Partida Rol por web

Liber Iudex Abrahami

INTERLUDIO: LOURENÇO Y ELIZENDA

Cargando editor
09/09/2014, 10:29
Lourenço

Había pasado mucho tiempo, tal vez demasiado, desde la última vez que había hablado con Elizenda. No obstante, sólo habían sido un par de semanas, pero puede que su ausencia se me hubiesen antojado como varios días.

Por supuesto, tenía mucho por lo que pedir explicaciones, pero, en vista de los últimos sucesos, y del ataque de los lobos, sólo podía iniciar la conversación de una forma.

Así, cuando por fin estoy a solas con ella, la digo—. Elizenda, debemos hablar. ¿Qué ha ocurrido con los lobos? ¿Qué tal estáis? ¿Puedo hacer algo por vos?

Cargando editor
09/09/2014, 10:31
Elizenda Landeira

Detuvo su paso al ver a Lourenço, sujetando todavía la jarra de vino que llevaría a los cazadores de la Cofradía. Sus prendas ocultaban las vendas que le rodearon la cintura, aunque su presencia podía adivinarse por la incapacidad de caminar con la misma soltura y gracia que la moza solía mostrar.

 

-Estou bem, agora que tudo passou ja. Graças a istos hommes e Don Iñigo posso dizer que estou viva. As feridas doem, mas também saram com o tempo. Quanto aos lobos...aquela asesina trouxe-os com ela...mas fugiu. Graças ao Senhor estavas no quarto dormido...

Sonrió cália y dulce entonces al alquimista, demostrando afecto en su mirada y sonrisa cansada.

Notas de juego

-Estoy bien, ahora que todo pasó ya. Gracias a estos hombres y Don Iñigo puedo decir que estoy viva. Las heridas duelen, pero también se curan con el tiempo. En cuanto a los lobos...aquella los trajo con ella ... pero huyó. Gracias al Señor que estabas dormido en el cuarto...

Cargando editor
09/09/2014, 10:36
Lourenço

—¿Aquella asesina? ¿Qué asesina? Elizenda, necesito que me contéis lo que ocurrió con los lobos —sentencio mientras hago una breve pausa. Después, añado—. También necesito que me contéis porque jurasteis lealtad al noble, necesito que me contéis porque lleváis a la niña con nosotros, sabiendo que el camino será peligroso...

—Necesito que me contéis varias cosas. Pero sobre todo, necesito saber en qué momento nos separamos, y por qué no fui consciente de ello —termino diciendo algo entristecido. Posiblemente, eso fuese lo que más necesitase de todo, pero posiblemente fuese lo que menos quería oir.

Cargando editor
09/09/2014, 10:39
Elizenda Landeira

La sonrisa fue desapareciendo progresivamente al escuchar las explicaciones de Lourenço, no por su exigencia en sí, sino por la amargura que desprendían, como si hubieran fermentado durante demasiado tiempo. Dejó entonces la jarra a un lado, para dedicarle el respeto que el alquimista se merecía.

-Lourenço...-negó levemente tratando de hallar las palabras. Ciertamente, aquellos recuerdos de Vigo parecían quedar muy atrás ya, pese a no haber pasado apenas meses, pero era como si se tratara de otra vida. La que llevaron antes de embarcarse en esta aventura.

Saír de aquela taberna trocou a os dois, a ti e a mi. Decidi acompanhar-te na tua busqueda de conocimento para procurar uma nova vida, e sem duvida, encontrei-la.- Negó sin razón aparente.- -A chegada de Don Iñigo fez posible esse cambio e vida, mais respeitável e digna, e ele....ele me faz-me sentir segura ante tudo o perigro que esse livro expõe-nos, e refleixa a vida que eu quereria ter. Também tu farias bem en jurar-lhe lealdade, que são poucos os homems de Deus e bons encontrareis tão compreensíveis com a feitiçaria como ele

Exhaló un suspiro interrumpiéndose en lo que parecía que iba a seguir a sus palabras y volvió a mirarle. 

É possivel que não deveriamos preocupar-nos mais dessa mulher, que matou ao vendeiro e drogou-nos para deixar-nos ao sorte duma manada de lobos, mas temo que voltaremos a ver-la cedo o tarde. Temo também pedirte que jures lealdade ao Don Iñigo e permanecer ao meu lado desse modo, tentando a sorte para darnos morte, tanto como andes no teu propio caminho a procurar o que desejas.

Notas de juego

-Salir de aquella taberna nos ha cambiado a los dos, a ti, y a mí. Decidí acompañarte en tu búsqueda de conocimiento para tratar de hallar una vida nueva, y sin duda la encontré 

-La llegada de Don Iñigo hizo posible ese cambio de vida, más respetable y digna, y él...él me hace sentir segura ante todo el peligro al que ese libro nos ha expuesto, y refleja la vida que querría tener. Tú también harías bien en jurarle lealtad, que pocos hombres de Dios y buenos encontraréis tan comprensibles con la hechicería como él.

-Es posible que no debiéramos preocuparnos más de esa mujer, la que mató al ventero y nos drogó para dejarnos a la suerte de una manada de lobos, pero temo que volverémos a encontrarla tarde o temprano. Temo tanto pedirte que jures lealtad a Don Iñigo y permanecer a mi lado de ese modo, tentando a la suerte a darnos muerte, como que marches en tu propio camino buscando lo que anhelas.

Cargando editor
09/09/2014, 11:06
Lourenço

Tras las palabras de Elizenda, no pude más que negar con la cabeza. No había entendido nada de todo esto. El libro no nos había expuesto a peligros. Otra cosa era posible que fuese peligrosa, pero no un libro.

Lo que nos había expuesto a los peligros había sido el recelo y el miedo. Así, pues, no puedo más que añadir a la conversación—. Yo dejé mi hogar y vendí mi posada para buscar una nueva vida. No una vida de caminos y andanzas, de ir y venir. Y no sólo lo hice por mí —al decir esto, no puedo evitar mirar a la muchacha de nuevo.

Pese a todo, podía entender lo que buscaba. Yo no era un caballero, no tenía ningún poder real más allá de mi arte. No tenía que ser respetado por obligación. Tampoco era alto, fuerte y aguerrido. Era bajo, enclenque y algo cojo.

Con todo, sólo me queda decir—. Pese a todo, si seguir ciegamente es vuestra decisión, perfecto. Sólo puedo deciros que tengáis cuidado. Parece que todos ocultan algo, y no sé bien que es. Haríais bien en guardaros de quien parezcan vuestros amigos. U os llevaréis algo más que disgustos...

Tras decir esto, sin dejar posibilidad a réplica, vuelvo a mirar a la mujer, para salir de la habitación. Pese a que no pensaba dejar el grupo, ahora lo tenía claro.

Ya no éramos Elizenda y yo. Ahora debería de tener cuidado.