué contiene ese libro, et porqué han tantas gentes tras su pista?
Et antes de que nuevas amenazas surgieran de la boca de Gonzálvez, advertí:
- Que sea claro: non toleraré nuevas ofensas, pues en peores me las he visto, et non est la muerte trago amargo para mi.
-Dubdo, don Íñigo, que estéis en situación de exigirr nada, pues por muy buen esgrrimidorr que seades, siete contrra uno es mucho más de aquello con lo que cualquierr hombrre puede lidiarr. Et a las vegadas* de nada sirrve el honorr más que parra morrirr tontamientrre en lugarr de labrrarrse una salida más prrovechosa.
Leví miró al caballero de hito en hito. Mantenía el talante tranquilo y reconciliador que le caracterizaba, pero su voz era más seca que de costumbre.
-Diziedes que a cambio de monedas vos dierron el librro, mas non crredo que a cambio dellas quisiérredesnoslo darr, et en parrte porr tal estamos aquí. Vos contarré la verrdat de todo et luego vos habrredes de dezidirr si merresce la pena aunarr fuerrzas con nos o morrirr porr quien a nada le imporrta la vuestrra vida. Mas antes habrredes de rresponderr a nuestrra prregunta: ¿quién ha rrobado el librro et a dó es ido?
*a las vegadas: a veces
Non hubo de sorprenderme el modo de hablar del judío, pues como tal había de pensar más en el provecho que en cualquier posible honor. Era aqueste rasgo común de los de su origen, et ninguna otra cosa podía yo esperar.
- Por mi honor daría mi vida de ser necesario, non dudéis aquesto, Leví. - díjele - Et cuanto quiera puedo exigirvos, pues poco he que perder aquí, ya que a diferencia de vos, non temo a la muerte, et encontrar aquesta con la espada en la mano es el mejor destino al que un hombre como yo puede enfrentarse.
Miré un momento a quienes me acompañaban. Sin duda ellos preferirían non hallar su final de un modo tan frío, et nada podía pedirles, pues non eran guerreros. Mas non cejaría en mi empeño en saber de qué se trataba todo aquesto.
- Mas razón llevades en que bien podría estar dando la vida por nada, pues he protegido ese libro sin conoscer el suyo contenido desde que lo encontré, confiando en poder hallar a quién lo desentrañase. Es por todo aquesto que escucharé las vuestras razones una vez más. Mas non responderé a vuestras preguntas hasta haberlo hecho, pues, a diferencia de lo que vuestra lengua pretende hacerme creer, estoy en posición de exigir. Recordad que sólo yo et los mis leales sabemos quién porta el libro.
Mirele fíjamente, con el desafío dibujado en el rostro.
- Fablad pues, et tened en cuenta que a cada momento que pasa el ladrón hállase más lejos.
Pues eso, que o nos cuenta todo, o nanay de la china xD. Confío en que Lourenço esté de mi parte, ya que de este modo puede enterarse de qué va todo el asunto.
PD: Si Lourenço o cualquier otro intentan traicionarme, les meto un mandoblazo antes de que digan "esta boca es mía".
Leví se llevó la mano al mentón y frunció el ceño. Algo estaba maquinando aquel viejo judío, que, aunque no había tenido muchas oportunidades de demostrarlo, en el discurrir no tenía parangón con nadie que Íñigo y sus compañeros hubieran conocido.
-Vos también habedes interrés porr el librro et porr tal non vos interresa dejarr escaparr al ladrrón. Luego hay trres possibilidades: o sabedes a dó es ido et porr eso non vos urrge perrseguillo, o habedes alguna manerra de seguillo por más que se aleje, o ya lo dais porr perrdido.
Leví estaba como en trance y hablaba sin mirar al caballero, como para sí. Paseaba mirando al suelo y hablando en voz alta. Pero entonces se detuvo y miró de nuevo a Íñigo.
-Se aleja... puede que, sin querrerr, ya me hayades ditcho quién es el ladrrón. Al venirr vimos acampados a los juglarres et a los vuestrros antiguos prrisionerros. Luego non pueden serr ellos. Nos dixierron también que el lanerro parrtió en dirrección contrrarria a Toledo et que vos lo seguistes; ansí que si viniedes en cabo camino a Toledo es porrque crreisteis que erra él el ladrrón mas descobrristes que non lo erra. Eso nos dexa solo a dos hombrres: Rroldán et vuestrro lacayo, Blas Matute. Hay más possibilidad de que haya sido Blas, que es quien conosce de la existencia del librro, mas non es descarrtable Rroldán.
Leví se dio la vuelta y observó el camino por el que él y sus compañeros venían, que era el mismo al que se dirigían Íñigo y los suyos.
-Sea cual fuerre de ellos dos, el ladrrón se dirrige a Toledo. Et sé cómo averriguarr quién es. Gonzálvez, vámonos.
Gonzálvez, que se había quedado con la boca abierta contemplando las deducciones de Leví, reaccionó algo más tarde de lo que era normal en él.
-Pero aqueste caballero es nuestro enemigo, ¡debemos acabar con él agora que está indefenso!
-Nadi va a tocarr al caballerro -ordenó Leví, y con esa tajante intervención borró de un plumazo su imagen de viejecito entrañable-. Que vos quede clarro que él non es nuestrro enemigo. Sus intenciones son buenas, anque non comprrenda que non puede ayudarrnos como él prretende.
Gonzálvez aún dedicó una torva mirada a Íñigo y a los demás antes de ordenar al resto que volivera a subir al carro y a Roque que diera la vuelta, aunque nadie guardó aún las armas por precaución mientras todo esto se hacía.
Me permitís fablar? - pregunto a Don Iñigo
La situación era tensa, pero eso no significaba que ambas partes no salieran beneficiadas.
Observé con extrañeza et admiración al tal Leví, cuya sabiduría et intuición sorprendiéronme sobremanera. Claro era que aquel judío ocultaba virtudes que non eran mundanas...
- Fablad, Josep. - díjele al alquimista - Mas cuidad de non revelar más de lo imprescindible, et nada prometáis.
Maese Levi, por vostras falabras dais a entender que vostra causa es llusta y que de fablar y contarnos lo que ocurre es posible que estuviéramos dispuestos a ayudarvos. Pues si vuestra causa es justa fablad sin demora , ya que las dobleces y secretismos sólo llevan por el mal camino. Pues bien cierto es que el camino de la rectitud es más delgado que un pelo de la mia cabeza
Tal vez veamos así que es justo ayudaros y que muchos os habían juzgado mal
Escutó la gallega expectante et en silencio todo quanto los judíos ladraban et amenaçaban. Uno a uno todos los rostros de conheçidos volviánse perigrosos et de enemigos. Tanto vivido por um solo libro cuya companhía fizo mudar la vida de todos nós. En silencio quedó la muchacha, que abrumada ante la nova amenaça que asomaba, non habíase repuesto del ataque de Roldán, la reprimenda del caballeiro et la vergonha ante Lourenço. Mas todavía tuvo forças para llevarse la mano donde escondiera el cuchillo, que si morir tivera finalmente, que no se dixera que ella intentó todo en cada momento.
-Mi buen Josep, non podéis pedirrme rrespuestas cuando vos non las dais. Mas como sabio, sabrredes que la verrdat se disemina entrre muchas sendas, perro vuestrro caballerro, como acaba de demostrrarr, solo sigue una, et si vos debéis a él, solo una senda habedes de seguirr vos también, et non es, porr agorra, la mesma que la nuestrra. Tan solo vos dizrré que sin ese librro, mi pueblo está perrdido, et porr tal lo buscamos con tanto ahínco; mas mientrras esté en mi mano, non perrmitirré que nadi más muerra grratuitamientrre porr él. Non vos apene nuestrra parrtida, no obstante, pues si vos también buscades el librro, porr suerrte, o porr desgrracia, habrremos de volverrnos a encontrrarr.
Y, dicho esto, y ya alojados todos los judíos dentro del carro (entre los que, por cierto, no se veía a Paloma), Leví hizo un gesto a Roque, que batió las riendas haciendo que el carro echara a andar a paso ligero.
Señor, me habéis demostrado tener buen corazón. no se los motivos que os conducen a vos a buscar ese libro, los mios el conocimiento y la búsqueda de la verdad, Pero si lo que dice Levi es cierto y su pueblo esta perdido sin ese libro entonces deberiamos ayudarlos. Dijo dirigiéndose a Don Iñigo